Estados Unidos votó por la guerra
Por Adolfo Gilly
La Jornada, México, 04/11/04
Ambos candidatos, Bush y Kerry, dijeron en sus campañas, con voz
tonante, que se proponían continuar la guerra en Irak: adelante mis
valientes, hasta la ignominia siempre. A pesar de ello, era claro para
el mundo y sobre todo para los votantes estadounidenses que la elección
del 2 de noviembre era un plebiscito, no por la guerra o la paz, sino
por la guerra o contra la guerra.
Pues bien, está aún más claro que esta vez, por mayoría de votos (52
por ciento) y no sólo de electores en el Colegio Electoral, el pueblo
de Estados Unidos votó por la guerra, sabiendo bien quién es Bush
(lo cual no le era tan evidente en la elección de 2000) y cuál es y
será su política internacional y nacional. A ley de juego, esa política
fue aprobada.
Está igualmente claro que casi la mitad de ese pueblo (48 por ciento)
votó contra Bush y, sobre todo, sufragó contra la guerra. Tal es la
situación en esa gran potencia, desgarrada en su interior por
pasiones encontradas pero con un gobierno confirmado en sus afanes de
supremacía, dominación y venganza universal, así tenga que ser
solos contra el mundo.
Esa situación es peligrosísima, pues la renuencia interior a la guerra
y la oposición a ésta de la aplastante mayoría de los pueblos del
mundo, lejos de contener los afanes de los cruzados del gobierno de
Bush, más bien los exacerba. El 2 de noviembre les confirmó estar en
lo justo: por su pueblo habló la voz de Dios.
* * *
No creo que Bush haya ganado por un voto del miedo, como se ha escuchado
decir. Quienes votaron por él sabían muy bien a quién estaban
confirmando en el gobierno y por qué y para qué lo hacían. Esos
votantes no tienen miedo. Están convencidos de que Estados Unidos, su
nación, es la más poderosa del mundo, puede imponer con pleno
derecho su ley y su justicia, tiene una misión por cumplir en esta
tierra y no puede permitir afrentas, como las de las Torres Gemelas y
el Pentágono, ayer, y la resistencia iraquí hoy, sin tomar justa
revancha, aplastar a sus enemigos con su poderío militar y tecnológico
inigualado y, Biblia en mano, dar una lección a un mundo timorato y
descreído. (Verdad es que también los otros tienen sus propios
libros sagrados, variados según origen e interpretación, pero ningún
poseedor de tales libros se fija en esos detalles).
Ahora bien, la que tuvo sus detalles fue la votación misma. Una nota de
The New York Times del 3 de noviembre da las cifras siguientes. De
cada cien votantes, 54 fueron mujeres y 46 hombres. De cada cien votos
para Kerry, 58 fueron de mujeres y 42 de hombres, una notable
diferencia de 16 puntos porcentuales en favor de las mujeres en este
voto contra Bush. De cada cien votantes de Bush, 50 fueron mujeres y
50 hombres.
La misma información dice que, sobre el total de votantes, 77 por ciento
fueron blancos, 11 por ciento negros, 9 por ciento latinos y 2 por
ciento asiáticos. Pero según esta peculiar clasificación de los
ciudadanos por el color de la piel, resulta que de cada cien votantes
de Bush 88 fueron blancos, dos fueron negros, siete latinos y uno asiático.
En cambio, de cada cien votantes de Kerry 66 fueron blancos, 20
negros, 10 latinos y dos asiáticos.
Finalmente, la nota especifica que, sobre el total de votantes, 62 de
cada cien eran casados y 38 no casados. Entre los votantes de Kerry,
los casados fueron 55 por ciento y los no casados 45 por ciento; entre
los de Bush, los casados fueron 70 por ciento y los otros 30 por
ciento. Esta información, proveniente de una encuesta nacional a la
salida de urna, no contabiliza votos por otros candidatos y no
diferencia el sufragio por edades. Pero no deja dudas sobre la
estructura conservadora del electorado que decidió el triunfo.
* * *
Aparte de los problemas internos, que no son tema de esta nota, el
gobierno surgido de esta elección tendrá que responder en el terreno
internacional, por su cuenta y sin la ONU (a la cual, salvo para
cubrir las formas, ha dejado a un lado), al menos a las siguientes
cuestiones:
1. Irak, Israel, Medio Oriente y países árabes. 2. China, India, Rusia
y Japón. 3. Pakistán, Afganistán y Corea. 4. Europa y Unión
Europea, la gran potencia económica rival. 6. África, la gran
tragedia que Occidente creó. 7. Equilibrio ecológico planetario:
calentamiento global, contaminación, agua potable, bosques,
desiertos, recursos naturales, la gran catástrofe entre la humanidad
y la naturaleza que el capital trajo consigo y hoy, como una pandemia,
se extiende con sus mercados.
Ninguna de esas cuestiones, hoy inmediatas, puede ser resuelta por una
sola potencia y sus arsenales militares, científicos y tecnológicos
sin igual, menos todavía por la soberbia, la arrogancia y la
condescendencia hacia el resto del mundo que esa potencia enarbola y
el voto mayoritario de sus ciudadanos confirma. Pero éstos no lo
saben y sus conductores tampoco. Peligro, pues, peligro.
Un caso especial para nosotros, pues aquí estamos, es América Latina.
Sabida es la política del gobierno Bush hacia este continente y hacia
México, sabidas también las respuestas subordinadas de los tres últimos
gobiernos neoliberales en este país: Salinas, Zedillo, Fox. Esa
subordinación política y económica ha ido colocando a México en la
indefensión. No hay acuerdo posible con quienes nos han conducido a
este estado de cosas, no ya esos tres nombres pasajeros, sino las
corrientes políticas y las fuerzas económicas a quienes ellos
responden.
Una reacción a esta ofensiva contra los pueblos latinoamericanos viene
desde otras latitudes. Brasil, Argentina, Bolivia, ahora Uruguay, bajo
formas diversas y a veces con paso incierto bajo las enormes presiones
imperiales, siguen manteniendo y confirmando la emergencia de nuevas
resistencias. Si podrán hacer un bloque coordinado, no se sabe todavía.
Pero lo que sí es seguro es que el nuevo gobierno Bush proseguirá,
reforzada, su ofensiva de estrangulamiento y chantaje para impedirlo.
Esa política será aún más recia y despiadada en el caso de los dos países
que resisten de frente: Cuba y Venezuela. A Cuba no le perdonan no
haber podido con ella, ahí al ladito, quienes se suponen amos del
mundo. A Venezuela no le perdonan que les haga frente y, sobre todo,
que para conseguirlo el gobierno ande movilizando sin cesar al pueblo.
Cómo tender un puente político y económico entre aquellos gobiernos y
éstos, dados sus diferentes formas y grados de confrontación y sus
diversas configuraciones políticas internas, se ha vuelto ahora una
cuestión vital de supervivencia para todos ellos, pues nada pueden
esperar del nuevo gobierno de Bush, fortalecido en la rectitud de sus
convicciones por el voto del 2 de noviembre. A Tabaré Vázquez no le
van a perdonar, por más contorsiones que algunos de sus amigos hagan,
como no le van a perdonar a Lula, ni a Néstor Kirschner, ni siquiera
a Carlos Mesa y su tibieza.
Mejor hacer las cuentas cuando aún es tiempo y tomar iniciativas en
consecuencia. Esas cuentas es preciso también hacer en México,
porque van a querer venir hoy más que nunca, entre otras cosas, por
el petróleo, los recursos naturales y el territorio, sobre todo el
territorio en tanto factor geopolítico, humano y natural -es decir,
en tanto México-, y tienen sus fuertes e inteligentes aliados y
subordinados mexicanos.
* * *
La elección en Estados Unidos ha trasmitido su coloratura al 2006
mexicano. Este no se jugará sobre la corrupción, los videos, los
desfalcos en Pemex y el IPAB, los desafueros, las disputas en que vive
encerrada toda la clase política, los chismes de lavadero que la
prensa entera, escrita, televisiva y radial, rebosa sin cesar. El 2006
-y antes que él, el 2005, que ya está encima junto con Bush y sus
amigos- se jugará sobre las respuestas al menos a cinco órdenes de
problemas:
1. Patrimonio de la nación y recursos naturales: aguas, bosques,
biodiversidad, petróleo, tierras, todos ellos vinculados sin
mediaciones al factor decisivo: la población mexicana, sus mujeres y
sus hombres, sus sucesivas generaciones.
2. Empresas públicas: energía, trasportes, puertos, carreteras.
3. Derechos sociales: salarios, salud, educación, vivienda, pensiones,
derechos de organización, de movilización y de expresión
independiente con respecto a las instituciones y sus partidos.
4. Soberanía: fronteras, ejército nacional (y no guardia interior),
seguridad ciudadana, narcotráfico y sus vinculaciones internas y
externas.
5. Autonomía y derechos de los pueblos indígenas: convertida como está
la cuestión en la piedra de toque interior de la audacia y de los
riesgos que cada fuerza política o candidato esté dispuesto en
verdad a asumir en todos los demás temas en litigio.
No creo que en este momento sea aún cuestión de candidaturas, discusión
que termina viciando o empañando las cuestiones de fondo para
sustituirlas por disputas de personajes. Creo que se trata de la
ubicación estratégica de México en la presente situación mundial y
como parte de un todo al cual pertenece por historia, idioma, geografía,
cultura, costumbres y creencias: América Latina; y no simple parte
subordinada, en cambio, de un mero espacio de intercambio de capitales
y mercancías. Es-te sólo tiene sentido duradero y será necesario en
tanto se lo subordine al ser de estos países, latinoamericanos ante
todo, tanto como Estados Unidos y Gran Bretaña están unidos por
razones muy similares en sus historias y en sus intereses imperiales,
sin permitir que otras diferencias los separen. Es grave el
significado de la votación en Estados Unidos. Pero en América Latina
maduran otras fuerzas.
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