Nuevos vientos, aun más
conservadores
Por Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 04/11/04
Washington. Quienes
confían en que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se
apresta a restaurar el vínculo con aliados del extranjero y a
practicar una diplomacia menos agresiva y unilateral en su segundo
periodo de gobierno sufrirán, con seguridad, una gran frustración.
Los ajustes que se
registren en el segundo mandato de Bush probablemente conduzcan a este
país en una dirección aun más aislacionista y a nuevas diferencias
con los países amigos de Europa, según las tendencias manifestadas
hasta ahora.
Mucho depende de la
remodelación del gabinete, tradicional en una segunda presidencia. Y
todos los conocedores de la realidad política estadounidense
anticipan un fortalecimiento del ala más dura del gobierno, la
comandada por el vicepresidente Dick Cheney.
Buena parte de ese
sector se constituye de neoconservadores, que creen con fervor que la
”misión” de Washington es propagar la democracia en todo el
mundo.
Los neoconservadores
son devotos de la ”Doctrina Bush”, que destaca a Estados Unidos
como una nación excepcional, que debe practicar el dominio militar y
la guerra como medida preventiva de la guerra, así como beneficiar a
Israel en su conflicto con Palestina y con el mundo árabe.
La salida casi segura
del secretario de Estado (canciller) Colin Powell, cuyo poder de
persuasión y estatura pública serán imposibles de imitar plenamente
para cualquier sucesor, removerá de las altas esferas del gobierno la
única fuerza capaz de contrarrestar al secretario (ministro) de
Defensa, Donald Rumsfeld, cuyo destino es incierto.
Powell es, además,
el único eslabón que queda entre el multilateralismo practicado
desde la presidencia por George Bush (1989-1993), padre del actual
mandatario, y por Bill Clinton (1993-2001), del hoy opositor Partido
Demócrata.
Cheney declaró el miércoles
que Bush contaba ahora con un ”mandato” popular, lo cual deja en
evidencia la convicción de los círculos más selectos del poder
estadounidense creen en que la elección confirma, en sí misma, la
corrección esencial de la agenda internacional del gobierno,
comenzando por la decisión de invadir Iraq en el marco de la
”guerra contra el terrorismo”.
”Lo que queda bien
evidente ahora es que el equipo tiene una visión del mundo muy
estrecha. Consideran la elección no solo como un mandato sino como
una confirmación de que tienen razón y de que están en la senda
correcta”, dijo Kurt Campbell, alto funcionario del Departamento
(ministerio) de Defensa hoy a cargo de la vicepresidencia del Centro
de Estudios Internacionales y de Seguridad (CSIS).
Esta interpretación
de las elecciones como un mandato surge del fortalecimiento de los
elementos más extremistas del Partido Republicano. Los cuatro escaños
que ese partido ganó en el Senado, donde dispone de una sólida mayoría
de 55 a 45, fueron obtenidos por dirigentes de estados del Sur
pertenecientes a la derecha cristiana.
Según esta
corriente, la ”guerra contra el terrorismo” es un choque apocalíptico
entre el cristianismo y el mundo islámico, y tanto los europeos como
el opositor Partido Demócrata son ”apaciguadores” del mal.
”Aquellos que
esperan más 'moderación' y 'bipartidismo' en la segunda presidencia
deben saber que el 'nuevo' Partido Republicano está abierto para que
todos lo vean”, escribió Chris Nelson, editor de un boletín electrónico
diario muy popular en el mundillo político de Washington.
El oficialismo es hoy
”socialmente conservador, religioso, favorable a la libre tenencia
de armas de fuego, contrario al aborto y a los derechos de los
homosexuales, contrario al gasto público --excepto cuando se trata de
defensa-- y muy, muy agresivo en su trato con la oposición. Hay una
guerra en curso, y nunca olviden eso”, observó Nelson.
Eso no significa que
Bush y sus colaboradores continúen ignorando los serios problemas que
afrontan en la guerra contra el terrorismo, como lo hicieron en la
campaña electoral.
Expertos indicaron
que el anuncio esta semana de la retirada de las tropas holandesas y húngaras
de Iraq, prevista para dentro de cinco meses, deja en evidencia el
creciente aislamiento de Washington.
Por otra parte, los
serios problemas militares y presupuestales de las fuerzas ocupantes
en Iraq, así como la escasez de personal y equipo, son una preocupación
creciente aun dentro de la derecha del Partido Republicano.
Esos factores
fortalecerán, al parecer, a los elementos aislacionistas, que
alentaron el unilateralismo de Bush pero desconfiaban de sus
ambiciones de establecer en Iraq un modelo de democracia que recogería
todo el mundo árabe.
Buena parte de las
especulaciones se concentran hoy en las figuras que podrían ocupar
posiciones clave del gobierno, incluidas las titularidades del
Departamento de Estado, el Pentágono y el Consejo de Seguridad
Nacional. Especialmente si, como se espera, Condoleezza Rice renuncia
al puesto y regresa a la academia o asume el cargo de secretaria de
Estado.
También es de
particular interés el destino del ultraunilateralista John Bolton, el
actual subsecretario de Estado para Control de Armas y Seguridad
Internacional. Desde ese cargo, se ha dedicado a socavar al moderado
Powell. Bolton podría ser ascendido a segundo del Departamento de
Estado o subconsejero, e incluso consejero, de Seguridad Nacional.
También podría ser
ascendido el neoconservador subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz,
a consejero de Seguridad Nacional, a pesar de que fue el chivo
expiatorio de los retrocesos de las posiciones del gobierno sobre Iraq
en el Congreso.
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