Noam Chomsky habla en
Nueva York sobre el poder de Washington y sus consecuencias mundiales
"EEUU es un
Estado terrorista, según su propia definición"
Por David Brooks y
Jim Cason
La Jornada, 18/11/04
El gobierno de
Estados Unidos es, por su propia definición, terrorista y bajo las
leyes -nacional e internacional- el presidente George W. Bush y sus
asociados enfrentan la pena de muerte por sus acciones, pero también
es obvio que esto jamás será tomado en serio, ya que se ha
comprobado que los gobernantes de este país nunca operan sujetos a
las leyes, afirmó Noam Chomsky.
Durante una
presentación anoche en un auditorio repleto -decenas de jóvenes
debieron permanecer afuera por falta de cupo- en la universidad de
Nueva York, Chomsky ofreció una vez más una amplia y profunda crítica
del poder estadounidense y sus consecuencias mundiales. Hablando con
su usual tono mesurado, destruye la versión oficial de la historia.
Hay verdades muy
simples, dice, y están completamente a la vista, no hay nada
complicado en reconocer que "los que están en el poder
establecen las reglas". Simpre, añade, ha sido el caso:
"las normas (del comportamiento internacional) se establecen por
los poderosos y son legitimadas por los intelectuales".
Destaca que las
normas establecidas para crímenes de guerra y crímenes contra la
humanidad en Nuremberg fueron, desde su origen, definidas como
"un crimen es un crimen llevado a cabo por otro y no yo".
Recuerda que prisioneros alemanes fueron exonerados cuando podían
demostrar que los aliados habían cometido el mismo tipo de crimen de
guerra.
Lo diferente ahora
-una posición expresada por el nuevo procurador general de Estados
Unidos- es que ha llegado la hora de anular las Convenciones de
Ginebra por completo para evitar que los estadounidenses sean sujetos
a sus reglas en esta nueva "guerra contra el terror".
Toma las noticias de
ayer sobre Fallujah como ejemplo. Chomsky cita la Convención de
Ginebra según la cual los hospitales no pueden ser atacados ni ser
objetivos militares, y señala que los estadounidenses atacaron el
Hospital General de Fallujah, tomaron presos a los médicos y
pacientes, y afirmaron que el hospital representaba "una arma
mayor de propaganda", ya que de ahí salían los informes sobre
bajas civiles en la guerra.
Esta acción,
reportada por el New York Times y otros medios, fue grabada en fotos
de los militares estadounidenses dentro del hospital. Fue una violación
clara y comprobable de la Convención de Ginebra. Según la Ley de Crímenes
de Guerra de 1996, que forma parte del código federal de Estados
Unidos, este tipo de violación a la Convención por estadounidenses
puede ser castigada con la cárcel y, si hay muertos como resultado,
con la pena de muerte para los responsables.
"El presidente y
sus asociados deberán enfrentar la pena de muerte bajo la ley",
afirmó Chomsky, y agregó que a la vez "es ridículo entretener
la idea de que líderes estadounidenses son sujetos a la ley de la
nación". Claro, añadió, nadie lo considera como propuesta
seria pero precisamente esto revela algo fundamental: el concepto de
la universalidad del derecho internacional claramente no es aplicable
a Estados Unidos, de hecho, jamás lo ha sido.
Chomsky argumenta que
este es un punto básico y hace el recuento de varios ejemplos,
incluido el rechazo al fallo contra Washington de la Corte Mundial que
proclamó esencialmente que Estados Unidos estaba cometiendo actos de
terrorismo contra Nicaragua en los 80, el apoyo clandestino a fuerzas
terroristas en el sur de África en la misma década, y otros más.
Para Chomsky, el
nombramiento de John Negroponte como embajador estadounidense a Irak
es más revelador, ya que este "pro-cónsul" de Honduras fue
el encargado de coordinar las actividades terroristas en Nicaragua. O
la reciente visita del secretario de Defensa Donald Rumsfeld a El
Salvador, otro "Estado cliente" de Estados Unidos, para
elogiar la democracia y recordar la defensa del país centroamericano
contra la "insurgencia", sin mencionar que costó 70 mil
vidas. O Colombia, donde también se apoya directamente actividades
terroristas del Estado y sus aliados.
"No es
coincidencia que Colombia es a la vez el país con el peor récord de
derechos humanos y el mayor receptor de asistencia estadounidense en
el hemisferio", afirma Chomsky. "Eso es un patrón casi
siempre presente en varias regiones del mundo", y menciona a
Turquía como otro ejemplo.
Subrayó que según
las definiciones oficiales de Washington sobre el terrorismo, tanto el
que es patrocinado por estados como los países que albergan
terroristas (recordó a los terroristas cubanos anticastristas como
Orlando Bosch y sus aliados, y los haitianos que viven en este país),
Estados Unidos es un Estado terrorista.
Así, la definición
"no es utilizable", ya que "la definición de
terrorismo es virtualmente la misma que la política oficial de
Estados Unidos... aunque aquí se le llama antiterrorismo. Claramente,
Estados Unidos está comprometido con el terrorismo. Eso es fácilmente
comprobable".
Si uno sigue la lógica
de la definición oficial del terrorismo y la doctrina de Bush del
derecho a un ataque preventivo contra esas fuerzas y los Estados que
las patrocinan, sostuvo, se puede argumentar que "Cuba, Nicaragua
y otros tienen el derecho de bombardear Estados Unidos".
Chomsky reiteró que
Estados Unidos -como todo poder y vencedor en la historia- establece
cuál es la excepción al concepto de la universalidad en torno al
derecho internacional. Peor aún, los medios y gran parte de los
intelectuales y políticos no sólo no cuestionan esto, sino que lo
toman como punto de partida.
"Esto no es nada
nuevo", aunque sí hay algunos elementos diferentes hoy día, señala.
Uno es que la capacidad destructiva de fuerzas terroristas, sean
extremistas fundamentalistas o Washington, es mayor que nunca (y
advierte que es sólo cuestión de tiempo antes de que armas de
destrucción masiva y terrorismo se mezclen), y emplear ejércitos
privados o paramilitares en lugares como Irak y Colombia. "Esa es
buena política neoliberal, privatizar las atrocidades", dice.
Chomsky finaliza,
empapando a su público con información extensa, sí, pero más que
nada, desmantelando engaños y enormes mentiras para revelar verdades
potencialmente peligrosas, esas que podrían desatar pensamiento y,
quién sabe, hasta rebeldía.
No es por nada que
haya sido presentado anoche como "el disidente más prominente de
Estados Unidos".
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