Estados Unidos-Siria:
Hora del bombardeo
Por
Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 17/12/04
Washington. El ala más
derechista del oficialismo estadounidense exige al presidente George
W. Bush que tome medidas más severas con Siria, justo cuando ese país
da señales de paz sin precedentes.
Damasco estaba
accediendo, lentamente, a las demandas de Washington, asegurando su
frontera con Iraq y dando pasos históricos de acercamiento con
Israel.
Sin embargo, los
neoconservadores, que constituyen el sector más derechista del
gobierno estadounidense y de sus respaldos externos, piden mano dura
con esa nación árabe, sin descartar una acción militar.
La campaña fue
lanzada la semana pasada, en un artículo publicado en el diario The
Washington Times por analistas asociados a la Fundación por la
Defensa de las Democracias (FDD), un grupo neoconservador que por lo
general respalda la postura del Likud, el partido derechista que
gobierna Israel. "Podríamos bombardear instalaciones militares
sirias, ir a la frontera e impedir la infiltración, ocupar la
localidad de Abu Kamal en el este de Siria, cerca de la frontera, que
parece ser el centro donde se organizan las actividades (de la
resistencia) en Iraq, o podríamos dar ayuda encubierta a la oposición",
escribieron William Kristol y Rupert Murdoch.
Kristol es presidente
del influyente Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense, y Murdoch
es el editor del semanario Weekly Standard.
El miércoles, el
diario The Wall Street Journal señaló en su editorial --siempre
indicador de la opinión conservadora sobre Medio Oriente-- que Siria
provee apoyo material a los grupos terroristas que matan soldados
estadounidenses en Iraq y exhorta en forma abierta a los iraquíes a
unirse a la resistencia".
El editorial acusaba
al gobierno de Bush de responder a estas provocaciones con "señales
políticas mezcladas y gestos débiles", y lo exhortó a que al
menos amenazara con una acción militar.
Horas después de
publicados estos editoriales, Bush ya estaba hablando con dureza de
Siria.
En una conferencia de
prensa en la Casa Blanca con el primer ministro de Italia, Silvio
Berlusconi, el mandatario estadounidense fue consultado sobre las
versiones de que Irán y Siria estaban colaborando con la insurgencia
sunita en Iraq.
Bush dijo que
"los asuntos internos de Iraq no están en los intereses" de
esos dos países.
En cierta medida, la
nueva campaña contra Siria recuerda a la que precedió la invasión
estadounidense de Iraq, lanzada el 20 de marzo de 2003.
Entonces, los
neoconservadores y el secretario (ministro) de Defensa, Donald
Rumsfeld, postulaban un combate contra Siria, a la que acusaban de
brindar refugio a altos dirigentes del partido Baath, entonces
gobernante en Iraq, y recibiendo para su custodia armas de destrucción
masiva iraquíes.
Pero la insurgencia
iraquí recrudeció en el otoño boreal de 2003, por lo que el jefe de
los asesores de Bush, Karl Rove, ordenó a los halcones retirar las
demandas, pues una nueva aventura militar podría costar la reelección
presidencial, lograda el 2 de noviembre.
Ahora que Bush logró
su objetivo en las urnas, los neoconservadores no se muestran
preocupados por las consecuencias políticas de su prédica.
Pero la insistencia
de los neoconservadores con Siria contradice el consenso prevaleciente
en Washington, aun entre los halcones, según el cual el programa
nuclear iraní representa un desafío estratégico mucho más
importante para el gobierno estadounidense.
En contraste con las
acusaciones formuladas hace 16 meses contra Siria, la nueva campaña
parece basarse básicamente sobre supuestas declaraciones de
funcionarios militares y de inteligencia mencionados sin identificar
en artículos de la prensa.
Según las fuentes de
la columna de The Washington Times y un informe de The Washington
Post, la insurgencia sunnita en Iraq es organizada, financiada y hasta
manejada por "un puñado de baathistas iraquíes que operan en
Siria".
Una pieza
supuestamente clave de tal evidencia es el supuesto descubrimiento de
una señal de ubicación satelital de en una fábrica de bombas en
Faluya, bastión de los insurgentes, que se dirigía a Siria
occidental.
Estos informes, la
mayoría anónimos, fueron repetidos por el rey Abdulá de Jordania y
el presidente iraquí Ghazi Yawar en sus visitas a Washington. Abdulá
y Yawar acusaron a Siria de entrenar a infiltrados y
"combatientes extranjeros" en Iraq.
"Cada vez más"
funcionarios de la comunidad de inteligencia estadounidense
"piensan que Siria está en el centro del problema", dijo un
ex analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa citado por The
Washington Post.
Kristol y otros
neoconservadores consideran que tales informes prueban el siniestro
papel de Siria en Iraq, pero ignoran, al mismo tiempo, la cooperación
brindada por Damasco, en especial el cierre de la frontera iraquí.
The Wall Street
Journal, diario que en sus editoriales refleja las posiciones de la
derecha estadounidense, informó que "altos militares y otros
funcionarios dicen que Siria ha hecho serios esfuerzos en las últimas
semanas para cortar el flujo de combatientes a través de la
frontera".
Las autoridades en
Damasco "arrestaron al menos a un ex baathista iraquí acusado
por Estados Unidos de ayudar en el financiamiento y en la coordinación
de la insurgencia", indicó The Wall Street Journal.
La prensa
estadounidense también sostuvo que tras la ocupación estadounidense
de Faluya se detectó muchos menos sirios y "combatientes
extranjeros" de lo esperado.
Los halcones
estadounidenses necesitan un chivo expiatorio para una insurgencia de
la que no saben mucho, consideró Josh Landis, experto en asuntos
sirios de la Universidad de Oklahoma.
|