EEUU avanza en la
dirección equivocada, estima 51% de la población, según encuesta
Bush iniciará otro
mandato con una realidad "peor que cualquier ficción"
Por David Brooks
Corresponsal La
Jornada, México, 11/01/05
Nueva York, 10 de
enero. Apenas comienza, otra vez. En nombre de la
democracia este gobierno ha violado libertades e intimidado a sus críticos.
En nombre de la moralidad, el patriotismo, la democracia, la decencia
y los valores familiares, esta presidencia ha justificado la tortura,
una guerra que viola la Carta de Naciones Unidas, el encarcelamiento
indefinido de miles, la anulación de la Convención de Ginebra, la
reducción de las libertades civiles en este país, iniciativas para
desmantelar el Seguro Social, intimidación a críticos de estas políticas,
y el hecho de que no todos los votos cuentan en una elección... y eso
que aún no empieza el segundo periodo del gobierno de George W. Bush.
Sólo durante las últimas
semanas este gobierno nombró a un hombre que justificó la tortura y
la violación del derecho internacional al puesto de máximo defensor
de las leyes del país. Designó y luego fue obligado a retirar la
nominación de un mentiroso con vínculos mafiosos y que había tenido
no una, sino dos amantes, violando el matrimonio tan defendido por
este gobierno, al máximo puesto encargado de la defensa de la
seguridad de la patria.
Otorgó la
condecoración más elevada del país -la Medalla Presidencial de la
Libertad- al funcionario que presidió los fracasos de inteligencia
antes y después del 11 de septiembre. Sus aliados legislativos
argumentaron que quienes se atrevían a cuestionar el proceso
electoral sólo estaban sembrando las semillas de la duda, algo que más
de uno dijo sólo servía para ayudar a los enemigos del país.
Cada crítica a la
guerra es respondida con acusaciones de que los atrevidos no
"apoyan a las tropas" y su patriotismo es cuestionado. Los
que se atrevan a criticar las medidas de control domésticas son
acusados de no apoyar a su país. Vale recordar lo dicho por el actual
procurador general John Ashcroft el año pasado: "para aquellos
que espantan a la gente amante de la paz con fantasmas de libertad
perdida, mi mensaje es el siguiente: sus tácticas sólo ayudan a los
terroristas, ya que erosionan nuestra unidad nacional y disminuyen
nuestra resolución".
A pesar de los escándalos
de Abu Ghraib, y de la documentación cada vez más amplia de que esa
barbaridad, no fue una excepción sino aparentemente parte de una política
aprobada a los más altos niveles, ningún alto funcionario ha sido
responsabilizado ni culpado hasta la fecha. Al contrario, según los
críticos, algunos han sido premiados, como es el caso de Alberto Gonzáles,
el abogado de la Casa Blanca nombrado sucesor de Ashcroft, quien acaba
de ser muy probablemente el primer político postulado al gabinete en
la historia del país que es obligado a declarar explícitamente que
se opone a la tortura.
Una investigación
interna de la CIA concluyó esta semana que los mandos más altos de
la agencia deben ser responsabilizados por fracasar en dedicar
suficientes recursos al combate contra el terrorismo antes del 11-S, y
que sus directivos no dieron la atención suficiente a la amenaza. El
director de la CIA durante ese tiempo fue George Tenet, recientemente
condecorado por el presidente Bush con la Medalla de la Libertad por
su servicio.
A la vez, la Casa
Blanca espera que todo mundo se olvide lo antes posible de la nominación
de Bernard Kerik al puesto de secretario de Seguridad Interna. Kerik
fue el jefe de policía de Nueva York durante el 11-S bajo el alcalde
Rudolph Giuliani, y elevado a estatus de héroe.
Pero cuando los
medios divulgaron que Kerik había tenido negocios dudosos con gente
vinculada con el crimen organizado (la mafia), y que había utilizado
un departamento prestado a los trabajadores de la zona cero para
descansar de sus arduas tareas después del 11-S, como "un nido
de amor" donde se veía con dos novias a pesar de estar casado,
el asunto estalló y con ello la vida pública de este fiel servidor público.
Mientras tanto, el
gobierno de Bush ha anunciado que su prioridad es la privatización
parcial del sistema del Seguro Social, lo que implicaría empezar a
desmantelar la última gran institución del estado de bienestar, y
una de las pocas que han funcionado relativamente bien.
La idea es canalizar
parte de los fondos que se depositan en el sistema público por todo
empleado en Estados Unidos a los cofres de Wall Street. Así, los
fondos de jubilación garantizados para todo trabajador serían
destinados al juego de la especulación financiera, sin garantías de
nada. Si esto prospera, han dicho los estrategas políticos de la Casa
Blanca, sería tal vez el mayor logro "conservador" de la
historia reciente. Los republicanos insisten en que ese sistema está
en crisis y sólo buscan la forma de rescatarlo, mientras que
economistas opuestos al plan aseguran que no existe tal crisis, y sólo
se trata de negocio.
Más allá de estas
fronteras, la guerra en Irak continúa generando sangre (más de mil
300 soldados estadounidenses muertos, más de 10 mil heridos, y más
de 100 mil iraquíes ultimados e incontables heridos) todos los días,
en nombre de la democracia. Bush insiste en que las elecciones se
realizarán como están programadas a finales de este mes, y está
enviando miles de casillas y equipo electoral.
Pero la semana pasada
se reportó que el comandante de las fuerzas terrestres
estadounidenses en Irak reconoció que cuatro de las 18 provincias
iraquíes no están suficientemente seguras como para realizar los
comicios, y resulta que en esas cuatro es donde reside la mitad de la
población del país, incluyendo Bagdad. Por si hubiera dudas de qué
tan peligroso es el terreno electoral, hay versiones de que los
observadores internacionales harán su monitoreo desde Jordania.
Esta situación ha
provocado que influyentes figuras de política exterior expresen públicamente
su pesimismo. Brent Scowcroft, asesor de Seguridad Nacional del
presidente George Bush padre e influyente voz en la cúpula de política
exterior, dijo hace unos días estar cada vez menos convencido de las
perspectivas para la paz y estabilidad en Irak. "La elección de
Irak, en lugar de resultar ser un punto prometedor de cambio, tiene un
gran potencial para profundizar el conflicto", afirmó en un foro
en Washington.
De hecho, advirtió
de una "guerra civil incipiente" si las cosas continúan
bajo el mando de Estados Unidos. Otras voces republicanas reconocidas,
todas de ex altos funcionarios de gobiernos republicanos anteriores,
están expresando este tipo de posiciones pesimistas.
Declaración fallida
Y claro, hubo el
tropezón de la primera respuesta al tsunami, cuando Bush y su
gobierno primero ofrecieron 15 millones de dólares en asistencia, y
luego 35 millones, cifras inferiores a lo que se gastará en los
festejos de la inauguración del nuevo mandato presidencial este mes.
Fue después de entender que había cometido un error político que
Washington incrementó hasta 10 veces su contribución inicial ante el
desastre humanitario.
Al parecer, el público
estadounidense también está preocupado, aunque un poco confuso, según
las últimas encuestas. Una de AP-Ipsos registró el viernes pasado
que 51 por ciento contra 44 por ciento cree que en general el país
avanza en una dirección equivocada. Un 54 por ciento contra 44 por
ciento desaprueba la manera en que Bush maneja la situación en Irak.
Y 56 por ciento
desaprueba la manera en que el gobierno enfrenta temas sociales como
educación, salud y el ambiente, y por un margen más reducido una
mayoría desaprueba la manera en que Bush maneja la economía.
A la vez, hay un
empate de 49 por ciento sobre quienes aprueban y desaprueban la manera
en que Bush se desempeña como presidente y un empate técnico en su
manejo de la política exterior y la guerra contra el terrorismo.
O sea, el país está
dividido, no hay consenso y existen serias preocupaciones. Pero los
que se inquietan demasiado por temas como la tortura, enfrentan críticas
a su patriotismo. La cúpula está enfocada casi exclusivamente a
preparar la fiesta del 20 de enero para Bush, con bailes, desfiles y
todo lo demás; ese día Washington será inundado con un tsunami de símbolos
patrióticos y militares.
Esa será la imagen
proyectada al país y al mundo: de un presidente en tiempos de guerra
encabezando la gran cruzada del bien contra el mal, y entre líneas
quedará claro algo que dijo poco después del 11 de septiembre: o están
con nosotros o están en contra.
Muchos están
ansiosos por presenciar en particular la ceremonia del vicepresidente
Dick Cheney quien, según el New York Daily News, ha solicitado que
una patriótica canción escrita por John Ashcroft -con todo y letra
refiriéndose al vuelo de águilas- sea interpretada como parte de la
ceremonia.
Como observó el
columnista Paul Krugman en el New York Times, "la realidad seguirá
peor que cualquier ficción que pudiera escribir".
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