El
combate contra las "tiranías del mundo", etapa superior de
la "guerra contra el terrorismo"
Ratificación
de la doctrina de la "guerra preventiva"
IAR-Noticias,
21/01/05
Detrás
del discurso de asunción de Bush contra las "tiranías", se
encuentra el viejo proyecto de "cambios de regímenes" en
Cuba, Irán, Bielorrusia, Irán, Myanmar (ex Birmania), Corea del
Norte y Zimbabwe, países a los que Condoleezza Rice, la nueva
secretaria de Estado a punto de asumir, calificó como "seis
tiranías" en su discurso ante el Senado. A este tablero hay que
sumarle Siria, el objetivo militar más inmediato de Rumsfeld y Cheney,
jefes políticos del lobby judío que digita los negocios y la política
exterior de la Casa Blanca.
George W.Bush -como era de esperar- comenzó su discurso de asunción
reafirmando la doctrina de la "guerra preventiva" como la
columna vertebral de su segundo período al frente de la Casa Blanca.
Con
la promesa de "terminar con la tiranía" y llevar la
libertad y la democracia "hasta los rincones más recónditos del
mundo", George W. Bush, asumió ayer su segundo mandato como
presidente de Estados Unidos.
Cuidando
no mencionar a Irak ni la palabra "terrorismo", en un
discurso de marcado "tono imperial" el jefe de la Casa
Blanca dejó claro que en los próximos cuatro años, la política
exterior será su prioridad.
Sin
embargo, y para precisar el nuevo contexto, el jefe de la Casa Blanca
recordó, en su alocución, los atentados terroristas del 11 de
septiembre de 2001, como "un día de fuego", y añadió:
"nuestro deber no está definido por las palabras que uso, sino
por la historia que hemos visto juntos".
"La
mejor esperanza para la paz en nuestro mundo reside en la expansión
de la libertad en todo el Planeta", afirmó Bush dejando en claro
que la política exterior iniciada tras el 11-S (ahora disfrazada de
empresa "libertadora") seguirá inconmovible y con más
fuerza con la halcona negra, Condoleezza Rice, al frente de
Departamento de Estado.
Para
los expertos en los temas de Washington el nuevo discurso de la
"lucha contra las tiranías" se sitúa en la continuidad de
la guerra contra el terrorismo.
Por
lo tanto -afirman- constituye la etapa superior de la política
iniciada tras el 11-S, y el comienzo de la intervención militar y los
ataques preventivos contra países y gobiernos que no ejerciten la
"democracia y las libertades" como lo entienden Bush y el
grupo de halcones que escribieron la doctrina de la "guerra
preventiva", con Condoleezza Rice a la cabeza.
Queda
claro para muchos que, en la nueva modalidad discursiva de Bush, el
Imperio estadounidense resolvió complementar la "guerra
contraterrorista" con la exportación de "democracia a todo
el mundo", según el decálogo del Pentágono y el manual
aplicado de la "guerra preventiva".
Con
su clásico "estilo directo" Bush dejó en claro que EEUU no
dudará en utilizar su poder militar para provocar cambios de regímenes
políticos en los países gobernados por "tiranías" que
amenacen la seguridad de su país.
Según
la particular visión de la nueva "doctrina Bush", la
libertad y la seguridad de EEUU están íntimamente ligadas a que haya
libertad y democracia en otros países, y si no la hay (al menos en
los términos que entiende Washington) los marines, los tanques Abrams
y los misiles de última generación están para aplicarla donde sea
necesaria.
La
seguridad en este país "depende cada vez más del éxito de la
libertad en otras tierras", señaló presagiando las futuras
cruzadas contra las "tiranías" y el "eje del mal"
que su administración piensa llevar a cabo durante los próximos
cuatro años.
El
"presidente de la guerra" estadounidense no habló esta vez
de guerra "contraterrorista" sino de misión
"moral" contra países que alberguen regímenes
"tiranos". "EE.UU. va a clarificar continuamente ante
cada gobernante y cada país la opción moral entre opresión y
libertad", señaló Bush.
El
"viejo plan" reciclado
No
faltaron los que descubrieron que las "nuevas ideas de Bush"
se nutren de un libro titulado "La lucha por la democracia: el
poder de la libertad para superar la tiranía y el terror", de
Natan Sharansky, un disidente soviético que tras 9 años en las cárceles
de la URSS emigró a Israel y se convirtió al sionismo.
En
su libro (uno de los favoritos de Bush) Sharansky argumenta que habrá
paz entre Israel y los palestinos sólo si la Autoridad Palestina
"se democratiza". Hasta que eso no ocurra, Israel no tendría
que hacer concesiones, sostiene el autor.
Por
supuesto que Bush no fue a comparar el libro a ningún quiosco, sino
que el mismo (como todo su material de lectura sobre el Medio Oriente)
le llegó de manos de Cheney y del lobby judío que vigila la
"pureza doctrinaria del presidente norteamericano", para
conservar la pureza de sus negocios con las guerras del Pentágono.
Este grupo pro-israelí está integrado por funcionarios de Defensa y de la Casa Blanca liderados por Dick
Cheney y Donald Rumsfeld, y que integran entre otros, la asesora de
Seguridad Nacional, Condoleezza Rice; el segundo de Rumsfeld, Paúl
Wolfowitz, el Secretario Adjunto de Estado para Control de Armas John
Bolton, y Douglas Feith, que es actualmente el tercer funcionario en
importancia del Pentágono.
Para los expertos no hay duda que detrás
del nuevo discurso de Bush, de su obsesión por liberar a los países
de las "tiranías", están la estrategia y los negocios del
lobby judío, representado por el "cerebro" político de
Bush, Karl Rove, quien le escribe los discursos y le baja "línea
doctrinaria" al presidente estadounidense.
Este lobby de neoconservadores, ejecutor de
la línea matriz de la política exterior norteamericana desde el
11-S, defiende abiertamente la intervención militar en todo el mapa
de Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel".
Detrás de la nueva doctrina libertaria
contra las "tiranías" expresada por Bush, se esconde el
viejo proyecto de "cambio régimen" en Irán, Siria, Arabia
Saudí y la Autoridad Palestina, al que siempre consideraron un
"imperativo urgente" de la agenda de política exterior
estadounidense.
Sus teóricos sostienen que Israel y Turquía
son los únicos verdaderos Estados-naciones de la región y han estado
pronosticando la desintegración de algunos Estados árabes desde la
primera Guerra del Golfo, hasta que lograron sus propósitos de
invadir y ocupar militarmente Irak con el hijo de George Bush, que dejó
la obra inconclusa cuando era presidente de EEUU.
Brian Whitaker, columnista de The Guardian,
publicó un documento del año 1996 con el título "Un cambio nítido:
una nueva estrategia para asegurar el territorio nacional,"
escrito por el grupo JINSA para aconsejar al entonces primer ministro
entrante israelí Benjamin Netanyahu.
Whitaker ubica en este documento las raíces
de la "teoría de los bolos" del Oriente Medio, según la
cual un golpe dirigido contra Irak podría derribar varios regímenes
árabes del Medio Oriente.
La misma teoría la repiten ahora poniendo
en el centro a Siria y a Irán, y con la mira puesta en el resto de
los países agendados como "blancos" del Pentágono, a los
que acusan de proteger y entrenar a los grupos de la resistencia que
combaten a la ocupación militar de EEUU en Irak.
Durante
el discurso que pronunció durante la audiencia ante la Comisión de
Relaciones Exteriores del Senado, Condoleezza Rice, a punto de asumir
como nueva secretaria de Estado, presentó una lista de lo que llamó
seis "tiranías": Cuba, Bielorrusia, Irán, Myanmar (ex
Birmania), Corea del Norte y Zimbabwe, y, curiosamente, no mencionó a
Siria.
Para la mayoría de los expertos, y a pesar
de la avanzada política y diplomática contra Irán, el objetivo
militar inmediato de la Casa Blanca y el Pentágono es Siria, donde la
CIA y el resto de la inteligencia norteamericana sitúan el centro logístico
y financiero de la resistencia armada iraquí.
La "omisión" de Siria en la lista
citada por la nominada secretaria de Estado, es posible que se haya
debido al escándalo político levantado por los más influyentes
medios norteamericanos como The New York Times, The Washington Post y
Newsweek, entre otros, quienes denunciaron que el Pentágono preparaba
acciones militares y "escuadrones de la muerte" con la misión
de infiltrarse en Siria para asesinar a jefes de la resistencia iraquí
refugiados en ese país.
El "objetivo Siria" es un proyecto
que permanece agendado desde el mismo momento que las tropas
norteamericanas se apoderaron de Irak.
En enero de 2004, cuando despuntaba el año
electoral en EEUU, el Pentágono y su jefe, Donald Rumsfeld,
incrementaron su presión sobre la Casa Blanca para que ordene
acciones militares puntuales contra Siria, según lo informado por
fuentes árabes y por el servicio de prensa para Oriente Próximo 'Al
Bawaba', con sede en Londres.
Diversos medios del mundo árabe difundieron
y se hicieron eco de la información que ponía nuevamente a Siria en
la mira de los halcones norteamericanos.
El informe se basaba en un memorándum del
Pentágono dirigido al Consejo Nacional de Seguridad (NSC) en el que
se insistía con los contactos entre el Gobierno de Damasco y los
grupos "terroristas" suníes que operan en Irak,
principalmente vinculados al ex régimen de Saddam Hussein.
En el documento se aseguraba que los
"terroristas", entre los que se incluía a los miembros del
movimiento Hezbolá, "siguen cruzando la frontera desde Siria a
Irak" para contactar con los grupos suníes que luchan contra las
fuerzas de ocupación de EEUU.
Finalmente el documento solicitaba a Bush el
lanzamiento de ataques aéreos "preventivos" e incursiones
de fuerzas especiales en territorio sirio, tal como se ejecutaron en
Irak antes de la invasión militar en marzo de 2004.
Los altos jefes de Defensa sugirieron que la
intervención militar contra el país árabe se concretara mediante
operaciones militares preventivas (tendientes a crear las condiciones
para una invasión) y no en un ataque masivo similar al lanzado sobre
Irak.
No obstante, según las mismas fuentes árabes
que revelaron el memorándum, la operación quedó postergada por las
elecciones y a la espera de que Bush asumiera el nuevo mandato.
El jueves 20 de Enero, en el discurso
inaugural de su nuevo mandato, George W. Bush dió señales claras de
que el plan ya se puso en marcha.
|