Creciente
ansiedad en los círculos dirigentes sobre la debacle de Iraq
Por
Patrick Martín
World
Socialist Web Site, 14/01/05
Traducción
para IraqSolidaridad de Sinfo Fernández
Poniendo
de manifiesto la creciente preocupación dentro de la élite
gobernante de que la política de la Administración Bush en Iraq está
abocando al desastre, el New York Times publicaba un largo
editorial el miércoles 12 de enero pidiendo el aplazamiento de las
elecciones del 30 de enero para tratar de evitar el colapso político
en el país ocupado. Con el titulo de "Enfrentando los hechos
relativos a las elecciones en Iraq", el editorial argumentaba que
mantener las elecciones bajo las condiciones actuales, con la minoría
sunní del norte y oeste del país excluida en realidad de las aquéllas,
es la receta ideal para "[...] una guerra civil entre musulmanes
shi'íes y sunníes que aumentaría la inestabilidad por todo Oriente
Medio y daría a los terroristas una nueva región incontrolada que
podrían utilizar como base de operaciones".
El
periódico, que había apoyado en un principio la decisión de la
administración Bush de invadir y ocupar Iraq, al tiempo que criticaba
la forma en que se llevó a cabo la ocupación, argumenta que aplazar
las elecciones dos o tres meses no sería considerado como una rendición
ante los insurgentes iraquíes -que tanto la Administración Bush como
el New York Times describen como terroristas- si se
consiguiera integrar a una parte del clero musulmán [sunní] y de los
líderes tribales con más experiencia de la región habitada por sunníes
en un nuevo gobierno iraquí respaldado por EEUU.
El
New York Times señalaba que muchos funcionarios del régimen
interino en Bagdad han "mostrado cierto interés en aplazar las
elecciones si con ello hubiera posibilidad de conseguir una mayor
participación sunní, y se comenta que hay otros que se inclinan por
esa opción en privado". El obstáculo principal, se lamentaba el
editorial, era el mismo Bush y su inflexibilidad sobre el plazo del 30
de enero, aunque la situación de la seguridad en el triangulo sunní
se deteriore.
Un
tigre agarrado por la cola
Este
editorial es sólo el más importante, entre los que incluyen
comentarios y advertencias dentro del establishment político y
de medios de comunicación estadounidenses, sobre el peligro de que el
régimen de ocupación de EEUU en Iraq pueda derivar, en cuestión de
semanas, en una violencia incontrolable.
El
pasado miércoles 12 de enero, en un almuerzo patrocinado por la
Fundación Nueva América -que está alineada con el ala derechista
del Partido Demócrata- dos antiguos consejeros de Seguridad Nacional,
el republicano Brent Scowcroft y el demócrata Zbigniew Brzezinski,
hicieron graves advertencias sobre las perspectivas en Iraq y la
temeridad absoluta que supone la política exterior de la administración
Bush.
Scowcroft
dijo a su audiencia, compuesta de importantes periodistas y expertos
en política exterior pertenecientes a los círculos pensantes de
Washington, que el unilateralismo y la arrogancia de la administración
Bush estaban enajenándole sus antiguos aliados en Europa y Oriente
Medio. Afirmó que la política exterior estadounidense estaba
fracasando a la hora de dirigir las implicaciones de la globalización
de la economía mundial, que no podían ser controladas por un único
poder, incluso con la incontestada superioridad militar de EEUU, para
poder disponer del mundo.
Iraq
era el punto central del conflicto, dijo, añadiendo: "Con Iraq,
hemos agarrado claramente un tigre por la cola. Y las elecciones están
convirtiéndose en todo menos en una posibilidad de transformación, y
hay un gran potencial para que el conflicto se profundice. En efecto,
en la actualidad podemos estar asistiendo a una incipiente guerra
civil".
Teniendo
en cuenta la estrecha amistad de Scowcroft con Bush padre (redactó
con él su memoria sobre la política exterior presidencial), esta
advertencia sobre el peligro de una guerra civil es extraordinaria. El
antiguo consejero de Seguridad Nacional tanto de Gerald Ford como de
George H.W. Bush se opuso a la decisión de ir a la guerra con Iraq
por razones tácticas. Cada vez más se ha convertido en el portavoz
sobre el peligro de que el fracaso de EEUU en Iraq socave el papel
mundial del imperialismo estadounidense. El pasado mes fue destituido
de su puesto no retribuido en el gobierno como presidente del Consejo
de Inteligencia Exterior del presidente, cuando Bush rehusó nombrarle
de nuevo para un segundo mandato.
Brzezinski,
demócrata y antiguo consejero de seguridad nacional de Jimmy Carter,
hizo una advertencia mucho más fuerte sobre las potenciales
consecuencias de la aventura iraquí. Brzezinski, de origen polaco, un
halcón de línea dura durante la Guerra Fría, es el autor de un
volumen reciente sobre estrategia global El Gran Tablero de Ajedrez,
en el que aboga por que EEUU logre una posición dominante en la masa
de tierra euroasiática que impida el desarrollo de cualquier rival
potencial. Mientras esta idea parece encajar con la doctrina de Bush
de guerra preventiva y conquista de Afganistán e Iraq, Brzezinski ha
surgido como uno de los más incisivos críticos del establishment
de la política exterior de Bush, argumentando sobre la base del punto
de vista de los intereses a largo plazo del imperialismo
estadounidense.
Al
citar la descripción hecha por Rumsfeld sobre la guerra de Iraq de
que era "una guerra a la carta", Brzezinski dijo que
"[...] ya es un serio revés moral para EEUU: un revés moral
tanto por la forma en que se comenzó la guerra, en que se justificó
y también por algunos de los atroces incidentes que han acompañado
esa forma de proceder. [...] EUU nunca, en toda su historia, se ha
visto implicados en una intervención de ese calibre. Es también un
revés militar". [Brzezinski] puso énfasis en los cada vez más
altos costes de la guerra: "Aunque nuestros objetivos finales
sean muy ambiciosos, nunca lograremos democracia y estabilidad sin
enviar a 500.000 soldados, gastar 200 mil millones de dólares al año,
probablemente tener que llamar a filas y aceptar alguna forma de
compensación de guerra. Como sociedad, no estamos preparados para
hacer eso".
"La
Unión Soviética podría haber ganado la guerra en Afganistán si
hubiera estado preparada para hacer todo lo que he mencionado",
continuó Brzezinski, "pero ni siquiera la Unión Soviética
estaba preparada para hacer eso, porque se llega a un punto en la vida
de una nación en que determinados sacrificios no pueden justificarse
[...] y sólo el tiempo dirá si EEUU está actuando con sabiduría o
se ha resignado a su decadencia cultural". La Administración
Bush se enfrenta ahora, en potencia, a desafíos paralizantes para
poder recuperar tanto la legitimidad internacional como la unidad
interior, dijo, y el gobierno tiene poca credibilidad tanto en casa
como en el extranjero: "Nadie nos creerá hoy si declaramos que
estamos convencidos de que Irán está prosiguiendo actualmente con su
programa de armas nucleares sin una evidencia decisiva que sostenga
nuestra posición".
[Brzezinski]
citó las encuestas sobre la opinión pública que mostraban, en todo
el mundo, una hostilidad abrumadora hacia las políticas
estadounidenses, señalando una en particular, en la cual los
encuestados expresaban su disgusto por que Iraq no hubiera presentado
una resistencia más efectiva ante la invasión estadounidense. "¿Cuál
era el significado de la pregunta?", preguntó. "¿Cuál fue
la pregunta que se formuló? La pregunta que realmente se formuló es
'¿no lamentas que no hayan muerto más estadounidenses?'. Eso nos da
en alguna medida la profundidad del odio hacia nuestras políticas".
La
estrategia de la Administración Bush en la lucha contra el terrorismo
ha sido un fracaso, dijo Brzezinski: "La guerra global contra el
terrorismo ha unido a todos los terroristas, a todos los terroristas
islámicos y les agrupa al considerarse todos enemigos nuestros. La
estrategia no debe consistir en unir a nuestros enemigos y dividir a
nuestros amigos. Todo lo contrario".
El
significado de estas críticas se demuestra en la audiencia que se
reunió para escucharlas, incluidos periodistas importantes como David
Sanger del New York Times, Ron Brownstein de Los Angeles
Times, Howard Fineman de Newsweek, James Fallows de Atlantic
Monthly, Dana Priest del Washington Post y Judy Woodruff de
la CNN, así como representantes de Businessweek, UPI, Knight-Ridder,
US News &World Report y otras publicaciones.
Unos
días después, Sanger publicaba un comentario en el New York Times
titulado, "Tema candente: cómo EEUU podría retirarse de Iraq".
Hacía alusión a las extendidas discusiones en Washington entre
congresistas republicanos y demócratas, entre jefazos militares e
incluso entre funcionarios de la administración Bush acerca de la
utilización de las elecciones del 30 de enero como una oportunidad
para empezar a reducir los efectivos estadounidenses en Iraq.
Sanger
citaba tanto las críticas que Scowcroft hizo sobre Bush el 6 de enero
como la respuesta de éste, en la que rechazaba las preocupaciones
sobre la posibilidad de que las elecciones condujeran a una guerra
civil y declaraba: "Creo que las elecciones serán una
experiencia increíblemente esperanzadora para el pueblo iraquí."
El escritor del New York Times continuaba: "Pero el
optimismo del presidente aparece en notorio contraste, según se dice
desde el interior de su administración, con algunas conversaciones
que se están manteniendo en la Casa Blanca, el Pentágono y el
Congreso. Por vez primera se está cuestionando si es políticamente
posible esperar hasta que las fuerzas iraquíes estén adecuadamente
entrenadas antes de que el comienzo de la retirada de las tropas
estadounidenses se convierta en un desastre".
Divisiones
en la élite dirigente
Estos
comentarios no significan de ninguna manera que la Administración de
Bush vaya a empezar a retirar las tropas de Iraq. Al contrario, los
violentos ataques de los insurgentes antes y después de las
elecciones del 30 de enero pueden muy bien forzar al Pentágono a
enviar más tropas para reforzar la desmoronada posición
estadounidense. Estas discusiones revelan claramente las profundas
divisiones entre la élite gobernante -que se mantiene en su mayoría
muda durante la campaña de las elecciones para evitar dar qué decir
al pueblo estadounidense acerca del asunto- sobre cómo abordar la
debacle de Iraq.
Mientras
Brzezinski, Scowcroft, el New York Times y otros cortan por lo
sano; si Bush hiciera lo mismo significaría su aceptación pública
de que su política exterior ha fracasado y conduciría, antes que
después, al colapso efectivo de su Administración. La Casa Blanca de
Bush difícilmente se conformará con ese destino. Está empeñada en
una nueva e imprudente partida de dados, consistente en incrementar la
fuerza de las tropas estadounidenses en Iraq, utilizando cada vez
mayor devastación y métodos violentos o provocar un nuevo conflicto
con otro antagonista potencial, como Siria o Irán.
La
facción incondicional a favor de la guerra en los medios de
comunicación se ha precipitado a alentar a la administración El
columnista de política exterior del Washington Post David
Ignatius advirtió sobre la "creciente discusión entre
republicanos impacientes en el Capitolio y oficiales militares
experimentados acerca de si EEUU necesita buscar una estrategia de
salida rápida a una guerra que está yendo muy mal". La página
editorial del Post, que se sitúa en el establishment
entre los más fervientes seguidores de la guerra, publicó una
declaración en la que pedía que las elecciones iraquíes tuvieran
lugar en la fecha fijada del 30 de enero.
Las
implicaciones de la posición incondicional a favor de la guerra
aparecían detalladas en la columna de Ignatius, que pedía que se
eliminaran todas las restricciones a las acciones militares
estadounidenses en las regiones habitadas por sunníes donde la
actividad de los insurgentes está más extendida. "Cada mañana,
los insurgentes deben despertarse aterrados ante la idea de que morirán",
escribió. "Esta especie de guerra sucia no es en la que me
gustaría ver luchar a las fuerzas estadounidenses; es una guerra para
las fuerzas especiales iraquíes. Será una lucha brutal, pero es la
misma que deberían emprender cada día las autoridades de Arabia Saudí,
Egipto, Jordania y Siria contra los yihadistas en sus países. De
alguna forma, la intimidación en Iraq tiene que invertirse, para que
sean los insurgentes quienes teman por la pérdida de sus vidas".
Así
funciona la lógica de guerra de Bush. El pretexto inicial, muy
desacreditado y olvidado, fue la supuesta posesión de armas de
destrucción masiva de Sadam Husein y los lazos con al-Qaeda
(organización que se ha visto fortalecida de forma inconmensurable
con la conquista estadounidense de Iraq). Entonces se dijo a la gente
que Washington estaba llevando la democracia y la libertad a Iraq.
Pero, como Ignatius detalla, la ocupación estadounidense requiere los
mismos métodos brutales que los empleados por las dictaduras
militares y las monarquías absolutas de las que se sirve Washington
como aliados en el resto del mundo árabe.
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