Aventuras
internacionales de Bush carecen de apoyo público
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS),
21/01/05
Washington.
El presidente George W. Bush tendrá dificultades para obtener en su
propio país apoyo en la batalla que dice librar por la libertad y la
democracia en el extranjero, según encuestas publicadas en los últimos
dos años.
Estos
sondeos concluyen que el público estadounidense está menos inclinado
que hace dos años a comprometerse en cruzadas internacionales en pro
de la democracia, en particular si se asumen unilateralmente y por
medio de las armas, como en Iraq.
De
hecho, una encuesta realizada el mes pasado constató que apenas siete
por ciento de los ciudadanos estadounidenses entrevistados creen que
”la construcción de democracias en otras regiones” deba ser la
prioridad de la política internacional y de seguridad del gobierno.
La
mayoría ubicó la prioridad en cuestiones como ”defender las
fronteras estadounidenses y la seguridad interna” y fortalecer las
alianzas con otras naciones contra amenazas comunes.
”La
experiencia de Iraq fue, claramente, hizo pensar a los
estadounidenses”, dijo Pam Solo, presidenta del Instituto de la
Sociedad Civil (CSI), organización académica radicada en
Massachusetts que encomendó la encuesta entre unas 2.100 personas.
”Los
votantes están adoptando un nuevo realismo en política internacional
y de seguridad, lo que pone mayor énfasis en fronteras más seguras,
inteligencia, iniciativas diplomáticas, intervenciones
multinacionales cuando sean necesarias y más eficiencia en el uso de
la energía para reducir la dependencia del petróleo árabe”, dijo
Solo.
En
el discurso que pronunció luego de prestar juramento por segunda vez
como presidente de Estados Unidos, Bush dijo que la principal
prioridad de este periodo sería ”apoyar el crecimiento de los
movimientos e instituciones democráticas en toda nación y cultura,
con la meta última de acabar con la tiranía en nuestro mundo”.
También
señaló que promoción de la democracia y la libertad en el
extranjero es parte integral de la seguridad y la defensa del país.
Los
atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington el 11
de septiembre de 2001 condujeron ”a una conclusión: la
supervivencia de la libertad en nuestra patria depende cada vez más
del éxito de la libertad en otras”.
Bush
acotó que no perseguiría ese objetivo sólo por la fuerza. Aunque,
agregó, ”nos defenderemos y defenderemos a nuestros amigos por la
fuerza de las armas, de ser necesario”.
Insistió
en que Washington pretende ”ayudar a otros a hallar su propia voz,
conquistar su propia libertad y trazar su propio camino”, y en que
su gobierno no se intimidaría al impulsar sus metas.
”La
influencia de Estados Unidos no es ilimitada, pero, por suerte para
los oprimidos, es considerable, y la usaremos confiados en la causa de
la libertad. Dejaremos la alternativa clara a todo gobernante y a toda
nación: la opción moral entre opresión, que siempre es equivocada,
y la libertad, que es eternamente correcta”, enfatizó.
Pero
las encuestas realizadas en los últimos tres años sugieren que,
probablemente a causa de los retrocesos en Iraq, ha disminuido el
apoyo del público a la exportación de la democracia, en especial a
través de medios militares. De todos modos, tal concepción nunca fue
particularmente elevada en Estados Unidos.
En
julio, por ejemplo, un sondeo realizado por el Centro Pew de
Investigaciones para el Pueblo y la Prensa inquirió a los
entrevistados sobre las prioridades entre 19 cuestiones de política
exterior.
”Promover
la democracia en el extranjero” figuró en el puesto 18, apenas por
encima de ”mejorar la calidad de vida en las naciones pobres”.
Muchas más respuestas afirmativas recibieron opciones como atender la
eventualidad de atentados, proteger los empleos estadounidenses y
reducir la propagación del sida.
Apenas
24 por ciento de los encuestados ubicaron la promoción de la
democracia como una ”alta prioridad” en 2004. La lucha contra el
sida recibió 72 por ciento de contestaciones afirmativas.
Similares
constataciones surgen de los últimos sondeos del Consejo de
Relaciones Exteriores de Chicago, una encuesta que se realiza
regularmente desde los años 70.
”Ayudar
a imponer la forma democrática de gobierno en otros países” fue la
última entre 14 metas de política exterior, muy por debajo de las
que quedaron en el medio de la lista, como ”mejorar el ambiente
mundial” y ”fortalecer a la ONU”.
De
hecho, la importancia de la promoción de la democracia cayó el año
pasado a su nivel más bajo en los casi tres decenios en que se ha
realizado esta encuesta.
Los
encuestados calificados de ”líderes” --entre los que figuran
legisladores, altos funcionarios del gobierno, periodistas,
empresarios y dirigentes universitarios, entre otros-- consideraron
”muy importante” la promoción de la democracia. El público en
general calificó esa misión como ”de cierta importancia”.
Los
líderes estuvieron de acuerdo con el público en cuestiones tales
como si un país tiene derecho a tomar las armas contra otro sin aval
de la ONU para restaurar la democracia: 58 por ciento contestó
”no” y 32 por ciento, ”sí”.
Y
57 por ciento de los entrevistados afirmaron que Estados Unidos no
debería ”elevar la presión” sobre los países árabes para que
abrazaran la democracia, y más de dos tercios se opusieron a que se
gastaran miles de millones de dólares para ”reconstruir y
democratizar” Medio Oriente.
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