Bush
trata de convencer a Europa
Por
Paul Reynolds (*)
BBC News, 21/02/05
En
su visita a Europa esta semana, el presidente de Estados Unidos,
George W Bush, tratará de hacer amigos, pero no le será fácil
influir en nadie.
A
pesar de su ofensiva para tratar de convencer a los europeos con su
encanto, hay demasiadas cuestiones que dividen a EE.UU. y a Europa, y
es poco probable que se pueda declarar la paz en todos los frentes.
No
obstante, habrá esfuerzos por dejar atrás algunos de estos
problemas, aunque en determinados casos no se trate más que de
disimular las diferencias.
Sobre
Irak, Bush buscará y probablemente obtendrá garantías de que los
europeos hagan más por entrenar a las fuerzas de seguridad iraquíes,
que tendrán la responsabilidad de luchar contra la insurgencia.
Sobre
el tema de China, la Unión Europea tratará de garantizar a Bush que
se le restringirá la venta de armas, mediante un código general de
conducta, incluso si se levanta el embargo específico a China.
Es
probable que no lo convenzan.
Irán
y Medio Oriente
Sobre
Irán, Estados Unidos dará más tiempo, para que se lleven a cabo
este año las negociaciones europeas sobre el programa nuclear iraní.
¿Pero qué pasará si fracasan?.
Sobre
el Medio Oriente, todos podrán apoyar la realización de
conversaciones de paz y la retirada siria de Líbano.
Bush
también quiere que se declare como "terrorista" al grupo
libanés Hezbolá, algo con lo que no están de acuerdo todos los
europeos.
En
otras áreas, por ejemplo el cambio climático y el Tribunal Penal
Internacional, las diferencias son extremas y demuestran la falta de
una política común.
Equilibrio
del poder
Siempre
hay, por supuesto, una serie de problemas trasatlánticos.
Pero
las diferencias actuales son tan marcadas que algunos piensan que está
empezando un proceso de realineación, en el que Europa emerge como
entidad y probablemente como rival.
Si
es así, el futuro de la diplomacia trasatlántica se basará menos en
buscar armonía y más en aceptar la competencia.
Los
europeos se equivocarían si subestiman la confianza de Bush.
Él
está en una posición mucho más fuerte que hace un año.
Ha
sido reelegido, tuvieron lugar las elecciones en Irak, hay movimiento
en el frente palestino-israelí y él ha adoptado una perspectiva
global.
Bush
ha declarado que colocó "firmemente la bandera de la libertad en
Irak" y que espera hacerlo en otras partes.
En
comentarios que realizó el jueves, dejó claro que ése será un tema
de su visita.
"Parte
de mi motivo para ir a Europa es mi deseo de compartir el entusiasmo y
optimismo que siento por lo que está pasando (en Irak) y recordar que
los valores de los derechos humanos, la dignidad humana y la libertad
son el núcleo de nuestra razón de ser como naciones", dijo.
Reconciliación
Es
interesante ver cómo las elecciones le han permitido a Bush y al
primer ministro británico, Tony Blair, cambiar la percepción sobre
Irak.
Ahora
los dos presentan las elecciones como su propio éxito y a la
violencia, ante todo, como un conflicto interno.
Por
su parte, muchos de los líderes europeos, aunque no todos porque Bush
tiene algunos admiradores, querrán pruebas de que está dispuesto a
escuchar, no sólo a hablar.
Sin
dudas, Bush está cubriendo todos los frentes: no sólo irá a la sede
de la OTAN, sino que también se reunirá con todos los líderes de la
Unión Europea durante un Consejo Europeo especial.
Será
la primera vez que un presidente de Estados Unidos haga eso y es una
señal de que la queja del ex asesor presidencial Henry Kissinger de
que no había un número de teléfono común para llamar a Europa, ya
es algo del pasado.
Es
un reconocimiento hacia las instituciones europeas, aunque tal vez
también sea una forma de indicar que todos ellos juntos valen lo
mismo que él individualmente.
Bush
también se reunirá con tres de sus principales opositores sobre la
guerra contra Irak.
Tendrá
una cena privada con el presidente de Francia, Jacques Chirac, hará
una visita al canciller Gerhard Schroeder en Alemania y tendrá una
cumbre con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, aunque será en
Eslovaquia.
Cada
reunión tendrá su problema.
Chirac
quiere alcanzar lo que los franceses llaman "un mundo
multipolar", no dominado por Estados Unidos.
Sin
embargo, tienen un interés común en Líbano y en sacar de ese país
a las tropas sirias.
Papel
de la OTAN
Schroeder
está dando nuevos indicios de desacuerdo con Washington.
Acaba
de presentar una propuesta para establecer un panel de alto nivel con
vistas a estudiar el futuro de la OTAN.
La
OTAN, se quejó, ha dejado de ser "el lugar primario donde los
socios trasatlánticos se reúnen y coordinan".
Su
discurso se ha interpretado como la búsqueda de un papel más
determinante para la UE.
Cuando
la idea se presentó en una conferencia en Alemania, el secretario de
Defensa de EE.UU., Donald Rumsfeld, sencillamente la ignoró.
Sin
embargo, refleja algo que tarde o temprano tendrá que enfrentarse: ¿hasta
cuándo sobrevivirá la OTAN e incluso cuánto durará la permanencia
de tropas estadounidenses en Europa?.
En
cuanto a Putin, él tiene sus problemas, pero también ha decepcionado
a Estados Unidos.
Se
espera que Bush mencione los crecientes indicios de que hay tendencias
autoritarias en Rusia. En su discurso inaugural de enero dijo que lo
haría.
No
se cree que la reunión vaya a ser particularmente agradable, sobre
todo porque Rusia parece confiar en las garantías de Irán de que no
fabricará una bomba nuclear.
Compromiso
Una
indicación de lo graves que deben considerarse las divisiones entre
EE.UU. y Europa apareció en un documento de un centro de estudios
estadounidense, publicado en vísperas de la visita.
El
documento del Instituto Brookings, titulado "A Compact between
the United States and Europe" ("Un pacto entre Estados
Unidos y Europa") y firmado por 50 expertos en política exterior
de ambas partes del Atlántico, va más allá de la palabrería que
suele aparecer en estudios de ese tipo.
"Las
políticas estadounidenses provocan hostilidad entre los europeos, y
viceversa. Esa hostilidad, a su vez, convence a los líderes de ambos
lados de que la única opción que tienen es hacer las cosas por su
cuenta. Este círculo vicioso no beneficia a nadie y debe
terminar", dice.
"En
las últimas semanas ha aumentado el optimismo de que las relaciones
puedan lograr una nueva vitalidad. Pero para la renovación hace falta
más que la esperanza; es necesaria la acción", agrega.
(*)
Analista de la BBC
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