Estados Unidos y
Europa: Cuasi aliados
Por Immanuel
Wallerstein
La Jornada, México, 19/03/05
Traducción de Ramón Vera Herrera
Ya que en su primer
periodo no pudo intimidar a Europa, George W. Bush ha decidido
intentar otra táctica. Primero Condoleezza Rice, luego Donald
Rumsfeld y después Bush mismo viajaron a Europa en una ofensiva de
encanto.
Los tres dijeron en
esencia las mismas tres cosas: olvidemos nuestros pleitos acerca de
Irak; Estados Unidos considera a Europa su aliada; discutamos qué
quiere Estados Unidos ahora y qué podemos hacer juntos. Pero
añadieron todos un cuarto propósito: si los europeos no están de
acuerdo, Estados Unidos seguirá haciendo lo que quiera. Durante una
conferencia de prensa, el presidente estadounidense abordó el debate
con los europeos en torno a Irán y dijo: 'La noción de que Estados
Unidos está a punto de invadir Irán es simplemente ridícula.
Habiendo dicho eso, todas las opciones están sobre la mesa'.
La lista de asuntos en
que disienten de modo importante Estados Unidos y Europa impresiona
por su longitud: la guerra de Irak y las actuales relaciones con el
régimen iraquí; el trato a los prisioneros en Guantánamo; la
política que debe impulsarse en Israel-Palestina; cómo manejar el
asunto de la proliferación nuclear en Irán y Corea del Norte;
mantener o no un embargo de armas en China; el embargo a Cuba; si la
Organización del Tratado del Atlántico Norte debe continuar siendo
la principal estructura en donde ocurran las relaciones Estados
Unidos-Europa, en vez de que Estados Unidos trate con la Unión
Europea; cuál debe ser el sistema navegacional por satélite,
¿Galileo o GPS?; la urgencia impuesta por el cambio climático y el
Protocolo de Kyoto; el respaldo a la Corte Internacional de Justicia;
las quejas (y amenazas y represalias) recíprocas acerca de los
subsidios industriales; las modificaciones genéticas de semillas
agrícolas; la rivalidad entre Boeing y Airbus; y, por último pero no
menor en importancia, el surgimiento del euro como divisa con
potencial de ser reserva mundial.
Hay muchas cosas que
resaltar en esta lista. Incluye prácticamente todo los asuntos
geopolíticos importantes en lo inmediato. Incluye un buen número de
aspectos centrales de la economía-mundo. Casi todos son puntos en que
el desacuerdo se remonta a muchos años. Son puntos en los que la
divergencia es grande. Son puntos muy sentidos por ambas partes, y
sobre los cuales es muy difícil hacer espacio para un arreglo. Y una
última cuestión que hay que resaltar. Si uno pregunta cuál es la
posición de Rusia sobre estos asuntos, en la mayoría de los casos
Moscú asume la misma posición que Europa.
¿Entonces en qué
sentido puede uno decir que Estados Unidos y Europa continúan siendo
aliados? Bueno, comparten algunos importantes intereses en común.
Ambos son centros principales de acumulación de capital. Ambos se
preocupan por mantener la estabilidad de la economía-mundo. Ambos son
precavidos acerca de las demandas de países del sur en las
negociaciones Norte-Sur dentro del contexto de la Organización
Mundial de Comercio. En suma, ninguno quiere una transformación
radical del sistema-mundo en que vivimos. Estas preocupaciones fueron
la base de la alianza histórica entre Estados Unidos y Europa y no
han desaparecido. Así que podría argumentarse que cualquier
desacuerdo es simplemente una discusión relativa a lo estratégico,
donde ambos bandos comparten objetivos comunes. Y, en cierto sentido,
es esto lo que los líderes europeos vienen arguyendo de un tiempo
para acá. Pero no parece que hayan persuadido a Estados Unidos, que
no suele debatir de estrategia con sus aliados. Está acostumbrado a
decidir su estrategia y discutir meramente aspectos marginales de
táctica con aliados a los que consideraba seguidores leales y no
verdaderos aliados.
La combinación de
declive económico en Estados Unidos, el fin de la guerra fría y el
fiasco en Irak minaron el poder de negociación de Washington. El
gobierno de Bush todavía no puede creer que algo así ocurriera. La
ofensiva de encanto fue sólo eso: palabras dulces. Un prominente
observador lo vio con claridad. William Cohen, antiguo senador
republicano por Maine, de mucho tiempo, y secretario de la Defensa en
el gobierno de Bill Clinton, asistió a una de las tantas ocasiones en
que Estados Unidos promovía su nueva línea en Europa, y dijo: 'El
tono era diferente, pero la tonada es la misma'. Tampoco se engañan
los europeos. El presidente francés, Jacques Chirac, le sonrió con
recato a Bush y aceptó una de las demandas importantes de Estados
Unidos, aquella de que los militares que entrenan a las fuerzas
iraquíes estuvieran bajo el comando de la OTAN: Francia designó a un
oficial para esta tarea. El mandatario ruso, Vladimir Putin,
respondió al gentil regaño de Bush confirmando el compromiso de su
país con proporcionar material nuclear enriquecido a Irán y
brindándole cohetes tierra-aire a Siria.
En septiembre de 2004,
escribí un comentario titulado '¿Ni temido ni querido?', donde
sugería que Estados Unidos tal vez tenga que negociar realistamente
sin disponer de ninguna de estas ventajas. Me da gusto informar que
este tema fue abordado ahora por una de las revistas establecidas en
Estados Unidos, Time Magazine. En su número del 21 de febrero de
2005, Tony Karon escribe: 'la realidad es que el gobierno del
presidente Bush no es ni querido ni temido por crecientes sectores de
la comunidad internacional; lo que ocurre, más y más, es que
simplemente lo ignoran'.
Ni Europa ni Rusia o
para el caso China pretenden involucrarse en luchas sangrientas con
Estados Unidos. Pero ninguno de ellos desea conceder asideros
importantes a las bizarras posiciones de Estados Unidos. Europa se
asienta en una posición de cuasi aliado, un primo indulgente que
anima a Estados Unidos cuando es debido pero lo ignora casi todo el
tiempo. Estados Unidos debe decidir si reaccionará con petulancia (y
peligrosamente) atacando para demostrar que sigue teniendo peligrosos
juguetes militares, si se replegará dentro de un caparazón o si
considerará con madurez cuáles son las opciones reales para el siglo
XXI.
Con George W. Bush en
el gobierno, yo no le apostaría a que Estados Unidos asuma la última
opción.
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