Los demócratas se acercan a la política
exterior de Bush
El consenso imperialista de
Washington
Socialist Worker, EEUU , 18/03/05
Lo derechista del debate de la política
exterior de EEUU se hizo obvio cuando los políticos, tanto
republicanos como demócratas, acusaron a George W. Bush de ser débil
durante su reciente viaje a Europa.
El ex-columnista del New York Times, William
Safire, dirigió la embestida de los conservadores, denunciando a Bush
por fallar en confrontar al presidente ruso, Vladimir Putin, por su
“retirada de la democracia”, cuando los dos líderes se reunieron
en Eslovaquia. Cuándo en días posteriores las noticias revelaron que
Rusia planeaba vender combustible nuclear a Irán para suministrar sus
reactores diseñados para producir la electricidad, el Senador John
McCain (republicano de Arizona) incrementó la presión al exigir que
Rusia sea excluida de la próxima reunión del Grupo de los Ocho, el
club de los ocho países más ricos del mundo.
El Senador Joe Lieberman, el
candidato demócrata para vicepresidente en el 2000, apoyó a McCain.
La Representante Jane Harman, de California, el demócrata de más
alto rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara, prontamente se
unió al corillo. “Este es el momento de ser duros con Rusia”,
dijo ella en CNN.
El hecho es que la Casa Blanca se
está portando tan férreamente como siempre - como lo demostró Bush
en Europa con sus amenazas persistentes contra Irán. “Esta noción
de que EEUU se prepara a atacar a Irán es simplemente ridícula”,
declaró Bush en una rueda de prensa. Y habiendo dicho esto, añadió:
"todas opciones siguen sobre la mesa”.
La Casa Blanca posteriormente indicó
que Bush apoyará las negociaciones europeas con Irán sobre el asunto
de sus facilidades nucleares -estableciendo la rutina clásica del
policía bueno vs. el policía malo, para aislar al gobierno iraní,
mientras trata de aupar el nuevo régimen en Irak que sigue ocupado y
controlado por EEUU La inmensa bomba que estalló en un automóvil el
28 de febrero puso de relieve la persistencia de la fortaleza de la
resistencia iraquí. La insurgencia ha forzado a EEUU - por lo menos
por ahora - a tratar de consolidar su dominación por medios diplomáticos.
De ahí la retórica placentera de
Bush en Europa. Pero los socios imperiales de Bush son también,
ineludiblemente, rivales imperiales.
Caldeándose a fuego lento bajo la
superficie de las histriónicas reuniones de Bush con los líderes
europeos estaba la decisión de la Unión Europea (UE) de levantar la
prohibición de ventas de armamentos a China que había estado en
vigor desde que el ejército de este país aplastó las protestas por
la democracia en la Plaza Tiananmen en 1989. Los comerciantes de
armamentos europeos vendieron a China más de $480 millones en armas
en 2003, a pesar de la prohibición. Un informe de la CIA, citado en
el Financial Times, hizo la advertencia: “Una alianza de la UE con
China, aunque todavía improbable, no es ya inconcebible”.
Y así, después de la conquista de
Irak, viene otra tentativa de dividir a Europa. Cuándo el Canciller
alemán, Gerhard Schröder, propuso que la UE tuviera una presencia
colectiva dentro de la alianza de la OTAN, al equipo de Bush se le
pararon los pelos. Para Washington, la OTAN es un medio para mantener
la dominación de EEUU dentro de Europa. La Casa Blanca puede haber
sacado de circulación su retórica de la “vieja Europa” contra la
“nueva Europa”, pero las acciones dicen más que las palabras. Por
eso fue que Bush viajó a Eslovaquia - miembro de OTAN y de la UE,
donde le estaba garantizada una recepción calurosa en un país pequeño
donde EEUU es considerado como un protector.
Queda por delante más rivalidad
entre EEUU y Europa, mientras Washington trata de afincar su control
del Medio Oriente - y con esto, del suministro de petróleo del mundo.
Y si los demócratas no están
planteando ninguna oposición seria, es porque ellos concuerdan con la
meta general. “El reclamo estadounidense de una posición dominante
o hegemónica de los asuntos internacionales es bipartita”, enfatizó
el columnista William Pfaff. “La administración de Clinton lo hizo;
la administración de Bush lo hace; John Kerry lo hizo durante la
campaña presidencial del año pasado. Dice que el propio poder de
EEUU impone un derecho o responsabilidad de suprimir el terrorismo, la
proliferación nuclear, y los ‘estados bribones’, y para imponer
el orden internacional”.
No son sólo los demócratas
conservadores como Kerry que tienen este punto de vista. Los
redactores de la revista liberal American Prospect estaban
maravillados con el segundo discurso inaugural de Bush, en el que, según
ellos, “el presidente propuso una visión atractiva de los Estados
Unidos como un libertador de naciones oprimidas”. Los redactores -
Paul Starr, Michael Tomasky y Robert Kuttner - adoptaron también la
Doctrina Bush, escribiendo que “al enfrentar a una amenaza
substancial, inmediata y demostrable, Estados Unidos tiene tanto el
derecho y la obligación de atacar preventivamente, y si fuera
necesario unilateralmente, a los terroristas o los estados que los
apoyan”.
Esta es la perspectiva
pro-imperialista, pantomima de Bush, del conservador Concilio de
Liderazgo Demócrata - y la estrategia que le costó a Kerry la elección.
Ahora esas mismas posturas están siendo adoptadas por los liberales
que esperan llegar a ser parte del selecto círculo interno en una
futura administración demócrata.
Esto es evidencia adicional de que,
a pesar de todas las quejas demócratas acerca de las políticas de
Bush, cuando de política exterior se trata, hay un sólo partido - el
partido del imperialismo estadounidense.
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