Canadá
espera a los desertores
Por Paul Weinberg
Inter Press Service (IPS), abril 2005
Toronto.–
Por ahora, pocos estadounidenses se dirigieron a Canadá para evitar
los combates en Iraq. Pero este país podría convertirse en el
destino preferido de objetores de conciencia y desertores, como en los
años 60.
El
conflicto está en una etapa relativamente temprana y no igualó aún
en magnitud la también controvertida guerra de Vietnam, dijo a IPS
John Hagan, profesor de Derecho y Sociología en la canadiense
Universidad de Northwestern, cercana a la ciudad estadounidense de
Chicago.
”El
compromiso estadounidense en Iraq en términos de recursos humanos es
mucho menor, y la cantidad de muertes, por lejos, también”, dijo
Hagan, autor del ensayo ”Northern Passage: American War Resisters in
Canada” (”Pasaje al norte: Objetores estadounidenses en Canadá”).
Pero
si el gobierno de George W. Bush decidiera instaurar el servicio
militar obligatorio porque se le dificulta el reclutamiento de
voluntarios, se reiteraría el éxodo de jóvenes a Canadá registrado
a finales de la década del 60, advirtió.
Entonces,
la intensa leva para el combate en un conflicto que recrudecía sin
cesar llevó a miles de jóvenes estadounidenses a dirigirse al país
vecino para evitar ir al frente, dijo Hagan, él mismo un objetor en
ese periodo.
En
los tiempos de Vietnam, un estadounidense podía cruzar la frontera
hacia Canadá y pedir que se le reconociera el estatus de inmigrante,
lo que le libraría del reclutamiento. Pero hoy, de acuerdo con las
normas vigentes, esa solicitud debería ser formulada desde el país
de origen.
A
pesar de la gran cantidad de jóvenes que evitaban la leva a Vietnam
por ser objetores de conciencia (que se niegan a vestir el uniforme
por razones éticas y religiosas), en Canadá terminaron apenas una
pequeña parte del medio millón de hombres y mujeres que desertaban
luego de enrolarse en las fuerzas armadas.
”Los
desertores tendían a ser menos educados que quienes se resistían a
ser reclutados. En la mayoría de los casos, venían a Canadá muy
poco después de tomar la decisión. Por lo tanto, no pudieron
prepararse ni tenían los recursos”, explicó.
Lo
que también desalentaba a los desertores durante la guerra de Vietnam
era la posibilidad de ser entregados a las autoridades
estadounidenses, merced a un acuerdo entre gobiernos, dijo Laura Jones,
fotógrafa y cineasta de Toronto que trabaja en un documental sobre la
última generación de objetores estadounidenses.
Ex
ciudadana estadounidense que llegó a Canadá con quien entonces era
su esposo, quien escapó al reclutamiento, Jones también descubrió
que muchos de los actuales desertores estadounidenses eligen ocultarse
dentro de su propio país.
Durante
una serie de entrevistas filmadas a jóvenes desertores y sus familias
en Fayetteville, localidad del estado de Carolina del Norte donde se
ubica la enorme base militar de Fort Bragg, la cineasta corroboró que
ellos ”ni siquiera consideraban ir a Canadá”.
Jones,
hoy ciudadana canadiense, halló ”sorpresa” y ”compasión” en
Fayetteville hacia el caso de Jeremy Hinzman, de 25 años, ex
paracaidista de la 82 División Aerotransportada de Fort Bragg que hoy
trabaja en Toronto como mensajero en bicicleta.
El
mes pasado, la Junta de Inmigración y Refugiados de Canadá rechazó
la solicitud de refugio de Hinzman. El joven argumenta que al
participar en la intervención de Estados Unidos en Iraq quedaría
expuesto a cometer crímenes de guerra.
Washington
ha optado por no perseguir ni acusar a sus entre 5.000 y 6.000
soldados desertores a menos que un tercero denuncie sus paraderos,
dijo Jones a IPS.
Otro
joven que dejó su puesto en Fort Bragg dijo a Jones que si lograba
mantenerse en la clandestinidad durante seis meses podría evitar la
guerra. Finalmente, según ella, ”será cesado, aunque
deshonrosamente, lo cual le dificultará obtener trabajo en el
futuro”.
Hoy,
la oposición a la guerra parece sorprendentemente fuerte en una
comunidad tradicionalmente militar como Fayetteville, que prospera
gracias a la cercanía de los cuarteles, según Jones. Sesenta nativos
de este poblado de 131.000 habitantes han muerto en Iraq.
La
cineasta entrevistó también a mujeres que viven en la base de Fort
Bragg y que manifiestan abiertamente su oposición a la guerra, aunque
sus esposos se encuentran combatiendo en Iraq. ”Le pregunté a una cómo
la trataban las otras mujeres de la base, y me dijo que bien”,
recordó.
Si
la guerra en Iraq continúa arrojando estadounidenses a Canadá, los
objetores y desertores serán recibidos en Toronto por una red de
apoyo en Toronto, donde se afincaron muchos de los que huyeron durante
la guerra de Vietnam, dijo Michelle Robidoux, portavoz de la Campaña
de Apoyo a la Resistencia a la Guerra.
La
Campaña presiona al gobierno de Canadá para que permita a los
estadounidenses opuestos a la guerra permanecer en el país, y les
suministra ropa, alimento y techo a los que ya cruzaron la frontera.
El
hecho de que Canadá se hubiera rehusado a participar en el ataque
contra Iraq y que la mayoría de la ciudadanía rechace la guerra
redunda en beneficio de desertores y objetores, explicó Robidoux a
IPS.
Otro
objetor de la guerra de Vietnam, el abogado de Toronto Jeffrey House,
dijo que ya están en esta ciudad ocho jóvenes soldados en una
situación similar a la de Jeremy Hinzman: desertores de las fuerzas
armadas de Estados Unidos que procuran legalmente el estatus de
refugiado.
House,
quien tiene a su cargo el caso de Hinzman, calculó que los desertores
hoy asentados en Canadá podrían llegar al centenar, y que podrían
haber otros en México.
Si las apelaciones de Hinzman concluyen sin éxito, el gobierno
canadiense podría tener dificultades para deportarlo a Estados
Unidos, dada la oposición popular a la guerra.
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