Una limpieza
de fachada en los servicios secretos de EEUU
Por Guennadi
Evstafiev (*)
RIA Novosti,
15/04/05
Moscú.– El pasado 31 de marzo, la comisión
presidencial de EEUU que examinó los datos de arsenales militares en
Irak presentó un informe de 600 folios demostrando que las quince
agencias de espionaje estadounidense, dotadas con un presupuesto de
US$40.000 millones, metieron la pata al evaluar la presencia de armas
de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein. Al igual que los
expertos anteriores, encargados de calificar la actuación de los
servicios de inteligencia, los miembros de esta comisión influyente
detectaron múltiples fallos personales por parte de los dirigentes
del espionaje norteamericano, así como las deficiencias de cooperación
entre las estructuras que componen el enorme conglomerado de servicios
secretos que tiene en su haber las mejores oportunidades y tecnologías
de vanguardia. Sobra de todo, como se dice, pero el provecho es nulo.
Claro que es
posible mejorar muchos aspectos como la estructura y la plantilla,
meter más recursos, formar un nuevo Directorio de Inteligencia (HID)
y cosas por el estilo. Las medidas propuestas van a surtir cierto
efecto aunque el problema fundamental, a nuestro modo de ver, no está
en ello.
El
renombrado politólogo francés Emmanuel Todd, en su libro "Después
del imperio: Ensayo sobre la descomposición del sistema
norteamericano", escribe que "la trayectoria estratégica
de la superpotencia solitaria – errante y agresiva, parecida al
andar de un borracho – podrá tener una explicación satisfactoria
solamente si descubrimos las contradicciones no resueltas o no
autorizadas con el sentimiento de la frustración y el miedo que
emanan de ello". Confiar en que lo haga la comisión presidencial
es lo mismo que esperar a que caiga el maná del cielo. Los servicios
de espionaje están para atender, con sus medios peculiares, las
demandas de la elite gobernante.
¿Que si la
Casa Blanca quiere que Saddam Hussein tenga amplios arsenales de
destrucción masiva? Pues, hala, la comunidad de espionaje
estadounidense se lo va a proporcionar sin falta. Y si resulta incómodo
hacerlo todo por cuenta propia, tampoco es un problema: Tony Blair se
encargará de elaborar sobre Irak, con las manos de John Scarlett, un
informe tal que todos se quedarán alucinados. Scarlett va a recibir
por su "obra maestra" el puesto de jefe del Comité de
Inteligencia Conjunto, por cierto. Lo esencial es meterse en la pelea,
pues nadie lo juzga al ganador.
Es así como
los "rumores estratégicos" – expresión que los
profesionales del espionaje han acuñado para referirse a los datos
primarios, no siempre convincentes ni que han sido comprobados en
grado suficiente – se hacen pasar de forma intencionada por hechos sólidos
y tendencias estables. Muchas veces todo está muy a la vista pero
sabemos desde hace tiempo que la enfermedad más difundida entre los
hombres fuertes de este mundo es la miopía, que resulta de gran ayuda
en la toma de decisiones cruciales. De manera inevitable, se hace un
intento por adaptar a tales propósitos algunas instituciones
internacionales, como UNSCOM en Irak por ejemplo, con la subsiguiente
expulsión de los inspectores internacionales como efecto lógico.
Cuesta
trabajo encontrar otro ejemplo más sorprendente del "tiro al talón
propio", como solía expresarse Ronald Reagan, debido a la
impresionante cantidad de espías estadounidenses que estaban
infiltrados en el UNSCOM. Con todo, no se dedicaban tanto a la búsqueda
de armas de exterminio masivo en Irak, en beneficio de la comunidad
internacional, como a la selección de los objetivos para la futura
invasión norteamericana. Estaban ahí a cargo del presupuesto
estadounidense, así que el dinero sobraba.
Otro truco
reeditado en infinitas ocasiones es la aparición de un tránsfuga
entrenado, con el apodo Curveball en este caso, quien
"descubre" los mayores secretos de Saddam y confirma
aquellas hipótesis que el general Tommy Franks debía usar como base
para el plan de la operación iraquí por insistencia del jefe del
Pentágono Donald Rumsfeld.
Es notorio
que al final todo fracasó y fue necesario inventar otras
justificaciones, más aproximadas a la verdad, para agredir a un país
soberano.
Resumiendo,
no creo que el informe de la comisión presidencial derive en algunos
cambios radicales en lo que respecta a la actuación de las agencias
de espionaje estadounidense. Lo más importante es abrir un tanto la válvula
de escape y hacer una leve limpieza de fachada.
(*) Teniente
general del Servicio de Inteligencia Externa de Rusia (retirado).
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