Políticos
como John Bolton o Tom DeLay recurren a la intimidación para salir de
apuros
Se
vislumbran primeros síntomas de debilitamiento en el gobierno de Bush
Por
David Brooks, corresponsal en Nueva York
La
Jornada, México, 26/04/05
Nueva
York. El elenco en el teatro político estadounidense del momento no
es de talla histórica, pero sí está al borde de lo histérico en
todo el sentido de la palabra.
Entre
los que están en los papeles estelares: el nominado como próximo
embajador ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), el líder de
la mayoría republicana en la Cámara de Representantes y el nuevo
Papa.
Pero
bajo la superficie de este teatro se empiezan a vislumbrar errores políticos
que podrían resultar en las primeras manifestaciones del
debilitamiento del gobierno de George W. Bush desde su reelección, en
noviembre pasado. La gran ofensiva política de la Casa Blanca al
promover y defender políticos ultra conservadores radicales, su
decisión de poner el asunto de la privatización del seguro social al
centro de la agenda política del presidente, y de emplear casos como
el de Terri Schiavo para complacer a la base cristiana fundamentalista
del partido, empiezan a tener costos políticos inesperados para la cúpula
política del país.
Durante
estos últimos días, la nominación de John Bolton por Bush como su
nuevo embajador ante la ONU ha estado cada vez más en duda, y su
ratificación en el Senado se ha aplazado mientras se investigan
numerosas versiones de su comportamiento durante sus cuatro años como
subsecretario de Estado. Entre las acusaciones más preocupantes, según
senadores demócratas, figuran los intentos de Bolton de reasignar a
todo funcionario de inteligencia que no compartía o apoyaba sus
posiciones en torno a cosas como su acusación en 2002 de que Cuba
estaba desarrollando armas químicas, como también sus afirmaciones
sobre Siria, Corea del Norte e Irán, entre otros países. Se dice que
Bolton intentó castigar a analistas de inteligencia que no estaban de
acuerdo con él.
Todo
esto, señalan los críticos, son ejemplos de su intento para
"politizar" evaluaciones de inteligencia para que éstas
coincidieran con sus opiniones. Además, ex colegas de Bolton y otros,
incluso gente que se ha identificado como republicanos que comparten
su óptica política, han expresado que Bolton frecuentemente ha
intimidado a sus subordinados y ha buscado identificar los nombres de
funcionarios de inteligencia que presentan información contraria a
sus conclusiones. Bolton le ha gritado a analistas de inteligencia que
han rehusado proporcionar evaluaciones que apoyaran su opinión.
Bolton,
quien ha declarado previamente que "no existe la ONU. Hay una
comunidad internacional que de vez en cuando puede ser encabezada por
el único poder real que queda en el mundo –ese es Estados Unidos–
cuando conviene a nuestros intereses y cuando podemos lograr que otros
nos sigan", y en otra ocasión famosa declaró que la ONU tiene
38 pisos, y si se cayeran 10, nadie se daría cuenta, nunca ha
ocultado su desdén hacia la comunidad internacional y sus
instituciones.
Favorito
del vicepresidente Dick Cheney, Bolton es considerado como un
"perro de ataque" de la ideología ultra conservadora de la
Casa Blanca. El ex senador Jesse Helms comentó en 2001 que Bolton es
el tipo de hombre con quien desearía estar cuando llegue el
Apocalipsis.
Bush
y su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, han defendido a su
candidato para el puesto. El presidente declaró a finales de la
semana pasada que Bolton es "un buen hombre", y afirmó que
su carrera "demuestra que es el hombre correcto en el momento
correcto para este puesto importante". Pero las defensas son señales
de que Bolton está en apuros. El ex secretario de Estado Colin Powell
ha conversado con algunos senadores republicanos recientemente, y
ahora cuatro de ellos han expresado sus dudas sobre aprobar su
nombramiento. Powell y Bolton tuvieron varios desacuerdos y hasta
enfrentamientos en el pasado, y fue notable que el nombre de Powell no
apareció en una carta de apoyo a Bolton firmado por, entre otros,
tres ex secretarios de Estado republicanos.
La
sombra de la corrupción
Otra
de las figuras principales de la cúpula política estadounidense, Tom
DeLay, líder de la mayoría republicana en la Cámara de
Representantes, también está en apuros. DeLay, el ex especialista en
exterminación de insectos de Texas, continúa bajo una sombra de
controversia por posibles actos de corrupción por aceptar regalos y
viajes de cabildistas, recibir fondos electorales posiblemente
ilegales, y por posible nepotismo.
Campeón
de las causas favoritas del movimiento fundamentalista cristiano
(contra el aborto, derechos de los gay, por el derecho a las armas,
etcétera), DeLay ya ha sido censurado por el Comité de Ética del
Congreso en por lo menos tres ocasiones el año pasado, y por cierto
logró que algunos de los integrantes republicanos de ese comité
fueran sustituidos después de tal agravio en su contra.
Como
Bolton, DeLay no esconde su lado vengativo y el arma de la intimidación
está entre sus preferidas. Pero los potenciales escándalos de
corrupción, engaño y nepotismo ahora amenazan su liderazgo. En
respuesta, ha declarado que todo este ataque en su contra es nada
menos que un complot contra el movimiento conservador.
De
hecho, utilizó el célebre caso de Terri Schiavo para su estrategia
de defensa, y a la vez para atacar a la rama judicial del gobierno.
"Dios no trajo a Terri Schiavo para elevar la visibilidad de lo
que está ocurriendo en Estados Unidos... de los ataques contra el
movimiento conservador, contra mí y contra muchos más. El punto es,
que los del otro lado han encontrado la forma de ganar y derrotar al
movimiento conservador, y eso es atacar personalmente a la gente,
acusarlos de cargos frívolos y vincular todo eso con esas
organizaciones... financiadas por George Soros, y después lograr
tener los medios nacionales de su lado", declaró DeLay hace unas
semanas, tal como lo reporta Molly Ivins.
"Tienen
un propósito... y eso es destruir el movimiento conservador, destruir
a los líderes conservadores.... Esto es un esfuerzo nacional
coordinado para destruir todo en lo que creemos".
Vale
recordar que DeLay declaró también, en torno a los jueces del caso
Schiavo, lo cual consideró un "asesinato", que "llegará
el momento en que los hombres responsables de esto tendrán que
responder por su comportamiento". Para algunos, precisamente en
una coyuntura donde dos jueces habían sido asesinados en sus
tribunales, esto era casi una incitación a actos de violencia contra
jueces.
Pero
el extremismo de tanto Bolton y DeLay ha fracasado en generar apoyo
mas allá de los sectores más conservadores, y tal vez han provocado
división dentro de las filas republicanas.
Todo
esto, junto con lo que por el momento parecen ser errores en la
estrategia política de la Casa Blanca en torno a promover la
privatización del sistema de seguro social, de aprobar medidas
legislativas que obviamente benefician a sectores de la industria
energética y financiera en medio de una coyuntura en la que las
encuestas registran una creciente preocupación de la población sobre
su situación económica, empieza a generar problemas potencialmente
serios para los que hace poco celebraban su gran triunfo electoral y
la victoria de las fuerzas conservadoras en este país.
Dos
tercios de los estadounidenses en una encuesta reciente de Gallup
opinan que la economía está más o menos, o mal; 33 por ciento
pensaban que mejoraba mientras que 59 por ciento pensaba que
empeoraba. Por errores como la intervención gubernamental en el caso
de Schiavo, o en torno a Seguridad Social, lo de Bolton y DeLay, todo
eso parece estar incrementando los ya amplios márgenes de opinión
publica que creen que el país está avanzando en la dirección
equivocada.
La
voz que todo justifica
Esta
cúpula republicana en la Casa Blanca y la legislatura siempre ha
empleado la voz de Dios como justificación para casi todo lo hecho
por ellos, la defensa de la llamada "cultura de la vida" (léase
contra el aborto, los gay, el derecho a morir), la defensa de DeLay,
siempre presente en los discursos de Bush, como también ahora del líder
del Senado, Bill Frist (quien ha dicho que los que se oponen a los
nominados por Bush para ser jueces federales están "contra la
gente de fe").
Vale
recordar que el nuevo papa Benedicto XVI estuvo entre los que ayudaron
a Bush y su equipo a ganar la reelección. El cardenal alemán Joseph
Ratzinger intervino directamente en las elecciones al estar entre los
que promovieron la idea de negar los derechos de comunión a políticos
como John Kerry por sus pecados en reconocer el derecho al aborto,
entre otras cosas.
Sin
embargo, la realidad terrestre y mortal empieza a poner en duda la
versión oficial de las cosas, con o sin respaldo divino, y las cosas
se están poniendo más difíciles para los autoproclamados políticos
electos por Dios en este país.
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