Crisis
en la fuerzas armadas de EEUU
El
otro ejército
Por
Roberto Castellanos
Prensa
Latina / Bolpress, 08/07/05
Prensa
Latina.– Mientras el presidente George W. Bush y su administración
se dedican a ensalzar a las tropas del Pentágono, otro ejército
pulula por Estados Unidos, el de quienes se resisten a participar en
las guerras de la Casa Blanca, en su mayoría jóvenes. Aunque el
contexto es diferente, el creciente movimiento antibélico y las
constantes deserciones en las filas de las fuerzas armadas son
similares a la época de la guerra en Vietnam, un conflicto que
estremeció al país y que muchos intentan olvidar.
Las
invasiones a Irak y Afganistán con las consiguientes consecuencias de
muertes, heridos y peligros de todo tipo provocaron una estampida en
la institución armada, que ni el Pentágono pudo silenciar. Pese a
que el mando militar reconoció la deserción de más de cinco mil 500
soldados, una cifra que no incluye a aquellos obligados a retornar por
la fuerza, medios de comunicación consideran que la cantidad real es
muy superior.
Desde
el año 2000 se triplicaron las llamadas a la Línea de los Derechos
del Soldado, creada por opositores a la guerra con el fin de asesorar
a los militares sobre como abandonar el cuerpo.
La
mayoría de las llamadas son realizadas por uniformados ausentes sin
permiso (AWOL, por sus siglas en inglés) que buscan ayuda o están
interesados en hacerse objetores de conciencia o en lograr algún tipo
de exención.
A
esa política se han unido organizaciones como la Coalición para el
Retiro de las Tropas Ya y Liga de Resistencia a la Guerra, cuyos
miembros han realizado manifestaciones a favor de poner fin a la
ocupación de ambos países.
Muchos
de los objetores alcanzaron notoriedad pública por sus críticas
abiertas a las políticas militaristas de Bush, como el joven Camilo
Mejías, encarcelado por su postura.
Otros
se refugiaron en Canadá, donde las autoridades los recibieron fríamente
por temor a una avalancha de desertores como sucedió durante las décadas
de los 60 y 70.
Uno
de los jóvenes que lucha por abandonar el ejército es Trent
Helpkamps, quien fue reclutado a los 17 años, y tras pasar varios
meses en una instalación militar se declaró objetor de conciencia.
La
falta de tropas llevó a las fuerzas armadas a redoblar sus esfuerzos
de reclutamiento entre las minorías como la afroamericana y la
hispana.
Según
cifras oficiales, casi nueve mil 500 personas que residen en Estados
Unidos pero no nacieron en ese país se alistaron en el ejército el
pasado año.
El
propio Bush admitió que más de 85 mil hispanos han participado en
las operaciones en Irak y Afganistán.
Desde
que José A. Gutiérrez, de 22 años, murió en Irak en los primeros días
de la invasión, más de un centenar de latinos han perdido la vida en
el conflicto.
Yo
creí en nuestros líderes cuando invadieron Irak, pero todo fue una
mentira de proporciones históricas y descaradamente innecesaria,
afirmó Cindy Sheehan, cuyo hijo Austin murió en esa nación.
Como
el resultado de esa falsa, más de mil 700 jóvenes estadounidenses
han perdido la vida y decenas de miles de iraquíes cuyo único delito
era vivir allí, agregó Sheehan, miembro de la organización antibélica
Military Families Speak Out.
En
similar sentido se pronunció Lisa Gill, también miembro de ese
grupo. En una carta publicada por el sitio electrónico de esa
organización, Gill pregunta si Bush está consciente de que la
conflagración ha causado más de mil 700 muertos a Estados Unidos y
mil iraquíes inocentes.
¿Cuántos
de ustedes han estado en el teatro de operaciones?, preguntó a los
miembros de la administración, muchos de los cuales apoyaron con
fervor la agresión.
Mi
esposo volvió recientemente de Iraq, aunque su cuerpo regresó, su
mente todavía está en la guerra, comenta Stacy.
En
otra misiva enviada al congreso, un veterano de la Guerra de Vietnam y
la del Golfo, Robert Nanako, llamó a retirar las fuerzas de esa nación
petrolera.
Nakato,
cuyo hijo está desplegado en Irak, describió en su carta las
dificultades en enfrenta el Pentágono, la cuales, dijo, son similares
a la conflagración en el país asiático.
La
oposición a ese conflicto crece de manera constante en Estados
Unidos, donde el 59 por ciento de la población exige el regreso a
casa de las tropas, según una encuesta del diario USA Today.
Si
bien el movimiento antibélico decayó en el país a raíz de la
invasión, en los últimos meses a tono con los problemas que enfrenta
el Departamento de Defensa se escuchan más voces que cuestionan las
políticas de la Casa Blanca.
Grupos
como Veteranos contra la Guerra de Irak (VIAR), Veteranos por la Paz,
Veteranos por el Sentido Común y Soldado Ciudadano muestran el
descontento en las filas castrenses.
Por
ejemplo, en su sitio Web, la coalición VIAR critica la guerra
preventiva de la Administración porque "establece un peligroso
precedente en las relaciones internacionales".
El
aumento de la resistencia y de las bajas norteamericanas, unido a las
nuevas revelaciones de torturas y de documentos comprometedores para
Bush, hizo reabrir en la Unión el debate sobre la guerra.
Aunque
Bush y su gabinete intentan dar una imagen positiva de la situación,
conocen que están sentados sobre un polvorín que en cualquier
momento puede explotar, como ocurrió en la década de los 60 y 70 del
siglo pasado.
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