Grupos
de francotiradores frenan la evacuación de Nueva Orleans. Bandas armadas disparan
contra helicópteros
de rescate y de la Guardia Nacional y contra un hospital
El alcalde
lanza un "SOS desesperado" y dice que no tiene
"nada
para alimentar" a los afectados
Por
Noelia Sastre
Corresponsal
en EEUU
El
Periódico, 02/09/05
Restaurar
el orden era ayer la máxima prioridad en la caótica Nueva Orleans,
donde la Agencia Federal de Protección de Emergencia se vio obligada
a suspender temporalmente las operaciones de rescate ante los ataques
de francotiradores. Bandas armadas y saqueadores se hicieron con la
ciudad mientras 300.000 personas esperaban ser evacuadas tras pasar
otra noche en los puentes y rampas de acceso a la autopista. La
desesperación es tal que la Casa Blanca anunció que aceptará
"cualquier oferta de asistencia de otros países", pocas
horas después de que el presidente, George Bush, asegurase:
"Apreciamos la ayuda, pero saldremos de ésta solos".
Miles
de víctimas continuaban hacinadas en el Centro de Convenciones, que
también ha servido de refugio, en condiciones insoportables y donde más
se teme por el riesgo de epidemias. "No tenemos ayuda, estamos
desesperados, viviendo como animales", clamó el reverendo Isaac
Clark.
Sin miembros
de la autoridad
Un
doctor del Hospital de la Caridad de Nueva Orleans, Tyler Curiel,
explicó que hubo que suspender las evacuaciones de pacientes por los
tiroteos y anoche periodistas estadounidenses que se encontraban en el
edificio aseguraron que no había ninguna persona uniformada en el
centro hospitalario ni en los alrededores.
En
el Superdome, un helicóptero fue atacado, un soldado resultó herido
y varios grupos provocaron incendios en el exterior de este estadio
sin ley poco después de que los primeros buses con 3.000
supervivientes del huracán Katrina llegaran a su nuevo hogar,
el Astrodome de Houston (Tejas), que acogerá a 25.000 refugiados.
También los responsables del servicio de ambulancias que transportaba
a enfermos y heridos pararon los vuelos. "La situación se ha
vuelto demasiado peligrosa para los pilotos", afirmó Richard
Zuschla, jefe de Acadian Ambulance.
La
Guardia Nacional recorría las calles en vehículos blindados y ya se
ha anunciado el envío de otras 10.000 tropas, que sumarían un total
de 30.000 en la mayor respuesta militar a un desastre natural en la
historia del país. La gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, pidió
que la cifra llegue a 40.000, de manera que puedan contener la
violencia y superar la hecatombe, que según dijo ha causado
"miles de muertos".
Falta de
alimentos
Anoche,
el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, lanzó un "SOS
desesperado" en un comunicado enviado por mail a la CNN.
"Actualmente –escribió el alcalde–, la salubridad y la
seguridad del Centro de Convenciones no están aseguradas y no tenemos
nada para alimentar a las 15.000 o 20.000 personas que hay allí".
Según
el Ejército, los planes militares no incluyen el regreso de parte de
las tropas desplegadas en Irak y Afganistán, pero el coronel Trey
Cate anunció desde Qatar que el Pentá-
gono
estudia la fórmula para que los soldados cuyas familias se han visto
afectadas puedan volver.
Críticas a
Bush
Tras
comprobar la devastación a bordo del Air Force One el miércoles,
y en medio de las críticas por no haber dejado su rancho después de
que el huracán tocara tierra y por la desorganización de las
evacuaciones, Bush viajará hoy a Alabama, Misisipí y Luisiana, donde
realizará varias paradas. Además, Bush se reunió ayer con los
expresidentes George Bush y Bill Clinton y les pidió que dirijan la
recaudación de fondos, como hicieron en la tragedia del tsunami. Poco
antes discutió el impacto económico del huracán con el responsable
de la Reserva Federal, Alan Greenspan.
Bush
dijo que aunque los ataques terroristas del 11-S fueran un desastre
provocado por el hombre, las consecuencias del Katrina y de los
atentados de Nueva York "son igual de serias".
Los
familiares de los refugiados del Superdome denuncian en Tejas casos
de
violaciones y asesinatos en Nueva Orleans
"Esto
es la guerra"
Por
Idoya Noain
Houston
/ enviada especial
El
Periódico, 02/09/05
Cuando
se ha perdido todo, cuando un desastre natural convierte vida en
muerte y supervivencia en miseria, duele pensar que puede ser aún
peor. En las puertas del Astrodome de Houston, el principal refugio
organizado fuera de Luisiana para intentar evitar que la putrefacción
de Nueva Orleans consuma aún más vidas, ese dolor transpira las
pieles. Pieles negras. Epidermis oscuras que hablan de una realidad
donde son las almas las que se ennegrecen.
"En el Superdome la situación
es caótica. Heces, hedor... ha habido violaciones, asesinatos... Esto
es la guerra. Y de allí no están evacuando a gente, no la están
sacando, recogen a gente de las carreteras y de otros refugios, pero
del Superdome sólo vino un autobús con enfermos", denuncia
con desesperación y rabia Thadeus Paul. Está con su mujer,
Shandrell, buscando a su padre, a su tío, a un amigo... Tras su éxodo
a Tejas, acaba de hacer una ronda de reconocimiento en el Astrodome,
donde el miércoles por la noche empezaron a llegar autobuses. No ha
localizado a nadie. Y está asustado.
Relatos
de espanto
No
sólo conoce por testimonios directos la crisis del Superdome, donde
el relato de una violación y asesinato de una menor en un infecto baño
es ya del dominio público. Otra parte de su familia refugiada en la
Universidad de Nueva Orleans le ha hablado de la violación de otra niña.
"Allí las masas mataron al violador. Y es lo que mereces
cuando haces algo así", apunta Shandrell, madre de dos
hijos.
Los
Paul son relativamente afortunados: pueden marcharse a casa de un
familiar, Stephanie Isom, que vive en Tejas y que ha acogido a los
miembros de su familia que tuvieron que salir –y pudieron hacerlo–
en este exilio tan difícil de asimilar y comprender como cualquier
otro. Quizá más. Pocos lo esperaban en lo que se considera primer
mundo.
El
goteo de desafortunados exploradores en busca de su mayor tesoro fue
constante en el megaestadio de béisbol. Buscan desesperados a padres,
madres, abuelos, novias... seres queridos de los que no saben nada
hace días. Y en la mayoría de los casos, como los Paul, se marchan
como llegan. El miércoles por la noche se empezó a hacer una lista
con los nombres de los evacuados. Fue un recuento caótico.
A
Eric Beal ni siquiera le han dejado buscar en el refugio porque las
autoridades intentan controlar que no entren en el Astrodome gentes
que probablemente necesitan refugio también pero que no han sido
afectadas por el Katrina. Pero Beal se resiste a marcharse.
Busca a su padre, John. "La última vez que hablé con él fue
el lunes a las 10 de la mañana. Me dijo que iba a intentar ir a un
hospital. No sé nada más. Ayer estuve tres horas escuchando música
en la línea de información de la Cruz Roja. Tengo que seguir intentándolo",
dice. Se seca las lágrimas, se aleja de los periodistas y emprende
otra vez el peregrinaje hacia la esperanza por el enorme aparcamiento.
Familiares
perdidos
Es
el mismo camino que han recorrido minutos antes sin poder contener el
llanto Wanda y Lisa Hickerson, dos hermanas que buscan a su hermano
Gilbert. Y Corey Wilson, que ha ido con su madre en busca de su
abuela. Y Randy Clark, que busca a su novia...
Les
une algo más que la búsqueda. Les une el color de la piel. Aunque la
furia de la naturaleza no ha hecho distinciones, la realidad se
encarga de recordar aquí que hay diferencias abismales. En el
Sofitel, un hotel cercano a un aeropuerto, hay también exiliados. Son
todos blancos. Algunos cuidan a sus mascotas, telefonean y se conectan
a internet. Se informan de las noticias que tienen sobre el estado de
sus viviendas, de sus planes... Mientras las pantallas del vestíbulo
emiten la imágenes de la violencia que ha convertido a Nueva Orleans
en una ciudad sin ley, ellos hablan de colores. Y en inglés citar el
negro no es una señal de igualdad.
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