Sobrevivientes
iracundos deambulan en busca de comida, agua, ropa y medicamentos
Ineficaz
y tardía respuesta del gobierno ante la tragedia
Por
David Brooks
Corresponsal
en EEUU
La
Jornada, 02/09/05
Nueva
York, 1º de septiembre.– La zona de "desastre" definida
por el gobierno tras el paso de Katrina abarca unos 144 mil kilómetros
cuadrados, aproximadamente el tamaño de Gran Bretaña, y hoy se
supone que han muerto miles en Louisiana, decenas, tal vez cientos más
en Mississippi y Alabama, pero son los sobrevivientes quienes sufren
lo que uno de ellos calificó de "un infierno en la tierra",
y donde se intensifica un huracán de ira contra el gobierno federal
que tres días después de la devastación aún no logra responder
plenamente a la emergencia que afecta a cientos de miles de
ciudadanos.
"Yo
no trato a mi perro así", expresó Daniel Edwards, de 47 años,
mientras señalaba a una mujer muerta en una silla de ruedas, cubierta
por una sábana, reportó Univisión. "Enterré a mi perro",
dijo. Y agregó, sumándose al coro de reprobación e ira contra la
respuesta tardía e inepta del gobierno federal al desastre dejado por
el huracán: "Uno puede hacer todo por otros países, pero no
puede hacer nada por su propia gente. Uno puede ir al exterior con los
militares, pero no puede traerlos aquí".
Casi
aprobado, paquete de emergencia
El
presidente George W. Bush afirmó nuevamente a la nación que se
estaba haciendo todo lo posible en varios frentes para realizar
"uno de los esfuerzos de asistencia más grandes en la historia
de nuestra nación". Se reunió con Bill Clinton y su padre para
anunciar que los dos ex presidentes encabezarían una campaña de
recaudación de fondos para la asistencia, parecida a la que
realizaron por el tsunami en Asia. La Casa Blanca anunció que
el presidente viajará a la zona de desastre este viernes. Mientras,
el Congreso estaba por aprobar un paquete de emergencia de unos 10 mil
millones de dólares.
Pero
a pesar de grandilocuentes pronunciamientos, afirmaciones de un
esfuerzo coordinado nacional y anuncios de órdenes para un despliegue
de recursos humanos y materiales a las zonas afectadas, el gobierno de
George W. Bush no ha logrado establecer ni orden ni confianza en su
respuesta a uno de los peores desastres de la historia estadounidense.
Esta
tarde el alcalde de Nueva Orleáns emitió "un SOS
desesperado", mientras su ciudad ingresaba con las horas a un
caos generalizado con incendios, violencia –fueron reporados hasta
balazos contra agentes de seguridad y helicópteros–, cadáveres al
descubierto o flotando, y miles de víctimas atrapadas en la ciudad
expresaron ira mayor al crecer el hambre, la sed, la desolación y la
fatiga en espera de que alguien estableciera el orden y lograra
evacuarlos de esta ciudad, por hoy, perdida.
Aunque
empezaron a ingresar vehículos miliares y efectivos de la Guardia
Nacional esta mañana, Nueva Orleáns está lejos de controlar el caótico
éxodo de decenas de miles y son crecientes las quejas de que
"parece que nadie está a cargo".
Para
tratar de salir de la ciudad, algunos caminan por vías de trenes,
otros por carretera, rogando por agua o comida a los automovilistas
que pasan. Sólo unos cuantos cientos de los cerca de 25 mil
refugiados en el estadio Superdome –que supuestamente serían
evacuados al Astrodome de Houston, a más de 500 kilómetros de
distancia–, habían sido evacuados ya que la violencia, incluso
balazos en la zona, interfirieron con la evacuación, reportó el Washington
Post.
De
hecho, informó ABC News esta noche, empresas de ambulancias aéreas y
terrestres suspendieron operaciones por las condiciones de violencia
en las calles. Pero aún no hay comunicaciones efectivas entre
autoridades, y es casi nula para mantener informada a la población.
Mientras,
unos 20 mil refugiados acudieron al Centro de Convenciones, a unos dos
kilómetros del Superdome, después de ser informados que ahí habría
asistencia, pero al llegar no encontraron a nadie encargado de
distribuir agua, alimentos o proporcionar información. Las calles
alrededor se llenaron de gente, algunas con urgencia de atención médica,
y se indicó que había varios cadáveres afuera. Ante la desesperación,
algunos rompieron las puertas de un almacén para sacar agua y
alimentos. Reporteros de varios de los medios nacionales llegaron al
sitio para encontrar que nadie estaba a cargo, que al lado de dos cadáveres,
y con gente enferma desmayándose, una sola enfermera, también
refugiada, trataba de atender las emergencias. Cada vez que pasan las
cámaras y reporteros se escucha a la gente pidiendo auxilio a gritos.
Una diabética empieza a llorar: "no quiero morir así, no quiero
morir así", suplica a la cámara mientras más gente exige
medicamento.
En
un hospital las enfermeras y asistentes lloraron al narrar cómo
esperaron hasta esta mañana para que llegaran los helicópteros y
evacuar a los pacientes. Una de ellas informa que 11 de ellos
murieron, y menciona a otros dos que no lograrán sobrevivir.
Ante
este caos, circularon versiones de que los helicópteros de rescate
suspendieron sus vuelos por Nueva Orleáns después de que algunos
fueron baleados, que los saqueos continuaban, incluyendo todas las
armas de un Wal Mart, de autobuses que se fueron vacíos después de
que sus choferes se espantaron cuando vieron la cantidad de gente
desesperada.
Aunque
fuerzas de seguridad, policía y tropas de la Guardia Nacional
intentaban retomar el control de ciertas zonas de Nueva Orleáns, las
historias de caos continuaron todo el día, además de las tragedias
de familiares muertos, desaparecidos, de padres buscando alimento para
niños deshidratados y hambrientos.
¿Por
qué tardaron más de 3 días?
La
pregunta se multiplica por todas partes, y hoy llegó hasta la Casa
Blanca: ¿por qué el gobierno ha tardado más de tres días en
responder a la emergencia de una de las grandes ciudades y las otras
zonas devastadas del Golfo?
Aunque
Bush interrumpió sus vacaciones ayer y regresó a Washington para
"coordinar" la respuesta federal y ofrecer un mensaje a la
nación, no apaciguó la ira de las víctimas. El propio New York
Times en su editorial de hoy criticó al presidente al considerar
que dio "uno de los peores discursos de su vida ayer,
especialmente dado el nivel de tristeza nacional y la necesidad de
palabras de consuelo y sabiduría".
Señaló
que, en lo que parece volverse la costumbre de este gobierno, "el
presidente se presentó un día más tarde de lo necesitado",
ofreció una lista de lo que se estaba enviando a la zona, pidió al público
contribuir con efectivo para la asistencia y "prometió que todo
estaría bien al final". El periódico opinó que "nada del
comportamiento del presidente ayer –que pareció tan informal al
punto de negligencia– sugirió que entendía la profundidad de la
crisis actual".
Una
y otra vez la Casa Blanca, en palabras del presidente o sus
secretarios de gabinete, intenta reafirmar qué tan enorme y eficaz es
su respuesta. Sin embargo, en la conferencia de prensa en la Casa
Blanca se preguntó varias veces por qué estaba tardando tanto la
respuesta, y si no había suficientes recursos por la guerra en Irak.
"Entendemos la frustración de la gente en el terreno; necesitan
ayuda y continuaremos trabajando con ellos para hacer llegar la
asistencia que requieren", respondió el vocero presidencial
Scott McClellan. Pero al responder si la desviación de fondos para la
guerra había reducido de manera peligrosa la inversión federal en
proyectos de control de inundaciones en esa zona, el vocero trató de
calificar eso como una crítica partidaria. "No es momento para
el politiqueo, sino para que la nación se una y ayudar a aquellos en
la región de la costa del Golfo... No es tiempo de acusaciones o de
jugar a la política".
Afirmó
que el control de inundaciones ha sido prioridad para "este
gobierno" desde su inicio. Poco antes, Bush había comentado, en
entrevista matutina con ABC News, que nadie había anticipado que los
diques podrían fracturarse de esta manera.
Pero
desde hace años autoridades locales y el propio Cuerpo de Ingenieros
del Ejército habían advertido sobre esto. Además, en 2001 un
informe federal señaló que un huracán golpeando a Nueva Orleáns
era uno de los tres desastres más probables que amenazaban a este país
(otro era un atentado terrorista contra Nueva York).
El
gobierno federal redujo el financiamiento para fortalecer los diques
el año pasado, provocando que el Cuerpo de Ingenieros lo calificara
de "insuficiente". En 2002, el diario local de Nueva Orleáns,
el Times–Picayune, en un reportaje de cinco partes pronosticó
lo que acaba de ocurrir, y advirtió entonces: "no es asunto de
si ocurrirá o no, sino de cuándo".
El
reportero Sidney Blumenthal reportó en Salon.com que hace un año
el gobierno de Bush canceló una propuesta de investigación del
Cuerpo de Ingenieros para evaluar formas de proteger a Nueva Orleáns
ante un huracán catastrófico. Informó que para 2003 fondos
federales para control de inundaciones en esta zona fueron reducidos a
casi nada por las necesidades de financiamiento de la guerra en Irak,
mientras que en 2004 la Casa Blanca redujo 80 por ciento el
financiamiento solicitado por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército
para controlar las aguas de la zona. De hecho, hubo más recortes a
principios de este año, y como resultado desde 2001, el presupuesto
dedicado a esto fue reducido 44.2 por ciento en total.
Aunque
se espera que el número de efectivos de la Guardia Nacional
desplegados a la zona llegue a unos 30 mil para este fin de semana,
pocos en el gobierno mencionan que hay unos 3 mil 700 soldados de la
Guardia Nacional de Louisiana y otros 3 mil de la Guardia Nacional de
Mississippi en Irak.
En
tanto, los precios de gasolina y seguramente de otras necesidades se
están elevando por toda la zona, y el país, generando protestas de
robo por comerciantes y empresas en medio de una emergencia. El precio
promedio de la gasolina llegó a 2.68 dólares el galón, aunque en
Atlanta y otras ciudades del sur se registraron precios de entre
cuatro y hasta seis dólares. Ahora la tragedia para algunas de las
poblaciones más pobres de Estados Unidos tendrá repercusiones en los
demás pobres del país, los cuales estarán obligados a pagar más
por necesidades básicas como gasolina, mientras que los
distribuidores, y ni hablar, las grandes empresas petroleras, continúan
registrando ganancias multimillonarias.
Ante
estas escenas casi apocalípticas, de serpientes y cadáveres flotando
en las aguas, incendios, violencia, posibles plagas por la emergencia
de salubridad, y el mismo huracán destruyendo casinos y otros centros
del pecado, no es sorprendente que muchos hablen de Dios, que le
presidente y los gobernadores insten a la gente a "rezar"
por las víctimas, y que no pocos interpreten esto como un acto divino
de castigo y advertencia.
A
fin de cuentas, las encuestas demuestran que 40 por ciento de
estadounidenses cree que el mundo se acabará como resultado de una
intervención divina, y el mismo porcentaje cree que esto ocurrirá
durante sus vidas.
Pero
según una encuesta de CNN, 55 por ciento cree que el calentamiento
global está causando el clima que se está observando en el mundo. O
sea, una mayoría cree lo que la Casa Blanca sigue rechazando. Por eso
el New York Times no espera que Bush sea alguien que en el
largo plazo pueda resolver los problemas que provocaron que las
consecuencias de este desastre fueran de estas dimensiones. "Ya
que este gobierno no reconoce que existe el calentamiento global, las
posibilidades de liderazgo parecen mínimas", concluyó.
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