Katrinagate
1
¿“Desastre
natural” o barbarie capitalista?
Por
Claudio Testa
Socialismo
o Barbarie, periódico, 09/09/05
“Fuimos
doblegados por los poderes de la «Madre Naturaleza».”
Con esta frase increíble, George W. Bush, en su discurso del 4 de
septiembre, resumió la “versión oficial” de la catástrofe de
Nueva Orleans, donde su administración aún no ha sido capaz ni
siquiera (o más bien retacea) de contar el número de muertos. Es una
mentira de las mismas dimensiones de las “armas de destrucción
masiva” de Irak, que hacían necesario invadirlo cuanto antes. Pero
esta vez, pese a la “buena voluntad” de muchos de los embusteros
profesionales de los medios, a Bush le está resultando difícil hacer
tragar a la gente, dentro y fuera de EEUU, que la culpa de todo la
tiene la ingrata “Madre Naturaleza”. Por el contrario, lo de Nueva
Orleans ha hecho estallar ante los ojos de millones la responsabilidad
criminal de un gobierno que recorta los gastos sociales y de obras públicas
para rebajar impuestos a los ricos y financiar guerras imperialistas
en Medio Oriente, y abrió una crisis política en la administración
Bush de consecuencias incalculables. Otro aspecto importante es que
Katrina desnuda el fondo de barbarie, de deshumanización aterradora a
la que ha llegado el capitalismo en su centro mundial, Estados Unidos,
contribuyendo al proceso de deslegitimación que ha venido creciendo
en los últimos años.
El
más poderoso aparato de propaganda de la historia trabaja día y
noche –a través del cine, la televisión y la prensa– para
lavarnos el cerebro y presentar a la sociedad norteamericana como un
modelo, tanto económico como social, político y hasta “humano”.
Sería el ejemplo a imitar no sólo por nosotros, los brutos
subdesarrollados de América Latina y el “tercer mundo”, sino
también por los “decadentes” europeos. Y, efectivamente, la
sociedad estadounidense es un “modelo”. Es donde los mecanismos y
los principios del capitalismo han llegado al extremo, donde el credo
neoliberal se aplica hasta en toda la línea.
La
tragedia del pueblo de Nueva Orleans ha revelado las consecuencias
horrendas de esto, abriendo lo que la prensa estadounidense está
comenzando a llamar el “Katrinagate”, es decir, eventualmente la
mayor crisis presidencial desde la caída del gobierno de Richard
Nixon ante la combinación del evidente empantanamiento en Irak y este
desastre.
Se
sabía, se sabía... que el dique se partía
Nunca hubo una catástrofe
más anunciada que la de Nueva Orleans. Ahora, algo tarde, la prensa
está llena de testimonios de esas advertencias. Ellas se hicieron
tanto desde adentro como desde afuera de la administración Bush.
"«Nadie
puede decir que no se pronosticó. Años antes de que el huracán
Katrina se estrellara contra la costa el lunes por la mañana,
devastando la costa del Golfo, funcionarios de Louisiana, Mississippi
y Alabama habían advertido de su vulnerabilidad ante estas tormentas»",
reportó el New Orleans Times–Picayune. El rotativo, el más
importante de la región, lo sabe bien: en 2002 publicó una serie
especial de cinco partes pronosticando casi todo lo que acaba de
suceder.” [David Brooks, corresponsal en EEUU, La Jornada, 01/09/05]
A
esto se agregaron las serias alarmas dentro de la misma administración:
“El año pasado, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército advirtió que
había que fortalecer los muros de contención en la zona de Nueva
Orleans ahora devastada. Se precisaban alrededor de 11 millones de dólares
para ello, es decir, unas cien veces menos de lo que EEUU gasta en
Irak solamente en una semana. No puede decirse que sea una cantidad
ingente para un país como ese, tratándose, además, de un peligro
tan cierto como el que los técnicos habían detectado. Sin embargo,
el Presidente Bush sólo concedió 3 millones y, más tarde, el
Congreso autorizó definitivamente sólo 5,5. Los muros no se
fortalecieron y muchos periódicos advirtieron del peligro de
inundaciones que se cernía sobre la zona.” [Juan Torres López, El
huracán neoliberal, 06/09/05, Rebelión]
“Como
recordó ayer The Wall Street Journal –un periódico de línea
editorial muy conservadora–, el presidente despidió en el 2002 al
propio jefe del cuerpo de ingenieros, el ex congresista de Mississippi
Michael Parker, por considerar que propugnaba proyectos demasiado faraónicos,
incluido un dispositivo de bombeo de envergadura para el delta del
gran río norteamericano. Ahora ha trascendido que, para el
presupuesto del 2006, el Gobierno federal había logrado recortar 71
millones de dólares en los presupuestos para las medidas de protección
contra inundaciones en Nueva Orleans...” [Bush regateó fondos
para reforzar los diques, Eusebio Val, corresponsal en EEUU, La
Vanguardia, 02/09/05]
¿Adónde
van a parar esos “recortes”, que se hacían no sólo en los diques
de Nueva Orleans sino en general en los gastos “sociales” y de
obras públicas?
Los
recortes –que se aplican sobre todo donde viven los abominables
negros, latinos y pobres– se realizan para disminuir el fantástico
déficit del presupuesto federal norteamericano. Bajo Bush, ese déficit
viene creciendo a todo vapor, fogoneado principalmente por dos
motivos:
1)
La rebaja de impuestos a los ricos. Bush es un paladín del principio
neoliberal de que los ricos deben pagar pocos impuestos, con el cuento
de que así se estimula la inversión y el consumo, y de esa forma
“crece” la economía y al final todos prosperan.
2)
Las guerra de Irak y Afaganistán. Estas aventuras imperialistas han
sido muy beneficiosas para las pandillas de empresarios que rodean a
Bush y, en general, para la industria de guerra, pero han significado
un desastre para las finanzas del estado.
Pero
sus guerras coloniales en Medio Oriente no sólo son una sangría de dólares
para el primer estado imperialista, sino también de hombres y
recursos materiales. “A la Administración Federal de Dirección de
Emergencias le desviaron sus recursos hacia la «guerra contra el
terror» de la administración Bush, y muchos de los hombres de la
Guardia Nacional que podrían haber intervenido rápidamente habían
sido enviados a Irak.” [Andrew Buncombe y Andrew Gumbel, Postales
del lejano Primer Mundo, The Independent, 02/09/05]
“La
guerra en Irak –informa otra publicación– también está
relacionada con la recuperación y limpieza del huracán que atraviesa
Estados Unidos... A principios de este mes (agosto), la Guardia
Nacional de Louisiana se quejó públicamente de que la mayoría de su
equipamiento estaba en Irak... decenas de vehículos anfibios, jeeps
Humvee, unidades abastecedoras de aeronaves y generadores están fuera
del país por lo que no pudieron participar en las acciones de
prevención y actuación frente al huracán Katrina.” [El
equipamiento de la Guardia Nacional está en Iraq, Democracy Now /
Rebelión, 30/08/05]
De
superpotencia insolente a mendigo de “ayuda internacional”
En
esta situación, estamos presenciando un hecho inesperado, pero que
puede tener consecuencias trascendentales en el escenario mundial. La
insolente y engreída “superpotencia” está, gorra en mano,
mendigando “ayuda internacional”. Como si fuese el presidente de
un país africano o latinoamericano cualquiera, Bush pide que envíen
alimentos, botiquines con medicinas y otros insumos. La
“superpotencia” que tiene el aparato administrativo-burocrático-militar
más frondoso y costoso del mundo, se confiesa incapaz de proveerlos.
En
los primeros días, Bush se negaba obstinadamente a pedir “ayuda
internacional”, ni siquiera a sus socios-rivales imperialistas de
Europa y Japón. Pero finalmente el doble desastre –el del huracán
en Nueva Orleans y el fracaso del aparato estatal norteamericano– lo
obligó a extender la gorra.
La
repugnancia de Bush a pedir ayuda es lógica. Ella desnuda ante
propios y extraños la fábula de la “omnipotencia” de EEUU. Y
esto constituyente un punto crítico de la presente situación
mundial.
El
imperialismo norteamericano –con los primeros “tanteos” de
Clinton y con las brutales operaciones de Bush– ha seguido un curso
“hegemonista”, desde que la disolución de la ex Unión Soviética
y del “bloque oriental” en 1989/91 lo dejó como única “superpotencia”.
Busca erigirse en una especie de “super-imperialismo”, que
gobierne el mundo sin que nada ni nadie pueda hacerle frente ni
cuestionarlo. Un motivo fundamental –a nivel geopolítico– de las
invasiones a Afganistán e Irak fue la de afirmarse mundialmente esa
posición.
Es
evidente que en Irak –y ahora también en menor medida en Afganistán–
el tiro le está saliendo por la culata. A eso se suma el terrible y
vergonzoso episodio de Nueva Orleans, esta vez no en la otra punta del
planeta sino en su propia casa.
La
conclusión es que el imperialismo yanqui es fuerte, pero de ninguna
manera omnipotente. No hace lo que quiere; hace lo que puede. Y el
hecho es que cada vez “puede” menos. Ahora está más débil que
cuando emergió como el ganador de la “guerra fría” o cuando se
aprestaba, después del 11 de septiembre, a invadir medio planeta. Hoy
la gran discusión dentro de la burguesía imperialista norteamericana
es cómo retiran sus tropas de Irak sin que se les venga abajo la
estantería y sin que luzca como otra derrota estilo Vietnam.
Tener
conciencia de esto es fundamental para los trabadores y los pueblos
oprimidos por el imperialismo yanqui. En América Latina, que EEUU
considera su “patio trasero”, se nos machaca siempre desde los
medios la presunta “omnipotencia” norteamericana. Además, todos
los políticos del régimen (sean de derecha, como Menem, o “progres”,
como Lula, Kirchner, Tabaré & Cía.) nos tratan de convencer de
que “no queda otra” que arrastrarse a los pies de Bush y de EEUU.
En
Argentina, tenemos ahora la vergüenza de que Kirchner se apresta a
recibir en Mar del Plata en noviembre, con bombos y platillos, al
fracasado Emperador del Mundo, sin preocuparle de que al genocidio de
Irak le suma ahora el cometido contra los negros y los pobres de Nueva
Orleans. Para eso ya están militarizando Mar del Plata y desde los
medios se ha iniciado una campaña delirante contra la comunidad islámica,
intentado trasladar aquí la paranoia islamofóbica difundida en EEUU
y Europa. Los trabajadores, los estudiantes y todo el pueblo argentino
debemos no sólo rechazar esto, sino también organizar una movilización
masiva para repudiar en noviembre la presencia del genocida al
cuadrado, George W. Bush.
|
|