La
actriz Susan Sarandon pone a Bush en su sitio
Por
Lisandro Otero (*)
Prensa Latina / inSurGente, 22/09/05
En
el acreditado Festival Internacional de Locarno la actriz Susan
Sarandon hizo una adecuada disección del régimen de Bush. Comenzó
su reprensión diciendo: "George W. Bush es, de lejos, el peor
presidente en la historia del país". Y agregó: "En los
Estados Unidos hay un profundo miedo. El mensaje que emana del poder
es: o están con nosotros o contra nosotros. Ya va siendo hora de que
los buenos actores se impliquen más en política; si no, sólo los
actores malos son los que terminan siendo elegidos presidentes de los
Estados Unidos o gobernadores de California", manifestó en alusión
directa a Reagan y Schwarzeneger.
Hollywood
estuvo dominado en otro tiempo por republicanos conservadores como
Louis B. Mayer y Adolph Zukor y actores reaccionarios como John Wayne,
Gary Cooper, Jimmy Stewart, Clark Gable y Charlton Heston. Ahora han
surgido fervientes izquierdistas como Sean Penn, quien insistentemente
se opone a la guerra en Iraq pagando, incluso, anuncios desplegados en
The New York Times para expresar su opinión.
Hay
otros actores progresistas como Barbra Streisand, Dustin Hoffman,
George Clooney, Julia Roberts, Martin Scorsese, Oliver Stone, Richard
Gere, Martin Sheen, y Susan Sarandon.
En
la abominable era del mccarthismo se desató una verdadera inquisición
contra todos los disidentes que discreparan de los dogmas de la Guerra
Fría. En medio de una extendida ola anticomunista fueron encausados
320 escritores, artistas y directores de Hollywood pero solamente diez
de ellos han pasado a la historia por haber rehusado responder las
preguntas de la inquisitorial comisión; el compositor Aaron Copland
fue uno de los más verticales.
Bertolt
Brecht fue citado al Senado pero escapó de Estados Unidos al día
siguiente de su comparecencia. Figuras
de tanto relieve como Charles Chaplin, Orson Welles, Leonard Bernstein,
Dashiell Hammet, Hans Eisler, John Garfield, Arthur Miller, Dorothy
Parker, Lillian Hellman y Clifford Odets fueron investigados. Chaplin,
como Brecht, se marchó para siempre de Estados Unidos. Los diez
fueron condenados a penas de prisión por un año.
Hollywood
se construyó bajo el signo del rechazo a las jerarquías, y el desafío
a la autoridad implícito en las comedias de Mack Senet y Charles
Chaplin, pero esa tradición se ha negado bajo un nuevo cine sumiso y
conformista.
"Toda
película es política", declaró Sarandon en Locarno,
"incluso las de Eddie Murphy o Schwarzenegger tienen un mensaje
político claro. No hay lugar para voces disidentes". Se lamentó
de que sus compatriotas están poseídos de "una extraña
disposición a entregar, a cambio de seguridad, todas las libertades a
gente como Rumsfeld o Wolfowitz". La valerosa actriz concluyó:
"lo realmente importante es hacer aquello en lo que uno
cree".
Se
ha desatado una campaña para enviar cartas amenazadoras a las
estrellas del espectáculo que se oponen a Bush, técnica ya usada en
los años de nacimiento del fascismo en Italia y Alemania.
El
actor Martin Sheen, declaró que la cadena NBC fue presionada por
telespectadores para que lo echaran de la serie The West Wing. Los
actores Susan Sarandon y Tim Robbins tuvieron que anular varios actos
antibélicos en los que tenían previsto hablar y Sean Penn, ha
manifestado que su oposición a la guerra le costó un papel en una
película. El Sindicato de Actores de Cine y Televisión ha tenido que
emitir un comunicado en el que rechaza la elaboración de listas
negras, según la Agencia France Presse.
Sarandon
comentó con dolor que en su país "han llegado a sacar en
portada de una conocida revista" un fotomontaje de ella y el líder
de Al Qaeda donde la llamaban "La amante de Bin Laden".
Algunos
escritores sucumbieron a la tentación de la hidra hollywoodense aún
sabiendo que aquello era un negocio, más que un arte. La palabra
estaba subordinada a la imagen y ésta a su capacidad de incrementar
ganancias. Es conocida la frase de Louis B. Mayer quien declaró
abiertamente que a él no le interesaba hacer arte, sino hacer dinero.
Aquellos que lograban ver sus obras convertidas en películas sufrían
al comprobar cómo sus intenciones estéticas eran alteradas u
olvidadas.
Escritores
de talento como James M. Cain, Raymond Chandler, Clifford Odets,
Maxwell Anderson, Dorothy Parker y Lilian Hellman sucumbieron a la
tentación. Otros como William Faulkner, Scott Fitzgerald, John Dos
Passos, y Nathanael West se vieron complicados en el alcoholismo, la
estulticia y el comercialismo de aquella industria en manos de
mercachifles.
La
intolerancia ha seguido manifestándose y en tiempos más recientes
Robert Redford, Jane Fonda, Gregory Peck, Vanessa Redgrave y Jack
Lemmon han sufrido, en sus carreras, las consecuencias de sus simpatías
políticas. De este período sombrío quedaron los nombres de quienes
con valor moral y coraje cívico respondieron con una actitud vigorosa
a los intentos de intimidación.
(*)
Lisandro Otero es escritor y periodista cubano. Director de la
Academia Cubana de la Lengua, colabora con Prensa Latina.
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