El
abogado de varios presos denuncia que "hay un equipo de
escuadrones integrado por treinta matones que golpea periódicamente a
los presos en sus celdas"
128
personas detenidas desde hace tres años en Guantánamo sin acusación
cumplen un mes en huelga de hambre
Por
Luca Galassi
Peace Reporter / Rebelión, 21/09/05
Traducido
para Rebelión por Gorka Larrabeiti
En
Guantánamo, 128 detenidos llevan un mes en huelga de hambre.
Protestan contra las condiciones de su presidio. Contra los
escuadrones de matones que, de noche, entran en grupos de 30 en sus
celdas. Pero, sobre todo, contra el hecho de que, desde hace tres años,
desde que fueron encarcelados como "combatientes enemigos",
sigue sin formalizarse ninguna acusación en su contra.
David
Remes es el abogado de algunos detenidos yemeníes.
–Señor
Remes, ¿en qué condiciones se encuentran los prisioneros?
En
peligro de muerte. He estado en la cárcel de Guantánamo del 31 de
agosto al 4 de septiembre y he visitado a seis de mis clientes. Dos de
ellos están en huelga de hambre. Lo digo porque, desde mi última
visita, a finales de julio, habían adelgazado notoriamente. Estaban
hechos pedazos.
–¿A
cuánta gente representa en total?
Mi
estudio, Covington and Burling de Washington representa a 19
prisioneros yemeníes. El 20 por ciento de los casi 500 reclusos de
Guantánamo son de nacionalidad yemení.
Además
por el régimen indefinido de su presidio, con su última huelga de
hambre, los prisioneros quieren protestar también contra una
costumbre desconcertante, la de que equipos especiales encargados de
"sedar" intemperancias y alborotos les pegan durante la
noche.
En
la cárcel, hay un equipo llamado IRF, Immediate Response Force. Son
hombres vestidos con trajes negros terribles, llevan cascos como los
de motociclista y porras y escudos de plástico. Entran en las celdas
y pegan a los prisioneros.
–¿Les
pegan para calmar los desórdenes o también a fin de intimidarlos?
Mi
impresión es que, al principio, suelen haber un pretexto. Alguna
"presunta infracción", alguna forma de irreverencia hacia
los guardianes.
–Un
pretexto...
La
cuestión es si el castigo es proporcional a la ofensa. Cuando se envían
30 miembros de la IRF a la celda para golpear a un prisionero que ha
buscado las pulgas a algún guardia, a mí me parece un pretexto.
–Son
muchos, por tanto, quienes pegan a un único detenido.
Sí,
y éste fue el motivo de la primera huelga de hambre. La última
protesta, que aún ahora ve a dos de mis defendidos en peligro de
muerte, se debe al hecho de que han sido encarcelados tomando como
fundamento fuentes secretas, sin acusaciones formales y durante un
tiempo ilimitado. Es una protesta general, no piden simplemente
cucharas o tenedores de plástico para comer, no piden más tiempo
libre. Protestan por las circunstancias particulares en que los
confinaron. No están en huelga por detalles de eventualidades
cotidianas: lo hacen porque están frustrados más allá de toda
medida por ser prisioneros ad libitum sobre la base de pruebas
secretas, sin posibilidad de recurrir a un tribunal civil que pueda
confutar las motivaciones que han provocado su encarcelamiento.
–¿No
existe una sentencia de la Corte Suprema del 2004 que considera que
los detenidos pueden ser juzgados por una corte federal americana?
El
gobierno federal ha sostenido que las cortes federales no tienen
competencia sobre Guantánamo porque Guantánamo no forma parte del
"territorio soberano de los EE.UU".
–Se
ha aducido la cuestión de la extra–territorialidad.
Exacto.
Pero la Corte Suprema ha reconocido que Guantánamo es, a todos los
efectos, territorio americano porque se le aplica la ley americana.
Una ley federal, por ejemplo, la Federal Endangered Species Act,
protege especies en peligro de la isla, como la iguana. No se ha
encontrado un motivo según el cual se pueda diferenciar Guantánamo
de cualquier otro territorio o estado de los EE.UU. Así, la Corte
Suprema decretó, en abril de 2004, que los prisioneros tenían el
derecho de presentar recurso al Gobierno con el fin de que éste
justificase su detención. Pero el gobierno ha interpretado de modo
harto restrictivo la sentencia de la Corte Suprema, basándose en el
hecho de que los prisioneros no gozan de derechos tutelados por la
ley, esto es, que no tienen derechos garantizados por la Constitución
de los EE.UU ni otros garantizados por el derecho internacional. A
causa de esta "inconsistencia jurídica" de su posición, es
decir, de la imposibilidad de protestar por la ilegalidad de su
situación, apenas un prisionero presenta un recurso ante un tribunal
civil, éste último no tiene otra opción más que la de rechazarlo.
En sustancia, los prisioneros sí que pueden presentar recurso, pero
éste no resulta ser sino un pedazo de papel inútil, pues los
prisioneros no tienen derechos. De este modo, el Gobierno ha
convertido la sentencia de la Corte Suprema en una vacía formalidad.
–¿Qué
pasará ahora? ¿Los prisioneros no tendrán posibilidad de apelación?
Esta
es la cuestión. Estamos combatiendo, estamos escalando el sistema
judicial estadounidense. El juez federal Joyce Hens Green ha
establecido que la posibilidad de poner un recurso no consiste sólo
en la presentación de un pedazo de papel automáticamente rechazado.
El juez sostiene que la Corte Suprema les ha dado también el derecho
de exigir al gobierno una justificación de la detención, y que los
detenidos tienen derechos tutelados por la ley. Sin embargo, otro juez
ha llegado a la conclusión opuesta, y ha dado la razón al gobierno.
Ambos han apelado, y el Tribunal de Apelación del distrito de
Columbia está examinando ambas tesis.
–¿Para
cuándo se espera una respuesta?
Dentro
de unos meses, acaso un año.
–Mientras
tanto, los detenidos se niegan a comer.
Algunos
están en condiciones muy graves. Están en el hospital militar y les
nutren a la fuerza por vía intravenosa. Además, en la prisión se
sigue usando el aislamiento como forma de castigo.
–Y
los escuadrones de matones.
Imagínese
30 armados de porras entrando en una celda...
–Ud.
Ha dicho al Washington Post que algún detenido podría morir.
Es
cierto. La huelga de julio terminó cuando el gobierno prometió que
iba a considerar la situación de los detenidos. Promesas incumplidas.
Se han burlado de los prisioneros, les han tomado el pelo. Esta vez
están determinados a mantenerse en huelga hasta la muerte, si es
necesario. Algunos de ellos están absolutamente convencidos a hacer
ese sacrificio por la causa general. Al mismo tiempo, el gobierno se
muestra determinado para evitar que se muera alguno, para evitar la
mala imagen que daría de los EE.UU. No obstante, no sé cómo van a
mantener en vida a gente que no quiere comer. Gente que se está
dejando morir.
Recrudece
huelga de hambre en Guantánamo
Por
William Fisher
Inter Press service (IPS), 19/09/05
Nueva
York. La huelga de hambre iniciada en junio por sospechosos de
terrorismo confinados en la base naval estadounidense en Guantánamo,
Cuba, se reanudó y va en aumento, con 15 detenidos hospitalizados, 13
de ellos alimentados a través de intubaciones.
La
cantidad de huelguistas varía según las distintas versiones. Los
portavoces militares estadounidenses manejan entre 76 y 89, en medio
millar de prisioneros. Pero el abogado de un grupo de detenidos aseguró
que son 200 y que el número va en aumento.
"Las
razones parecen ser miríadas, pero la principal es que protestan por
su continua" detención, dijo el abogado británico Clive
Stafford–Smith, representante de 40 detenidos.
"Su
futuro es incierto, desde un punto de vista legal, por lo que intentan
saber exactamente lo que supone su futuro", sostuvo Stafford–Smith,
entre cuyos clientes figura el huelguista británico Omar Deghayes.
Se
trata de la segunda huelga de hambre desde fines de junio. La primera
concluyó cuando las autoridades militares estadounidenses efectuaron
una serie de promesas, incluido un mejor acceso a libros y agua
embotellada.
"Al
final, como los huelguistas estaban cerca de la muerte, los militares
cedieron y permitieron la instalación de un consejo de seis
prisioneros para controlar el bienestar" de los detenidos, dijo
uno de ellos, según versiones de prensa.
Pero
los huelguistas afirmaron haber sido engañados para que volvieran a
alimentarse.
"La
administración (de la base) prometió que si les dábamos 10 días
adaptarían la prisión a las Convenciones de Ginebra", y que la
concesión había sido aprobada por el secretario (ministro) de
Defensa estadounidense Donald Rumsfeld, dijo uno de los detenidos en
una declaración entregada a Stafford–Smith.
"Como
consecuencia de esas promesas, accedimos a poner fin a la huelga el 28
de julio. Ahora es 11 de agosto. Traicionaron nuestra confianza",
según el prisionero.
Las
Convenciones de Ginebra son la base del derecho internacional
humanitario, que atiende la situación de los prisioneros de guerra y
de la población civil afectada por conflictos armados.
El
gobierno de George W. Bush ha asegurado que los confinados en Guantánamo,
la mayoría de ellos detenidos a raíz de la invasión a Afganistán
en 2001, no merecen la protección de las Convenciones de Ginebra pues
son "combatientes enemigos" y no "prisioneros de
guerra".
La
ocupación de Afganistán en octubre de 2001 fue la respuesta a los
atentados que el 11 de septiembre de ese año dejaron 3.000 muertos en
Nueva York y Washington. Esos ataques fueron reivindicados por la red
terrorista Al Qaeda, entonces protegida por el régimen islámico
Talibán, que dominaba la mayor parte del territorio afgano.
El
sargento Justin Behrens, portavoz de las fuerzas armadas
estadounidenses, dijo a la agencia Associated Press en respuesta a un
cuestionario escrito que algunos de los detenidos "no comen desde
hace un mes".
"El
resto se han negado (a ingerir) al menos nueve comidas consecutivas.
Quince fueron hospitalizados, 13 de los cuales reciben alimento
mediante intubación. Los médicos controlan a los 89", añadió
el militar.
Antes,
los militares habían informado que se trataba de 76 huelguistas.
"La
gente está desesperada", dijo Stafford–Smith. "Han estado
allí tres años. Se les prometió el respeto de las Convenciones de
Ginebra y que habría varios cambios, pero, desafortunadamente, el
gobierno (de Estados Unidos) renegó de eso."
"Por
desgracia, es muy difícil alcanzar un acuerdo entre un militar muy
obstinado y un grupo de prisioneros muy desesperados", consideró.
Otro
portavoz de la prisión de Guantánamo advirtió que no se permitiría
la muerte de huelguistas. "Básicamente, si dejas de comer
durante varias semanas o meses, es una forma de suicidio lento. Ningún
centro de detención lo permitiría", dijo el mayor Jeff Weir.
Las
declaraciones de los huelguistas, desclasificadas por el gobierno la
semana pasada y entregadas a Stafford–Smith, indican que los hombres
desfallecen en protesta por las condiciones de vida en el campamento y
por supuesto maltrato, incluida la profanación del Corán, libro
sagrado de los musulmanes.
Las
declaraciones fueron redactadas el 11 de agosto.
En
otra declaración desclasificada, el británico Omar Deghayes dijo:
"En julio, algunas personas no tomaron agua por muchos días. Fui
parte de la huelga entonces, y también lo soy ahora. Algunos fueron
conducidos al hospital y alimentados con suero, pero se sacaron las
agujas, pues preferían morir."
"Había
dos médicos. Uno pretendía obligar a los hombres a alimentarse, pero
los abogados le recomendaron que no podrían hacerlo si los hombres se
negaban. Al final, los militares aceptaron negociar.
"Pusimos
fin a la medida (el 28 de julio), pero les dimos dos semanas, y si los
cambios no se implementaban volveríamos a la huelga."
Eso
es, al parecer, lo que ocurrió. De todos modos, el Departamento de
Defensa se rehusó a dar información al respecto, más allá de la
que aportó el mayor Weir por escrito.
"Estamos
muy preocupados por el estado de salud de los individuos detenidos en
Guantánamo", dijo a IPS el abogado Avi Cover, de Human Rights
First.
"La
huelga de hambre es una consecuencia trágica e inevitable de un
sistema de detención caracterizado por el secretismo y el desprecio
por el estado de derecho, y cargado de abusos físicos y
mentales", agregó Cover.
"Lo
menos que puede pedirse es un análisis médico independiente de los
prisioneros. Sus familiares deberían ser notificados de sus
condiciones físicas y de si están hospitalizados", advirtió.
La
senadora conservadora Linday Graham, del gobernante Partido
Republicano, propuso una ley que obligaría a las fuerzas armadas a
aplicar el Código de Justicia Militar estadounidense, que prohíbe
expresamente el tratamiento cruel y degradante.
Otro
senador republicano, John McCain, quien estuvo ocho años prisionero y
sometido a torturas en Vietnam, solicitó la creación de una comisión
independiente para investigar las condiciones de detención en Guantánamo.
Muchos
otros legisladores, entre ellos el senador Edward M. Kennedy, del
opositor Partido Republicano, exigió el cierre del centro de detención.
Pero
Guantánamo tiene sus defensores. El senador republicano Jeff Sessions
dijo que el centro de detención podría ser "un hermoso centro
turístico". Y el representante Duncan Hunter aseguró que tenía
"una cocina de cinco estrellas: pescado al limón, dos tipos de
fruta, dos tipos de verduras".
"Esto
es pescado al limón, y eso lo que el secuestrador número 20 (de los
aviones con que se cometieron los atentados de 2001) y los
guardaespaldas de Osama bin Laden (líder de Al Qaeda) comerán esta
semana en Guantánamo", dijo Sessions en conferencia de prensa.
La
prisión en Guantánamo se inauguró en enero de 2002 y alberga hoy a
520 prisioneros de 40 países. Más de 230 ya han sido liberados o
transferidos en custodia a sus países de origen.
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