Las
prioridades de Washington
Katrina:
darwinismo social
Por
Salim Lamrani (*)
Red Voltaire, París, 26/09/05
Al
dejar morir a la población pobre y mayoritariamente negra de Nueva
Orleáns que fue afectada por el huracán Katrina, la administración
estadounidense mostró las desastrosas consecuencias de su elitismo
social y racial. Como si fuera poco, Washington rechazó la preciosa
ayuda de los médicos cubanos y aprovechó para suspender el salario mínimo
en la región para que Halliburton y sus compinches se enriquezcan con
el desastre. Al mismo tiempo, los agentes antiterroristas cubanos son
mantenidos ilegalmente en cárceles estadounidenses mientras que
notorios criminales entrenados por la CIA, como Luis Posada Carriles,
son recibidos con los brazos abiertos en Estados Unidos.
La
terrible tragedia que cayó sobre los habitantes de Nueva Orleáns el
30 de agosto de 2005 sumió a la comunidad internacional en la conmoción
y en la más completa incomprensión. ¿Cómo pudo la primera potencia
económica mundial abandonar a sus hijos a merced de la furia de la
naturaleza? ¿Por qué las autoridades federales no procedieron a la
evacuación de la gente más pobre y vulnerable de los Estados de
Luisiana, Mississippi y Alabama? ¿Por qué no hubo una respuesta
adecuada ante una catástrofe humana –probablemente 10,000
muertos– y material –80% de Nueva Orleáns bajo las aguas– de
tanta envergadura [1]? La realidad es simple y cruel. Los pobres, en
su mayoría negros, víctimas del huracán Katrina, no representan una
prioridad para la administración Bush, que tiene otros objetivos
entre manos.
Ante
la devastación que provocó el ciclón, la primera medida que tomaron
las autoridades fue la incalificable decisión de enviar el ejército
a matar a los saqueadores. Estos últimos en realidad no eran más que
desdichados que, en la mayoría de los casos, habían perdido a
miembros de sus familias, habían perdido sus casas y sufrían
gravemente debido a la falta de alimentos. La población que esperaba
el envío de médicos y víveres recibió un nuevo golpe al ver llegar
a los soldados armados hasta los dientes. Esa respuesta surrealista, más
propia de un Estado fascista que de una democracia, ni siquiera dio
lugar a la crítica de la prensa internacional [2].
Algunos,
como el célebre cantante Kanye West, llegaron a declarar que «a
George Bush no le interesan los negros», agregando que Estados Unidos
se preparó para «ayudar a los pobres, a los negros y a los menos
afortunados lo más lentamente posible [3]». La desesperación de los
desheredados de Luisiana, que llevó al suicidio a varios miembros de
las fuerzas del orden y de los bomberos, no tuvo más respuesta que la
indiferencia de la Casa Blanca [4]. En efecto, el presidente George W.
Bush, ocupado en uno de sus acostumbrados y prolongados fines de
semana, esperó cinco días para aparecer y no puso un pie en Nueva
Orleáns hasta el 12 de septiembre de 2005 [5].
Curiosamente,
uno de los principales blancos del fanatismo bélico de Washington
–Cuba– fue el primer país en ofrecer su ayuda a las víctimas del
desastre natural. El gobierno de La Habana, por vía diplomática y
confidencial, se puso en contacto, con el Departamento de Estado para
proponerle el envío de 1,100 médicos y más de 26 toneladas de
medicamentos como participación en las operaciones de salvamento.
Ante el silencio estadounidense, Cuba hizo público su ofrecimiento de
ayuda –el más importante hasta la fecha–, que quedó sin
respuesta [6].
El
presidente cubano, Fidel Castro, subrayó que en menos de 12 horas los
primeros médicos cubanos habrían podido llegar a territorio
estadounidense, específicamente a los lugares donde más necesaria
era la ayuda médica de urgencia. «Tal vez algunos que desconocen el
honor y el espíritu solidario de nuestro pueblo pensaron que se
trataba de un bluff o una ridícula exageración. Jamás nuestro país
juega con asuntos tan serios, ni ha practicado nunca el deshonor de la
demagogia o la mentira», subrayó. Dada la proximidad geográfica y
la extrema competencia de los profesionales de la salud, el envío del
contingente médico cubano desde el mismo 30 de agosto de 2005 habría
podido salvar miles de vidas de personas de avanzada edad, de mujeres
embarazadas, de madres y de niños víctimas de epidemias [7].
Varios
miembros del Congreso exhortaron a George W. Bush a que aceptara la
ayuda cubana. «Esperamos que la administración tome las medidas para
implementar una respuesta eficaz que incluya la aceptación inmediata
de los ofrecimientos de ayuda provenientes de otros países», declaró
el grupo de congresistas hispanos (GCH) [8]. Pero Nueva Orleáns no
constituye la prioridad actual de la administración Bush, cuyo
oscurantismo político parece prevalecer por sobre las vidas de los
ciudadanos en peligro. En efecto, el inquilino de la Casa Blanca
prefiere dejar morir a sus conciudadanos antes que verse en la incómoda
posición política e ideológica que implicaría la aceptación de la
mano generosa de un pueblo que él está tratando de destruir por
todos los medios [9].
Los
poderes públicos estadounidenses incluso aprovecharon el desastre de
Katrina para reducir el salario mínimo en la región. Efectivamente,
la administración decretó que las empresas que se encarguen de la
reconstrucción de la ciudad podrán pagar sueldos inferiores al
salario mínimo. El jefe de la central sindical AFL-CIO calificó esa
decisión de «vergonzosa» e «increíble». Por su parte, el
representante demócrata George Miller acusó a las autoridades
gubernamentales de haber « utilizado la devastación de Katrina para
reducir los salarios de las personas que buscan desesperadamente cómo
rehacer sus vidas [10]».
Washington
mantiene a Cuba en la mirilla. Por ejemplo, el 9 de agosto de 2005, la
Corte de Apelaciones de 11º Circuito de Atlanta dio su veredicto
sobre el caso de los Cinco [11]. Lógicamente, esa Corte anuló todas
las condenas impuestas a los cinco antiterroristas, que se habían
infiltrado en los grupúsculos criminales de la Florida, y exigió la
celebración de un nuevo juicio [12]. Esa decisión convierte en
ilegal la actual encarcelación de Gerardo Hernández Nordelo, Ramón
Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González
Llort y René González Sehweret. Lejos de plegarse al veredicto de la
propia justicia estadounidense, la administración Bush pidió un
plazo de un mes para tratar de salir de ese atolladero jurídico.
Desgraciadamente, el silencio mediático se mantiene en gran medida
sobre uno de los mayores escándalos judiciales de nuestra época, a
pesar del llamado de numerosas personalidades mundiales, entre las que
se incluyen varios premios Nobel, a favor de la liberación de los
Cinco [13].
Poco
después, el 1ro de septiembre de 2005, en El Paso (Texas), el juez
William Abbott decidió, contra toda lógica, no proceder a la
extradición inmediata de Luis Posada Carriles, asesino reincidente,
hacia Venezuela con el tendencioso argumento de que corría el riesgo
de ser torturado. Las presiones vencieron a este funcionario de la
justicia quien, en un intento por justificarse en el que se refiere
sin embargo a las atrocidades que cometió el acusado, recurrió a una
analogía muy ilustrativa: «Aunque fuera el propio Hitler quien
solicitara protección en nombre de la Convención contra la Tortura (CCT),
este tribunal tendría que considerar la suspensión de su deportación.
[Un] pasado criminal horrible o antecedentes terroristas no invalidan
a un ciudadano extranjero para recibir la protección de ser enviado a
un país donde sería torturado [14]».
El
argumento de la tortura esgrimido por la defensa y aceptado por el
juez Abbott muestra a las claras la voluntad del gobierno
estadounidense de proteger a Posada Carriles. Para presionar a las
autoridades, el acusado llegó incluso a amenazar explícitamente con
revelar «informaciones sensibles y comprometedoras» sobre su propio
pasado al servicio de la CIA y la implicación de ciertos altos
dirigentes en el terrorismo internacional contra Cuba y América
Central [15].
En
cualquier democracia normal, toda persona que profiera una incitación
pública al asesinato, más aún tratándose de una incitación al
asesinato de un Jefe de Estado, puede ser condenada a prisión. No es
ese el caso de Estados Unidos.
En
efecto, en medio de un programa televisivo de gran audiencia, el muy
influyente y ultraconservador amigo de George W. Bush, el reverendo
Pat Robertson, lanzó un llamado a asesinar al presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, sin que haya sido molestado en lo más mínimo
por la justicia estadounidense. El asesinato de Hugo Chávez «nos
costaría mucho menos dinero que desencadenar una guerra», declaró
Pat Robertson [16]. Miembro de la extrema derecha religiosa y
fundamentalista, Robertson expresó abiertamente las intenciones de la
administración Bush en cuanto a Venezuela [17].
Como
respuesta, Hugo Chávez subrayó que « El único país donde una
persona se puede dar el lujo de pedir el magnicidio de un Jefe de
Estado, es Estados Unidos, como ocurrió hace poco con un reverendo
llamado, Patt Robertson muy amigo de la Casa Blanca: pidió públicamente
ante el mundo mi asesinato y anda libre, ¡ese es un delito
internacional!, ¡terrorismo internacional! [18]!».
Hugo
Chávez también acusó a la administración Bush de planificar una
invasión militar contra Venezuela. En entrevista concedida a la
cadena estadounidense de televisión ABC, el presidente venezolano
declaró que hay preparativos de maniobras militares cerca de su país
y que dispone de documentos que corroboran su denuncia. «Yo digo que
dispongo de pruebas de la existencia de planes de invasión contra
Venezuela […]. El plan se llama Balboa y señala a Venezuela como un
objetivo», indicó Chávez subrayando la presencia de un portaaviones
en la región. También recordó ciertas evidencias: «El golpe de
Estado [de 2002] contra Venezuela se fabricó en Washington. Se ordenó
mi muerte», e insistió en el hecho de que el gobierno estadounidense
«viola todas las normas actuales y futuras de forma descarada [19]»
Washington
no puede seguir tolerando la existencia de un dirigente
latinoamericano cuyo principal objetivo no es servir los intereses de
las transnacionales sino sacar a su pueblo de la miseria. Después del
frustrado golpe de Estado de abril de 2002 y del posterior sabotaje
petrolero que terminó en estruendoso fracaso, los halcones de la Casa
Blanca planean la solución extrema para deshacerse de un presidente
cuya popularidad y visión van más allá de las fronteras
continentales y que no limita la democracia a su definición
doctrinal.
Mientras
tanto, a través del mundo, los partidarios de la política agresiva
de Estados Unidos contra Cuba prosiguen su labor. La agencia parisina
Reporteros Sin Fronteras exhortó al actual presidente de la Unión
Europea (UE), Anthony Blair, a restablecer las sanciones contra Cuba
para estrangular aún más a sus habitantes [20]. Robert Ménard,
secretario general de la organización financiada por Washington [21],
afirmó que «la suspensión de las sanciones contra Cuba viola la
Posición Común adoptada por la Unión Europea en 1996», demostrando
así su fidelidad a la línea del Departamento de Estado
estadounidense, que exige sanciones internacionales [22].
En
su intervención ante la cumbre de la Organización de Naciones
Unidas, el 14 de septiembre de 2005, el presidente George W. Bush
declaró su oposición al terrorismo: «Debemos ayudar a los Estados
deficientes y a las sociedades estancadas que son terreno propicio
para que se fortalezcan los terroristas [23] ». En realidad, se refería
únicamente a los «terroristas malos», o sea a los que no están al
servicio de los intereses de Washington. Es evidente que Luis Posada
Carriles y Orlando Bosh no están en esa categoría, a pesar de su
impresionante historial como terroristas y de la cantidad de víctimas
que tienen sobre su conciencia. Ambos, además de gozar de una
perfecta impunidad, siguen estando bajo la protección del gobierno de
Estados Unidos.
En
vez de neutralizar a los grupúsculos terroristas activos en Florida,
el gobierno de Washington prefiere prohibir la participación de una
compañía teatral estadounidense en el XII Festival Internacional de
Teatro de La Habana para proteger los «intereses nacionales
estadounidenses [24]». De igual forma, al presidente de la Asamblea
Nacional de Cuba, Ricardo Alarcón, le fue denegada la visa para
asistir a la reunión de la Unión Interparlamentaria en la sede de la
ONU en Nueva York, acto que constituye una violación flagrante de la
legislación internacional [25].
Pero
esta última no ha tenido nunca la menor importancia para los halcones
de la administración Bush.
Al
actual presidente de Estados Unidos le importa un comino la población
negra estadounidense. Aunque esta viva en el país más rico del
planeta, desde ciertos puntos de vista su suerte no es mejor que la de
los indigentes de Haití o de Bangla Desh. George W. Bush prefiere
reservar su protección a los «terroristas buenos» y encarcelar a
quienes, aún a riesgo de sus vidas, se atreven a poner al desnudo los
crímenes de la Casa Blanca.
Notas:
(*)
Salim Lamrani, periodista, investigador de la Universidad Denis-Diderot
en París y está especializado en las relaciones de Cuba y Estados
Unidos.
[1]
Le Monde, «Cadavres flottants, eau polluée : la mort chasse les
vivants », 8 de septiembre de 2005; El Nuevo Herald, «Gobierno de EE
UU admite que Katrina dejó miles de muertos», 4 de septiembre de
2005; El Nuevo Herald, «Cifra de muertos en Nueva Orleans podría ser
de 10,000», 5 de septiembre de 2005.
[2]
El Nuevo Herald, «El horror sale a flote al retroceder el agua», 6
de septiembre de 2005.
[3]
Frazier Moore, «West arremete contra Bush en teletón para víctimas
de Katrina», El Nuevo Herald, 3 de septiembre de 2005.
[4]
El Nuevo Herald, «La frustración provocó suicidios de policías y
bomberos de Nueva Orleáns», 5 de septiembre de 2005.
[5]
El Nuevo Herald, «Bush regresa a las regiones devastadas», 6 de
septiembre de 2005.
[6]
Rui Ferreira, «Cuba ofrece médicos a Estados Unidos», El Nuevo
Herald, 3 de septiembre de 2005.
[7]
El Nuevo Herald, «Improbable que EEUU acepte ayuda humanitaria de
Cuba», 6 de septiembre de 2005; Granma, «Crece amenaza de epidemias
en Nueva Orleáns», 10 de septiembre de 2005 (sitio web consultado el
12 de septiembre de 2005).
[8]
Nestor Ikeda, «Hispanos demócratas piden a Bush aceptar ayuda cubana»,
El Nuevo Herald, 8 de septiembre de 2005.
[9]
Fidel Castro, «Ustedes honran la noble profesión médica», Granma,
5 de septiembre de 2005 (sitio web consultado el 6 de septiembre de
2005).
[10]
Granma, «Crece amenaza de epidemias en Nueva Orleáns», op.cit.
[11]
Salim Lamrani (bajo la dirección de), Washington contre Cuba: un demi-siècle
de terrorisme/L’affaire des Cinq (Pantin: Le Temps des Cerises,
2005).
[12]
Andrea Rodríguez, «Parlamento cubano critica manejo de EEUU de dos
casos judiciales», El Nuevo Herald, 1ro de septiembre de 2005.
[13]
El Nuevo Herald, «Celebridades se suman a pedido para liberar a
cubanos», 9 de septiembre de 2005.
[14]
Wilfredo Cancio Isla, «Posada Carriles no debe ser deportado, afirma
un juez», El Nuevo Herald, 2 de septiembre de 2005.
[15]
Ibid.
[16] USA Today, «Pat Robertson Calls for Assassination of Hugo Chávez»,
23 de agosto de 2005.
[17] Patricia Rondon Espin, «Chavez Supporters March Against Robertson»,
The Washington Post, 3 de septiembre de 2005.
[18]
Hugo Chávez Frías, «Discurso del Presidente Chávez ante la Sexagésima
Asamblea General de la ONU», República Bolivariana de Venezuela,
Ministerio de Comunicación e Información, 15 de septiembre de 2005
(sitio web consultado el 16 de septiembre de 2005).
[19]
A. Rodriguez & A. Luna, «Chávez afirma que Washington ha
planificado una invasión a su país», El Nuevo Herald, 17 de
septiembre de 2005.
[20]
Reporters sans frontières, «Nouvelle vague de répression à Cuba:
Reporters sans frontières demande l’intervention de la présidence
britannique de l’Union européenne», 29 de agosto de 2005 (sitio
web consultado el 12 de septiembre de 2005).
[21]
Robert Ménard, «Forum de discussion avec Robert Ménard», Le Nouvel
Observateur, 18 de abril de 2005. (sitio web consultado el 22 de abril
de 2005).
[22]
Reporters sans frontières, «Nouvelle vague de répression à Cuba :
Reporters sans frontières demande l’intervention de la présidence
britannique de l’Union européenne», op. cit.
[23] Glenn Kessler, «This Year, Bush Takes a Different Tone with the UN»,
The Washington Post, 15 de septiembre de 2005, p. A08.
[24]
Antonio Paneque Brizuela, «Niega Gobierno de EE.UU. permiso a grupo
teatral para viajar a Cuba», Granma, 15 de septiembre de 2005 (sitio
web consultado el 16 de septiembre 2005).
[25]
El Nuevo Herald, «Washington no dará visa a Ricardo Alarcón», 5 de
septiembre de 2005.
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