Manejos delictivos con
fondos de campaña y una lista interminable de negocios oscuros y de
ilícitos penden sobre la cabeza del principal aliado parlamentario de
Bush, Tom DeLay, su hombre clave en el Congreso, y comienzan a
destaparse una catarata de denuncias y acusaciones contra otros
funcionarios y legisladores cercanos a la Casa Blanca.
El "efecto
corrupción" sopla más fuerte que el Katrina para Bush
Los
"negocios" de sus amigos son más peligrosos que Irak
IAR-Noticias, 04/10/05
La presión sobre uno
de los principales dirigentes republicanos en el Congreso de EEUU, Tom
DeLay, aumentó este lunes después de que un gran jurado de Texas lo
acusó por lavado de dinero.
El legislador
republicano dijo que esta última acusación es una medida táctica
del fiscal del Distrito del Condado de Travis en Texas, Ronnie Earle.
"Está tratando de
reunir el equivalente legal de una "paliza" porque sabe que
las acusaciones de la semana pasada estuvieron totalmente fabricadas y
son ilegítimas", señaló.
Tom DeLay fue obligado
a renunciar acusado de maniobras ilícitas para financiar campañas, y
el senador Bill Frist está bajo sospecha por llevar a cabo
operaciones bursátiles delictivas.
Esta es la segunda
acusación contra DeLay en menos de una semana.
DeLay, un aliado clave
del presidente George W. Bush, ya había sido acusado la semana pasada
de conspiración criminal en un caso relacionado con el financiamiento
de una campaña electoral en Texas hace tres años.
Los cargos se refieren
a la presunta recolección ilegal de fondos y uso de dineros
corporativos por un grupo de acción política bajo su dirección, e
implican a otros dos socios del parlamentario.
DeLay es uno de los más
importantes recaudadores de fondos del actual presidente de EE.UU. y
es el responsable de impulsar la agenda republicana en el Congreso.
El vocero de la Casa
Blanca, Scott McClellan, confirmó el apoyo al dirigente republicano
de la cámara baja diciendo que Bush considera a DeLay como un
"buen aliado, un líder con el que hemos trabajado de
cerca".
Por su parte, el vocero
de DeLay Kevin Madden declaró que los cargos tienen motivaciones políticas.
"Esta acusación
no es más que la revancha sesgada de un demócrata", alegó
Madden, refiriéndose al fiscal que investiga el caso, Ronnie Earle.
En tanto el líder de
la Cámara alta, el senador Bill Frist, está bajo investigación de
la Comisión de Valores y Cambio (SEC) por una posible maniobra bursátil
ilícita, en la que se deshizo de millones de dólares en acciones en
la empresa de su familia poco antes de que se desplomara el precio de
éstas en el mercado.
Citizens for
Responsibility and Ethics, una organización no gubernamental dio a
conocer una lista de los 13 legisladores federales más corruptos en
Washington al señalar que, entre otras cosas, habían aceptado apoyo
financiero ilícito, o que habían beneficiado a sus familias o amigos
con contratos y favores, y otras violaciones del código de ética de
la Legislatura.
La organización
difundió su informe la semana pasada en el que acusa a legisladores
de ambos partidos que se encuentran bajo investigación en agencias
federales o locales, entre ellos el senador Frist, y demanda que los
comités de ética del Congreso ejerzan su responsabilidad, informó
el diario Los Angeles Times.
No es la primera vez
que DeLay es puesto en el banquillo de los acusados. Un comité de ética
del Congreso lo amonestó en tres ocasiones por lo que definió como
"conducta objetable". Y tres de sus ex colaboradores también
han sido acusados de recolección ilegal de fondos. En esta ocasión,
de ser encontrado culpable, podría enfrentar una sentencia de dos años.
La ofensiva contra los
amigos y aliados de Bush acusados de irregularidades diversas o
manejos ilícitos de influencias o de relaciones políticas abarca a
diversos funcionarios o legisladores. El ex jefe de procuración de la
Casa Blanca renunció hace poco antes de ser arrestado por posibles
actos de corrupción debido a su relación con el influyente lobbysta
republicano, Jack Abramoff. El inspector general del Pentágono también
renunció y está bajo investigación del Congreso. El hombre que
estaba por ser nombrado por Bush como subprocurador general, ahora
también está bajo investigación por sus vínculos con el mismo
Abramoff.
Empresas ligadas al
clan Bush y a sus funcionarios de primer nivel están haciendo
negocios con las recientes catástrofes producidas por el Katrina y el
Rita, tal como AshBritt, ligada al gobernador republicano y ex
presidente del partido, Haley Barbour, y Halliburton y el Shaw Group
han sido representadas por Joe Allbaugh, el ex director de campaña de
Bush y ex jefe de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA).
The New York Times señalaba
la semana pasada que la administración republicana está gastando
diariamente más de 250 millones de dólares en sus operaciones de
rescate y reconstrucción en los estados del golfo de México.
El influyente diario,
bastión editorial de las campañas contra Bush, dice que los
estadounidenses deberían de preocuparse sobre cómo se están
gastando ese dinero y quién se está beneficiando. Según el Times,
cuando el Congreso autoriza fondos para esas operaciones, "la
ventaja debería ser maximizada para las víctimas, y no para el mismo
elenco que ha estado lucrando con los contratos... en Irak".
Por su parte la empresa
Halliburton, cuyo lobbysta principal en el gobierno es el
vicepresidente Dick Cheney, fue la beneficiaria de la parte del león
en los contratos asignados hasta ahora para la reconstrucción de las
zonas devastadas por los huracanes.
Acusada por sus
negocios en Irak y por recibir contratos no competitivos
gubernamentales, Halliburton patrocinó un foro para legisladores en
Washington sobre el tema de la reconstrucción de Nueva Orleáns y
otras regiones afectadas por el huracán.
La "cumbre de
reconstrucción por Katrina" reunió a unos 200 lobbystas ,
empresarios y funcionarios, quienes debatieron durante cinco horas
sobre temas que incluyeron: "oportunidades para la participación
del sector privado",según informó The Washington Post la semana
pasada.
Según el Post, los
panelistas estaban enfocados en cómo "participar" en lo que
algunos calculan serán 200 mil millones de dólares en gastos
federales para la reconstrucción de la zona.
Las nuevas acusaciones
aumentarán la presión sobre el partido republicano, y según estiman
analistas en Washington, el caso le provocará problemas
significativos a Bush, cuya imagen viene siendo "golpeada"
en varios frentes, principalmente en Irak.
Por otra parte, la
acusación contra DeLay aparece cuando las encuestas muestran que el
ranking de aprobación del presidente Bush está en su nivel más
bajo.
Desde el Katrina, el
presidente del Imperio comenzó a caer abruptamente en todas las
mediciones que se vienen realizando, principalmente en el tema Irak,
donde un último sondeo de Gallup indica que el rechazo a la ocupación
tocó un pico histórico del 63% entre la sociedad estadounidense.
El viernes pasado se
conoció otro estudio revelando que la mayoría de los estadounidenses
descree de la eficacia de la "democratización" de Medio
Oriente (principal argumento de la administración Bush para
justificar la presencia de tropas en Irak, Afganistán y otras
regiones) como forma de prevenir el terrorismo, y la experiencia de
Irak aumentó ese escepticismo.
Sólo 35 por ciento de
808 personas entrevistadas al azar se manifestaron partidarias del uso
de la fuerza militar para derribar dictadores, y 75 por ciento
opinaron que el objetivo de derrocar al régimen de Saddam Hussein e
instaurar la democracia en Irak no fue una buena razón para ocupar
ese país.
Estos resultados fueron
revelados el viernes pasado en un informe del gabinete de expertos
Consejo de Chicago sobre Relaciones Exteriores y el Programa de
Actitudes Internacionales sobre Política, de la Universidad de
Maryland.
|