Estados Unidos

 

Sondeo indica que casi 70% de estadounidenses cree que el país va por una vía equivocada. No impacta su declaración sobre haber desactivado al menos 10 complots de Al Qaeda

Bush pierde credibilidad entre sectores claves que conforman su base de fieles

Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 10/10/05

Nueva York, 9 de octubre. Al parecer, el presidente George W. Bush, renacido en Jesucristo, y tal vez el jefe del gobierno más religioso de la historia moderna, se encuentra cada vez más abandonado por Dios y sus filas más fieles.

Una encuesta reciente de AP–Ipsos revela que dos tercios de la población –66 por ciento– opina que el país está sobre un carril equivocado (con sólo 28 por ciento que considera que se procede en la dirección correcta), y confirma que la aprobación para Bush sigue oscilando en sus niveles más bajos (39 por ciento). Pero lo más notable es que la encuesta reveló que entre los que han perdido confianza en la dirección en que procede este país en los últimos meses figuran las bases claves del presidente, incluyendo evangélicos blancos (un desplome de 30 puntos), mujeres republicanas (desplome de 28 por ciento), sureños (26 ppr ciento), sectores que se identifican con la retórica religiosa de esta presidencia y que, hasta ahora, eran las filas más fieles a la cúpula gobernante.

Todo esto se manifestó la semana pasada con la reacción negativa de estas bases –en particular la cristiana fundamentalista– ante la nominación de Harriet Miers como candidata para la Suprema Corte. Según los medios, Bush enfrentó el sorprendente rechazo a su abogada e íntima colaboradora del ala conservadora y religiosa de su partido, ya que ella, según estas versiones, no cumplía con los requisitos y credenciales para una candidata a la Suprema Corte (léase: activista anti–aborto, antimatrimonio gay, etcétera).

Muchos, tanto liberales como republicanos, se extrañaron de que la nominación de Bush no fuera para un juez o alguien con mayor experiencia en los tribunales, sino que escogió alguien cuya única virtud era su lealtad y admiración al presidente ("es el hombre más inteligente que he conocido", había dicho hace unos años). Pero sí promovió iniciativas antiaborto y es fiel de una Iglesia cristiana fundamentalista en Texas.

Cuestión de fe

Fue curioso cómo los medios resaltaron este rechazo, pero no tiene mucha lógica. Algo más estaba ocurriendo. No se trata de Miers, sino de algo mucho más grave: es la más clara expresión de que las bases de Bush han perdido confianza en el jerarca.

"El presidente Bush nos está pidiendo que tengamos fe en cosas no vistas. Sólo tenemos ese tipo de fe en Dios", comentó Cathie Adams, presidenta del Eagle Forum (organización nacional ultraconseradora y cristiana) de Texas, al Washington Post. En el transcurso de la semana, otras voces del movimiento conservador cristiano expresaron opiniones parecidas, y la Casa Blanca se vio obligada a lanzar una intensa labor para asegurar a estas filas que el presidente era el mismo de siempre.

Pero la respuesta a la devastación del huracán Katrina, preocupaciones sobre la economía, la percepción de que este gobierno no está cumpliendo con sus promesas sobre asuntos sociales (matrimonio gay, anti–aborto), escándalos de corrupción contra legisladores y altos funcionarios conservadores y, sobre todo, los costos cada vez más elevados de la guerra en Irak y sus consecuencias, ya están teniendo efecto, por primera vez, en las propias filas más leales del presidente. Sus palabras, justificaciones y fórmulas de siempre de repente ya no están funcionando, algo que alarma a su círculo íntimo y al Partido Republicano en general.

Para Frank Rich, columnista del New York Times, "la nominación de Miers, cual sea su destino, será recordada como el instante en que la base de fe de Bush finalmente empezó a perder su fe en nuestro presidente de la propaganda y se sumó a la mayoría apóstate estadounidense".

Bush falló en su intento por recuperar la fe de sus filas y la del público en general esta semana, al lanzar a su pueblo otro llamado a las armas para la larga lucha contra los diseños imperialistas de los "islámicos radicales" que, dijo, pretenden tomar control de buena parte del mundo. La gran revelación de que su gobierno había logrado desactivar por lo menos 10 complots "terroristas" no logró captar la atención de casi nadie. Cuando anunció hace un par de semanas de que los estadounidenses habían matado al "segundo" de Al Qaeda en Irak, tampoco generó gran entusiasmo.

De hecho, en estos días, los medios han insistido en la necesidad de que se brinden mayores detalles sobre los supuestos complots desactivados, pero la Casa Blanca ha ofrecido muy poca información sobre qué tan reales fueron esas amenazas.

Por otro lado, el asesinato del "segundo" de Al Qaeda en Irak fue inmediatamente cuestionado por otros medios y varios recordaron que ya se había anunciado varias veces que los estadounidenses habían aniquilado a los "segundos" de la dirigencia de Al Qaeda.

Como comento el cómico Bill Maher recientemente, tiene que haber una nueva regla: La Casa Blanca sólo puede matar una sola vez al "segundo" de Al Qaeda en Irak.

Ahora, hasta intelectuales conservadores que habían sido inicialmente grandes promotores de Bush y su visión del mundo, ya expresan su desconfianza. Andrew Sullivan, editor del New Republic, afirma abiertamente que no puede confiar más en este presidente por todas las mentiras y engaños. George Will, el influyente columnista político, recientemente ofreció una lista de razones por las cuales ya no puede confiar en esta Casa Blanca. El articulista conservador David Brooks (ninguna relación con este reportero) del New York Times, expresó hoy su fastidio con la cúpula política.

"Después de un tiempo, uno se fatiga de los republicanos actuales, quienes carecen de una filosofía de gobierno coherente, y los demócratas actuales que carecen por completo de ideas", escribió Brooks, al decir que uno se encuentra desvinculando "con los clanes agotados que dominan el presente" en la política de Estados Unidos. Concluye que "es hora de una insurrección", lo cual, para él, es la recuperación de lo mejor de la genuina tradición conservadora de la política estadounidense.

La lista sigue creciendo y la misión divina de Bush parece estar en apuros muy terrestres. No pocos están recordando las promesas de Bush, su vicepresidente Dick Cheney, y su secretario de Defensa Donald Rumsfeld, entre otros, de que la aventura en Irak y Afganistán sería breve y culminaría con gloria, y que la cruzada para promover la democracia y la libertad estadounidense por el mundo era mandato de Dios.

El escritor estadounidense, Kurt Vonnegut, indicó hace poco, con su aguda ironía, sobre esta misión del gobierno de Bush: "son tan bobos que pensaron que podrían ocupar un país y su petróleo –a fin de cuentas por eso fueron– con grandes explosiones y 200 mil soldados estadounidenses, quienes ni sabían cómo decir 'hola' en árabe... Sí, queríamos darle una lección a Irak sobre la democracia igualito como lo hicimos en este país, una democracia en la que sólo 100 años después ofreces dejar en libertad a tus esclavos, en la que después de 150 años permites que voten tus mujeres, y al inicio de esta democracia hay un poco de genocidio... ese es el camino que le deseamos ofrecer a Irak ¿verdad?"

Lo sorprendente es que ahora no son sólo los Vonnegut y los críticos de siempre, sino las propias bases que llevaron a este gobierno al poder los que están empezando a expresar desconfianza en Bush y su grupo.

De repente hay alerta en la Casa Blanca, no ante un posible atentado, sino por la amenaza de la opinión pública.

El escritor Salman Rushdie, quien sabe algo de fatwas y amenazas de fundamentalistas, afirmó recientemente en un programa de televisión que tal vez la razón por la cual hay tantas catástrofes –Irak, Katrina y más– en el mundo es que "Dios tiene muy malos amantes, y cuando uno está así, uno obra mal", refiriéndose a los que dicen amar a Dios, sean cristianos o musulmanes fundamentalistas.


La popularidad de Bush sigue bajando

Según un sondeo de 'The Wall Street Journal' y la cadena NBC, caería hasta un nuevo mínimo del 39%

Agencia EFE, 13/10/05

Washington. (EFE). La popularidad del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha vuelto a caer a un nuevo mínimo del 39 por ciento, según el último sondeo del diario 'The Wall Street Journal' y la cadena de televisión NBC.

La misma encuesta, publicada hoy, indica que sólo el 28 por ciento de los estadounidenses cree que su país va por buen camino. La falta de previsión y la mala respuesta del Gobierno al huracán 'Katrina', por una parte, y el creciente descontento ciudadano por la guerra en Iraq son dos de los factores que más han dañado la imagen del inquilino de la Casa Blanca entre sus compatriotas.

A eso se suma la polémica sobre la nominación de Harriet Miers como candidata a cubrir la vacante del Tribunal Supremo, que ha sido recibida con escepticismo, sobre todo entre las filas republicanas, que dudan de las credenciales conservadoras de Miers.

El 29 por ciento de los encuestados cree que la asesora de la Casa Blanca está cualificada para el puesto del máximo órgano judicial de EE.UU., el 24 por ciento opina que no es apta para el Supremo y un 46 por ciento dice no saber lo suficiente sobre ella.

Otra de las grandes preocupaciones de los ciudadanos es el alto precio de la gasolina, ya que el 69 por ciento cree que seguirá subiendo, mientras que el 25 por ciento considera que ya ha pasado lo peor.

La encuesta también señala que la mayoría de los estadounidenses no cree que los recientes cargos por manejo ilegal de fondos electorales, conspiración y blanqueo de dinero contra el líder de la Cámara baja, Tom DeLay, tengan motivaciones políticas.

Este sondeo, con un margen de error del 3,4 por ciento, fue hecho con entrevistas a 807 adultos de todo el país entre los pasados 8 y 10 de octubre.

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