Bush como Al Capone
inSurGente / PL, 28/10/05
Como Capone, Bush es
acorralado por sus delitos menores. Ahora es el jefe del gabinete de
Cheney –el vicepresidente que manda más que George– el que va a
ser procesado por la justicia. Lewis “Scooter” Libby, filtró a
los medios de comunicación el nombre de una agente de la CIA. Se
trataba de Valerie Plame, esposa del ex embajador de Estados Unidos en
Gabón Joseph Wilson. Fue una venganza realmente rastrera porque
Wilson se había negado a apoyar la mentira de que Saddam Hussein había
comprado uranio enriquecido en Níger. La carrera hacia la guerra se
había desbocado y el presidente no podía permitir que un diplomático
del tres al cuarto impidiese el gran engaño con el que se lanzó al
país a la destrucción y ocupación de Iraq. Es como un absurdo guión
de Holliwood: los colaboradores inmediatos de un presidente criminal
de guerra, que además engaño a todo su país construyendo con
mentiras un motivo para la guerra, son acusados ante la justicia por
traicionar a sus propios agentes secretos.
Prensa Latina.– El jurado
que investiga el escándalo CIA–gate acusó hoy de delitos federales
a Lewis "Scooter" Libby, jefe de gabinete del vicepresidente
estadounidense, Richard Cheney. Libby
fue incriminando por perjurio, falso testimonio y obstrucción de la
justicia, en el caso de la filtración de la identidad de la oficial
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Valerie Plame, esposa del
ex embajador de Estados Unidos en Gabón Joseph Wilson.
El escándalo estalló hace
dos años, cuando uno o varios funcionarios revelaron al diario The
Washington Post que ella era agente secreto, lo cual fue interpretado
en círculos políticos como un ajuste de cuentas al matrimonio,
implicado en desmentidos al presidente George W. Bush. Siendo
embajador en Gabón, Wilson recibió de parte de la CIA la misión de
investigar si el entonces gobierno de Saddam Hussein había intentado
adquirir uranio en Níger.
Los resultados de su
pesquisa fueron negativos, dictamen que el diplomático hizo público
en un artículo en el diario The New York Times, poco después de que
Bush en su discurso sobre el Estado de la nación, en enero de 2003,
acusara a Bagdad de tener un programa de armas prohibidas.
En días recientes el propio
diario confirmó que su reportera Judith Miller y Libby desayunaron
juntos dos días después de que Wilson desmintiera al Presidente. La
periodista estaba encargada de redactar un artículo sobre el fracaso
de la Administración republicana en la búsqueda de armas de
destrucción masiva en Iraq.
Los apuntes de Miller, ahora
utilizados como evidencias en la investigación penal, contienen el
nombre de una agente encubierta de la CIA, pero la articulista insiste
en que no recuerda quién le reveló su identidad.
El fiscal especial Patrick
Fitzgerald le pidió que explicara cómo es que Valerie Plame, cuyo
nombre fue mal escrito por ella como Valerie "Flame",
aparece en la misma libreta de apuntes que empleó en la entrevista
con Libby.
Este viernes expiraba el
plazo para que el fiscal especial decidiera si existían pruebas
suficientes para llevar ante la justicia a Libby, incluso a Karl Rove,
jefe adjunto del gabinete de Bush, contra quienes apuntan las
principales evidencias de la filtración. Aunque fuentes cercanas al
escándalo aseguran que Rove sigue bajo investigación, hasta ahora no
fueron presentados cargos contra él.
El jefe de personal de la
vicepresidencia de Estados Unidos, Lewis Libby, dimitió hoy luego de
resultar formalmente acusado con cargos que podrían significar hasta
30 años de cárcel. El asesor del vicepresidente Richard Cheney será
procesado por perjurio, obstrucción a la justicia y falso testimonio,
después que un jurado emitiera este viernes un fallo en su contra por
la delación de un agente encubierto de la CIA.
Trascendió que Libby mintió
varias veces acerca de cómo y cuándo se enteró de que Plame era una
empleada secreta de la CIA, desorientando deliberadamente al jurado
que tenía que analizar el peliagudo caso. El título número 18 del código
estadounidense clasifica tal delito como perjurio.
Luego de presentar hoy cinco
cargo contra un funcionario del gobierno, Patrick Fitzgeral, el fiscal
independiente que se ocupa del CIA–gate, declaró que la investigación
continuará. En rueda de prensa en el departamento de Justicia en esta
capital, Fitzgeral puntualizó que "la investigación no terminó",
por lo que analistas anticipan que los dolores de cabeza para el
presidente George W. Bush no terminan tampoco.
Fitzgeral, que no está
registrado con ningún partido político, subrayó que si se pueden
probar los cargos contra Libby, eso "es algo muy grave".
Por los cargos, uno de
obstrucción a la justicia, dos por perjurio y dos por falso
testimonio, Libby puede ser condenado a una pena máxima de 30 años
de prisión y un millón 250 mil dólares en multas. En el informe de
procesamiento judicial de 22 páginas la fiscalía acusa a Libby de
obstruir la justicia. Procuró "intencionalmente y de manera
corrupta influenciar, obstruir e impedir la administración de
justicia... engañando y mintiendo al jurado investigador" sobre
cuándo y cómo supo que la agente encubierta Valerie Plame trabajaba
para la CIA".
Está también acusado
de engañar al gran jurado sobre cómo reveló esta información a la
prensa. Añade que en el falso testimonio "efectuó
intencionalmente una declaración falsa, ficticia y fraudulenta"
en la investigación del FBI.
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