Cheney
en la mira
El
"CIA–Gate" desata una crisis en la Casa Blanca
IAR–Noticias,
27/10/05
En
los últimos días el llamado "CIA–Gate", desatado tras la
revelación del nombre de una espía encubierta de la CIA, ya ha
salpicado a los principales funcionarios de la administración Bush,
entre ellos el "cerebro" Karl Rove, y ahora amenaza al
propio vicepresidente Cheney, de
quien The New York Times dice que tuvo una participación en el
escándalo.
Últimamente,
la atención mediática se había concentrado en la supuesta
participación del vicepresidente en el caso. Lewis "Scooter"
Libby, su "mano derecha" es el principal imputado de la
filtración en la prensa del nombre de la agente encubierta de la CIA,
Valerie Plame.
El
escándalo del "Cia–Gate", como se recordará,
está centrado en la filtración a la prensa de la identidad de
Valerie Plame como agente de la CIA en julio de 2003. En EEUU dar a
conocer la identidad de un agente secreto es considerado un delito
federal. La revelación del nombre de la espía se habría realizado
en venganza contra su esposo, el
ex embajador Joseph Wilson, que luego de constatar en una misión a
Nigeria a pedido de la CIA la inexistencia de tráfico nuclear con
Irak, acusó al gobierno de haber exagerado la amenaza representada
por el régimen de Saddam Hussein para entrar en guerra.
De
acuerdo a la sección 421 del Acta de protección de identidades de
Inteligencia de 1982, es ilegal revelar intencionalmente información identificando
a un agente encubierto "a ningún individuo no autorizado a
recibir información clasificada".
El
martes, el influyente diario The New York Times afirmó
que fue el propio vicepresidente Richard Cheney, quien reveló
la identidad de la agente a su asesor, Lewis Libby, levantando una ola
de especulaciones en la prensa norteamericana.
Por
otra parte, Dick Cheney padeció otro
revés cuando el martes el diario The Washington Post reveló
que el número dos del gobierno de Bush concibió un plan para que la
CIA quede exenta de la prohibición de torturar, que el Congreso de
EEUU está por aprobar.
El
diario neoyorkino señaló que varias notas en poder de un fiscal
federal que investiga el caso indican que el secretario de la
vicepresidencia, I. Lewis Libby, conoció la identidad de una agente
encubierta de la CIA a través del propio Cheney.
Para
documentar sus afirmaciones, el rotativo cita fuentes de
"abogados del caso", y asegura que los apuntes que tomó el
propio Libby en una reunión con Cheney el 12 de junio de 2003
demuestran que el vicepresidente le contó en aquella oportunidad que
Valerie Plame era agente de la CIA.
Los
apuntes de Libby indican que Cheney se enteró del cargo secreto de
Plame en la CIA cuando le pidió al entonces director del organismo,
George Tenet, información sobre Wilson, quien había hecho un viaje
especial a Níger para investigar los rumores sobre el interés de
Irak en comprar uranio a Níger.
El
nombre de Libby ha surgido recientemente en el centro jurídico de la
investigación penal del fiscal especial Patrick Fitzgerald, debido a
una conversación que sostuvo acerca de Plame con la periodista del
The New York Times Judith Miller.
Miller
afirmó que Libby le habló en tres ocasiones acerca de Plame y de su
esposo, el diplomático Joseph Wilson, aunque no le mencionó
necesariamente su nombre ni le indicó que era agente encubierta.
Las
notas de Libby indican que Cheney supo que Plame trabajaba para la CIA
más de un mes antes de que su identidad fuese divulgada públicamente
por el columnista Robert Novak.
Actualmente
Libby es, junto al asesor del presidente Bush, Karl Rove, el principal
sospechoso de haber participado en la filtración, pero siempre ha
argumentado que conoció el nombre Plame por los periodistas.
De
hecho, si estas informaciones publicadas por The New York Times se
confirman, Libby podría ser acusado de obstrucción a la justicia.
Crisis
en la Casa Blanca
Tras
la revelación del Times en los medios
estadounidenses comenzó a conocerse la información de que el fiscal
especial Fitzgerald pueda presentar esta misma semana cargos contra
Libby y también contra Karl Rove, el gurú político del presidente
Bush y su vicejefe de gabinete.
Pero
lo que más concita la atención de la opinión de los centros de
poder norteamericano es la versión que circula en la prensa
norteamericana de que el fiscal especial Patrick Fitzgerald podría
presentar cargos criminales contra Cheney,
en una iniciativa que podría dañar seriamente el golpeado
prestigio de la Casa Blanca.
Cheney
se vio implicado además por haber asegurada públicamente que no sabía
nada de Wilson. El New York Times, por el contrario, afirma que Cheney
habría hablado con Libby sobre la pareja Plame–Wilson bastante
antes que de que estallara el escándalo.
Abogados
próximos al caso, también conocido como "Plamegate",
esperan que el Gobierno de EEUU se enfrente a cargos criminales esta
misma semana por revelar el nombre de una espía, lo que podría
privar a la Casa Blanca de sus más preciados "arquitectos".
"Creo
que es muy probable que haya acusaciones", dijo a a varias
agencias William Banks, director del Instituto de Seguridad Nacional y
Contraterrorismo de la Universidad de Syracuse, en Nueva York.
En
opinión de Banks, el fiscal Patrick Fitzgerald acusará a miembros
del gobierno de violar una de las dos leyes que protegen la identidad
de los espías, así como de un delito de conspiración para
quebrantar esas normativas. Otros abogados dicen que parece haber
suficiente material para que se presenten cargos por falso testimonio
o perjurio.
Este
escándalo, junto con la llegada del huracán Wilma, las nuevas críticas
contra la candidata de Bush al Tribunal Supremo, Harriet Miers, y la
suma de 2.000 muertos estadounidenses en Irak, han hecho que los
analistas se refieran a estos próximos días como la "Semana de
Pasión" para la Casa Blanca.
Por
lo pronto, la Casa Blanca trata de minimizar el involucramiento del
vicepresidente, aunque cada vez son más lo que hablan de una posible
renuncia del número dos del gobierno si el fiscal decidiera
incriminarlo.
Desde
el Huracán Katrina la imagen de Bush y de su administración comenzó
un descenso acelerado en las encuestas, y hoy su popularidad toca los
niveles históricos más bajos de aceptación, su política en Irak es
rechazada por la mayoría de los estadounidenses, y las críticas
contra sus gestión ya se elevan desde los propios círculos del
establishment norteamericano.
Durante
todo el día miércoles el presidente George W. Bush intentó
disimular la tensión reinante en sus administración desarrollando
una agenda más cargada de lo habitual.
Pero,
según medios y analistas estadounidenses, continuamente estuvo
pendiente de lo que pudiera decidir el fiscal en cuyas manos está
actualmente el destino de su vicepresidente, Dick Cheney, su jefe de
despacho, Lewis "Scooter" Libby, y el asesor político número
uno de la Casa Blanca, Karl Rove.
El
llamado "CIA–Gate", o "caso Plame",
comenzó el 14 de julio de 2003, cuando el columnista Robert D.
Novak publicó en su columna el nombre de la agente de la CIA, Valerie
Plame.
Cinco
meses después, el escándalo era tal, que el fiscal Fitzgerald comenzó
a investigar para determinar si la revelación del nombre de Plame había
violado la ley federal y quién era el responsable de la filtración.
Desde
entonces Fitzgerald interrogó al propio presidente Bush, a su
vicepresidente y a más de dos docenas de funcionarios de la Casa
Blanca, incluyendo a Karl Rove; John Hannah, (asesor en asuntos de
Seguridad Nacional de Cheney), Lewis "Scooter" Libby, el
jefe de despacho de Cheney, Andy Card, jefe de despacho de la Casa
Blanca; el portavoz Scott McClellan; y otros altos funcionarios.
"Todavía
no sabemos si hay un delito que pueda ser objeto de un proceso, pero
por el caso, y por haber inducido al país a un error para
desencadenar la guerra, el gobierno será acusado ante el tribunal de
la historia", afirmó ante la prensa el ex candidato a la
presidencia, el demócrata John Kerry.
Quién
es quién en el "CIA–gate"
En
el centro de la tormenta: Valerie Plame y su esposo, Joseph Wilson
El
caso se centra en la filtración a la prensa de la identidad de
Valerie Plame como agente de la CIA en julio de 2003. Dar a conocer la
identidad de un agente secreto es considerado un delito federal.
Un
fiscal intenta determinar si altos funcionarios del gobierno revelaron
la identidad de Plame en un intento deliberado por desacreditar a su
esposo, el diplomático Joseph Wilson.
Wilson
había cuestionado abiertamente los datos de inteligencia citados por
el presidente Bush para atacar Irak.
Joseph
Wilson
El
ex embajador en Irak, Joseph Wilson, escribió un artículo de opinión
para el diario New York Times, en el que acusó al gobierno del
presidente George W. Bush de distorsionar los datos de inteligencia
sobre Irak.
Wilson
viajó a Níger en 2002 para investigar acusaciones de que el entonces
presidente de Irak, Saddam Hussein, había intentado comprar uranio
del país africano. Wilson, un diplomático considerado cercano al
Partido Demócrata y conocido por su postura crítica hacia Bush, señaló
que no encontró pruebas que fundamentaran esas acusaciones.
"No
me queda otra opción que concluir que parte de la inteligencia
relacionada con el programa nuclear de Irak fue distorsionada para
exagerar la amenaza iraquí", escribió Wilson en el New York
Times.
A
pesar de ello, el presidente Bush hizo una referencia expresa a la
presunta conexión Hussein–Níger en su discurso sobre el estado de
la nación en enero de 2003.
Como
embajador interino en Irak antes de la primera Guerra del Golfo,
Wilson desafió abiertamente a Hussein en 1991 dando refugio a más de
100 ciudadanos estadounidenses. Hussein había amenazado con ejecutar
a quien albergara ciudadanos extranjeros.
Wilson
se presentó ante la prensa llevando una soga en lugar de una corbata,
declarando posteriormente que el mensaje al entonces presidente iraquí
era claro: "Si quiere ejecutarme, traeré mi propia soga".
Valerie
Plame
Valerie
Plame Wilson es la agente de la CIA en el centro del caso y está
casada con Joseph Wilson. Su identidad fue revelada en primer lugar
por el columnista Robert Novak en un artículo en julio de 2003.
Novak
citó "dos funcionarios en la administración", según los
cuales Wilson había viajado a Níger porque su esposa –una agente
de la CIA– lo había recomendado para esa misión.
La
revelación sobre la identidad de Plame no llamó la atención de los
medios hasta setiembre de 2003, cuando se informó que la CIA había
solicitado que se investigara la filtración de la información.
Las
leyes federales establecen que dar a conocer la identidad de un agente
secreto es un delito que pone en riesgo la seguridad nacional.
Patrick
Fitzgerald
El
fiscal de Chicago fue designado en diciembre de 2003 como principal
investigador en el caso Plame.
Fitzgerald
podría presentar esta misma semana cargos en contra de los
principales sospechosos, Lewis Libby, jefe de gabinete del
vicepresidente Dick Cheney, y Karl Rove, principal asesor político
del presidente Bush.
En
el curso de su investigación, el fiscal ha interrogado en persona a
varios funcionarios de la CIA, la Casa Blanca y el Departamento de
Estado.
Se
sabe que por lo menos 20 testigos han prestado declaraciones a puertas
cerradas en relación al caso.
Robert
Novak
El
periodista Robert Novak fue quien primero reveló en una columna en
julio de 2003 que Valerie Plame trabajaba para la CIA y afirmó que la
agente había recomendado a su esposo para la misión a Níger.
Si
bien se cree que Novak ha cooperado con la investigación de
Fitzgerald, se ha negado a hablar públicamente sobre el caso.
El
periodista, considerado de postura conservadora, no ha sido ajeno a la
controversia en su larga carrera como comentarista político.
En
agosto de este año fue suspendido por la cadena CNN luego de que
profiriera insultos y abandonara el estudio del programa Inside
Politics"Entre bambalinas", cuando fue criticado por otro
comentarista.
Mathew
Cooper
El
reportero Mathew Cooper escribió un artículo para el sitio en
internet de la revista Time en julio de 2003, poco después de que
Novak publicara su columna.
Cooper
afirmó que "algunos funcionarios del gobierno" le habían
proporcionado datos similares a los citados por Novak.
El
reportero de Time aceptó declarar ante un tribunal ante la
posibilidad de ser encarcelado por desacato. Dijo que había deducido
la identidad de Plame a partir de una conversación con Rove, pero
aseguró que el asesor de Bush no había nombrado explícitamente a la
agente.
Cooper
también escribió en el sitio de Time que había hablado sobre Joseph
Wilson y su esposa con Lewis Libby.
Judith
Miller
La
periodista Judith Miller, del New York Times, había investigado el
caso Plame pero nunca publicó nada al respecto.
La
reportera, que fuera galardonada con el Premio Pulitzer, acabó
pasando 85 días en la cárcel por desacato, al negarse a nombrar sus
fuentes en la Casa Blanca.
Salió
en libertad en setiembre de 2005 y accedió a prestar testimonio sólo
si su fuente la autoriza formalmente.
Miller
dijo que habló con Lewis Libby, pero aseguró que éste no nombró a
Valerie Plame.
Karl
Rove
Uno
de los principales asesores políticos del presidente Bush y uno de
los dos principales sospechosos de haber filtrado la información
sobre Plame a la prensa.
Rove
ha negado las acusaciones de Mathew Cooper de que proporcionó
información al periodista en represalia por las críticas de Joseph
Wilson al gobierno de Bush.
Rove
ha prestado testimonio en al menos cuatro ocasiones sobre el caso.
Algunos
analistas consideran a Rove el verdadero "poder detrás del
trono" de Bush.
Si
el fiscal Fitzgerald decide presentar cargos, Rove podría ser
sometido a juicio y debería abandonar su puesto.
Lewis
Libby
Como
asesor y jefe de gabinete de Dick Cheney, Libby se ha visto
involucrado en prácticamente todas las decisiones de peso de la
administración Bush.
Libby
es, además de Rove, el principal sospechoso de haber filtrado la
información sobre la identidad de Plame. Si bien admitió haberse
referido a Plame en conversaciones con al menos dos periodistas, Libby
declaró que en ninguno de los casos mencionó explícitamente el
nombre de la agente ni reveló su identidad como espía de la CIA.
Dick
Cheney
La
Casa Blanca respaldó al vicepresidente Dick Cheney, luego de que un
diario lo señalara como uno de los implicados.
El
New York Times citó este martes "abogados del caso", según
los cuales los apuntes que tomó Libby en una reunión con Cheney el
12 de junio de 2003, prueban que el vicepresidente contó a su jefe de
gabinete que Valerie Plame era agente de la CIA.
Libby
ha sostenido hasta ahora que se enteró de la identidad de Plame en
conversaciones con periodistas.
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