No habrá visitantes
sordos a Guantánamo
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 02/11/05
Washington. La negativa
de Estados Unidos a admitir entrevistas de investigadores de la ONU a
detenidos por la "guerra contra el terror" hunde aun más el
prestigio del gobierno de George W. Bush en materia de derechos
humanos, según expertos.
Seis organizaciones
religiosas y humanitarias exigieron a los departamentos (ministerios)
de Justicia y de Defensa en Washington que permitan a investigadores
independientes entrevistar a detenidos en la base naval estadounidense
en Guantánamo, Cuba.
El gobierno debe tomar
esta y otras medidas para "poner fin a la tortura, el abuso y el
tratamiento inhumano" en Guantánamo, indicaron en una carta al
fiscal general Alberto Gonzales las organizaciones, entre ellas Amnistía
Internacional.
Los grupos anunciaron
un "ayuno por justicia" a nivel nacional, coincidente con el
fin mes sagrado musulmán de Ramadán y mientras transcurre desde
fines de junio –aunque con interrupciones– una huelga de hambre
entre detenidos en la base naval.
"La situación en
Guantánamo es desesperante. Los hombres están cerca de la
muerte", dijo la abogada Tina Foster, del Centro de Derechos
Constitucionales, que representa a gran cantidad de detenidos.
El también abogado Avi
Cover, de organización Human Rights First, advirtió que "negar
a los expertos internacionales en derechos humanos la posibilidad de
visitar a prisioneros en Guantánamo mantiene el manto de secreto
sobre las prácticas de detención". "Así, solo se generan
más preguntas sobre lo que se oculta y se socava la posición de
Estados Unidos en la comunidad mundial", sostuvo Cover.
"No tiene mucho
sentido que los relatores de la ONU (Organización de las Naciones
Unidas) realicen una investigación sobre el tratamiento de los
detenidos si apenas se les facilita un 'tour' censurado por el Pentágono
sin reunirse con prisioneros para escuchar sus relatos", consideró
el abogado.
El secretario
(ministro) de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, dijo que no
permitiría que investigadores de la ONU se entrevistaran con los
prisioneros en el centro de detención de Guantánamo, inaugurado en
enero de 2002. Rumsfeld consideró que la huelga de hambre, en que han
participado cerca de la mitad de los 540 prisioneros de 40 países
diferentes, era un esfuerzo deliberado para atraer la atención de los
medios de comunicación.
Por otra parte, agregó,
el Comité Internacional de la Cruz Roja seguirá teniendo acceso
ilimitado a los prisioneros, algunos de los cuales están entre rejas
desde hace cuatro años sin que se les hubiera iniciado un proceso
judicial.
"Hay varias
personas que siguen una dieta por la cual no comen por un periodo y en
cierto punto salen y se rotan para que otras personas hagan lo mismo
", dijo Rumsfeld a la prensa en el Pentágono. "Se trata
claramente de una técnica para llamarles la atención a ustedes,
amigos, y les resultó bien."
El gobierno de Bush ha
asegurado que los confinados en Guantánamo, la mayoría de ellos
detenidos a raíz de la invasión a Afganistán en 2001, no merecen la
protección de las Convenciones de Ginebra pues son "combatientes
enemigos" y no "prisioneros de guerra".
La ocupación de
Afganistán en octubre de 2001 fue la respuesta a los atentados que el
11 de septiembre de ese año dejaron 3.000 muertos en Nueva York y
Washington. Esos ataques fueron reivindicados por la red terrorista Al
Qaeda, entonces protegida por el régimen islámico Talibán, que
dominaba la mayor parte del territorio afgano.
La presión
internacional para abrir la base naval al escrutinio de los
investigadores de la ONU se ha intensificado, fundamentalmente a raíz
de denuncias de abogados de detenidos en cuanto a la magnitud de la
huelga de hambre.
Los defensores de los
prisioneros advirtieron, además, que las autoridades de Guantánamo
no accedieron a implementar las mejoras en las condiciones de vida de
los detenidos acordadas meses atrás, luego de demandas por profanación
del Corán y maltratos de diverso grado.
Entre esos acuerdos
figuraba el cumplimiento de los principios de las Convenciones de
Ginebra, base del derecho internacional humanitario, que atiende la
situación de las poblaciones civiles afectadas por conflictos armados
y a los prisioneros de guerra.
También se acordó
cumplir con una sentencia emitida hace 16 meses por la Corte Suprema
de Justicia de Estados Unidos y que permite a los prisioneros exigir
una aclaración sobre su estatus ante un tribunal no sometido al
control del Pentágono.
Las autoridades de
Guantánamo respondieron a la huelga de hambre, según diversas
versiones, obligando a los debilitados prisioneros a alimentarse a
través de tubos nasogástricos.
Los procedimientos de
alimentación forzada incluyeron mecanismos de tortura y actitudes sádicas
por parte de los carceleros.
La jueza federal
estadounidense Gladys Kessler manifestó la semana pasada que los
informes que le entregaron defensores de prisioneros son
"profundamente preocupantes", y ordenó al gobierno la
entrega de los registros médicos de los detenidos forzados a
alimentarse.
Pero el Pentágono
aseguró el martes que ninguno de los 27 detenidos que, según esa
cartera, fueron obligados a alimentarse ha sufrido maltrato.
Un detenido, Abdul
Rahman, informó a su abogado que "un médico de la marina puso
el tubo en su nariz y lo movió de arriba a abajo hasta que el hombre
comenzó a vomitar sangre violentamente".
Otros relatos describen
los tubos como "del ancho de un dedo", y asegura que eran
puestos "forzadamente" sin "anestesia ni
sedantes", ni "esterilización". "Cuando los tubos
eran reinsertados, los detenidos podían ver la sangre y la bilis de
otros detenidos en los tubos."
El Pentágono invitó
el 27 de octubre a los relatores especiales de la ONU sobre tortura,
libertad de credo y detenciones arbitrarias a visitar Guantánamo,
pero sin admitir la posibilidad de que se entrevistaran con los
detenidos.
Los tres expertos del
foro mundial han solicitado infructuosamente acceso al centro de
detención desde comienzos de 2002.
El relator especial
sobre Torturas de la ONU, Manfred Nowak, anunció que no aceptaría la
invitación así formulada. "No tiene sentido", dijo Nowak
al diario estadounidense The Washington Post. "No se puede
realizar una misión así sin hablar con los detenidos."
"Dicen que no
tienen nada que ocultar. De ser así, ¿por qué no podríamos hablar
con los detenidos en privado?", se preguntó.
La Corte Suprema de
Justicia sentenció en junio de 2004 que la base naval en Guantánamo
no era ajena a la jurisdicción de la ley estadounidense, y que los
detenidos podían apelar su situación mediante un procedimiento de hábeas
corpus en un tribunal independiente.
Pero el Pentágono sólo
ha admitido un procedimiento de revisión a cargo de paneles
militares, en que los detenidos carecen de acceso a información
reservada y del derecho a ser representados por un abogado.
De todos modos, docenas
de prisioneros fueron devueltos a sus países de origen después de
tales audiencias.
El derecho termina
donde empiezan cárceles militares
Por Gustavo Capdevila
Inter
Press Service (IPS), 28/10/05
Ginebra. Estados Unidos
sostuvo otro encontronazo con juristas internacionales al persistir en
su interpretación de que los detenidos por presunto terrorismo que
mantiene en la base naval de Guantánamo, Cuba, y en decenas de
prisiones en el mundo, carecen del amparo de tratados internacionales
de derechos humanos.
El informe periódico
de las autoridades estadounidenses al Comité de Derechos Humanos de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presentado la semana
pasada con siete años de retraso, diverge de manera terminante con
las opiniones de ese organismo y también con las de juristas
especializados.
La cuestión en disputa
es la aplicación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
una de las columnas del sistema de derechos de la ONU, que ese Comité
se encarga de supervisar entre los 154 Estados que hasta ahora lo han
ratificado.
El documento enviado
por Washington afirma que ha llegado a "la ineludible conclusión"
de que ese Pacto "se aplica únicamente dentro del territorio del
Estado parte".
Durante una reunión
informativa que organizaciones no gubernamentales estadounidenses
especializadas en derechos humanos sostuvieron esta semana con
miembros del Comité, se afirmó que Estados Unidos mantiene unos 20
centros militares de detención clandestinos, particularmente cerca de
las zonas de conflicto en Iraq y en Afganistán.
El Comité había
dirigido una carta al gobierno de Estados Unidos, el 27 de julio de
2004, en la que solicitaba que Washington se ocupara en su informe de
"los problemas relacionados con la situación legal y el trato a
las personas detenidas en Afganistán, Guantánamo, Iraq y otros
lugares de detención fuera de Estados Unidos".
Además de cuestionar
el concepto de la extraterritorialidad, la contestación
estadounidense agrega que "la situación legal y el trato de esas
personas están gobernados por las leyes de la guerra".
La respuesta
estadounidense recibirá probablemente un rechazo contundente del
Comité, un organismo integrado por 18 expertos independientes
propuestos por gobiernos, que la semana venidera concluirá en esta
ciudad suiza el último de sus tres períodos anuales de sesiones.
El asunto ya ha
ocasionado desencuentros entre el Comité y las autoridades de Estados
Unidos. En octubre de 1995, el organismo declaró que "no
comparte el punto de vista expresado por el gobierno estadounidense de
que en todas las circunstancias, el Pacto carece de alcance
extraterritorial".
Esa opinión es
"contraria a la interpretación consecuente del Comité en este
tema, de que en circunstancias especiales las personas pueden caer
bajo el asunto de jurisdicción de un Estado parte, aun cuando sea
fuera del territorio de ese estado", declaró el órgano.
El subdirector de la
Comisión Internacional de Juristas (CIJ), Federico Abreu Guzmán,
observó que la jurisprudencia respaldaba de manera unánime el
criterio del Comité.
Abreu Guzmán mencionó
a IPS que además del Comité de Derechos Humanos, se han pronunciado
en el mismo sentido el Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales de la ONU, la Corte Europea de Derechos Humanos y la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
El experto de la CIJ
citó también a la propia Corte Suprema de Estados Unidos, en una
decisión adoptada el 28 de junio de 2004 en el caso "Rasul c/
Bush". El máximo tribunal dictaminó que los ciudadanos
extranjeros detenidos y trasladados a la cárcel de Guantánamo también
tenían derecho al recurso de habeas corpus ante la justicia
estadounidense.
Otro experto, Alejandro
Teitelbaum, representante en Ginebra de la Asociación Americana de
Juristas (AAJ), apuntó que una interpretación del mismo Comité de
Derechos Humanos ya había estimado que "sería insensato que se
permitiera perpetrar violaciones al Pacto en el territorio de otro
Estado que no podría perpetrar en su propio territorio".
Esa opinión fue
vertida por el Comité al analizar los casos de ciudadanos uruguayos
secuestrados en la década de 1970 por militares de esa misma
nacionalidad, en territorios de Argentina y Brasil. Las violaciones se
cometieron fuera de la jurisdicción de Uruguay, pero el Estado
denunciado por las víctimas fue el uruguayo, recordó Teitelbaum.
Abreu Guzmán insistió
en que los tratados de derechos humanos se aplican donde los Estados
ejercen jurisdicción, que se determina con la prueba de si el Estado
"ejerce efectivo (no necesariamente soberano) control sobre un
territorio".
La interpretación
estadounidense crea una situación absurda y ventajosa para su
gobierno, dijo Teitelbaum a IPS. Por ejemplo, los ciudadanos panameños
que recibieron las bombas durante la invasión estadounidense de 1989
a ese país, no pueden denunciar a Washington ante el Comité de la
ONU "porque no están ni viven en territorio de Estados
Unidos", observó.
En su mensaje de julio
de 2004, el Comité efectuó además una serie de sugerencias y
recomendaciones al gobierno de Estados Unidos con relación a la
aplicación del Pacto.
Una de ellas subraya la
necesidad de que las autoridades incrementen sus esfuerzos para
prevenir y eliminar actitudes discriminatorias persistentes contra
personas de grupos minoritarios y mujeres inclusive a través de la
adopción de acciones afirmativas, cuando sea adecuado, dijo el Comité.
En su respuesta,
Estados Unidos expone los esfuerzos que realiza con esos fines, pero
advierte al Comité de que ninguna cláusula del Pacto requiere el uso
de la acción afirmativa como política gubernamental.
Con relación a la pena
de muerte, el informe aseguró que en Estados Unidos esas ejecuciones
estaban restringidas a casos de violaciones especialmente graves.
También afirmó que según el criterio de la Constitución
estadounidense, los métodos de ejecución aplicados actualmente no
constituyen castigos crueles ni desusados.
El informe de Estados
Unidos será discutido, con una representación oficial del país,
durante la sesión que el Comité realizará en Ginebra en julio del año
próximo. Los miembros del organismo volverán a reunirse en marzo,
durante la sesión que celebrarán en Nueva York, con los
representantes de las organizaciones no gubernamentales
estadounidenses.
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