Estrategia
de salida
Por
Immanuel Wallerstein
La Jornada, 06/11/05
Traducción de Ramón Vera Herrera
En
Estados Unidos el debate ha dado un giro. Ya no se trata de los méritos
de la invasión estadounidense a Irak. Ahora se debate cuándo y cómo
puede Estados Unidos retirar sus tropas, a lo cual se le llama
"estrategia de salida". George W. Bush continúa
pronunciando discursos, ante públicos ultra amistosos, en los que
afirma que una retirada ahora envalentonaría a los terroristas. Pero
creo que uno debe tomar nota del "ahora" de su retórica.
En
cualquier caso, la retórica de Bush no va muy bien. Aun entre sus más
ardientes simpatizantes, muchos dicen que la retórica es vacua, y no
hay evidencia concreta acerca del progreso militar o político de la
posición estadounidense en Irak. De hecho, la situación parece peor
cada día, si oficiales del gobierno respaldado por Estados Unidos en
la Basora chiíta arrestan a soldados británicos que tienen que ser
rescatados por la fuerza.
Hay
que prestar atención cuando la voz quintaesencial del establishment
en cuestiones de política exterior en Estados Unidos, la revista
Foreign Affairs, publica un artículo donde el autor argumenta que
"la doctrina Bush ha colapsado" y que, en consecuencia, el
gobierno no tiene más opción que "abrazar el realismo" y
asumir un "giro pragmático". Y pese a las repetidas
declaraciones de varias personas que afirman que las tropas
estadounidenses podrían quedarse hasta 2009 o aun más allá, el
mayor general Douglas Lute, director de operaciones del Comando
Central estadounidense (quien supervisa la ocupación de Irak),
asevera ahora públicamente que Estados Unidos sacará "números
significativos de tropas de Irak en los próximos 12 meses, pese a la
violencia continuada".
Pienso
que el signo más fuerte de un cambio en el sentir de Estados Unidos
es que uno de los candidatos del Partido Republicano para la postulación
presidencial de 2008, el senador Chuck Hagel, de Nebraska, diga que el
país se está "empantanando más y más en Irak", que el
presidente debería reunirse con Cindy Sheehan y que la Casa Blanca
está "desconectada de la realidad y está perdiendo la
guerra". No importa que Hagel tenga razón o no la tenga. La
cuestión importante es que está pugnando por una postulación
republicana, y debe suponer que hay votantes republicanos que
responderán a la validez de su análisis. De hecho, Hagel se está
moviendo más aprisa que los políticos demócratas que puntean,
excepción hecha del senador Russel Feingold, de Wisconsin, también
candidato a la nominación presidencial, que oficialmente ya hizo un
llamado a retirarse de Irak para finales de 2006.
Más
hacia la izquierda, hay algunos grupos que hoy llaman a retirada
inmediata. Su marcha a Washington fue un claro logro, pues
participaron entre 100 mil y 200 mil personas, todavía no las
cantidades que se oponían a la guerra de Vietnam, pero en ésta no
hay reclutas de clase media. La mayor parte de los soldados pertenecen
a las minorías de clase más baja o son blancos pobres.
Las
últimas encuestas muestran una división de tres vías en la opinión
pública estadounidense: una tercera parte favorece una retirada total
e inmediata; otra tercera quiere reducir el número de tropas, pero no
está lista para una retirada total; la tercera parte restante dice
"mantengan el rumbo", usando la frase del presidente Bush, o
dice permanezcamos en Irak "hasta cumplir con la tarea",
como lo pone el vicepresidente Dick Cheney. Esto parece implicar mucho
tiempo. Aquellos situados más en el centro político quieren una
retirada programada a fecha fija. The Observer de Londres escribió
recientemente que el gobierno británico planea retirar un número
sustancial de tropas para la primavera próxima. De inmediato Tony
Blair negó esto, pero The Observer no tiene reputación de inventar
cuentos.
La
gente en el campo de Cheney es realmente inamovible y seguirá
impulsando sus puntos de vista. El debate más interesante es el que
ocurre entre quienes llaman a una reducción de tropas y a una
retirada programada a fecha fija y quienes propugnan por una retirada
total e inmediata.
En
las últimas semanas, virtualmente todos los periódicos importantes
de Estados Unidos publican editoriales cuyo tenor es: probablemente
Estados Unidos cometió un error al invadir Irak. Pero ahora tiene
"responsabilidades" y no puede irse precipitadamente, pues
eso daría por resultado una guerra civil. Los llamados
"moderados" (que llaman a retirarse en una fecha programada)
argumentan que, aunque la invasión inicial fue injustificada, la
responsabilidad estadounidense hacia los iraquíes es ayudar al
gobierno respaldado por Estados Unidos a que mantenga el orden
interno, hasta que pueda demostrar que puede hacerlo por sí mismo.
Este grupo blande la amenaza de un quiebre total en el orden nacional
de Irak, guerra civil y tal vez otras invasiones (de Irán, Turquía y
Arabia Saudita).
La
respuesta de quienes favorecen una retirada inmediata es bastante
simple. Argumentan que en Irak el orden ya se rompió, que la
continuada presencia estadounidense es una de las causas principales
de este quiebre, que cualquier día adicional que se permanezca ahí
empeora la situación en vez de mejorarla. Finalmente, argumentan que
una fecha fija en el futuro no tiene magia porque es mínima la
probabilidad de que en tal fecha la situación sea sustancialmente
diferente de hoy.
El
régimen no sólo perdió la guerra de Irak en el terreno. Pierde más
y más el respaldo del público estadounidense, en forma tal que para
Bush puede ser irreparable.
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