Enfrenta
la Casa Blanca las condiciones políticas más adversas en los últimos
11 años. Analistas no
descartan que el Partido Republicano pierda escaños en próximos
comicios
Salen
a la luz nuevas pruebas que debilitan la justificación para la guerra
en Irak
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 07/11/05
Washington,
6 de noviembre. La Casa Blanca no escapa de las malas noticias desde
Alaska hasta Tierra del Fuego. Mientras se reportó otro fracaso de la
política exterior del gobierno de George W. Bush en la Cumbre de las
Américas en Argentina, donde el presidente no obtuvo ni un acuerdo mínimo
para avanzar sobre su prioridad de promover el "libre
comercio", aquí se revelaron más pruebas –como si faltaran–
de que otra justificación central para la guerra en Irak fue basada
en "inteligencia" desacreditada.
A
la vez, la creciente desaprobación pública de la gestión de este
presidente y las consecuencias de su guerra en Irak generan ahora las
"condiciones políticas más adversas" de los últimos 11 años,
no sólo para el Partido Republicano, informó hoy el Washington Post.
Por
el momento, este gobierno está rodeado de graves problemas, pero tal
vez ninguno peor que todo lo relacionado con su política bélica,
desde el desastre en el terreno mismo de la guerra en Irak hasta los
escándalos sobre la manipulación y fabricación de sus
justificaciones para esta guerra y el propio encubrimiento de esta
gran obra de ficción.
El
senador Carl Levin, el demócrata de mayor rango en el Comité de
Fuerzas Armadas, difundió información hasta ahora clasificada, en la
que se reveló que la propia Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA,
por sus siglas en inglés) ya expresaba serias dudas desde febrero de
2002 sobre la credibilidad de un operativo libio de alto rango de Al
Qaeda, capturado por fuerzas estadounidenses, y cuyas alegaciones
formaron la base de los argumentos del gobierno de Bush de que
"terroristas" se capacitaban en Irak en el manejo de armas
químicas y biológicas.
Por
cierto, el operativo desmintió sus propias versiones en enero de
2004, y un mes después la CIA retiró toda información de
inteligencia basada en los reportes proporcionados por este individuo.
Pero Estados Unidos ya había invadido Irak, en marzo de 2003.
La
inteligencia "errónea"
Levin
señaló en entrevista con el Post que desde esas fechas hasta ahora,
casi toda la inteligencia sobre si Irak había obtenido o buscaba
armas de destrucción masiva ha resultado errónea. "La información
recién desclasificada ofrece más pruebas dramáticas de que las
declaraciones pre–guerra de este gobierno en torno al vínculo entre
Saddam Hussein y Al Qaeda representan una decepción increíble",
dijo Levin.
Levin
y algunos medios recordaron declaraciones públicas de Bush y sus
altos funcionarios en las que emplearon estas versiones sobre el vínculo
entre Hussein, Al Qaeda y armas de destrucción masiva en varias
ocasiones para promover y justificar la guerra. Señaló que si el público
y el Congreso hubieran estado enterados sobre las dudas de la DIA y
otros, seguramente habría cambiado el debate sobre la guerra.
Mientras,
una de las figuras claves en el gran engaño sobre Irak y los motivos
de guerra está por regresar a Washington en el contexto de una visita
oficial. Ahmed Chalabi, viceprimer ministro de Irak se entrevistará
esta semana con la secretaria de Estado Condoleezza Rice, y el
secretario del Tesoro, John Snow, en lo que para algunos dentro del
gobierno será una pesadilla, ya que recordará al público al hombre
que hace menos de un año fue considerado como un eje de la conspiración
para provocar la guerra.
Chalabi
fue favorito de los neoconservadores, en particular del grupo del
vicepresidente, Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald
Rumsfeld, y jefe del Congreso Nacional Iraquí, agrupación de oposición
de Hussein financiada por Estados Unidos. Toda la información que
otorgó al gobierno estadounidense antes de la guerra sobre las armas
de destrucción masiva fue falsa, y además fue uno de los que
garantizó que el pueblo iraquí daría una gran bienvenida a la
invasión estadounidense, la cual sería recibida como un ejército de
liberación.
Poco
después de la guerra, el gobierno estadounidense se distanció al
investigarlo por espionaje y fuerzas estadounidenses tomaron por
asalto su oficina en Bagdad, al sospechar que colaboraba con el
gobierno de Irán, con el cual mantiene muy buenas relaciones. Su
presencia en Washington provocará de nuevo todo este debate.
Todo
esto, junto con los altos precios del petróleo, la continua
inseguridad económica, y ahora el tema de honestidad en el gobierno,
generan mayor desencanto con la administración de Bush y el Partido
Republicano, particularmente en la Legislatura, donde mantiene una
mayoría en ambas cámaras.
De
hecho, algunos estrategas ya no descartan –como lo hacían hace sólo
un par de meses– la posibilidad de que si las cosas siguen así los
republicanos podrían sufrir graves pérdidas en la Legislatura en las
elecciones del próximo año, e incluso la posibilidad de perder el
control de una y –aunque sea muy improbable– hasta de ambas cámaras.
Una
nueva encuesta de ABC News/Washington Post registra que 61 por ciento
desaprueba el trabajo de los republicanos en el Congreso, con sólo 35
por ciento que lo aprueba. El presidente continúa registrando sus
niveles más bajos de aprobación en 5 años, entre 35 y 39 por ciento
en las últimas encuestas, y con 60 por ciento desaprobando en esta
encuesta de ABC News. Un 68 por ciento opina que el país va sobre un
carril equivocado, y sólo 35 por ciento tiene una visión optimista
de la economía. Todo indica que el partido en el poder está en
apuros.
Sin
embargo, lo salva una cosa: el público tampoco confía en el otro
partido, el Demócrata. Según la encuesta sólo 41 por ciento aprueba
al partido de oposición en el Congreso, sólo 6 puntos más, y una
mayoría opina que los demócratas no ofrecen una alternativa clara y
coherente.
Peor
aún, una gran mayoría, 71 por ciento, cree que no hay diferencia
entre políticos demócratas y republicanos en torno a la honestidad y
el comportamiento ético.
Tal
vez Bush sí regresa con un regalo desde Argentina: la demanda de ese
pueblo cuando estaba sumido en el peor periodo de su crisis ante la
clase política: "Que se vayan todos".
El
tema de la tortura provoca fisuras en el equipo más cercano a Bush.
La presencia de Ahmed Chalabi en Washington calienta el debate sobre
la guerra de Irak
Constantes
filtraciones tienen bajo sospecha a altos funcionarios estadounidenses
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 10/11/05
Nueva
York, 9 de noviembre. "Nosotros no torturamos", tuvieron que
repetir una y otra vez el presidente George W. Bush, su vocero, sus
subordinados y sus aliados más allegados en el Congreso en los últimos
días, pero la respuesta no satisface, y la pregunta sigue escuchándose
en los pasillos del poder y en el resto del país al aparecer más
pruebas que contradicen la versión oficial.
Peor
aún, el vicepresidente Dick Cheney continúa buscando una
"exención" para la CIA en el proyecto legislativo ya
aprobado por el Senado, con una votación de 90 a 9, que prohíbe la
tortura y todo trato cruel e inhumano de detenidos por fuerzas
estadounidenses. El argumento es que esto limita la capacidad del
Ejecutivo de proteger al país en casos de suma emergencia cuando se
sabe de una amenaza "terrorista" inminente y un detenido
podría proporcionar la información para evitar el desastre.
Ayer
en la Casa Blanca durante la conferencia de prensa diaria, hubo un
intenso intercambio entre periodistas y Scott McClellan, el vocero de
la Casa Blanca. Uno tras otro informador interrogaron al portavoz para
que definiera la posición oficial. "No torturamos" dijo,
pero también repetía el argumento de que en el esfuerzo por detener
atentados terroristas el gobierno tiene que emplear todo recurso a su
disposición.
Hoy
continuó el mismo intercambio en la conferencia del Departamento de
Estado, y ahí el vocero, Adam Ereli, intentó responder una vez más,
sin gran éxito: "Estaremos realizando esa guerra (contra el
terrorismo), permanecer fieles a nuestros valores, a nuestros
principios, a nuestras leyes y constituciones y ser respetuosos y
mantener en mente nuestras obligaciones internacionales.... el
presidente, el asesor de Seguridad Nacional y la Secretaria (de
Estado) lo han dicho muy claramente, no torturamos, y al abordar los
desafíos de aquellos que no respetan ninguna regla, nos mantendremos
fieles a nuestras leyes, nuestros valores y nuestra Constitución".
Información
contradictoria
Pero,
como casi todos los días, aparece información contradictoria. El New
York Times reportó hoy que la propia CIA emitió un informe
clasificado el año pasado advirtiendo que las técnicas de
interrogación aprobadas por la agencia después del 11–S podrían
violar algunas cláusulas de la Convención Internacional contra la
Tortura. El informe revela gran inquietud dentro de la propia agencia
sobre por lo menos 10 técnicas autorizadas para emplearse contra
sospechosos de "terrorismo", y que van mucho más allá que
las permitidas por el código militar para el trato de prisioneros de
guerra.
Pero
este tema de tortura y otros aspectos de la llamada "guerra
contra el terrorismo", desde Irak a los centros de detención
clandestinos, de la manipulación de inteligencia para justificar la
guerra hasta esfuerzos para encubrir esta manipulación, a medidas
ampliadas de espionaje sobre ciudadanos estadounidenses, y el trato
judicial de los detenidos por Estados Unidos, entre otras cosas, están
provocando fisuras y fracturas en lo que era hasta hace poco un equipo
presidencial y un Partido Republicano unido y en control del aparato
político nacional.
Ha
llegado a tal punto que algunos medios hablan de una "erosión"
en la íntima relación entre Bush y Cheney como consecuencia del escándalo
sobre la filtración de la identidad de una agente de la CIA y las
acusaciones criminales ya presentadas contra Lewis Libby, ex jefe de
equipo del vicepresidente y uno de los arquitectos de la guerra contra
Irak.
En
torno al asunto de tortura, la mayoría de los republicanos en el
Senado ha demostrado que no apoya a Cheney ni a Bush en este asunto, y
hay una batalla pública encabezada por el senador John McCain y otros
republicanos, con el apoyo de hasta el ex secretario de Estado Colin
Powell, para prohibir el empleo de la tortura, esa que el gobierno
insiste en aclarar que no usa.
Se
pierde la coordinación
Mientras
continúa la indagatoria sobre la filtración, y quedan bajo sospecha
altos funcionarios, entre ellos el "cerebro" de Bush, su
estratega Kart Rove, y hasta el mismo vicepresidente, estallan otras
crisis. Cuando el Washington Post divulgó información confirmando
que la CIA mantiene varios centros de detención clandestinos en países
de Asia y Europa oriental, se generó otro debate sobre el trato a los
detenidos.
Pero
peor aún, provocó que se manifestara otra falta de unidad y
coordinación entre los propios republicanos en el Congreso y con la
Casa Blanca. Los líderes republicanos de ambas cámaras: el senador
Bill Frist y el representante Dennis Hastert, ordenaron una
investigación legislativa sobre quién y cómo se filtró la
información clasificada sobre estos centros de detención al Post.
Pero al parecer, no se molestaron en consultar a varios de sus
colegas, muchos de los cuales cuestionaron públicamente la orden.
El
senador conservador y ex líder de la cámara alta Trent Lott arruinó
la ofensiva de sus líderes cuando sugirió que era probable que la
información haya sido filtrada por un asesor de un senador
republicano, y sugirió que era poco importante proceder con esta
investigación, ya que 10 senadores republicanos fueron informados
sobre lo de la CIA, y dijo que en Washington esa información se
filtra casi siempre.
Mientras
tanto su colega Lindsey Graham, otro republicano, comentó: "esto
es como no ver el bosque para ver los árboles. La historia real aquí
son esas cárceles", y no quién filtró la información sobre
ellas. Otros senadores republicanos coincidieron con él, y otros más
pensaron que esta maniobra de su liderazgo podría ser poco sabia, ya
que es por un tema en el que los republicanos están más que
vulnerables.
El
Post informó hoy que la decisión del liderazgo para convocar una
investigación bicamaral, fue una sorpresa para los presidentes de los
comités de inteligencia en ambas cámaras, quienes se enteraron por
los medios de lo anunciado por sus líderes.
Los
demócratas usaron toda esta faena para promover una investigación más
amplia. "Si el presidente (de la cámara) y el líder de la mayoría
en el Senado están interesados en esto, deberían unirse con nosotros
para llegar al fondo de ocurrido y llevar a nuestro país a la
guerra", declaró el líder de la minoría demócrata, el senador
Harry Reid.
Para
complicar aún más las cosas, la CIA solicitó oficialmente que el
Departamento de Justicia investigara la filtración al Post, de
informes sobre los "sitios negros".
Pero
las cosas andan tan fuera de control que una alta funcionaria de
inteligencia no sólo filtró, sino que anunció ante cientos de
personas uno de los secretos más guardados durante décadas en este
país. Mary Margaret Graham, la subdirectora de inteligencia nacional
(en la nueva oficina de coordinación de inteligencia encabezada por
John Negroponte), y veterana de 27 años de servicio en la CIA, divulgó
en un discurso durante un foro en Texas el presupuesto de inteligencia
de Estados Unidos: 44 mil millones de dólares. US News & World
Report informó del hecho ya que uno de sus reporteros estaba entre
los presentes en la sala escuchando su ponencia.
Para
colmo, Ahmed Chalabi, el viceprimer ministro de Irak quien fue fuente
de buena parte de la "inteligencia" errónea sobre las armas
de destrucción masiva antes de la guerra, y que está bajo
investigación por posibles filtraciones de inteligencia al gobierno
de Irán, se reunió hoy en Washington con el vicepresidente Cheney y
la secretaria de Estado Condoleezza Rice, obligando a los voceros a
ofrecer argumentos tortuosos sobre estos intercambios. Pero su
presencia en Washington calentó más el debate en torno a la guerra
en Irak, la manipulación de información y propaganda, y su
encubrimiento.
Renuncia
Judith Miller al NYT
En
este contexto, el New York Times anunció este miércoles que su
veterana reportera Judith Miller, quien difundió mucha de la
información falsa otorgada por Chalabi y sus socios estadounidenses
como Libby y Rumsfeld para justificar la guerra en Irak, presentó su
renuncia a partir de hoy mismo después de 28 años con el rotativo.
Miller fue un eje de la investigación de la filtración del nombre de
la agente de la CIA como también centro de la controversia sobre las
políticas bélicas de Bush.
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