Participó
de todos los negocios y operaciones imperialistas de las últimas dos
décadas. Desde el Irangate, la invasión a Panamá, la primera Guerra
del Golfo, hasta la invasión y ocupación militar de Irak donde jugó
un rol principal. Junto con Donald Rumsfeld y Condoleezza Rice,
conforman el "terceto estratégico" de los halcones
petroleros de la Casa Blanca.
Dick
Cheney, el vicepresidente de Bush
Por
Manuel Freytas
IAR-Noticias, 22/11/05
En
el entorno de George W. Bush, 41er. presidente de los Estados Unidos,
hay un señor de rostro afable y con aspecto de "abuelo
bueno", de esos que llevan a sus nietos al zoológico o al parque
de diversiones.
Su
misión como vicepresidente de EEUU: invadir países, expandir las
ganancias del consorcio petrolero Halliburton y cuidar las espaldas
del Presidente Bush, por encargo de su padre George, el jefe
indiscutido de la dinastía en el poder.
Se
trata de Richard Bruce Cheney, nacido en Lincoln, Nebraska, hace 64 años.
Su historial médico revela que ha sufrido cuatro ataques cardíacos
-el más reciente en el 2000- y en 1988 fue sometido a una cirugía en
la que le colocaron cuatro by-pass.
De
este hombre de rostro apacible y mirada serena se dice, entre otras
cosas, que es la "voz de Papá Bush" dentro del gabinete
presidencial, y el único (junto con Condoleezza Rice) que puede
ingresar a la oficina de W. sin tocar la puerta.
Junto
con Donald Rumsfeld y Condoleezza Rice, conforman el "terceto
estratégico" de los halcones petroleros de la Casa Blanca, y de
su mano ingresaron a la administración Bush los más destacados
integrantes del llamado lobby judío como el segundo del departamento
de Defensa, Paul Wolfowitz, Douglas Feith, número tres en el Pentágono,
Elliott Abrams, a cargo de la política de Medio Oriente en el Consejo
Nacional de Seguridad, y Lewis "Scooter" Libby, que se
desempeñaba como su jefe de gabinete antes de renunciar imputado en
el "CIA-gate".
Asesorado
en las sombras por su socio y amigo el ex presidente George Bush
(padre de W.), se valió de esa circunstancia para colocar en la
primera línea de la administración republicana a los más reputados
intelectuales y tecnócratas que hoy diseñan la política militar de
EEUU.
Esos
funcionarios, los llamados neocons, provienen principalmente del lobby
sionista de Israel, la derecha cristiana, los think-tanks, las
fundaciones y los grandes consorcios mediáticos -diarios y cadenas
televisivas y radiales- que integran la logia empresarial contratista
del Complejo Militar Industrial.
Una
vez que abandonan sus cargos en la administración estadounidense
pasan a desempeñarse en los think-tanks (gabinetes estratégicos)
como el American Enterprise Institute (AEI), y el Centro de Estudios
Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés),
desde los cuales siguen operando ideas y negocios para el lobby desde
la función privada.
El
lobby judío opera (hace negocios y posibilita negocios) sobre los
cuatro sectores claves del poder estadounidense: Defensa, el Complejo
Militar Industrial, Wall Street y los medios de comunicación,
vinculados a los consorcios armamentistas, petroleros, financieros y
tecnológicos a través de infinitas redes y vasos comunicantes.
El
grupo de funcionarios del lobby se apoderó de la administración Bush
hijo por medio de Cheney (quien se maneja como una especie de tutor
político de W.) cuándo éste estaba a cargo de la transición
presidencial (el período entre la elección en noviembre y el acceso
al poder en enero).
Desde
ese espacio clave empezaron a construir las nuevas coordenadas de la
política exterior del Imperio y diseñaron la nueva estrategia
colonizadora del Estado norteamericano: las guerras preventivas contra
el "eje del mal", plasmadas en el papel por la halcona negra
Condoleezza Rice.
Desde
allí el lobby construyó las principales teorías legitimadoras de la
nueva invasión a Irak en base a informes falsos como lo fue, por
ejemplo, la información provista a Bush sobre las armas químicas de
Saddam, y sus presuntas vinculaciones con la organización Al Qaeda de
Bin Laden.
Experiencia
que le valió el mote de "fabrica de mentiras" con que se
conocía a esta oficina invisible del lobby en el Pentágono y en la
Casa Blanca.
El
jefe de los "blandos", o las "palomas", de la Casa
Blanca, el ex Secretario de Estado Colin Powell -otro funcionario de
la más íntima confiaanza de la familia Bush- fue rodeado por la red
derechista "dura" de Cheney, integrada en sus primeras líneas
por Wolfowitz, Perle, Feith, Bolton y Libby.
El
lobby impulsa abiertamente la intervención militar en todo el mapa de
Medio Oriente para eliminar "la amenaza árabe a Israel", y
sostiene que Israel y Turquía son los únicos verdaderos
Estados-naciones de la región y han estado pronosticando la
desintegración de algunos Estados árabes desde la primera Guerra del
Golfo.
Su
"biblia" funcional se condensa en un documento del año1996
titulado "Un cambio nítido: una nueva estrategia para asegurar
el territorio nacional," escrito por el grupo JINSA para
aconsejar al entonces primer ministro entrante israelí Benjamin
Netanyahu.
El
lobby se aprovechó -se dice que con conocimiento de su padre y del
propio Cheney- de la ignorancia e inexperiencia del fanático
cristiano de derecha, George W. Bush, cuyo acceso a la Casa Blanca
marcó el regreso de la banda de los halcones petroleros a las riendas
del poder en Washington.
Carente
del brillante curriculum de inteligencia que ostenta su padre, el ex
presidente y ex director de la CIA, George W. fue cooptado rápidamente
por el lobby de fundamentalistas que abreva tanto en la derecha
cristiana del Pentágono como en la derecha judía del Estado de
Israel.
Convertido
en una especie de "sionista cristiano" W. Bush orienta sus
acciones y decisiones a partir de la influencia de dos personajes
centrales: Dick Cheney,y Condoleezza Rice.
De
Papá Bush a Irak
Su
amistad con el padre de Bush viene de la época en que ambos
revistaban como funcionarios de la administración de Gerald Ford.
Cheney, por entonces de 34 años, era el secretario general de la
Presidencia, y Papá Bush, de 50 años, dirigía la CIA.
En
la misma administración revistaba, Donald Rumsfeld, el tercer hombre
de la trilogía que con el tiempo participaría de la dinastía de los
halcones petroleros, con Papá Bush a la cabeza.
Cheney
recaló por la presidencia de Ford de la mano de Rumsfeld, cuyo cargo
de secretario general fue ocupado luego por el hoy vicepresidente de
EE.UU.
El
año pasado, y después de haberse negado aduciendo problemas de
salud, aceptó ser el compañero de fórmula de George W. Bush en las
elecciones de 2004, a pesar de sus problemas cardíacos.
Este
halcón con el corazón deteriorado, ha recorrido un largo camino por
la política, los negocios y la administración pública, antes de
convertirse en uno de los protagonistas centrales del rediseño estratégico
del mapa de Medio Oriente, una de cuyas etapas acaba de cumplirse con
la ocupación militar de Irak.
La
operación Irak, cuya primera fase fue lanzada en forma incompleta con
la primera Guerra del Golfo en 1991, estuvo destinada a "reedibujar"
el mapa de Medio Oriente sobre la base de la conquista petrolera y el
control militar estratégico de toda la región del Golfo Pérsico.
Papá
Bush fue derrotado electoralmente por Clinton en 1992, y volvió a su
rancho y a su familia. Y por supuesto, a sus negocios petroleros.
Convencido que de una derrota electoral en EE.UU. no se vuelve fácilmente,
y conciente, como buen experto en inteligencia, de sus debilidades y
de su fortaleza, decidió apostar a una estrategia diferente.
Cheney,
su viejo amigo de correrías imperiales, se convirtió en una especie
de "tutor político" del heredero del clan, George W Bush, y
cuando éste asumió la presidencia se convirtió en el "hombre
fuerte" de la Casa Blanca.
Su
amistad y sociedad con el jefe del clan, el ex presidente George Bush
(a quién se sindica como el "presidente en las sombras" de
EEUU) convirtió a Cheney en una especie de celoso guardián de las
decisiones presidenciales a las que tiene acceso sin limites.
La
asociación "ideológica" (aparte de los negocios) de la
dupla Cheney-Rumsfeld con el padre del actual presidente, proviene de
la Guerra Fría en la cual el trío jugaba en las cruzadas
"anticomunistas" de la guerra por áreas de influencias con
la Unión Soviética.
Caído
el muro de Berlín, y tras el 11-S, Cheney y Rumsfeld trocaron la
"cacería de comunistas" por la "cacería de
terroristas" en donde proyectaron su antiguo conservadorismo
racista imperial.
Con
la doctrina de "guerra preventiva" bajo el brazo Cheney y
Rumsfeld aprovecharon la presidencia de W Bush para lanzar su propia
batalla contra el "eje del mal" que se encuentra
generalmente en países terroristas atestados de petróleo.
Ya
en el manejo del petróleo iraquí, segundo productor del Golfo Pérsico,
esa estrategia se orienta ahora a controlar los regímenes de Irán y
Siria, y a afianzar el dominio norteamericano en Arabia Saudita.
En
el diseño operativo y estratégico de la Casa Blanca gerenciada por
el hijo de Bush, la "guerra contraterrorista", la nueva lógica
del "terrorismo islámico" como enemigo estratégico, fue
acompañada de una cacería despiadada de sospechosos de
"terrorismo" (que suplantaron a los antiguos
"subversivos") que tuvo en Cheney y en Rumsfeld sus máximos
jefes y exponentes.
Las
prácticas de tortura ejercidas actualmente en Irak, Guantánamo y
Afganistán son las mismas que fueron escritas en los manuales
militares de EEUU aún vigentes y aplicados desde hace cuarenta años
en América Latina, en un comienzo bajo las órdenes de Klaus Barbie,
posteriormente bajo instrucciones de Dick Cheney y Donald Rumsfeld.
La
CIA llamaba a estos métodos "técnicas de mejora de los
interrogatorios", entre los que se incluía el provocar la
sensación de asfixia, negar a los presos medicinas contra el dolor
producido por heridas y someterlos a estruendosos ruidos y a la luz
artificial intensa de reflectores.
En
agosto de 2003 la dupla Cheney-Rumsfeld, luego de operar las
invasiones de Afgansitán e Irak,despacharon al general Geoffrey
Miller a Bagdad para reordenar y modificar las técnicas de
interrogación empleadas con prisioneros iraquíes clave.
El
general Miller era el comandante de la prisión militar de EEUU en la
bahía de Guantánamo, Cuba, donde ya empleaba técnicas que estaban
específicamente prohibidas por la Convención de Ginebra. En marzo
2004 Miller fue transferido a Irak al mando de todo el sistema
carcelario de la ocupación estadounidense.
En
abril de 2003 Miller solicitó permiso para adoptar 20 métodos de
interrogación en Guantánamo, que incluían la privación del sueño,
el sometimiento a temperaturas extremas, la desnudez forzada durante
los interrogatorios, el uso de perros y otras formas de "agresión
sensorial". La solicitud la aprobaron al más alto nivel del Pentágono
y del Departamento de Justicia encabezado por John Ashcroft.
Rumsfeld
personalmente preparó el camino para el uso de la tortura cuando públicamente
se burló de la Convención de Ginebra, afirmando que a los
prisioneros en la bahía de Guantánamo no los protegía el derecho
internacional.
Rumsfeld
viajó a Irak cuando Miller cumplía la misión que se le había
encomendado, y el 6 de septiembre de 2003 visitó Bagdad con la
finalidad de supervisar los programas de interrogatorios que ya
estaban siendo implementados por la CIA en Guantánamo y en otros
centros de detención clandestina.
Cuando
estalló el escándalo de las torturas por los casos comprobados en
las prisiones iraquíes, y el Congreso norteamericano presionó para
la renuncia de Rumsfeld al cargo de secretario de Defensa, el
vicepresidente Cheney piloteó una operación, desde el Congreso y la
Casa Blanca, para que Bush lo mantuviera en su cargo.
Las
andanzas imperiales
Las
conexiones de Cheney con el mundo de los negocios están actualmente
bajo la mira de la Comisión de Valores y Cambio de Estados Unidos
(SEC, según sus siglas en inglés).
La
SEC investiga presuntas irregularidades contables en la firma de
ingeniería y servicios para la industria petrolera Halliburton, que
fue dirigida por el vicepresidente hasta hace cuatro años.
Pero
antes de estos incovenientes administrativos, el hoy vicepresidente
recorrió un largo camino por la política y los negocios imperiales.
Luego
de egresar de la escuela secundaria del Condado de Natrona, donde fue
capitán del equipo de fútbol y presidente de la clase de último año,
Cheney, luego de pasar por la Universidad de Yale, en Connecticut,
recibió el título de bachiller y licenciado en ciencias políticas
de la Universidad de Wyoming.
En
la Universidad de Wisconsin obtuvo el doctorado, y se radicó en
Washington en 1968. En 1964, Cheney se casó con su novia de los años
de la escuela secundaria, con la cual tuvieron dos hijas, Elizabeth y
Mary, y tres nietos.
Trabajó
como empleado de Donald H. Rumsfeld, y éste lo llevó con él cuando
Richard Nixon lo seleccionó como asesor de la Casa Blanca en 1970.
Luego
la dupla se instaló en la administración de Gerald Ford, y se
consolidó su amistad con George Bush, por entonces director de la
CIA.
Una
sociedad política y de negocios, que a lo largo de dos décadas de
estrategia intervencionista norteamericana, diseñó y ejecutó dos
guerras, invasiones petroleras como la de Panamá, e incontables
operaciones encubiertas de la CIA, cuyo capítulo más célebre lo
constituyó el Irangate, o el Irán-contra, durante el gobierno de
Reagan.
La
administración Reagan-Bush autorizó a espaldas del Congreso, siendo
William Casey director de la CIA, una serie de operaciones ilícitas
que por medio de un complicado proceso de triangulación, le permitió
inundar la región centroamericana de armas y mercenarios a cambio de
drogas, sobre todo cocaína, con el objeto de derrocar al gobierno
sandinista de Nicaragua.
También
esas operaciones clandestinas estuvieron dirigidas a aplastar al
movimiento guerrillero en El Salvador, y a debilitar al régimen de
Fidel Castro Ruz en Cuba.
El
Irán-contra operó bajo el mando del teniente coronel Oliver North,
subdirector para Asuntos Político-Militares del Consejo de Seguridad
Nacional, bajo el ala protectora del vicepresidente, Papá Bush, quien
a través de Casey supervisaba todo el hilo de las operaciones.
Rumsfeld
se desempeñaba como miembro del Comité Asesor del Control de
Armamento, y luego, a modo de pieza esencial del Irangate en Asia, fue
designado como enviado especial del gobierno norteamericano en Oriente
Medio.
Cheney
por entonces revistaba como presidente del Comité de Política en la
Cámara de Representantes de Estados Unidos, donde permaneció hasta
1989 cuando fue convocado como funcionario del gobierno de Bush padre.
Cheney
dejó el Congreso cuando George Bush lo designó al frente de la
cartera de Defensa, donde permaneció hasta enero de 1993.
Durante
su gestión dirigió la Operación Justa Causa en Panamá -en la que
fue destituido y encarcelado Antonio Noriega (un viejo socio del Iran-contra)-
y la Operación Tormenta del Desierto contra Saddam en 1991.
Desde
su puesto de secretario de Defensa Cheney piloteó todos los acuerdos
y alianzas previas de la primera guerra contra Irak.
Consiguió
que el rey Fahd de Arabia Saudita permitiera la instalación de bases
militares estadounidenses en Daharan, y en 1992 selló un acuerdo de
seguridad entre Washington y el emirato de Qatar, donde se instaló el
comando central de las tropas de EE.UU. estacionadas en la región del
Golfo Pérsico, a cargo del general Tommy Franks.
En
marzo del 2002, cuanto ya estaba en curso la planificación de la
guerra contra Irak, el vicepresidente Cheney se reunió en Doha con el
emir de Qatar, Hamad Bin Jalifa a Zani, propietario del canal árabe
Al Jazzera, después de otra reunión en Manama, con el rey Hamad de
Bahrein, otros de los aliados militares de EE.UU. en la región.
El
objetivo de su gira por los estados del Golfo fue el de buscar apoyos
para la invasión a Irak, planificada por Rusmfeld y Tommy Franks.
En
1995, Richard B. Cheney fue contratado como presidente de la
Halliburton Oil Supply Company, proveedora del equipo de producción
petrolera más grande del mundo, con sede en Texas, y que emplea a
100.000 personas en 20 países.
En
1998 fue clasificada por la revista Fortune como uno de los 200
consorcios más importantes del planeta.
Cheney
es un viejo amigo del emir de Qatar, dueño del principal centro
financiero de la región, un "paraíso fiscal" donde se
sospecha que confluye el dinero negro del narcotráfico y de la venta
de armas en la zona.
Utilizando
ese contacto Cheney consiguió que Halliburton realizara grandes
negocios en Irán, país hacia el cual ahora se orienta el objetivo
militar de los halcones.
Durante
la administración Clinton, y al frente de Halliburton, participó en
el negocio de la reconstrucción de los Balcanes por medio de la
filial Brown & Root (dedicada a la construcción de pozos
petroleros, puertos, gasoeductos, carreteras, centrales nucleares y
estructuras militares) que en el 2001 facturó 13.000 millones de dólares.
El
regreso del clan petrolero
Después
de sus incontables andanzas por los negocios petroleros y el mundo del
lobby empresarial, que merecerían un libro completo, Cheney fue
nuevamente convocado en el 2000 por su entrañable amigo y socio,
George Bush padre.
El
nuevo objetivo de los halcones estaba orientado a colocar a George W
Bush al frente de la presidencia de los Estados Unidos, cuyo propósito
central buscaba la culminación de la obra empezada por su padre: la
ocupación militar de Irak.
Durante
la campaña, y convocada por Papá Bush, se integró al clan la actual
consejera Nacional de Seguridad, Condoleezza Rice, perteneciente también
a la prosapia del mundo petrolero.
Condi
(como la llaman cariñosamente Cheney y Rumsfeld) fue
integrante del consejo de administración de Chevron, empresa
productora de armamentos y poderosa contratista de complejos
petroleros, en la cual tiene acciones por un cuarto de millón de dólares.
Junto
con el vicepresidente Cheney y el secretario Rumsfeld, la halcona
negra se ha convertido en la estratega y doctrinaria avanzada de la
guerra contra el "eje del mal", materializada con la
conquista de Afganistán y la ocupación militar de Irak el 9 de abríl
pasado.
George
Walker Bush, de la mano de Cheney y los halcones, y bajo la sombra
protectora de su padre, asumió el cargo de Presidente de los Estados
Unidos el 20 de enero de 2001.
Durante
uno de sus discursos de campaña había dicho:
"De
mi padre, he aprendido mucho acerca de la presidencia y las campañas,
lecciones grandes y pequeñas. Aprendí el valor de la diplomacia
personal al ver cómo mi padre creaba amistades y relaciones con
gobernantes extranjeros que ayudaron a aumentar la importancia de
Estados Unidos en el mundo. Aprendí de primera mano la importancia de
rodearse de personas inteligentes, capaces y leales, amigos que no
temen decirle a uno lo que realmente piensan y que no abandonan el
barco cuando el mar se pone picado. Aprendí que a los asesores
principales hay que darles acceso directo al jefe, o de lo contrario
se frustran y desilusionan... Y de un gran líder, mi papá, aprendí
la lección más importante de todas: uno puede entrar en la
contienda, servir con distinción, absorber las adversidades y salir
con dignidad e integridad y el amor de la familia intacto".
Y
Dick Cheney, su fiel vicepresidente y compañero de fórmula en el
2004, está a su lado para controlar que W no se desvíe del camino
trazado por Papá Bush, su entrañable amigo y compañero de andanzas
imperiales.
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