El
"diseño inteligente" y sus consecuencias
Por
Noam Chomsky
La
Jornada, 27/11/05
El
presidente George W. Bush es partidario de enseñar en las escuelas
tanto la evolución como el "diseño inteligente", a fin de
que la gente pueda darse una idea sobre la índole del debate.
Para
quienes lo proponen, la teoría del diseño inteligente se basa en la
noción de que el universo es demasiado complejo para haberse
desarrollado sin la ayuda de un poder superior a la evolución o a la
selección natural.
Para
sus detractores, el diseño inteligente es creacionismo, la
interpretación literal del libro del Génesis en una forma levemente
distinta, o simplemente vacua, algo tan interesante como el "no
conozco", que ha sido siempre verdad en la ciencia antes de que
se obtuviese el conocimiento. En consecuencia, no puede haber
"debate".
La
enseñanza de la teoría de la evolución ha sido durante largo tiempo
dificultosa en Estados Unidos. Ahora ha surgido un movimiento que
promueve en las escuelas la enseñanza de la teoría del diseño
inteligente.
El
asunto ha salido a la superficie en la sala de un tribunal de Dover,
Pensilvania, donde la junta directiva de una escuela exige a los
estudiantes que escuchen en una clase de biología las hipótesis
sobre el diseño inteligente. Aquellos padres conscientes de la
separación constitucional de la Iglesia y el Estado han iniciado
juicio contra la junta directiva.
A
fin de ser imparciales, tal vez las personas que escriben los
discursos del presidente deberían tomarlo en serio cuando le hacen
decir que las escuelas necesitan tener mente amplia y enseñar todos
los puntos de vista.
Por
ahora, el currículo no ha abarcado un punto de vista obvio: el diseño
maligno. A diferencia del diseño inteligente, para el cual la
evidencia es cero, el diseño maligno tiene toneladas de evidencia empírica,
mucho más que la evolución darwiniana. Su criterio se basa en la
crueldad del mundo. Sea como sea, el telón de fondo de la actual
controversia evolución-diseño inteligente constituye el generalizado
rechazo de la ciencia, fenómeno con profundas raíces en la historia
de Estados Unidos que ha sido cínicamente explotado para obtener
mezquinas ganancias políticas durante el último cuarto de siglo.
La
teoría del diseño inteligente suscita la pregunta sobre si es
inteligente desechar las evidencias científicas acerca de asuntos de
suprema importancia para la nación y el mundo como el calentamiento
global.
Un
conservador chapado a la antigua cree en el valor de los ideales del
iluminismo: racionalidad, análisis crítico, libertad de palabra,
libertad de investigación y trata de adaptarlo a la sociedad moderna.
Los padres fundadores de Estados Unidos, hijos del iluminismo,
defendieron esos ideales y dedicaron muchos esfuerzos para crear una
Constitución que apoyara la libertad religiosa, y al mismo tiempo
garantizara la separación de la Iglesia y el Estado. Estados Unidos,
a pesar de mesianismos ocasionales de sus líderes, no es una
teocracia.
En
nuestros tiempos, la hostilidad de la administración de Bush a la
información científica está poniendo al mundo en riesgo de una catástrofe
ambiental. Y sin importar si usted piensa que el mundo se desarrolló
solamente desde el Génesis o hace millones de años, eso es algo
demasiado serio como para ignorarlo.
A
mediados de este año, durante la preparación de la cumbre del Grupo
de los Ocho, las academias científicas de todas las naciones
integrantes de esa organización (incluyendo la Academia Nacional de
Ciencias de Estados Unidos), acompañadas por las de China, India y
Brasil, pidieron a los líderes de las naciones ricas que tomaran
acciones urgentes a fin de impedir el calentamiento global de la atmósfera.
"El
conocimiento científico del cambio climático es ahora bastante claro
como para justificar una acción inmediata", dice la declaración.
"Es vital que todas las naciones identifiquen pasos que puedan
tomarse ahora, para contribuir a una reducción sustancial y de largo
plazo de los gases causantes del efecto invernadero".
En
su principal editorial, The Financial Times refrendó este "toque
de atención" mientras observaba: "Hay, sin embargo, alguien
que se mantiene en la negativa, y lamentablemente se encuentra en la
Casa Blanca: George W. Bush insiste en que todavía no sabemos lo
suficiente sobre este fenómeno de cambio (climático a escala)
mundial".
El
rechazo de la evidencia científica en materia de supervivencia es
algo rutinario para Bush. Hace pocos meses, en la reunión anual de la
American Association for the Advancement of Science, destacados
investigadores del clima de Estados Unidos dieron a conocer "la
evidencia más convincente hasta ahora" de que las actividades
humanas son responsables del calentamiento global, según The
Financial Times.
Ellos
predijeron efectos climáticos importantes, incluyendo reducciones
severas en las reservas de agua en las regiones que dependen de los ríos
alimentados por nieve derretida y glaciares.
En
la misma reunión, otros investigadores importantes proveyeron
evidencia de que el derretimiento de los mantos de hielo en el Artico
y Groenlandia está causando cambios en el balance de salinidad del
mar que amenaza "cerrar el cinturón de transmisión oceánica",
encargado de transferir calor desde los trópicos hacia las regiones
polares mediante corrientes como las del Golfo de México. "Estos
cambios pueden traer reducciones de temperatura significantes a Europa
del norte", señaló el informe.
Como
la declaración de las academias nacionales en la cumbre del Grupo de
los Ocho, la publicación de "la evidencia más convincente hasta
ahora" tuvo escasa difusión en Estados Unidos, pese a la atención
que se le prestó por los mismos días a la implementación de los
protocolos de Kyoto, en el cual el más importante gobierno rechazó
formar parte.
Es
importante enfatizar "el gobierno". La información estándar
de que Estados Unidos es casi el único en rechazar los protocolos de
Kyoto es correcta solamente si la frase "Estados Unidos"
excluye a su población, la cual favorece totalmente el pacto de Kyoto
(73 por ciento, según una encuesta del Program on International
Policy Attitudes).
Tal
vez sólo la palabra "maligno" puede describir el fracaso en
reconocer, y todavía menos en confrontar, el asunto absolutamente
científico del cambio climático. Así es como la "claridad
moral" del gobierno de Bush extiende su displicente actitud hacia
el destino de nuestros nietos.
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