Entre el nazismo y
el Plan Cóndor
Comentario de Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 07/12/05
Washington. La
"entrega" de sospechosos de terrorismo, realizada por
Estados Unidos a países que practican la tortura, hunde sus raíces
en prácticas habituales del régimen nazi de Alemania y las
dictaduras latinoamericanas de los años 70 y 80.
El secuestro
clandestino y la entrega a Alemania de sospechosos de integrar la
resistencia en los territorios europeos ocupados por el Tercer Reich
durante la segunda guerra mundial (1939-1945) estaba contemplada por
el decreto Nacht und Nebel (Noche y niebla, en alemán).
Hitler pensaba que el
decreto, implementado por el jefe del Alto Comando Alemán durante la
guerra, mariscal de campo Wilhelm Keitel, sería efectivo para
disuadir la resistencia a la ocupación, que con sus sabotajes se
cobraba a menudo la vida de civiles y militares alemanes.
Según la directiva
emitida por Keitel en febrero de 1942, cualquier sospechoso de
"poner en peligro la seguridad" sería transferido
"secretamente" a Alemania, a excepción de aquellos cuya
"culpa" fuera determinada sin la menor duda y que serían
procesados en el país ocupado.
"Estas medidas
tendrán un efecto disuasivo porque (a) los prisioneros se desvanecerán
sin dejar rastros, y (b) no se puede brindar ninguna información
sobre sus paraderos o sus destinos", observó Keitel.
"La intimidación
efectiva sólo puede ser lograda por la pena capital o por medidas que
impedirán que la población y los familiares del criminal conozcan su
destino", había escrito en una directiva anterior Keitel, quien
sería ejecutado por crímenes de guerra en 1946.
Se trata de una
modalidad temprana de lo que la organización de derechos humanos
Human Rights Watch (HRW) llamó el año pasado "un mal prototípico
practicado por gobiernos abusivos".
"Nacht und
Nebel" es un precursor de lo que la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de Estados Unidos llama hoy "entregas" de
prisioneros ("renditions", en inglés).
La conexión entre
ambas políticas no es directa. Prácticas similares a Nachtund Nebel
eran utilizadas por Francia con gran ímpetu en sus campañas por
eliminar los levantamientos en Argelia en los años 50.
Algunos expertos creen
que los subsecuentes programas franceses de entrenamiento militar las
introdujeron en América Latina, donde realmente fueron adoptadas en
los años 70. Fueron las conocidas desapariciones.
Desde entonces, la
implementación de desapariciones se propagó por el mundo. Según HRW,
Iraq y Sri Lanka fueron responsables de la mayoría de los casos entre
1980 y 2003. Pero fue precisamente en el Cono Sur de América que la técnica
se internacionalizó exitosamente, en el marco del Plan Cóndor.
Con ese nombre se
conoció la coordinación represiva de las dictaduras latinoamericanas
de los años 70 y 80 contra figuras políticas y de la sociedad civil,
especialmente de izquierda.
Esta operación,
concebido por el entonces presidente chileno Augusto Pinochet
(1973-1990), unificó desde 1975 esfuerzos de las agencias de
inteligencia de Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay. Aunque no
participó en la fundación del Plan Cóndor, Brasil también participó.
El propósito del Plan
Cóndor era "potenciar las comunicaciones" entre los países
"e integrar operaciones tácticas de rastreo, arresto secreto,
tortura" y asesinato de "críticos o sospechosos de ser
militantes, a los que a menudo se referían como 'terroristas'",
según Peter Kornbluh, analista del no gubernamental Archivo de
Seguridad Nacional, con sede en Washington.
"Agentes de una
nación volaban a otra para participar en brutales interrogatorios en
centros de detención secretos", escribió Kornbluh la semana
pasada en el periódico chileno Siete. "A menudo la víctima del
Cóndor era devuelta secretamente a su país de origen, a otro
campamento secreto de torturas, para ser sometida a más
interrogatorios antes de ser asesinada".
Como en la Francia
ocupada, las familias nunca eran informadas.
"El problema
terrorista es general a todo el Cono Sur", dijo en 1976 el
entonces canciller de Argentina, César Gazetti, a su par
estadounidense, Henry Kissinger, según un documento secreto de
Washington obtenido por el Archivo de Seguridad Nacional hace cuatro años.
"Para combatirlo,
estamos alentando esfuerzos conjuntos de integración con nuestros
vecinos", agregó.
"Otros paralelos
entre el Cóndor y el programa de 'entregas' de la CIA son
despreciablemente similares", dijo Kornbluh a IPS. "Podrían
considerarse copias al carbón desde la concepción hasta la
implementación, la metodología de tortura y las negaciones
mentirosas de que se la comete ".
El Plan Cóndor se basó
sobre la cooperación multinacional, según la cual cada miembro sabía
qué estaba haciendo el otro en su territorio.
Mientras, Estados
Unidos -por lo menos según la secretaria de Estado (canciller)
Condoleezza Rice- ha confiado en la aquiescencia, si no en una activa
colaboración, de sus aliados en la "guerra contra el
terror".
Entre estos aliados
figuran países de Europa oriental que proporcionaron centros de
detención secretos y naciones árabes, como Egipto y Marruecos, donde
la tortura es común.
Washington "respetó
completamente la soberanía de otros países que cooperan en estos
asuntos", señaló Rice el lunes. La cooperación de inteligencia
entre Estados Unidos y Europa, enfatizó, sirvió para "proteger
a los países europeos de ataques, ayudando a salvar vidas
europeas".
Algunas técnicas del
Plan Cóndor y de las "entregas", incluso, son comunes,
escribió Kornbluh en Siete.
"Las víctimas del
Cóndor fueron sometidas a lo que sus torturadores del Cono Sur
llamaron 'submarino'", práctica de tortura que consiste en
introducir la cabeza del detenido en un tanque de agua mientras se le
sujeta por los pies, "en tanto el presidente George W. Bush
autorizó el 'waterboarding', el equivalente de la CIA".
Pero también existen
considerables diferencias entre las entregas de prisioneros de la CIA
y el Plan Cóndor.
Mientras los represores
sudamericanos negaron descaradamente su responsabilidad en las
desapariciones, los funcionarios de Estados Unidos simplemente se
negaron a hacer comentarios.
En ese sentido, se
excusaron -como lo hizo Rice el lunes- por el temor de que "la
inteligencia, la aplicación de la ley y las operaciones
militares" pudieran ser "comprometidas".
Además, los
funcionarios de Estados Unidos se las arreglaron para insistir en que
no cometieron violación alguna del derecho nacional o internacional,
con una sutileza legalista de la que carecieron los regímenes
participantes en el Plan Cóndor.
Los argumentos
consisten en frases cuidadosamente construidas que, examinadas de
cerca, parecen diseñadas para despistar más que para mentir
abiertamente y que causan consternación entre expertos en derechos
humanos.
Rice destacó el lunes
que Estados Unidos no transportó detenidos a otros países "con
el propósito" de interrogarlos mediante tortura, como si eso se
contradijera con el hecho de que se los entregó a países donde la
tortura es común, que era el motivo de las preguntas de los
periodistas.
Pero aun esas
afirmaciones pueden ser puestas en duda en un tribunal por Khaled al-Masri,
ciudadano británico de origen jordano detenido cuando pasaba sus
vacaciones en Macedonia en 2003.
Luego, fue golpeado,
drogado y transportado en avión por la CIA a una prisión secreta en
Afganistán.
Masri relató que fue
sometido a interrogatorios coactivos y confinado durante cinco meses
antes de ser liberado, dos meses después de que la CIA concluyó que
era un caso de identidad equivocada.
Este tipo de
situaciones, sin duda, también pulularon en los países europeos
ocupados por la Alemania nazi y en las operaciones del Plan Cóndor.
Masri demanda ahora al
ex director de la CIA, George Tenet, con la ayuda legal de la Unión
Estadounidense para Libertades Civiles. Al presentar la demanda el
martes, la organización dijo que procuraba "reafirmar que el
estado de derecho es central para nuestra identidad como nación".
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