Bush adulteró los
informes de inteligencia
Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), febrero 2006
Washington. Paul
Pillar, quien entre 2000 y 2005 fue el máximo analista en asuntos de
Medio Oriente de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, acusó
al gobierno de George W. Bush de distorsionar y politizar la
inteligencia en el período previo a la guerra en Iraq.
En un artículo
publicado en la revista Foreign Affairs, el analista, quien renunció
a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) el año pasado, también
acusó a la administración Bush de ignorar buena parte del análisis
preparado por los expertos del servicio secreto, incluyendo
predicciones del caos que siguió a la invasión de Iraq en marzo de
2003.
Pillar afirmó que el
gobierno transformó el modelo tradicional de separación de funciones
entre los expertos en inteligencia y los políticos, quienes toman las
decisiones en base a investigaciones de hechas por los primeros.
"La administración
no usó la inteligencia para tomar decisiones, sino para justificar
una decisión ya tomada. Fue a la guerra sin pedir ninguna evaluación
de inteligencia estratégica sobre ningún aspecto de Iraq",
escribió.
El experto afirmó que,
como jefe de la Oficina de Inteligencia Nacional para Medio Oriente y
Asia meridional, recibió el primer pedido del gobierno para una
evaluación sobre Iraq un año después de la invasión.
Las acusaciones de
Pillar, contenidas en su nota publicada el día 10, son las más
graves desde que se filtró el llamado "Memorándum de Downing
Street" al periódico londinense The Sunday Times, en mayo de
2005.
Se trata del acta de
una reunión del gabinete de guerra del primer ministro de Gran Bretaña,
Tony Blair, en julio de 2002.
El documento cita al
jefe de inteligencia británico Alastair Campbell, quien acababa de
regresar de un viaje a Washington, informando que Bush "quería
sacar a Saddam Hussein a través de la acción militar" y que,
para ese fin, "la inteligencia y los hechos estaban siendo
organizados en torno a la política".
La divulgación del
memorando desató una ola de quejas entre varios funcionarios de
inteligencia estadounidenses retirados que ya se habían manifestado
en contra de la guerra, y puso a la defensiva a la administración
Bush y a los legisladores del gobernante Partido Republicano en el
Comité de Inteligencia del Senado.
Los congresistas
republicanos lograron estancar toda iniciativa de sus pares del
opositor Partido Demócrata en el Comité para pedir una investigación
sobre el uso de la información de inteligencia antes la guerra.
El hecho de que Pillar,
un testigo de alto rango, se haya unido públicamente al coro de críticas
al gobierno representa un serio contratiempo para Bush.
El líder de la minoría
demócrata del Senado, Harry Reid, exigió una investigación
inmediata. "La evidencia de que la Casa Blanca manipuló y
desclasificó selectivamente información de inteligencia para hacer
una campaña de relaciones públicas antes, durante y después de la
invasión a Iraq crece cada día", afirmó.
Es probable que las
acusaciones de Pillar sean más difíciles de refutar a la luz de
nuevas revelaciones.
El jueves pasado
trascendió que el ex asesor en seguridad nacional del vicepresidente
Dick Cheney, I. Lewis "Scooter" Libby, acusado de mentir a
las autoridades federales sobre su papel en un operativo de la CIA,
testificó que fue "autorizado" por el propio Cheney y otros
funcionarios de la Casa Blanca a filtrar información clasificada a
periodistas en el período previo a la guerra.
El propósito de esas
filtraciones, que continuaron luego de la invasión, según la revista
The National Journal, fue "construir apoyo público" para ir
a la guerra.
Libby también habría
actuado como nexo entre la Casa Blanca y unidades especiales del Pentágono
a cargo del ex subsecretario (viceministro) de Defensa, Douglas Feith.
Esas unidades evaluaron
la "inteligencia básica", en especial relacionada con
presuntos vínculos entre el entonces presidente iraquí Saddam
Hussein (1979–2003) y la red terrorista Al Qaeda, y la enviaron a la
oficina de Cheney y a la Casa Blanca sin someterla a veto de analistas
de inteligencia profesionales.
En su artículo, aunque
evita dar nombres, Pillar identifica al Grupo Político de Evaluación
Antiterrorista, de Feith, como responsable de distorsionar el normal
proceso de inteligencia de varios modos. Por ejemplo, estableciendo
presuntos vínculos entre Al Qaeda y Hussein y presentando
"informes que acusaban a los servicios de inteligencia de hacer
análisis defectuosos por no ver esa supuesta alianza".
"Que el gobierno
llegara a una solución política tan diferente indica que su decisión
de derrocar a Saddam Hussein fue inducida por otros factores, a saber:
el deseo de sacudir las anquilosadas estructuras de poder de Medio
Oriente y acelerar la expansión de una política y una economía más
liberales en la región", escribió.
Antes de la guerra, según
Pillar, la comunidad de inteligencia también consideró los
principales desafíos que enfrentaría cualquier autoridad luego de la
invasión en Iraq y pronosticó "una sociedad iraquí
profundamente dividida" que pudiera estallar en un
"conflicto violento" a menos que el poder ocupante
"estableciera la seguridad y pusiera a Iraq en el camino a la
prosperidad en las primeras semanas o meses después de la caída de
Saddam Hussein".
También predijo que la
guerra y la ocupación "impulsarían al Islam político e
incrementarían la simpatía por los objetivos de los terroristas, y
que Iraq se convertiría en un imán para extremistas de cualquier
parte de Medio Oriente".
Pero esta evaluación
fue realizada solamente por la propia iniciativa de la comunidad de
inteligencia. El gobierno nunca solicitó tal análisis, según
Pillar.
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