Bush acusado de
amordazar a científicos
Por Stephen Leahy
Inter
Press Service (IPS), 18/02/06
Toronto. Crece la
evidencia de que el gobierno de Estados Unidos prohibió a varios
científicos divulgar información sobre el cambio climático y otros
asuntos ambientales.
En enero, uno de los más
reconocidos científicos estadounidenses, James Hansen, acusó al
gobierno de George W. Bush de impedir que información sobre el
recalentamiento planetario llegara al público.
Hansen, director del
Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA, la agencia
espacial estadounidense, aseguró que expertos a su cargo y de la
Oficina Nacional de Administración Océanica y Atmósférica (NOAA,
por sus siglas en inglés) eran amordazados por las autoridades.
"Esto se parece más
a la Alemania nazi o a la Unión Soviética que a Estados
Unidos", había dicho Hansen en un panel público sobre ciencia y
ambiente celebrado el 10 de este mes en Nueva York.
Durante el otoño
boreal, autoridades ordenaron a Hansen que retirara información
publicada en Internet según la cual 2005 podía ser el año más
caliente del que se tuviera registro. Pocos meses después, ese pronóstico
fue confirmado por varias instituciones científicas.
El gobierno también
habría prohibido a periodistas entrevistar a científicos sobre estas
investigaciones.
El gobierno de Bush es
renuente a reconocer el vínculo entre el gran consumo de combustibles
fósiles y el cambio climático, y ha repudiado el Protocolo de Kyoto,
único instrumento internacional que obliga a las naciones
industriales a reducir las emisiones de gases que recalientan la atmósfera.
"Las cosas están
aún peor en la NOAA y en la Agencia de Protección Ambiental",
dijo Hansen a un canal de televisión.
La NOAA descartó
cualquier conexión entre el recalentamiento planetario y la temporada
de huracanes del año pasado, a pesar de la creciente evidencia
aportada por otros expertos en cambio climático. El miércoles, la
oficina reconoció que muchos de sus científicos discrepaban con esa
posición oficial.
"El gobierno de
Bush rechaza el método científico", afirmó Lewis Lapham,
editor de Harper's Magazine y autor del libro "Gag Rule"
("La ley mordaza"), que denuncia la censura que ejerce la
administración con quienes discrepan de sus posturas.
"El
recalentamiento planetario no entra en su actual estructura de
pensamiento", dijo Lapham a IPS.
El periodista sostuvo
que Estados Unidos parece ingresar en una era en la que la fe es más
importante que los hechos y el disenso es considerado una traición.
Cuando se trata de
investigar, el gobierno ha ido incluso más allá de la tradicional práctica
de los políticos de cambiar los números para hacer que los
resultados sean los que ellos quieren, dijo Lapham.
"Si la ciencia no
demuestra lo que se le dice debe demostrar, entonces ellos creen que
ha sido alterada por Satanás o por el (opositor) Partido Demócrata",
señaló.
Hace dos años, 60
prominentes científicos firmaron un documento aseverando que, a menos
que sus puntos de vista o la evidencia presentada coincidiera con la
ideología del gobierno de Bush, su testimonio era siempre ignorado o
rechazado. Desde entonces, más de 8.500 científicos ratificaron esa
denuncia.
La Union of Concerned
Scientists (UCS, Unión de Científicos Comprometidos) acusó al
gobierno de tergiversar los resultados de las investigaciones de la
Academia Nacional de Ciencias, de los propios expertos gubernamentales
y de toda la comunidad académica que estudia el cambio climático.
La UCS elaboró una
convincente lista de instancias de interferencia política en
investigaciones, incluyendo la remoción de científicos altamente
calificados de comités de asesoramiento que tratan sobre salud
infantil, ambiental y reproductiva, así como sobre abuso de drogas.
Estos especialistas fueron reemplazados por individuos vinculados o
contratados por industrias sujetas a la regulación del Estado.
La financiación también
fue denegada a científicos que se expresaron libremente o llevaron a
cabo investigaciones que podían contradecir la política de la Casa
Blanca.
Científicos que
investigaban el impacto ambiental de los motores a hidrógeno se
quedaron sin financiamiento de la NASA luego que en un estudio
preliminar encontraron que esta tecnología podía causar serios daños
ambientales.
El gobierno de Bush
promovió y financió la investigación sobre este tema por
considerarlo un futuro reemplazo para los vehículos alimentados a
gasolina.
A comienzos de este
mes, la Oficina de Administración de Tierras se negó a continuar
financiando un estudio de la Universidad Estatal de Oregon que sugería
que la tala de árboles no era la mejor manera de recuperar bosques
destruidos por incendios.
El gobierno de Bush
apoya la tala a cargo de las empresas forestales como una práctica
buena para la ecología y para prevenir futuros incendios.
"La ciencia
siempre ha estado influenciada por los políticos", señaló
Stephen Bocking, profesor asociado de estudios ambientales en la
canadiense Universidad de Trent.
En los años 50 y 60,
las empresas químicas persuadieron a los gobiernos de financiar
investigaciones sobre el uso de productos químicos en la agricultura.
En los años 80 y 90, muchas de las mismas compañías utilizaron su
influencia para obtener grandes sumas de dinero público para realizar
investigaciones sobre cultivos genéticamente modificados, dijo
Bocking en una entrevista.
La influencia de las
corporaciones sobre el gobierno siempre estuvo presente, pero Bocking
reconoce que es más fuerte ahora que nunca. Por ejemplo, buena parte
de la investigación estatal en áreas como la agricultura sólo
satisface las necesidades de las grandes corporaciones.
Aunque serviría al
bien público, ni el gobierno canadiense ni el estadounidense han
gastado una adecuada cantidad de dólares en investigación sobre los
impactos ambientales de los transgénicos, dicen los críticos.
Los intentos explícitos
de los gobiernos por amordazar a los científicos que hacen
investigaciones estatales no son tan comunes, dijo Bocking. "Hay
maneras mucho más sutiles de dirigir la investigación", afirmó.
Las decisiones sobre cómo
son financiados los proyectos, durante cuánto tiempo y la metodología
empleada, entre otros factores, influyen mucho más en las
conclusiones finales, afirmó. "Los resultados de las
investigaciones tienden a reflejar quién está pagando por
ellas".
Esto no tiene nada que
ver con la integridad personal de los científicos, insistió. La
mejor prueba de ello es que científicos creíbles financiados por
empresas farmacéuticas produjeron resultados que luego fueron
invalidados por investigadores pagados por el estado.
La investigación
estatal es crucial para contrarrestar a la financiada por las
corporaciones, dijo. Y se necesita mucho más de la primera.
"Las decisiones
sobre qué investigación financia el estado también deberían
tomarse en colaboración con los científicos y el público",
concluyó Bocking.
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