El
astronómico costo de la guerra y la invasión a Irak
Cálculos
moderados lo sitúan entre el billón y los dos billones de dólares
Por
Joseph Stiglitz
Clarin, Buenos Aires, 21/02/06
Las cosas más
importantes de la vida –como la vida misma– no tienen precio. Pero
eso no significa que los asuntos que tienen que ver con la preservación
de la vida, como la defensa, no deberían ser objeto de un análisis
económico frío y duro.
Poco antes de la
actual guerra en Irak, cuando el economista de la administración Bush,
Larry Lindsey, sugirió que los costos podrían estar entre los 100 y
200 mil millones de dólares, otros funcionarios rápidamente
objetaron. Hoy parece que las cifras de Lindsey estaban muy
subestimadas.
Preocupado por que la
administración Bush pudiera estar engañando a todo el mundo sobre
los costos de la guerra en Irak, tal como lo había hecho con las
armas de destrucción masiva, me asocié con Linda Bilmes, una experta
en presupuestos de Harvard, para analizar el asunto. Nos sorprendimos
de lo que encontramos ya que los cálculos, conservadores a moderados,
van desde un poco menos del billón de dólares hasta más de los 2
billones.
Nuestro análisis
inicia con el presupuesto de US$ 500 mil millones de los que habla públicamente
la Oficina de Presupuesto del Congreso, que es diez veces superior a
lo que la administración dijo que costaría la guerra. Sus
estimaciones se quedan tan cortas porque las cifras reportadas no
incluyen el costo presupuestario total al gobierno. Y los costos
presupuestarios son apenas una fracción de los costos para la economía
en su conjunto.
Por ejemplo, la
administración Bush hizo todo lo que pudo para ocultar la enorme
cantidad de veteranos que han regresado con heridas graves: 16.000
hasta ahora, incluyendo 20% con lesiones cerebrales serias. Por lo
tanto, no es sorprendente que la cifra de US$ 500 mil millones no tome
en cuenta la incapacidad y los daños de por vida que el gobierno
tendrá que pagar en los años que vienen.
La administración
tampoco quiere reconocer los problemas de reclutamiento y de retención
de las Fuerzas Armadas y el reemplazo de equipos. Estos costos (sin
contar los intereses) ascienden a US$ 652 mil millones en nuestro cálculo
conservador y a US$ 799 mil millones en el moderado. Los costos se han
financiado contrayendo deuda, y los costos de los intereses de esa
deuda suman otros US$ 98 mil millones (conservador) a US$ 385 mil
millones (moderado) al gasto.
Por supuesto, la
mayor parte de los costos de las lesiones y las muertes está a cargo
de los soldados y sus familias. Pero las Fuerzas Armadas pagan
prestaciones por incapacidad que son muy inferiores al valor de los
ingresos perdidos. De igual manera, los pagos por los que mueren suman
solamente 500.000 dólares, lo que es muy inferior a los cálculos
normales del costo económico de por vida de una muerte, al que a
veces se hace referencia como el valor estadístico de una vida (de
6.1 a 6.5 millones de dólares).
Pero los costos no
terminan ahí. La administración Bush argumentó alguna vez que la
guerra en Irak sería buena para la economía, y un vocero incluso
sugirió que era la mejor manera de asegurar precios bajos del petróleo.
Como en muchos otros casos, las cosas son diferentes: las compañías
petroleras son las grandes ganadoras, mientras que las economías de
EE.UU. han salido perdiendo.
Al mismo tiempo, el
dinero pudo haberse utilizado de otra forma. Calculamos que si se
hubiera destinado una parte de esos dólares a la inversión interna
en caminos, escuelas e investigación, se habría estimulado más a la
economía estadounidense en el corto plazo, y su crecimiento se
hubiera fortalecido en el largo plazo.
Pero estas
consideraciones parecen estar más allá de los cálculos de la
administración Bush. Los elaborados análisis de costo–beneficio de
los proyectos importantes han sido práctica común en el Departamento
de Defensa. La guerra en Irak fue un "proyecto" inmenso y
sin embargo ahora parece que el análisis de sus beneficios fue muy
erróneo y el de sus costos casi no existió.
No podemos más que
preguntarnos: ¿Había maneras alternativas de utilizar una porción
de los US$ 1–2 billones que costó la guerra que hubieran
fortalecido la seguridad, fomentado la prosperidad y promovido la
democracia?
(*) Stiglitz es
premio Nobel de economía y fue vicepresidente del Banco Mundial.
|