Bush
reitera en su “derecho” a la intervención armada unilateral
Por
David Brooks
Coorresponsal en EEUU
La Jornada, 17/03/06
Nueva
York, 16 de marzo.– El presidente George W. Bush reafirmó hoy su
doctrina de "guerra preventiva" –el derecho de intervención
armada unilateral– contra cualquier fuerza terrorista o de Estado
considerado hostil y con capacidad de emplear armas de destrucción
masiva, e identificó a Irán en particular como el país que
representa el mayor desafío actual a Washington.
El
gobierno de Bush, al ofrecer su visión estratégica mundial en el
documento Estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, también
señaló que en el hemisferio occidental "no se puede permitir
que la atracción ilusoria del populismo antimercado libre erosione
las libertades políticas y que atrape a los más pobres del
hemisferio en ciclos de pobreza. Si los vecinos más cercanos de
Estados Unidos no son seguros y estables, entonces los estadunidenses
estarán menos seguros".
Sobre
México, el documento señala: "nuestra estrategia para el
hemisferio empieza con profundizar nuestras relaciones claves con
Canadá y México, con base en valores compartidos y políticas
cooperativas que pueden ser extendidas por todo el hemisferio. Tenemos
que trabajar con nuestros vecinos en el hemisferio para reducir la
inmigración ilegal y promover una oportunidad económica más amplia
para las poblaciones marginadas".
En
la sección dedicada a desafíos y conflictos regionales, el documento
identifica a varios países latinoamericanos y ofrece un breve diagnóstico
del problema. Sobre Venezuela afirma: "un demagogo inundado de
dinero petrolero está minando la democracia y buscando desestabilizar
la región". De Cuba: "un dictador antiestadunidense continúa
oprimiendo a su pueblo y busca subvertir la libertad en la región".
Sobre Colombia: "un aliado democrático está combatiendo los
persistentes asaltos de terroristas marxistas y
narcotraficantes".
Ni
un paso atrás
En
lo que es parte de una serie de presentaciones y actos presidenciales
esta semana para intentar recuperar la credibilidad y apoyo público
de Bush y su política bélica –ante los niveles de aprobación más
bajos en sus cincos años en la Casa Blanca y frente a la percepción
cada vez más amplia de que la guerra en Irak es un desastre– el
asesor de Seguridad Nacional Stephen Hadley presentó hoy públicamente
la nueva Estrategia de seguridad nacional. Este documento oficial,
cuya elaboración del Ejecutivo es obligada bajo la ley, expresa las
prioridades estratégicas de Estados Unidos.
Lo
sorprendente, para algunos, es precisamente que no hay nada
sorprendente, ningún cambio notable en la "estrategia"
presentada hoy; la cual no reconoce las críticas ya tan conocidas
sobre la guerra de Irak, más allá de la necesidad de mejorar la
"inteligencia".
Además,
vale señalar que este documento es presentado a sólo tres días del
tercer aniversario de la guerra de Irak, una guerra que según los
estrategas de Bush duraría unas cuantas semanas. Sin embargo, esto no
se menciona en ningún lugar.
Cuando
Bush primero estableció las bases de su proyecto estratégico en
2002, con su muy controvertida doctrina de "guerra
preventiva", representó un drástico giro en la postura estratégica
oficial. La idea central es que frente al "nuevo" enemigo
–el "terrorismo"– Estados Unidos asume el derecho de
atacar antes de ser atacado. El ataque "preventivo" se
considera una opción cuando la "inteligencia" indica la
existencia de una posible amenaza de una fuerza o país con armas de
destrucción masiva.
Pero
el primer caso para probar esta estrategia en el mundo real –la
invasión y ocupación de Irak– comprobó que existe una grave falla
en esta propuesta, según los críticos. El hecho de que no se hayan
encontrado las famosas armas de destrucción masiva ahí demostró que
la "inteligencia" no necesariamente es confiable para
determinar qué o quiénes son una "amenaza" real a este país.
Además,
en los últimos días muchos de los arquitectos intelectuales de esta
doctrina y sus suposiciones la consideran ahora un fracaso, y hasta un
error que ha generado aún más inseguridad. Pero el documento
presentado hoy por el presidente comprueba que las voces disidentes
dentro y fuera de su círculo han sido ignoradas, ya que el nuevo
documento es una reafirmación, sin disculpas, de lo que ahora se
denomina la doctrina Bush, y subraya que la "estrategia",
con la noción del ataque preventivo a su centro, "es la
misma" que hace tres años.
La
Estrategia de seguridad nacional señala que aunque la preferencia es
buscar soluciones diplomáticas ante la amenaza de armas de destrucción
masiva, "no obstante, si es necesario, bajo los principios de
autodefensa, no excluimos el uso de la fuerza antes de que ocurra un
ataque, aún si permanece la incertidumbre en torno a los tiempos y
lugar de un ataque del enemigo... Cuando las consecuencias de un
ataque con armas de destrucción masiva son potencialmente tan
devastadoras, no podemos permanecer quietos mientras se materializan
peligros graves".
En
el mensaje presidencial que presenta el documento, Bush reitera:
"combatimos a nuestros enemigos en el exterior en lugar de
esperar que ellos arriben en nuestro país. Buscamos darle forma al
mundo, no sólo ser formado por él; para influir los eventos para el
bien en lugar de estar a su merced".
¿El
próximo Irak?
El
documento identifica a varios países como posibles amenazas, pero
advierte que el próximo "enfrentamiento" es con Irán.
"Podríamos enfrentar en Irán el desafío más grande de un solo
país", dice el documento. Además de acusar al gobierno de Teherán
de violar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, el
documento sostiene: "el régimen iraní patrocina el terrorismo,
amenaza a Israel, busca obstaculizar la paz en Medio Oriente; irrumpe
en la democracia en Irak y niega las aspiraciones de libertad de su
pueblo. El asunto nuclear y nuestras otras preocupaciones pueden ser
finalmente resueltas sólo si el régimen iraní toma la decisión
estratégica de cambiar esas políticas, abre su sistema político y
otorga libertad a su pueblo. Ese el es objetivo final de la política
de Estados Unidos".
El
gobierno de Bush advierte en este documento que los esfuerzos diplomáticos
para detener el programa nuclear de Irán "tienen que tener éxito
si es que la confrontación ha de ser evitada".
Pero
hay otros países en la lista de regímenes "déspotas",
incluyendo Cuba, Siria, Bielorrusia, Birmania, Zimbabwe y Corea del
Norte.
Además,
el documento alerta que China también está jugando con políticas
peligrosas tanto dentro como fuera del país, y en particular se queja
de sus intentos de controlar mercados y de establecer preocupantes
alianzas con países productores de petróleo.
Rusia
también es advertida de que se está alejando de su proceso
reformista y democratizador.
Varios
instrumentos para promover la estrategia
La
Estrategia de seguridad nacional reafirma la gran misión libertadora
del país: "Es la política de Estados Unidos buscar y apoyar a
los movimientos e instituciones democráticas en cada nación y
cultura, con el objetivo final de acabar con la tiranía en nuestro
mundo". A la vez afirma que "somos un país en guerra"
y que aunque se ha logrado avanzar en esta "guerra contra el
terror", está es una larga lucha.
La
Estrategia de seguridad nacional también señala otras vertientes
como claves para lograr sus objetivos, entre ellos promover el
crecimiento económico por medio de "mercados libres" y
"libre comercio" e instando a países a tomar
"decisiones sabias" en torno a sus proyectos económicos.
Pero
aquí de nuevo se plantea el derecho de intervenir tanto en los
procesos como en conflictos de otros países, todo en nombre de la
libertad, la justicia y la democracia. Afirmando que Estados Unidos
apoyará a los promotores de la libertad en todo país, "las tácticas"
para hacerlos serán variadas: "en algunos casos daremos pasos
verbales y visibles a nombre de un cambio inmediato. En otros,
prestaremos un apoyo silencioso para sentar las bases en busca de
reformas a futuro". Subraya que "en la causa de terminar con
la tiranía y promover la democracia efectiva, emplearemos toda la
gama de herramientas políticas, económicas, diplomáticas y otras a
nuestra disposición". Entre ellas, la denuncia de abusos de
derechos humanos, el apoyo explícito a reformadores democráticos en
"naciones represivas" al realizar reuniones de alto perfil
con ellos en la Casa Blanca, el empleo de la asistencia exterior para
el desarrollo de "elecciones libres e imparciales y el respeto a
los derechos humanos y libertades fundamentales, promover el control
civil de las fuerzas armadas, la aplicación de sanciones a gobiernos
represivos, trabajar con ONG y otras voces de la "sociedad
civil", entre otras.
Como
parte de este esfuerzo estratégico, el documento identifica como
instrumentos promover "la inversión extranjera directa en, y
asistencia exterior a, países donde hay un compromiso con el imperio
de ley... Concluir acuerdos de libre comercio que instan a países a
mejorar su imperio de ley, su lucha contra la corrupción" y
mayor transparencia democrática.
El
documento afirma que la promoción del libre comercio y libre mercado
son piedras angulares de la política exterior estadunidense, ya que
la "libertad económica" es inseparable, al fin, de la
"libertad política". Afirma que "la historia ha
juzgado a la economía de mercado como el sistema económico más
efectivo en el mayor antídoto a la pobreza".
Por
otro lado, el documento reconoce que aunque la diversidad de problemas
que enfrenta el mundo –epidemias, proliferación de armas de
destrucción masiva, desastres naturales, sida y más– requieren de
esfuerzos multinacionales, recuerda que "la historia ha
demostrado que sólo cuando hacemos nuestra parte, otros harán la
suya. Estados Unidos continuará como líder".
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