Contemplen
el botín de Dick
Por
Dahr Jamail (*)
Truthout.org,
16/03/06
Enviado por Argos
Is–Servicio Informativo
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Halliburton y su
sucursal Kellogg, Brown and Root (KBR) están, desde hace varios años,
haciendo su agosto bajo el ardiente sol iraquí. Desde luego, no es
una mera coincidencia que el hombre que se sienta en la silla del
vicepresidente jugara un papel clave, gracias a su influencia, para
que la compañía de la que fue director ejecutivo antes de su
autoproclamado nombramiento [como vicepresidente] obtuviera la parte
del león de los contratos en Iraq. Aunque nada de eso es noticia.
Sin embargo, lo que sí
es noticia es que los lazos que unen a Dick Cheney [vicepresidente de
Bush] con Halliburton también le vinculan con grupos que tienen
intereses incluso más amplios en Oriente Próximo, y que están
provocando que los civiles que están allí, al igual que los de EEUU,
paguen el precio.
Cheney puso mucho más
en juego que puro altruismo al asegurarse de que Halliburton/KBR
obtuvieran tantos contratos fuera de licitación en el Iraq ocupado. A
pesar de sus declaraciones de no tener ningún lazo financiero con
Halliburton, el hecho es que tanto en 2001 como en 2002 ganó al menos
dos veces el valor de un salario aplazado de su “antigua” compañía,
de la que era director ejecutivo.
Pero no fue ése el
principio. Cuando Cheney era Secretario de Defensa de EEUU en los
primeros años de la década 1990 bajo la égida de Bush el Grande, a
Halliburton se le encargó la misión de estudiar, y después llevar a
cabo, la privatización de los trabajos rutinarios en el ejército,
tales como limpieza y cocina.
Según este estudio,
cuando Cheney terminó en su cargo en el Pentágono, consiguió el
puesto de director ejecutivo de Halliburton, puesto que mantuvo hasta
que se nombró a sí mismo para el cargo de amiguete de correrías de
Bush el Pequeño en el 2000. Recuerden, fue a Cheney a quien se le
encargó la tarea de encontrar un compinche para Bush. Tras buscar
concienzudamente a lo largo y ancho de EEUU, Cheney terminó
ofreciendo generosamente sus propios servicios para el cargo.
Como si Cheney no
tuviera ya suficientes conflictos de intereses, es importante señalar
que se encargó de fundar el think tank neo–conservador, “Project
for the New American Century (PNAC), cuyo objetivo es “promover el
liderazgo global estadounidense”, lo que implicaba apropiarse del
petróleo iraquí. Para complementar esto, Cheney también formaba
parte del consejo de asesores del Jewish Institute for Nacional
Security Affaire (JINSA) junto con John Bolton, Richard Perle y Paul
Wolfowitz (todos ellos miembros del PNAC) antes de convertirse en
vicepresidente. JINSA, que se autodefine como una “organización
educativa no sectaria”, hace cosas del estilo de nominar a John
Bolton para el Premio Nóbel de la Paz 2006 y trabaja para “explicar
el papel que Israel puede… jugar para reforzar… los vínculos
entre la política de defensa estadounidense y la seguridad de
Israel”.
Su Declaración de
Intenciones añade, “La inherente inestabilidad en la región
(Oriente Próximo) causada fundamentalmente por las rivalidades
inter–árabes y por las divisiones religioso/laicas en muchas de las
sociedades musulmanas deja colgando el futuro de la región. Israel,
con sus capacidades tecnológicas y sistema de valores compartido,
tiene un papel fundamental que jugar como aliado de EEUU en la región”,
al parecer con objetivos muy similares para la región a los
declarados por el PNAC, aunque yo difiero de esa opinión.
A finales de 2002,
Cheney se apropió al menos de 433.000 derechos de compra sobre
acciones de Halliburton por valor al menos de unos 10 millones de dólares.
Y eso ocurrió antes de la invasión de Iraq, cuando la partida daba
comienzo.
En marzo de 2003, el
mes en el que la invasión empezó, el Pentágono concedió a
Halliburton un contrato sin licitación por valor de 7.000 millones de
dólares. La descarada concesión a Halliburton de ese contrato de
“reconstrucción” llevó incluso al Congresista Henry Waxman a
comentar: “El enfoque que la administración está dando a la
reconstrucción de Iraq se cae por su base. No es más que una
mascarada para enriquecer a contratistas privados.”
Desde
luego, la invasión y ocupación de Iraq no estaban motivadas sólo
por petróleo.
Recuerden, fue el
mismo Cheney quien, en agosto de 2002, en una convención de VFW
[Veteranos de las Guerras Exteriores], dijo: “Muchos de nosotros
estamos convencidos de que Saddam adquirirá armas nucleares bastante
pronto. Cuán pronto será, es algo que no podemos realmente
calibrar.”
Cheney, pues, únicamente,
y por supuesto para proteger los intereses de los pueblos
estadounidense e iraquí, se aseguró de que EEUU fuera a Iraq y se
ocupara de ese creador de problemas nucleares que era Saddam Hussein.
Sólo por precaución,
a Halliburton se le pagaron 40 millones de dólares por proporcionar
alojamiento y transporte a los equipos que buscaban las no existentes
armas de destrucción en Iraq. Con cada contrato que se le concedió,
y se le concede, a Halliburton, las cuentas bancarias de Cheney
crecen.
El único lugar donde
había vestigios de programa nuclear en Iraq, aunque eso fue veinte años
antes de la invasión estadounidense, eran las Instalaciones de
Investigación Nuclear de Osirak, en las afueras de Bagdad. Aviones de
combate israelíes fabricados en EEUU lo bombardearon el 7 de junio de
1981, y cuando visité el lugar en enero de 2004, todo lo que encontré
fueron almacenes vacíos que los militares estadounidenses no se
preocuparon de impedir que fueran saqueados.
Los habitantes de la
cercana ciudad de al–Tuwetha, ignorantes de la existencia de
deshechos radioactivos almacenados en viejos bidones, los saquearon en
el caos que siguió a la invasión y han estado usándolos como
contenedores de agua – irradiándose así todo el pueblo.
Un ejemplo de las
consecuencias sobre el terreno del fracaso de Halliburton a la hora de
cumplir sus obligaciones contractuales es la vida de Adel Mhomud. El
apicultor de 44 años de al–Tuwetha me dijo: “Tengo cáncer y sé
que me estoy muriendo. Tengo 14.000 glóbulos blancos, y no tengo
suficientes glóbulos rojos. Estamos todos enfermos; nos duelen las
articulaciones, las caderas me están matando y mi sangre es mala.
Pero nadie nos ayudará aquí.”
Desde
luego, no será Halliburton quien les ayude.
Cheney, que consiguió
al menos cinco prórrogas militares durante la Guerra de Vietnam a
pesar de ser un partidario de la misma (¿no les suena familiar?), había
dicho descaradamente a los veteranos de la VFW: “Está claramente
establecido, no hay duda que Saddam Hussein tiene ahora armas de
destrucción masiva. No hay duda que las está acumulando para
utilizarlas contra nuestros amigos, nuestros aliados y contra
nosotros.”
Esa fue la puerta que
Cheney abrió para llevar su Halliburton a Iraq. Y, desde luego,
Halliburton, una vez atravesada la puerta, se puso a trabajar con
diligencia.
Aparte de la
anteriormente mencionada concesión de contratos sin licitación por
valor de miles de millones de dólares aportados por los
contribuyentes estadounidenses, allá por diciembre de 2003, el ejército
estadounidense averiguó que Halliburton estaba cobrando de más al
gobierno por valor de 61 millones de dólares en transporte de fuel y
por 67 millones de dólares por los servicios alimentarios en Iraq.
Recuerdo que estaba en Bagdad cuando ocurrió eso – teniendo que
contemplar las extremadamente largas colas de iraquíes para recoger
gas en las gasolineras mientras que, conociendo como se mueve
Halliburton, no sólo no proporcionaba a los iraquíes su propio petróleo,
sino que además estaba cargándoles a los contribuyentes
estadounidenses 3 dólares por galón de fuel que las compañías
locales podían haber importado por menos de un dólar.
Pero esos hechos
apenas eran el comienzo. chemos un vistazo a algunas de las más
recientes pillerías de Halliburton/KBR:
* 27 de febrero de
2006: el ejército de EEUU decide rembolsar a KBR casi todos sus
cuestionados costes en un contrato sin licitación por 2.410 millones
de dólares para entregar fuel y reparar equipamiento en Iraq, a pesar
de que los auditores del Pentágono han identificado que alrededor de
250 millones de dólares en los cargos pueden ser “potencialmente”
excesivos.
* 17 de febrero de
2006: La ejecutiva de KBR que alquiló aviones de carga para Iraq ha
sido declarada culpable de inflar facturas por valor de 1,14 millones
de dólares para cubrir “recargos por riesgo de guerra”
fraudulentos.
* 6 de febrero de
2006: Un empleado de KBR, hablando bajo anonimato, dice: “Pagamos
por nuestros locales (en Iraq) entre 5 a 16$ al día y puedes ver como
[KBR] pone [las auditorías militares así lo recogen] hasta 60$ al día”.
Las auditorías militares revelan que KBR está pagando de 5 a 16$ al
día en salarios a trabajadores del tercer mundo en Iraq mientras que
pasa facturas a los contribuyentes estadounidenses de entre 50 a 80$
al día.
* 30 de enero de
2006: La administración Bush resuelve la disputa entre el Pentágono
y Halliburton acordando pagar a la compañía 199 millones de dólares
por los controvertidos cargos en gasolina en Iraq. Hasta la fecha, KBR
ha obtenido casi 16.000 millones de dólares en ingresos totales por
los contratos en Iraq.
* 23 de enero de
2006: Halliburton falla a la hora de alertar a las tropas
estadounidenses y a los contratistas civiles en la base estadounidense
en Ramada de que su agua estaba contaminada. A pesar de las
alegaciones que los expertos de Halliburton hicieron luego sobre la
calidad del agua, la compañía niega que había un problema de
contaminación.
* 27 de diciembre de
2005: KBR, vinculada a las preocupaciones por tráfico con seres
humanos por su trabajo en Iraq (por casos relativos a trabajo y
prostitución forzosos), Halliburton se beneficia del rechazo del
Departamento de Defensa a adoptar políticas que prohíban traficar
con seres humanos.
* 1 de diciembre de
2005: UPI informa que los trabajadores de KBR en Iraq (nacionales de
“terceros países”) están recibiendo la miseria de 50 céntimos a
la hora.
* 5 de noviembre de
2005: Una junta auditora de Naciones Unidas encuentra que EEUU debería
liquidar al gobierno iraquí 208 millones de dólares de los ingresos
de petróleo iraquíes a causa de contratos de trabajo fraudulentos.
En esos ejemplos
queda claro, pues, cómo las “políticas” que Halliburton está
siguiendo afectan a los soldados estadounidenses y a los contratistas,
incluidos sus propios empleados.
Con contratos en Iraq
hasta ahora por un valor de hasta 18.000 millones de dólares, no hay
nada que impida que Halliburton detenga sus abusos, debido a la
ausencia de supervisión y al conflicto obvio de intereses entre su
libre reinado y sus lazos con el vicepresidente.
Un ejemplo de esto lo
vemos en Jim Spiri, que fue contratado por Halliburton/KBR en enero de
2004 para trabajar como coordinador de logísticas. Enviado al Campo
Anaconda, en Balad, Iraq, trabajó en la línea de vuelos encargándose
de los movimientos de pasajeros, ya que Spiri tenía 20 años de
experiencia en la aviación.
“ Durante el tiempo
que pasé allí, ayudaba en horario nocturno en operaciones de
evacuaciones médicas y fui muy respetado entre todos los compañeros
médicos militares”, me dijo esta semana. “Allí donde trabajé,
conseguí que me respetaran”.
Pero los problemas se
le hicieron evidentes enseguida.
“ Presencié mucho
abuso del alcohol en un entorno donde el alcohol está estrictamente
prohibido. Tomé nota de eso y se lo informé a mis superiores, que
eran los que más abusos cometían. Era obvio que era el zorro el que
guardaba el gallinero, por decirlo de forma una forma gráfica”.
Me dijo que todas las
operaciones de su línea de vuelo era “dirigida con formas de
actuación propias de una banda de gangsters” y “el trabajo nunca
se hacía de forma eficiente”. En vez de esto, según Spiri, la
consigna era: “Haz lo mínimo que puedas durante el máximo tiempo
que puedas”.
El 5 de febrero de
este año, mientras hacía el turno de noche que tuvo durante los dos
últimos años, Spiri presenció algo por lo que se le hizo
intolerable el pensamiento de seguir trabajando para KBR.
Después de
presenciar como un soldado muerto era subido a un avión sin la
adecuada ceremonia de honores, Spiri me dijo que “escribió un
relato de todo lo que había sentido esa noche”. Después de esto,
“lo publiqué y todo el infierno me estalló encima 36 horas después”.
Spiri fue despedido
por KBR tras escribir un artículo en el que detallaba el suceso y
criticaba las políticas de Halliburton en Iraq.
Ahora quiere arrojar
luz sobre cómo KBR actúa en Iraq. “Lo que no quieren es que se
sepa el tipo de trabajadores que mantienen allí, esa es la operación
de chollos más grande que se pueda imaginar, es el mayor sistema de
asistencia social que he visto en mi vida. Es patético”, dijo Spiri
en una reciente entrevista añadiendo que alrededor de la mitad de la
gente que KBR empleaba en Iraq estaban “extremadamente mal
preparados y excesivamente sobrepagados”.
Su trabajo implicaba
la colaboración de tres personas, pero en la época en que se fue había
diez en su equipo, la mayoría de ellos “dedicados a escuchar sus
iPods y sus reproductores de DVD.”
Sin embargo, despedir
a un empleado por preocuparse por la corrupción y cuestionar políticas
es un problema menor comparado con el trato que la compañía dedicaba
a los iraquíes.
Cuando en mayo del
pasado año estuve en Ammán, me encontré con Ahlam al–Hassan una
joven iraquí que había trabajado para KBR en Diwaniya.
Recibió dos tiros de
unos agresores que la atacaron, dejándola ciega, por colaborar con
las fuerzas de ocupación y sus antiguos patrones no respondieron a
sus llamadas ni solicitudes de ayuda.
Durante sus tres
meses de trabajo para KBR le pagaron 475$, habiendo aceptado el empleo
para poder mantener a su familia. “Mis dos jefes en KBR, el Sr. Jeff
y el Sr. Mark, eran muy buenos y amables conmigo”, me explicó en
Jordania. “Me dijeron que no era peligroso trabajar para ellos”.
Pero tras pasar meses en hospitales por lo que le ocurrió cuando iba
camino a su trabajo: “Después del suceso, no hicieron ningún
intento de contactar conmigo”.
Fíjense que el 31 de
mayo de 2004, un e–mail del Cuerpo de Ingenieros de la Armada
revelaba que el despacho de Cheney “coordinaba” el contrato por
valor multi–milmillonario obtenido sin licitación por Halliburton.
Cheney, como la mayoría de los criminales vulgares, negó tener nada
que ver con ese contrato.
Más recientemente,
el 26 de enero pasado, Halliburton anunció que sus beneficios en 2005
eran los “mejores en sus 86 años de historia”, al igual que todas
sus seis divisiones que contabilizaron resultados que suponían un
record. El precio de la acción de Halliburton se dobló durante el
pasado año, y la declaración de la renta de Dick Cheney indica que
ganó 194.862 dólares por sus acciones en Halliburton sólo durante
el pasado año.
¡Saquea, Dick,
saquea!
¿Queda
suficientemente claro?
Todo lo analizado nos
lleva a plantear la siguiente cuestión: ¿Vds aprueban que los dólares
de sus impuestos se estén utilizando de esta forma?
Si no lo aprueban,
entonces, ¿Qué están dispuestos a hacer para evitarlo?
(*) Dahr Jamail es un
periodista independiente que pasó ocho meses informando desde el Iraq
ocupado. Presentó pruebas de los crímenes de guerra estadounidenses
en Iraq ante la Comisión Internacional de Investigación de Crímenes
Perpetrados contra la Humanidad por la Administración Bush, celebrada
en Nueva York el pasado enero. Escribe regularmente en TruthOut.org,
Inter Press Service, Asia Times, TomDispatch, y mantiene su propia página
en Internet: dahrjamailiraq.com
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