Estados Unidos

 

Un nuevo frente se ha abierto en el corazón del Imperio

Por Armando Salé
La Haine, 04/04/06

La xenófoba propuesta de ley antiinmigración HR 4437, aprobada ya por la Cámara de Representantes del Congreso Norteamericano, pero aún en debate en el Senado, está desencadenando una de las mayores oleadas de protestas en la historia de la comunidad inmigrante en Estados Unidos.

La propuesta de ley HR 4437, que ya fuera aprobada por el Congreso pero que sigue en debate en el Senado, dada la presión pública ejercida en los últimos días por la comunidad inmigrante, marcaba un contexto legal para los indocumentados que los colocaba en una situación mucho peor a la actual.

Dicha propuesta de ley establece como delito criminal la permanencia ilegal en territorio norteamericano y la ayuda proporcionada a dichos indocumentados, incluyendo profesores, trabajadores sociales e incluso párrocos. Criminalizando de esta manera a nada menos que más de 12 millones de trabajadores que viven de manera ilegal y a toda la gente que les provee cualquier tipo de ayuda. Otros aspectos de la propuesta van dirigidos a un mayor control de la frontera con México y a la elaboración de un programa de trabajadores huéspedes temporales que formalizaría la precariedad existente.

Cuando el Partido Republicano observó las encuestas a la opinión pública respecto a la población inmigrante y confirmó con agrado el creciente sentimiento xenófobo de la población, decidió tomar ventaja política en varios sentidos. Por un lado pretendían ganar electorado con una Ley que tenía vocación populista, dado el creciente sentimiento antiinmigrante de la población votante. No olvidemos que los más de 12 millones de inmigrantes indocumentados no tienen derecho a voto y hasta hace poco muy poca presencia en el ámbito político. Con lo cual no fueron considerados como agente relevante. Además se quería satisfacer a las bases del partido republicano, de un talante ultra conservador y que venía demandando desde hacía un tiempo medidas de este tipo.

Por otro lado el Estado norteamericano quería consolidar y fortalecer su posición de control y represión sobre la población indocumentada, dejando a ésta en una situación de indefensión absoluta ante la ley y desmantelando cualquier tipo de red social que les ayudara. En este sentido iba dirigido el nuevo marco legal y el programa de trabajadores visitantes temporales. Un marco legal que establece como delito mayor la permanencia ilegal en los Estados Unidos, adquiriendo los indocumentados junto con los que les ayuden condición de criminal; y un programa que no mejora ninguna situación laboral, sino que perpetua la decadencia. Los empresarios contratantes tendrían pleno derecho a pagar por debajo del salario mínimo, la economía seguiría contando con su necesaria mano de obra barata y el Estado tendría registrado a unos trabajadores visitantes temporales, obligados a volver eventualmente a sus países de origen y sin derechos a reclamar nada. Una auténtica formalización del esclavismo ya presente y una forma más efectiva de control.

Sin embargo la población indocumentada no se queda de brazos cruzados. Es obvio que se esperaban protestas y éstas desbordaron todas las expectativas.

Las protestas han superado el millón de personas en ciudades como Chicago y Los Ángeles y fueron masivas en Detroit, Washington o Nueva York entre las más significativas. También los estudiantes protagonizaron “walk outs” (abandono de aulas) en diferentes ciudades del país. Los grupos comunitarios o culturales de las diferentes ciudades de Estados Unidos con alta presencia de inmigrantes comenzaron a politizarse y a tomar conciencia de clase, los sindicatos se involucraron en algo que les toca de lleno y los políticos empezaron a elaborar estrategias para sacar rentabilidad política de todo esto.

Aun así, la gran mayoría de participantes en estas protestas no son ni militantes ni integrantes de ningún grupo político o cultural. Son individuos indignados y hartos de aguantar, son trabajadores explotados, familias con estatus mixto (padres indocumentados con hijos en situación legal), hijos e hijas con sus padres deportados (más de un millón de personas en la última década), o simplemente familiares, vecinos y amigos. En este sentido se abre otro frente que es el de posicionarse como referente político y ganar simpatizantes entre semejante número de personas. Y en esto no faltan sindicatos, grupos de base de todo tipo, religiosos y por supuesto políticos del partido Demócrata.

Y ahora mismo nos encontramos en una situación delicada. La propuesta de Ley ha sido detenida temporalmente a base de presión popular y la batalla política está abierta.

Las movilizaciones han roto el silencio con que el Gobierno pretendía sacar esta ley y han provocado un debate social más que necesario.

Sobre la mesa del Senado hay varias propuestas que suavizan algunos de los términos más conflictivos de la propuesta HR 4437 pero que sigue intentando ser compatible con ella dado que ya fue aprobada por la Cámara de Representantes.

El Comité Jurídico del Senado, órgano consultivo de este, propone dar permisos de trabajo temporales a los llegados antes del 2004, continua con programas de trabajadores huéspedes y abre la posibilidad a la residencia permanente de estos. Todo ello, excepto en el caso de los trabadores huéspedes, tras pago de diferentes multas e impuestos atrasados.

Por su parte el Senador republicano Bill Frist propone duplicar el número de permisos de residencia y de trabajo, además de considerar la permanencia ilegal como delito menor y no criminal como estaba estipulado en la anterior polémica propuesta de Ley HR 4437.

Semejante cambio de rumbo ha sido celebrado como un victoria y lo es. Sin embargo esto no ha hecho más que empezar. Se corre el peligro de que las movilizaciones queden en nada. El Gobierno está jugando a desmovilizar lanzando el mensaje de que las movilizaciones han sido escuchadas y los políticos han actuado en consecuencia, cuando no las silencia a través del la indiferencia impuesta en los medios de comunicación anglosajones. Y en esto los medios de comunicación de habla hispana, entre otros colectivos inmigrantes, sí están jugando un papel de apoyo importante.

En primer lugar las nuevas propuestas que se comienzan a debatir en el Senado no son más que propuestas y serán más o menos positivas para los indocumentados en la medida en que éstos establezcan una posición de poder efectiva en la relación de fuerzas que marcará el proceso de la creación de las nuevas leyes sobre inmigración. En segundo lugar, incluso las nuevas propuestas hacen muy difícil la legalización y la comunidad inmigrante de los Estados Unidos ya está alzando el lema de “Amnistía para todos” y “Legalización de todos los indocumentados”, junto con el grito unánime de “sí se puede” que podemos escuchar en todas las manifestaciones.

El proceso de cambio de leyes sobre inmigración ha despertado a los muchos más de 12 millones de indocumentados, que han mostrado su poder y han comenzado a lanzar exigencias acordes a éste. El Gobierno por su parte ha movido ficha haciendo amagos de concesiones insatisfactorias cuyas repercusiones están por ver y nuevas movilizaciones están por llegar.

Un nuevo frente se ha abierto en el corazón del imperio.