Quieren
pararlos…
Por
Juana Martínez
Corresponsal
en San Francisco
Revista
Proceso, México,
18/04/06
San
Francisco, Cal.- El movimiento panhispano que recorre las calles de
Estados Unidos resulta incómodo para una parte del sector empresarial
y político del país, acostumbrado a mantener sometidos, explotados y
calladitos a los latinos.
El
republicanismo encabezado por el presidente George Bush se ha mostrado
en contra de una amnistía que beneficie a los más de 12 millones de
indocumentados. Desde hace más de cinco años, el Ejecutivo no ha
hecho otra cosa que fomentar el sistema de explotación económico
sobre los latinos.
Las
principales medidas impulsadas por Bush en torno a la inmigración
condenan a los trabajadores hispanos a convertirse en ciudadanos de
“segunda clase” frente a los estadunidenses. Sectores aún más
reaccionarios del republicanismo impulsan incluso a lo largo y ancho
del país, medidas insólitas contra los inmigrantes para retirarles
la asistencia pública o el derecho a caminar por la calle.
Pero
las últimas multitudinarias manifestaciones de hispanos, no sólo han
sorprendido a los republicanos, sino que les han asustado. Bush y
compañía creían que iban a pasar sin problemas su polémica
propuesta republicana Sensenbrenner, que pretende la criminalización
de los inmigrantes y la construcción de un muro en la frontera. Ante
el rechazo mayoritario de los demócratas a esta ley inhumana y las
expresiones cívicas en contra, el Ejecutivo estadunidense tenía
preparado como “Plan B” su miserable propuesta de “Reforma
integral”, que no es otra cosa que un sistema disfrazado de
“trabajadores temporales”, que beneficia particularmente a Estados
Unidos.
Las
marchas de los hispanos fueron como un jarro de agua fría lanzado a
la cara de los republicanos. El despertar del “gigante dormido” ha
sido contundente y decisivo, tanto que gracias a esa nueva acción cívica
mayoritaria los representantes del pueblo en el Senado y en la Cámara
de Representantes están escuchando, por primera vez, el mensaje de
los hispanos.
Los
forcejeos en ambas Cámaras para lograr una verdadera reforma
migratoria, como la impulsada por el senador Edward Kennedy, que va más
allá de la propuesta camuflada por el republicano John Mckay, serán
intensos y subirán de tono la próxima semana. Kennedy ha sido el único
político de altura que se ha manifestado junto a los hispanos en
Washington y ha hecho un encendido discurso a favor de la legalización
para todos.
Más
allá del terreno político, donde también se libra actualmente una
lucha sin cuartel, es en el terreno empresarial. Los patronos están
espantados con el “Día sin inmigrantes” planeado para el 1 de
mayo, en que está convocado un para nacional, boicot generalizado y
multitudinarias marchas alrededor del país.
Una
parte del poder económico se ha confabulado para intentar disminuir
el efecto financiero de esta importante medida, prohibiendo o
desconvocando al paro nacional. Es comprensible cuando se trata de
empresarios anglosajones o estadunidenses, pero lo que resulta
verdaderamente vergonzoso es que los esquiroles sean empresarios,
comerciantes o industriales hispanos.
Una
prueba de esta ignominia se ubica en la cadena de radio y televisión
Univisión que, según algunos medios de comunicación, ha ordenado a
sus locutores más importantes dejen de promover las marchas para el 1
de mayo. Los que antes alzaron su voz y estimularon a la gente a salir
a las calles para exigir sus derechos están ahora llamando a la calma
y pidiendo que no se sumen a la huelga o el boicot programado en
Estados Unidos. Es evidente que por “razones empresariales”.
Convertidos
en héroes por importantes medios de comunicación estadunidenses como
“The New York Times” o “Los Ángeles Times”, locutores como
“El Piolín” Eddie Sotelo, “El Cucuy”, Renan Almendárez o
“El Mandril” Ricardo Sánchez, son ahora los villanos de esta
historia y se les acaba su minuto de gloria.
Y
es que los ciudadanos no se chupan el dedo. La gente sabe que este
cambio de actitud obedece a que los patrocinadores de Univisión, que
son los que pagan millonarias cantidades a la cadena propiedad del
venezolano Gustavo Cisneros, han exigido un “alto al fuego”. Además
el dueño de estos poderosos medios de comunicación conocido por su
afiliación republicana, amigo personal de los Bush, ha reaccionado de
manera anticipada, aunque eso signifique traicionar a sus propias raíces.
Para
Cisneros, ejecutivos, locutores y algunos reporteros, está claro que
antes que nada cuenta el poder económico; un poder económico que
Univisión ha amasado sirviéndose de la población hispana. El
millonario opositor venezolano emprende campañas desde la pantalla
chica, como la que particularmente sostiene con la ayuda del locutor
Jorge Ramos contra el presidente Hugo Chávez.
Ramos,
calificado como uno de los hispanos “más influyentes”, también
destila odio cada vez que le toca hablar de Fidel Castro a quien
siempre califica: “El dictador Fidel Castro…” dice cada vez que
tiene que leer una noticia relacionada con el presidente de Cuba. Sin
embargo, ese calificativo nunca lo usa a la hora de hablar de los
dictadores de Arabia Saudita amigos de Bush, ni tampoco cuando lee un
reportaje relacionado con Obian Nguema, amigo de Condoleza Rice.
Para
Ramos, los aliados de Bush no son dictadores, al menos, nunca dice el
dictador Hosni Mubarak de Egipto, el dictador Prevés Musarraf de
Pakistán, quien llegó al poder después de un golpe militar; el
dictador Abdula de Jordania o el dictador de Kuwait. Para este locutor
“anticastrista” --utilizando su mismo rasero-- el único dictador
digno de llamarse tal cual es el señor Fidel Castro, a quien
evidentemente desprecia con vehemencia.
El
lector de noticias Jorge Ramos sigue la línea de su jefe; tanto que a
la hora de hablar de Andrés Manuel López Obrador, lo denomina el
“candidato izquierdista”, pero cuando tiene que leer una noticia
sobre Felipe Calderón, nunca dice el “candidato derechista”.
Ramos incluso se convierte en noticia él mismo, a la hora de
entrevistar al presidente Evo Morales, a quien también denomina
“izquierdista” y bombardea con preguntas “incómodas” que no
utiliza cuando entrevista a George Bush.
A
Univisión no sólo le falta equilibrio a la hora de utilizar
calificativos, sino también moralidad, ya que por encima de la
objetividad en las noticias están sus patrocinadores. Por supuesto,
ellos se llenan la boca diciendo que la línea editorial no se ve
afectada, pero como muestra hace falta sólo un botón, y allí están
los hechos abundantes en cada noticiero.
Hay
que recordarle a Univisión que la cadena ha explotado el tema hispano
para hacer sus “negocios”. A la hora de anunciarse en “The New
York Times”, utiliza la imagen de una hispana para decir que es la
cadena “número uno” en Estados Unidos en cualquier lenguaje.
Desconvocar
el paro para el 1 de mayo es un hecho muy grave. A esta traición se
unen locutores que piden que se asesine a inmigrantes indocumentados,
como el locutor Brian James de Arizona, y el locutor de Nueva Jersey,
Harold Turner, que siguen cometiendo el delito de apología al crimen
ante la pasiva mirada de las autoridades.
Y
es que hay fuerzas reaccionarias que quieren detener a los
inmigrantes. Muchos han sufrido despidos, persecución, quema de sus
negocios y hasta la muerte por asistir a las marchas. Pero los
inmigrantes han alzado su voz y nada los callará. Han descubierto que
su fuerza está en la unión y en la calle; que su objetivo es
demostrar que también ellos son seres humanos con derechos laborales,
como el de libre asociación, manifestación y huelga.
El
1 de mayo la mayoría de los hispanos no consumirá, ni irá a
trabajar pésele a quien le pese, para que de una vez por todas, en
Estados Unidos, se les reconozcan sus derechos.
El
poder de los migrantes
Por
Enriqueta Cabrera
Revista
Proceso, México,
18/04/06
En
las últimas semanas, la presencia pacífica, resuelta, creciente,
demandante, impactante de cientos de miles de inmigrantes (con o sin
documentos) y de grupos que los apoyan en las calles y las plazas de más
de 100 grandes y pequeñas ciudades, han conmocionado a la opinión pública
de Estados Unidos y México.
Nunca
antes cientos de miles de inmigrantes –predominantemente latinos,
pero de muchas otras nacionalidades-- salieron a las calles, dejaron
de ser invisibles, para protestar por injusticias y luchar por sus
derechos:
Hicieron
sentir su fuerza política: “Hoy marchamos; mañana votamos”,
coreaban. “No somos criminales, somos trabajadores.” La demanda es
unívoca: trato justo, legalización, no criminalización de los
indocumentados.
Se
trata de cerca de 12 millones de indocumentados, pero con trabajo
–6.7 millones mexicanos, el 78 por ciento es latino, por lo que en
las concentraciones se habla español
Las
gigantescas marchas en Chicago, Los Angeles, Nueva York, Phoenix,
Dallas, Atlanta, Washington… (y las otras marchas en ciudades
medianas y pequeñas de la Unión Americana), han movilizado a un
“impresionante número de gente a lo largo del país”, señala el
editorial de The New York Times, tras las jornadas del pasado domingo
9 y lunes 10 de abril en el “día nacional de acción por los
derechos de los inmigrantes”.
En
Estados Unidos ha aparecido un movimiento social nunca visto, que en
unas cuantas semanas ha mostrado una gran fuerza y que, sin duda,
genera polémica y va ganando espacios en la opinión pública para
revalorar las contribuciones múltiples que realizan los inmigrantes.
Muchos
estadunidenses pueden identificarse con demandas de inmigrantes, al
provieir de familias que hace años llegaron en busca de
oportunidades. Al fin y al cabo, Estados Unidos sigue siendo un país
de inmigrantes.
La
sociedad estadunidense está dividida y confundida respecto de las políticas
migratorias. Encuestas recientes muestran contradicciones evidentes al
mismo tiempo que percepciones favorables de los inmigrantes. En un
sondeo de Gallup-USA Today, la mayoría opina que debe ser considerado
un crimen inmigrar ilegalmente a Estados Unidos, mientras que cerca de
dos tercios considera que el gobierno debe permitir a los inmigrantes
“ilegales” permanecer y convertirse en ciudadanos estadunidenses.
Menos
de uno de cada cinco americanos (-20%) creen que los “ilegales”
debieran ser deportados.
En
otra encuesta de CBS News, el 74% opina que los indocumentados deben
permanecer en Estados Unidos si cumplen ciertas condiciones, mientras
sólo el 23% se opone. En encuestas anteriores, la mayoría coincide
en que los indocumentados trabajan duro y respetan las leyes. La
inmigración se ha convertido en un tema muy importante para la opinión
pública estadounidense, según una encuesta de AP-Ipsos difundida por
CNN.
El
movimiento de los migrantes que se salen a las calles vestidos de
blanco, con banderas estadunidenses y con cada vez menos banderas de
muchos otros países, es inédito. Se compone de infinidad de
organizaciones, clubes de migrantes, párrocos, iglesias y obispos;
radios comunitarias y periódicos en español; organizaciones
sindicales y pequeños empresarios. Decenas de miles de jóvenes se
comunican por celulares y utilizan el internet para organizarse y para
pedir un trato justo.
Entre
los que se oponen a la regularización migratoria se cuenta un
poderoso grupo de legisladores, la mayoría republicano, con 71
miembros que plantean que primero es necesario controlar la frontera y
garantizar su seguridad y que se oponen a cualquier regularización o
programa social que llaman amnistía.
Los
acompañan grupos xenófobos y antimigrantes de todo tipo,
ambientalistas, instituciones académicas. Del otro lado, hay
sindicatos como la poderosa federación AFL-CIO, empresarios y cámaras,
como la American Chamber, grupos defensores de los derechos civiles,
académicos, centros de investigación, iglesias, organizaciones no
gubernamentales.
Es
previsible que, en los próximos días, aparezca una contraofensiva de
los grupos xenófobos y antimigrantes que radicalizarán su discurso y
su acción.
En
los próximos días, tras el receso de Pascua, se verá si los cientos
de miles de inmigrantes que se volcaron a las calles de un centenar de
ciudades en más de 30 estados y que preparan un paro el próximo l de
Mayo, logran que el Senado apruebe una legislación que permita una vía
para la regularización migratoria de casi 12 millones de
indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos.
|