Presupuesto
del Pentágono en entredicho
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 04/05/06
Washington.–
Con el Congreso legislativo de Estados Unidos a punto de aprobar un
nuevo presupuesto para el Departamento (ministerio) de Defensa, un
nutrido equipo de expertos progresistas exigió cambios radicales al
modo en que las autoridades asignan ese dinero.
Estados
Unidos gasta hoy seis dólares en sus fuerzas armadas por cada dólar
que gasta en seguridad interna, diplomacia, asistencia extranjera y no
proliferación de armas de destrucción masiva, estos expertos alegan
que una relación de tres a uno es más razonable y alcanzable.
El
grupo, que se denominó Fuerza de Trabajo sobre un Presupuesto
Unificado de Seguridad para Estados Unidos 2007, exige recortar 62.000
millones de dólares del presupuesto de defensa pendiente para 2007,
de casi 440.000 millones.
La
mayoría de los recortes afectan a sistemas de armas avanzadas que
tienen poca relevancia para las amenazas con que Washington se
enfrenta hoy.
De
ese ahorro, 52.000 millones de dólares deberían incorporarse a la
seguridad interna, particularmente a la mejora de la inspección de
puertos, y a la ayuda al extranjero, con el fin de reducir o evitar el
descontento y la hostilidad hacia Estados Unidos antes que se
transformen en una amenaza militar real, según el informe.
La
Fuerza de Trabajo cuenta con el patrocinio de organizaciones como el
Centro para la Defensa de la Información, el Grupo de Trabajo de Políticas
de Seguridad y Política Exterior en Foco.
El
informe de 45 páginas presentado el 3 de mayo alienta un nuevo marco
de trabajo para que el Congreso considere la asignación de recursos a
la seguridad nacional, al que denominó "Presupuesto Unificado de
Seguridad" que dividiría los principales componentes en
"ofensa" –– principalmente fuerzas militares––,
"defensa", es decir seguridad interna, y "prevención",
que incluiría diplomacia, no proliferación de armas y asistencia al
extranjero.
"Este
presupuesto daría al Congreso una mirada panorámica, y proporcionaría
la base para un debate mejor sobre las prioridades de esta nación en
materia de seguridad", según el informe.
El
estudio también reitera recomendaciones formuladas hace casi dos años
por la Comisión 11/9, constituida para investigar responsabilidades
de las autoridades en la imprevisión de los atentados del 11 de
septiembre de 2001 sobre Nueva York y Washington.
La
Comisión, cuyo informe que se convirtió en repentino éxito
editorial, exigió la adopción de "una estrategia preventiva,
tan o más política como la del ejército", y urgió al
presidente y al Congreso a financiar adecuadamente el espectro
completo de lo no militar, así como de lo militar, con herramientas
de seguridad para librar efectivamente la "guerra global contra
el terrorismo".
Ese
punto de vista hace poco recibió apoyo de un número creciente de
expertos conservadores, tales como el general Anthony Zinni, ex jefe
del Comando Central de Estados Unidos, y el renombrado intelectual
Francis Fukuyama, quien en su reciente libro "America at the
Crossroads" ("Estados Unidos en la encrucijada") criticó
la política estadounidense por considerarla excesivamente
militarizada.
Con
unos 440.000 millones de dólares para 2007, el presupuesto de defensa
excedería los presupuestos militares combinados de las 25 naciones más
poderosas después de Estados Unidos, según estimaciones recientes.
Pero
el presupuesto del Pentágono declara muchos menos gastos militares
que los reales. El Departamento (ministerio) de Energía, por ejemplo,
tiene a su cargo actividades referidas a armas nucleares dotadas con
una asignación de casi 22.000 millones de dólares para el año próximo.
El
presupuesto regular del Pentágono también excluye el costo de las
operaciones militares de Estados Unidos en Iraq y Afganistán, que
actualmente cuestan casi 10.000 millones de dólares mensuales.
"Al
sumar estos costos, el gasto militar para el año próximo excederá
los 600.000 millones de dólares, una cifra que superaría tanto los
altos valores de las escaladas de (la presidencia de Ronald) Reagan
(1981–1989) y la guerra de Vietnam (1959–1975), en términos
ajustados a la inflación", dijo Miriam Pemberton, del Instituto
para los Estudios Políticos y coautora del informe.
Esa
tendencia, según el estudio, es insostenible, dado el enorme déficit
fiscal ––más de 400.000 millones de dólares este año–– bajo
la presidencia de Bush y del proyectado crecimiento en el gasto del
Pentágono, como quedó expuesto este año en la última Evaluación
Cuatrienal de Defensa, documento oficial y periódico sobre políticas
militares.
Al
mismo tiempo que el gasto del Pentágono continúa creciendo, el
gobierno de Bush recomendó algunos recortes a los de seguridad
interna.
La
Agencia Central de Inteligencia (CIA) consideró muy probable que
terroristas introduzcan armas de destrucción masiva en Estados Unidos
a través de sus puertos. Pero el gobierno intenta gastar "cuatro
veces más en el sistema de defensa de misiles, la mayoría de cuyas
pruebas fracasaron, que en seguridad portuaria".
Esas
prioridades deberían cambiar, según el informe, que exige, por sobre
todo, importantes recortes en sistemas de armas que, como el de
defensa de misiles, son diseñados para contrarrestar amenazas
convencionales.
Sin
embargo, dado el actual predominio militar de Washington, es muy
improbable que este tipo de amenazas militares se materialicen en los
próximos 10 años, y aun después, sostuvieron los expertos.
Los
programas nacionales de defensa de misiles, por ejemplo, deberían
recortarse de los 10.400 millones de dólares propuestos para 2007 a
2.400 millones, en la visión del Grupo de Trabajo.
De
modo similar, podrían ahorrarse 14.000 millones de dólares
reduciendo el arsenal nuclear de Estados Unidos a 1.000 armas y
eliminando el misil nuclear Trident II.
Casi
20.000 millones de dólares podrían ser recortados de varios
importantes programas armamentistas, incluido el submarino
Virginia–Class, el destructor DD(X), el avión de caza F–35, el
avión V–22 Osprey, los programas de transporte aéreo C–130 y
sistemas ofensivos a instalarse en el espacio, según el informe.
"Necesitamos
dejar de gastar dinero en esos sistemas de armas que no hacen avanzar
a la seguridad nacional", dijo el coautor del estudio Lawrence
Korb, alto funcionario del Pentágono en la presidencia de Reagan y
hoy en el Centro para el Progreso Estadounidense.
Unos
7.000 millones de dólares podrían ahorrarse desactivando dos áreas
de la fuerza aérea y una fuerza de transporte de la armada, según el
informe. Ese dinero podría reasignarse a programas clave, tanto
diplomáticos como de seguridad interna, urge el informe.
En
particular, las partidas de los programas del Departamento de Estado
para frenar la proliferación de armas de destrucción masiva deberían
incrementarse de los propuestos 1.300 millones de dólares a casi
6.000 millones.
El
aporte de Estados Unidos a organismos internacionales y mantenimiento
de la paz debería aumentar de 2.800 millones de dólares a más de
5.000 millones, y la asistencia oficial para el desarrollo a los países
pobres, hoy de poco más de 3.000 millones, debería crecer 10.000
millones, prosigue el texto.
En
cuanto a la seguridad interna, el informe llama a elevar el gasto en
infraestructura de salud pública y personal de "respuesta rápida",
como policías y bomberos, de 5.500 millones a 14.000 millones de dólares.
Y el gasto en seguridad de contenedores y puertos debería aumentar de
los propuestos 2.400 millones a 5.000 millones.
El
informe también exige un presupuesto mayor para desarrollar fuentes
de energía alternativa ––iniciativa que el propio Bush formuló
en su discurso sobre el Estado de la Unión, informe anual de la
presidencia ante el Congreso–– de los propuestos 1.200 millones de
dólares a 10.000 millones en 2007.
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