No es
lo uno o lo otro
El
lobby israelí
Por
Norman G Finkelstein Znet / Rebelión, 11/05/06
Traducido por Germán Leyens
En el actual debate
de fracciones sobre el papel del lobby de Israel en la formulación y
la ejecución de las políticas de USA en Medio Oriente, no creo que
la alternativa de “lo uno o lo otro” – que da primacía al lobby
de Israel o a los intereses estratégicos de USA – sea muy útil.
Además del conflicto
Israel-Palestina, la política fundamental de USA en el Oriente Próximo
no ha sido afectada por el Lobby. Por diferentes razones, tanto las
elites usamericanas como israelíes han pensado siempre que a los árabes
hay que mantenerlos en un estado de subordinación. Sin embargo, una
vez que USA solidificó su alianza con Israel después de junio de
1967, comenzó a considerar a los israelíes – y los israelíes se
proyectaron como tales – como expertos en la “mente árabe”. En
consecuencia, la alianza con Israel ha instigado las políticas
usamericanas más truculentas, ya que los israelíes creen que “los
árabes sólo entienden el lenguaje de la fuerza” y que cada unos
pocos años hay que hacer añicos a tal o cual país árabe. El
espectro de las diferencias políticas de USA podrá ser estrecho,
pero en términos de su impacto sobre las vidas reales de la gente
real en el mundo árabe, esas diferencias son probablemente
significativas, y la influencia israelí empeora las cosas.
La afirmación de que
Israel se ha convertido en un lastre para los intereses
“nacionales” de USA en el Oriente Próximo no capta la perspectiva
general. Algunas veces lo más obvio pasa inadvertido. Israel es la única
base estable y segura para proyectar el poder de USA en esta región.
Es de conocimiento general que cualquier otro país en el que se basa
hoy USA en lo que a poder se refiere, puede caer fuera del control de
USA mañana. USA descubrió esto, para su horror, en 1979, después de
su inmensa inversión en el Shah. Por otra parte, Israel fue una
creación de Occidente; está en todo sentido – cultural, política,
económicamente – al servicio de Occidente, especialmente de USA.
Esto no vale sólo para un liderazgo corrupto, como en el resto de
Oriente Próximo, sino – lo que es más importante – a nivel
popular. La orientación pro-usamericana de Israel existe no sólo
entre las elites israelíes sino también en toda la población. Pase
lo que pase en Israel, es inconcebible que cambie su orientación
fundamental. Junto con su abrumador poder militar, esto convierte a
Israel en una ventaja singular e irremplazable para USA en Oriente Próximo.
A este respecto, vale
la pena recordar la justificación del apoyo británico para el
sionismo. El dirigente sionista Chaim Weizmann preguntó una vez a un
funcionario británico por qué los británicos seguían apoyando al
sionismo a pesar de la oposición árabe. ¿No tendría más sentido
que se quedaran con Palestina pero abandonaran el apoyo al sionismo?
“Aunque una actitud semejante podría permitir un alivio temporal y
tranquilizaría a los árabes por un cierto tiempo,” respondió el
funcionario, “ciertamente no solucionará el problema ya que los árabes
no quieren a los británicos en Palestina, y después de salirse con
la suya con los judíos, atacarían la posición británica, como
hacen los musulmanes en Mesopotamia, Egipto e India.” Otro
funcionario británico juzgó en retrospectiva que, no importa cuánto
resentimiento árabe se provocó, el apoyo británico para el sionismo
fue una política prudente, porque estableció en medio de un “mundo
árabe incierto una comunidad acomodada, educada, moderna, propensa en
última instancia a depender el Imperio Británico.” Por si ésta
fuera posible, los británicos tenían poco interés en impulsar una
verdadera cooperación judío-árabe porque inevitablemente disminuiría
esta dependencia. De la misma manera, USA no quiere un Israel que esté
verdaderamente en paz con los árabes, porque ese Israel reduciría
sus lazos de dependencia de USA, convirtiéndose en un agente menos
fiable.
Es un motivo por el
cual la afirmación de que las elites judías son “pro”-Israel
tiene poco sentido. Están a favor de un Israel que sea útil a USA y,
por lo tanto, útil para ellas. ¿Para qué serviría a un Paul
Wolfowitz un Israel que viviera en paz con sus vecinos árabes y
estuviese menos dispuesto a hacer lo que se antojara a USA?
Los antecedentes históricos
sugieren definitivamente que ni los neoconservadores judíos en
particular ni los intelectuales judíos de la corriente dominante
sienten en general una lealtad primordial a Israel – en realidad,
alguna lealtad a Israel. Los principales intelectuales judíos
llegaron a ser favorables a Israel después de la guerra de junio de
1967 cuando Israel se convirtió en una ventaja estratégica para USA
en Oriente Próximo, es decir cuando estuvo seguro y produjo
beneficios. Que se les reconozca alguna convicción ideológica es, a
mi juicio, muy ingenuo. No están más comprometidos con el sionismo
que los neoconservadores de entre ellos estuvieron una vez
comprometidos con el trotskismo: su único ‘ismo’ es el
oportunismo. Como tipos psicológicos, esos Amantes de Sión recién
acuñados se parecen más bien a la policía judía en el gueto de
Varsovia. “Cada día, para salvar su propia piel, cada policía judío
llevaba siete víctimas propiciatorias al altar de exterminación,”
recordó tristemente un miembro de la Resistencia. “Hubo policías
que ofrecieron a sus propios padres ancianos, con la excusa de que en
todo caso iban a morir.” Los neoconservadores judíos velan por el
interés “nacional” de USA, que es la fuente de su poder y
privilegio, y en Oriente Próximo sucede que este interés
“nacional” coincide en gran parte con el interés “nacional”
de Israel. Si alguna vez esos intereses entraran en conflicto, ¿quién
puede dudar de que, para salvar sus propias pieles, harán exactamente
lo que se les ordene que hagan, con placer?
A diferencia de otros
sitios en Oriente Próximo, es casi seguro que la política de la
elite de USA en el conflicto Israel-Palestina no sería la misma sin
el Lobby. ¿Qué gana USA con los asentamientos y la ocupación israelíes?
En términos de enajenar al mundo árabe, ha tenido algo que perder.
El Lobby probablemente no puede acumular suficiente poder como para
poner en peligro un interés fundamental usamericano, pero puede
elevar significativamente el umbral pasado el que las elites de USA
están dispuestas a actuar – es decir a ordenar que Israel salga de
los Territorios Palestinos Ocupados, como USA terminó por presionar a
los indonesios para que salieran de Timor Oriental Ocupado. Aunque a
Israel no le quedan muchas opciones si USA terminara por ordenarle que
se mude. USA no lo hará hasta que, y a menos que, la ocupación de
Israel se convierta en un obstáculo importante: debido al Lobby, el
punto en el que se alcance “hasta que, y a menos que” cambia
significativamente. Sin el Lobby, y ante un resentimiento árabe
generalizado, USA tal vez ya habría ordenado a Israel que terminara
la ocupación, ahorrando muchos sufrimientos a los palestinos.
En el actual debate
de “lo uno o lo otro” sobre si el Lobby afecta la política de USA
al nivel de la elite hacia Oriente Próximo, muchos de los
interlocutores pierden la noción de que una dimensión crucial de
este debate debería ser la medida en la que el Lobby asfixia una
discusión libre y abierta en público sobre el tema. Porque en cuanto
al intento de ampliar la discusión pública en este país sobre el
conflicto Israel-Palestina, el Lobby juega un papel inmenso y nefasto.
Especialmente porque las elites de USA no tienen un interés creado en
la ocupación israelí, la movilización de la opinión pública puede
tener un verdadero impacto en la formulación de la política –
motivo por el cual el Lobby invierte tanta energía en suprimir la
discusión.
Notas:
.–
El libro más reciente de Norman Finkelstein es “Beyond
Chutzpah: On the misuse of anti–Semitism and the abuse of
history” (University of California Press). Su sitio en la
red es: www.NormanFinkelstein.com.
.– Germán Leyens es
miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala
(www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística.
Esta traducción es copyleft.
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