Enfrenta Bush el peor índice de apoyo desde que
llegó a la Casa Blanca: sólo 31%. El Congreso, encabezado por los
republicanos, tiene escasa aprobación: 23 por ciento
EEUU va en dirección equivocada, opina 70% de
estadounidenses
Por
David Brooks
Corresponsal en Nueva York
La Jornada, 11/05/06
Nueva York, 10 de mayo. Los estadounidenses
opinan que su país navega en dirección equivocada y culpan cada vez
más al capitán de esta aventura, incluidas las propias bases del
partido del presidente, según las encuestas más recientes.
Más de dos tercios de estadounidenses –70 por
ciento– opinan que el país está avanzando en dirección
equivocada, según la nueva encuesta de CBS News/The New York Times.
Es el mayor nivel de pesimismo registrado en más de dos décadas.
Casi dos tercios dicen que el país está en peores condiciones ahora
que cuando el presidente George W. Bush asumió el poder hace seis años.
Bush ahora registra su peor índice de apoyo
popular desde que llegó a la Casa Blanca, con sólo 31por ciento que
aprueba su gestión. Eso lo empata con el punto más bajo de la
presidencia de su padre, cuatro meses antes de ser derrotado por Bill
Clinton en las elecciones presidenciales en 1992, y también es el
tercer nivel más bajo registrado por un presidente en 50 años, sólo
llegaron a puntos inferiores Richard Nixon y Jimmy Carter, reportó el
New York Times.
A seis meses de las elecciones legislativas
nacionales, las noticias no podrían ser peores para los republicanos,
quienes necesitan mantener su dominio de ambas cámaras del Congreso
en un clima político cada vez más adverso. La encuesta registra que
ahora 55 por ciento tiene una opinión favorable de los demócratas,
mientras que 57 por ciento tiene una impresión negativa de los
republicanos. Un 50 por ciento opina que los demócratas comparten sus
valores más que los republicanos, contra 37 por ciento que dice lo
contrario. La mayoría opina que los republicanos son más corruptos,
en términos financieros, que los demócratas.
La guerra en Irak, los precios de gasolina y la
migración fueron identificados como los temas que más contribuyen al
deterioro del apoyo popular al presidente y su partido. Ahora dos
tercios desaprueban la manera en que Bush ha manejado la guerra; 56
por ciento considera que fue un error iniciar la acción bélica
contra Irak (un incremento de 6 puntos desde enero). Sólo 39 por
ciento cree ahora que ir a la guerra contra Irak fue la decisión
correcta, un desplome de 8 puntos desde enero.
El precio de gasolina siempre es un tema
particularmente volátil en el ámbito político estadounidense, y con
incrementos en el precio de combustible, la conclusión general es que
es culpa de los republicanos y su presidente. Sólo 13 por ciento
aprueba la manera en que Bush ha manejado el incremento de precios.
Por 57 por ciento a 11 por ciento los encuestados señalan que confían
más en los demócratas que en los republicanos para buscar formas de
reducir estos precios. Un 71 por ciento dice que las empresas
petroleras lucran con los precios y una mayoría señaló que estas
empresas son mucho más cercanas a los republicanos que a los demócratas.
Pero tal vez lo más alarmante para los
republicanos es que esta encuesta confirma lo que fue detectado
primero hace unos días por otra encuesta de USA Today/Gallup: el
presidente está por primera vez empezando a perder la confianza de su
base más fiel. En la encuesta de CBS News, sólo 51 por ciento de los
conservadores y 69 por ciento de los republicanos en general aprueban
el manejo de la presidencia por Bush; ambos registran una baja
sustancial comparada con hace cuatro meses.
El Congreso controlado por los republicanos también
registra un nivel pésimo de aprobación: 23 por ciento.
El único consuelo para los republicanos es que
las estrellas del Partido Demócrata también carecen de confianza pública.
El senador John Kerry, candidato presidencial en la pasada ronda, goza
de 26 por ciento de aprobación; Al Gore 28 por ciento y Hillary
Clinton 34 por ciento.
Con una nube aparentemente permanente de escándalos,
corrupción, investigaciones sobre maniobras posiblemente ilegales,
acusaciones de fiestas de pókar y prostitutas y un creciente coro de
críticos formidables –en particular ex generales y altos
funcionarios de inteligencia–, el presidente, su equipo y el
liderazgo republicano en la legislatura parecen estar empantanados en
una crisis política. Su única salvación, por el momento, es la
ausencia de una oposición efectiva y atrevida.
Lo que sí es notable es que muchas figuras
prominentes de este equipo en el poder –el vicepresidente Dick
Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, el estratega político
de la Casa Blanca Kart Rove y otros– llegaron a los altos circuitos
de la política nacional con el presidente Richard Nixon. Por el
momento, pareciera que no aprendieron las lecciones de ese desastre
histórico.
Y como señala la columnista Maureen Dowd del New
York Times, a pesar de que Bush intentó hacer todo lo posible para no
caminar por la misma ruta de su padre, ahora comparte justo el mismo
nivel de apoyo al que cayó Bush padre: el 31 por ciento. "La
presidencia de Bush ha llegado a ser sólo una aseveración de
voluntad vacía", concluye.
La
dimisión de Porter Goss, sólo la punta del iceberg de la corrupción
en el partido oficial. Sobornos a representantes republicanos y
prostitución laceran al gobierno de Bush.
Destapa la renuncia del
director de la CIA escándalo casi igual al Watergate
Por
David Brooks
Corresponsal en Nueva York
La Jornada, 07/05/06
Nueva York, 6 de mayo. Con un escándalo político que estalla de
nuevo en Washington en torno a la renuncia inesperada ayer del
director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), los críticos
del gobierno de George W. Bush ahora tienen más municiones para
comparar a este presidente con uno de sus antecesores, Richard Nixon,
quien fue obligado a renunciar tras caer en desgracia con un escándalo
conocido universalmente como Watergate.
Pero nadie, ni los críticos más severos, esperaba que la
administración de Bush pudiera ser golpeada por algo que ocurrió
justo en ese mismo lugar: el complejo residencial y hotelero
Watergate.
No sólo eso, sino que también en este caso uno de los
involucrados fue un participante clave en el apoyo clandestino
estadounidense a la contra en Nicaragua, otro asunto que desató
un escándalo seguido de investigaciones criminales.
La renuncia repentina de Porter Goss al cargo de director de la CIA
fue anunciada el viernes por Bush en la Casa Blanca, al intensificarse
los alegatos de que Goss, y/o uno de sus subordinados principales,
asistieron a fiestas de póquer en el Watergate, patrocinadas por
contratistas militares que ofrecieron sobornos y prostitutas a
representantes federales republicanos.
Hoy Goss rehusó dar una razón por su renuncia y simplemente
comentó: "Es uno de esos misterios".
Aunque Goss todavía no ha sido directamente implicado en la
investigación sobre corrupción de los diputados, y no hay pruebas de
que gozó de estas fiestas, su subordinado Kyle Dusty Foggo
–a quien Goss nombró director ejecutivo de la CIA (el puesto número
tres de la jerarquía)– sí ha admitido que jugó póquer durante
esas fiestas semanales, pero solamente eso, según informó una vocera
de la agencia.
Fuentes oficiales en Washington informaron a varios medios de
comunicación que Foggo podría ser formalmente acusado próximamente
en la investigación realizada por la Oficina Federal de
Investigaciones (FBI) sobre la corrupción de varios representantes
que fueron beneficiados por los contratistas militares Brent Wilkes y
Mitchell Wade, los anfitriones de estas famosas fiestas en el
Watergate.
Todo empezó con el arresto y la confesión del representante
federal republicano Randy Duke Cunningham, en noviembre de
2005, quien fue condenado a ocho años de cárcel por corrupción al
aceptar sobornos de Wilkes y Wade a cambio de promover contratos
federales millonarios a sus empresas, incluyendo contratos de apoyo a
la CIA en Irak y Afganistán.
Cunningham, conservador de San Diego, fue miembro de comités
influyentes del Congreso encargados de aprobar contratos militares y
de servicios de inteligencia.
El 27 de abril, el Wall Street Journal reportó que
Cunningham podría haber disfrutado de un total de más de 2.4
millones de dólares en sobornos de los contratistas, incluyendo
servicios de limusina de lujo, noches pagadas en suites de lujo en el
Watergate y el Westin Grand, y prostitutas.
Ken Silverstein, reportero investigador de Harper's, informó
ese mismo día en el sitio de Internet de la revista mensual que había
otros congresistas y ex legisladores integrantes de los comités de
Defensa y de Inteligencia que ahora están bajo investigación por la
FBI en este mismo caso, incluyendo uno que "ahora tiene un
poderoso puesto de inteligencia".
El único que tiene esas características es el ahora despedido
Porter Goss, quien fue presidente del Comité de Inteligencia antes de
ser nombrado director de la CIA por Bush, hace unos 19 meses.
El Washington Post informó hace una semana que las
autoridades federales también están investigando alegatos de que el
contratista Wilkes tenía un arreglo con un servicio de limusinas para
transportar a congresistas, incluyendo a Cunningham, y a prostitutas a
estas fiestas.
Resulta que el dueño de Shirlington Limousine and Transportation
Inc., Christopher Baker, tiene un historial criminal larguísimo –más
de 62 cuartillas en el expediente oficial de delitos– y serias
dificultades financieras a lo largo de 20 años. Sin embargo, logró
obtener el año pasado un contrato por 21 millones de dólares de la
Secretaria de Seguridad Interna.
Wade, el otro contratista, divulgó a fiscales que Wilkes tenía un
arreglo con Shirlington, la cual también tenía un arreglo con un
servicio de escorts, y que las limusinas pasaban por el ex
diputado Cunningham y por una prostituta para ir a las fiestas en el
Watergate.
Brent Wilkes, figura al centro del escándalo, aún no ha sido
formalmente acusado. Sin embargo, es un personaje muy conocido en los
círculos republicanos de Washington desde hace 20 años.
Además de sobornar a Cunningham, y tal vez a otros legisladores a
cambio de contratos multimillonarios, Wilkes se dedicaba a nutrir
relaciones políticas, y en años recientes participó en puestos
encargados de financiamiento de campañas electorales del gobernador
de California, Arnold Schwazernegger, y el comité estatal de la
campana presidencial de Bush, entre otros.
En Washington, Wilkes hizo amistades clave con legisladores y altos
funcionarios de la CIA al ser anfitrión de fiestas semanales en el
Watergate y el Westin, en la capital. Foggo fue uno de éstos, aunque
ya era amigo de Wilkes desde hace más de 30 años; ambos se
conocieron en la secundaria, en California.
Foggo, director ejecutivo de la CIA (el puesto número tres),
admitió que asistió a estas fiestas de Wilkes, e inclusive que a
veces llegó a hacer la fiesta en su propia casa, aunque niega haber
visto jamás a prostitutas. Foggo fue elevado a su alto puesto por
Goss en octubre de 2004.
En los años 80, Foggo era empleado de la CIA y fue enviado por esa
agencia a Honduras para asistir a las fuerzas de la contra
nicaragüense, más que nada en cuanto a procuración de materiales.
En esos tiempos, su amigo Wilkes se dedicaba a llevar a
legisladores estadounidenses a Centroamérica, donde los presentaba a
Foggo y a la contra, según informó hoy el San Diego Union
Tribune.
Ahora, los vínculos de Foggo con Wilkes son parte de la
investigación sobre contratos encabezada por la oficina del inspector
general de la CIA y la FBI.
Relaciones peligrosas
Es en este contexto que se intensifica la especulación sobre las
razones de la renuncia de Porter Goss. Este fue quien ascendió a
Foggo a su alto puesto, y las relaciones entre Wilkes, Foggo y Goss
ahora están en la mira tanto de investigadores como de los medios de
comunicación.
Una vocera de la CIA negó categóricamente que Goss hubiera
participado en las fiestas de Wilkes en el Watergate: "Esto es
horriblemente irresponsable. El (Goss) no ha visitado el Watergate en
años".
Sin embargo, se espera que la investigación federal continúe
ofreciendo nuevos elementos a este escándalo. El San Diego Union
Tribune informó que puede haber hasta seis legisladores más bajo
investigación por corrupción, y el Washington Post señala
que agentes de la FBI están investigando ahora a prostitutas y a
otros posibles testigos de estas fiestas.
Ayer en la Casa Blanca, Bush, acompañado de Goss, anunció la
renuncia de su director de la CIA pero ninguno de los dos ofreció una
sola razón. Que la decisión fue algo repentina se comprueba con el
hecho de que la Casa Blanca no estaba preparada para anunciar a un
nuevo director (se espera conocer al sucesor de Goss este lunes).
La Casa Blanca promovió la versión de que la renuncia fue
resultado de un conflicto burocrático entre el zar de
inteligencia John Negroponte y Goss, y que fue el primero quien decidió
que era hora de sustituir al director de la CIA.
Pero en Washington pocos aceptan esta versión, y algunos señalan
que tal vez Goss deseaba dejar la agencia para evitar ser asociado con
el escándalo que está creciendo y en donde Foggo está bajo
investigación.
A la vez, algunos señalan que el último acto de Goss fue despedir
a Mary McCarthy, una analista de la CIA de alto rango que fue acusada
de filtrar información secreta a los medios de comunicación sobre
las cárceles clandestinas de la CIA, y podría haber tenido mayores
repercusiones. Resulta que McCarthy estaba trabajando en la oficina
del inspector general de la CIA, que se encuentra investigando
sospechas sobre Foggo y sus vínculos con Wilkes.
Algunos observadores señalan que esto podría culminar en uno de
los más grandes escándalos políticos en el último siglo. Otros
recuerdan que continúan otras investigación sobre corrupción, engaño,
obstrucción de justicia y más, incluyendo la espectacular obra de
corrupción encabezada por el cabildero Jack Abramoff y la investigación
de las filtraciones de la identidad de una agente de la CIA encabezada
por el fiscal especial, Patrick Fitzgerald.
Sobornos, póquer, prostitutas, grandes regalos como yates, viajes,
casas y limusinas y, claro, contribuciones de fondos
electorales. Una vez más se va revelando cómo funcionan por lo menos
algunas partes de la democracia en Washington.
|