Entre
ayatolas, Dios y la Biblia
Bush
está en terapia intensiva: ¿que dicen los pronosticadores de turno?
IAR-Noticias,
15/05/06
El diagnóstico, la
clave del futuro, según los brujos, parece resumirse en un axioma:
Bush está en terapia intensiva, su pronóstico es reservado, y si no
aparecen el experto Bin Laden o el ataque militar a Irán, antes de
las elecciones de noviembre, los republicanos van a perder la mayoría
que hoy detentan en las dos cámaras del Congreso de EEUU. Que es como
decir, hasta nunca Bush.
El mal
"anti-Bush" que lo aqueja avanzó demasiado: solo un 29% de
apoyo para su gestión (el más bajo de su historia). Irak, torturas y
vuelos de la CIA, por aquí; corrupción y "CIA-gate", por
allá; son frentes multiplicados y simultáneos que golpean al
"presidente de la guerra" durante las 24 horas.
¿Un
golpe institucional contra él antes de finalizar su gestión?
Los que manejan
información reservada lo juran: Cheney va a ser convocado por la
justicia norteamericana antes de noviembre en relación al
"CIA-gate", el próximo es Bush.
En el 2007, con mayoría
demócrata en las dos cámaras, lo procesan y lo destituyen, ese es el
plan. También pueden presionar y negociar su renuncia. Un Watergate
institucional.
Dentro de unos días
el fiscal Fitzgerald (un operador político de Bill Clinton) lo va a
convocar al "cerebro" Karl Rove como imputado en el caso de
la revelación del nombre de la espía Valerie Plame (CIA-gate). Karl
Rove no va a morir solo: se lo llevará con él a Cheney.
Así está escrito en la Biblia de los judíos.
Con este panorama, la
salud de Bush, el futuro de los halcones de ultraderecha del lobby, va
a estar escrito con gelatina.
Bush se tendrá que
marchar al cielo (o al infierno) y el lobby judío de derecha tendrá
que traspasar el mando y los negocios al lobby judío de izquierda,
con demócratas en la Casa Blanca, incluidos.
El cuadro de salud
política de Bush, por estos días, es grave, muy grave, y con justa
razón nadie da un centavo de dólar por su preciosa cabellera de
cruzado de las guerras preventivas.
Y por si eso fuera
poco, el aparato mediático internacional (al servicio de la campaña
demócrata) le agrava el cuadro de salud todos los días con nuevas
creaciones "informativas" del mal "anti-Bush".
The New York Times y
The Washington Post, más las cadenas internacionales, más el rezo de
los "progresistas" en el mundo, más las "fuentes anónimas",
están hechos unos demonios, y no pasa hora ni segundo que no le
inventen una denuncia y un nuevo frente de virus terminales al
guerrero "contraterrorista".
Así no hay cuerpo
que aguante, y Bush ya ingresó en terapia intensiva.
Ese es el diagnóstico,
la cruda realidad que surge de una lectura estratégica simplificada
de la guerra por el poder y el control de la Casa Blanca entre
halcones (republicanos del lobby judío) y anti-halcones (demócratas
del lobby judío) del Imperio estadounidense.
¿Y cuál es la
terapia para conservarlo con vida a Bush esta vez?
Según los brujos:
Bin Laden y el ataque militar a Irán. La única medicina que puede
sacar a Bush de su postración terminal y ponerlo de nuevo en la
cancha del Mundial.
El
"caballo de troya"
¿Y cómo ven los
expertos la administración de esa medicina terapéutica?
La terapia también
viene en clave simplificada de pregunta: ¿Imperio con Bush, o Imperio
con ayatolas nucleares?
Dios
(el cristiano y el judío, juntos) dicen que Bush no puede
morirse sin cumplir la última fase de su misión divina: exterminar a
los ayatolás de Irán.
"Cambio de régimen",
no la ocupación ni la destrucción de Irán, es la consigna de
Washington y Tel Aviv. Los que leen otros mensajes, están en la
sintonía equivocada, dicen los brujos.
Los halcones del
lobby judío (de derecha) no quieren bombardear a Irán, quieren
bombardear a los ayatolas. Sí, a los ayatolas, a esos mismos que
mandaron a su empleado (de turno) Ahmadineyad a invitarlo a Bush a
"rezar juntos", y al que Washington, por medio de la halcona
Rice, rechazó la invitación con poca amabilidad.
Y hay que tener en
claro algo que la prensa internacional no menciona: Irán no es
solamente el país de Ahmadineyad y los ayatolas de la teocracia
fundamentalista que controlan el resorte de la economía, la policía
y las fuerzas armadas iraníes.
Irán (su otra mitad)
también es la clase media reformista que gobernó simbólicamente con
Jatami que había arrasado en la urnas a los ayatolás en 1997.
Los reformistas, que
odian a los ayatolas más que a Bush, son un sector clave de la
comunidad iraní: tienen influencia decisiva en el Parlamento, la
universidad, los sectores intelectuales y los medios de comunicación
iraníes.
Los reformistas
controlan opinión pública "progresista", y los ayatolas
controlan el voto de los sectores bajos con religión y
asistencialismo.
Irán no es un solo
Irán: Irán son "dos iranes". Los reformistas son tan
enemigos de los ayatolas, como lo son Bush y el lobby judío que
controla la Casa Blanca. Si les dan a elegir eligen el "mal
menor", o sea la "democracia" del Imperio
norteamericano.
Los reformistas, la
segunda mayoría iraní, son la
"otra cara" de la revolución fundamentalista islámica
fundada por Komeini. Odian más a los ayatolas (sus represores policíacos
del régimen teocrático) que a Bush y al Imperio de Satán.
Su visión filosófica
y funcional del mundo está más cerca de Washington y de París que
del Teherán fundamentalista y teocrático de los clérigos. Son el
producto más acabado (en el mundo islámico) de la globalización
capitalista con sello mediático "progresista" que gobierna
el planeta.
Por lo tanto, la CIA
y el Mossad -después de la invasión a Irak- ya vienen operando
activamente para armar el "caballo de troya" con los
sectores reformistas, principalmente universitarios, intelectuales,
estudiantes y profesionales de la sociedad iraní.
Los reformistas iraníes
opinan de los ayatolas lo mismo que los "progresistas" del
Imperio opinan de Bush: el régimen teocrático con su locura
guerrerista y fundamentalista está llevando a Irán al borde de la
destrucción nuclear.
Curiosamente (y no
tanto) ese es el argumento central que esgrimen Washington y Tel Aviv
para justificar el ataque militar en carpeta, con la consecuente
salida de Bush de terapia intensiva.
¿Casualidad? Nada de
eso, estrategia, modus operandi mediáticos, que complementan el plan
de un alzamiento interno de los "reformistas" contra los
ayatolas en cuanto caigan las
primeras cargas contra la usinas nucleares iraníes.
La idea, esta vez, no
es cometer el mismo error que en
Irak: invadir y empantanarse en una ocupación que lo llevó a
Bush a terapia intensiva.
No señor, esta vez
las cosas van a ser diferentes, nada de entrar para ser blanco de los
comandos suicidas, de los francontiradores y de los coche-bomba, mejor
golpear desde afuera hacia adentro, y regresar a casita, sano y salvo.
Mañana volvemos de nuevo, fresquitos renovados. La caballería
aprendió.
Ataques demoledores y
localizados contra los blancos nucleares, operación militar quirúrgica
de alto espectro para quebrarle la espina dorsal al "Irán
nuclear" de los ayatolas, bajarle las infulas para envalentonar a
la revuelta reformista en Teherán.
Durante una
intervención hace poco en una conferencia sobre seguridad en Oriente
Próximo celebrada en Berlín, el coronel Sam Gardiner, un analista
militar que fue profesor de la Escuela de Guerra de Estados Unidos
antes de retirarse de la Fuerza Aérea en 1987, estimó que debería
atacarse un mínimo de cuatrocientos objetivos.
Aparte de catorce
aeropuertos que disponen de refugios para aviones, plantas de producción
química y punto de lanzamiento de misiles crucero y de submarinos,
que deberían atacarse con armas de penetración, estimó Gardner.
Según expertos
citados por Seymour Hersh, los planes correspondientes a una de las
opciones militares iniciales, presentados por el Pentágono a la Casa
Blanca el pasado invierno, prevén el uso de armas nucleares tácticas
tipo B61-11, llamadas"revienta-bunkers", contra los
emplazamientos nucleares subterráneos.
Según Hersh (un
agente del Mossad galardonado con el Pulitzer), en caso de orden de
ataque, los comandos especiales militares que actualmente operan ya en
Irán podrían señalar los objetivos principales con rayos láser,
para conseguir bombardeos de precisión y minimizar las bajas civiles.
Luego van
a decir como dijeron después de agujerear Yugoslavia con
62.000 misiles durante la administración de Clinton: disculpen por
los daños colaterales.
Los expertos del
mundo "occidental" se preguntan cual va ser la reacción
"internacional" frente a un ataque militar de los halcones a
Irán, pero no se preguntan que va a pasar en el teatro de
operaciones, o sea, en el Irán de los ayatolas odiados por los
reformistas. Como siempre, analizan solo con el lóbulo del lado
izquierdo, les falta el complemento, son, cerebralmente, tuertos.
Y hay un presupuesto
que manejan tanto los planificadores como los expertos de cerebro
completo: después del ataque militar,
los ayatolas fundamentalistas le van a desestabilizar el Medio
Oriente a Bush, pero la CIA y el Mossad le van a desestabilizar Irán
a las ayatolas lanzando a los reformistas a las calles. Así está
escrito en la Biblia del Pentágono.
Y que gane el más
mejor, la guerra no es entre Irán y EEUU, sino entre los halcones y
los ayatolas.
El resto de Irán la
va a mirar por TV, como al Mundial: de un lado los que hacen fuerza
para que los ayatolas lo exterminen a Satán, y del otro los que
ruegan que Satán los libere de los ayatolas.
El que quiera una
comprobación previa: que viaje a Irán y hable, en forma reservada y
sin que nadie escuche, con los representantes de los sectores
reformistas. Irán, no es uno solo, Irán son "dos iranes".
Los ayatolas fueron
los socios estratégicos de Bush y los halcones, en el primer intento
fallido (la primera "Guerra del Golfo" con papá Bush) y en
la invasión de marzo del 2003 a Irak.
Los servicios de
inteligencia de los ayatolas fueron socios de la CIA, el Mossad, y el
M-16 británico, en el armado y el entrenamiento de los grupos
operativos que intentaron asesinar o derrocar a Saddam Hussein para
que las tropas norteamericanas tomaran Irak sin disparar un solo tiro.
Los ayatolas de Teherán
negociaron con Satán una "salida democrática" de la
ocupación colocando a los clérigos y políticos chiíes como
regentes de un gobierno civil de ocupación norteamericana.
Desde el ministerio
del Interior controlado por los chiíes pro-iranies salen
a diario escuadrones de la muerte para asesinar y torturar a
simpatizantes y militantes de la resistencia iraquí de origen suni,
algunos de los cuales responden a Teherán. ¿Los ayatolas víctimas
del Imperio yanqui?, qué quieren decir con eso.
Supervivencia
y negocios
Los ayatolas, con su
proyecto de armar su propio "Imperio Islámico" en la región,
simplemente ahora chocan con la supervivencia de sus ex socios en la
invasión a Irak, el Estado de Israel y Washington, que ven amenazada
su hegemonía imperial en todo Oriente Medio.
Y ahora (así como
fueron por la cabeza de Saddam después de utilizarlo en una guerra
para apoderarse nuevamente del petróleo iraní) hoy van por la cabeza
de los ayatolas para matar dos pájaros de un tiro: terminar con la
usina del fundamentalismo "antisionista" y tratar de
controlar el petróleo iraní con un gobierno aliado.
Como le diria Kung Fu
(el de la serie yanqui) al sacerdote del templo: ¿le cierra maestro?
La receta de los
halcones de Washington y Tel Aviv es clara y contundente: eliminar a
los ayatolas e implantar la "revolución progresista" con la
segunda mayoría reformista convertida en régimen gobernante.
Terminar con la
"irracionalidad" antisionista y antijudía de los clérigos
fundamentalistas, y establecer un sistema de poder más "racional
y pragmático" con los que hoy son perseguidos por la teocracia
dominante dentro de Irán.
Eso es lo central, el
objetivo estratégico principal, que esconde básicamente,
la necesidad de supervivencia del Estado de Israel (el patrón
de Washington, y no al revés), pero, y como corresponde a toda
empresa capitalista-imperial, hay algunos objetivos
"adicionales".
Veamos,
según los brujos, cuales serían los tres objetivos estratégicos
centrales de un ataque militar a Irán:
1) Producir
una rebelión interna contra la teocracia en el poder para
generar un cambio de régimen en Irán
2)
Afianzar el control del petróleo y de la geopolítica militar
estratégica del Medio Oriente.
3) Consolidar el área
como base para los futuros, quizá en el mediano plazo,
enfrentamientos contra China y Rusia.
Supervivencia,
negocios y nuevo emplazamiento estratégico,
como siempre, guían las
claves del ataque militar imperial a Irán.
Y como pronostican
los brujos, la receta para sacarlo a Bush de terapia intensiva viene
adosada con bombarderos B-52 y mucha cohetería multicolor que la CNN
y las otras cadenas difundirán para entretener al amable televidente
con el cerebro aplanado por el consumismo.
Será como un segundo
Mundial, pero con bombas anti-bunker de 16 toneladas. Nada personal,
como dice Chávez, solo un ajuste de cuentas de los halcones con los
ayatolas.
Y, si las necesidades
operativas así lo requieren, habrá un capítulo previo con Al Qaeda
y Bin Laden por el universo informativo de las grandes cadenas.
El ingreso del
"terrorismo" de Al Qaeda (si es que el Pentágono decide
utilizarlo) va a estar orientado a demostrar que Irán no tendrá ningún
escrúpulo en utilizar la bomba nuclear contra sus enemigos.
EEUU e Israel (los
hermanos simbióticos) tienen decenas de miles de cabezas nucleares
apuntando a los cuatro puntos cardinales del planeta, pero hay que
demostrar que los malos de la película nuclear son los ayatolas.
¿Cuantos
van a morir en el nuevo ensayo quirúrgico-militar del Pentágono en
Irán?
Pregunta inútil,
teniendo en cuenta que Irak, donde la muerte se ha convertido
en una especie de burocracia informativa, son asesinadas a diario
entre 50 y 60 personas promedio ante la total indiferencia del mundo.
Hoy los brujos andan
tratando de localizar a Bin Laden para que les lea el oráculo, con la
fecha precisa y el horario preciso de la resurrección de Bush. Bin
Laden, el mítico, siempre llega en los momentos más difíciles de
Bush. Y Bush, el presidente más odiado de toda la historia de EEUU,
está en terapia intensiva. Al respecto: hay que prepararse para
recibir noticias.
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