Bush
propone al Congreso reducir las green cards para limitar
el ingreso de mexicanos
Arrecia
la ofensiva legislativa antiinmigrante
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 07/06/06
Nueva York, 6 de
junio. El presidente George W. Bush planteó hoy que el Congreso tiene
en sus manos reducir el número de cédulas de residencia permanente
(green cards) si considera que ingresan demasiados migrantes
mexicanos. Al tiempo que observaba ensayos de detección y captura de
indocumentados en la frontera, dijo que el empleo generado por el
libre comercio es la solución a futuro para México.
En Washington,
legisladores republicanos en la Cámara de Representantes promovieron
este martes medidas antinmigrantes, entre ellas no considerar la matrícula
consular mexicana como forma válida de identificación, así como
rechazar el otorgamiento de la ciudadanía automática a los hijos de
migrantes que nacen en Estados Unidos.
Tanto las escenas en
la frontera como las posturas legislativas en Washington son
expresiones de la batalla política –en gran medida dentro del
propio Partido Republicano– sobre el tema.
En el debate en la cámara
baja sobre proyectos de ley de apropiaciones para diversos
departamentos de gobierno, incluyendo el de Seguridad Interna, varios
legisladores aprovecharon para alentar enmiendas antinmigrantes.
Aunque todavía no se sabe si estas iniciativas quedarán en el
proyecto de ley final, sí revelan los continuos intentos de
conservadores para limitar o castigar a migrantes, particularmente a
indocumentados.
Por ejemplo, un
representante republicano promovió que se rechazara la matrícula
consular como una forma de identificación. Sobre ello, el Consejo
Nacional de la Raza alertó a sus bases para presionar a sus
legisladores y evitar que avance esa iniciativa. Señaló que más de
70 bancos y 800 departamentos de policía local aceptan el documento
como identificación.
Otro legislador
republicano busca anular el derecho a la ciudadanía para hijos de
indocumentados que nacen aquí. Otras medidas consideradas fueron
prohibir la entrega de fondos federales a gobiernos estatales o
locales que rehúsen compartir información con autoridades federales
sobre comunidades indocumentadas, evitar que el gobierno federal
comparta datos sobre la ubicación y operaciones de los minutemen, u
otros grupos privados que vigilen la frontera con México, así como
el intento de emplear fondos para procesar nuevas solicitudes de
inmigración durante 2007.
También hubo
propuestas para incrementar en miles de millones de dólares los
fondos para seguridad fronteriza, así como otras iniciativas que ya
son tan comunes que nadie se molesta en informar sobre ellas hasta que
son adoptadas en una ley. Pero el tono de la retórica que acompaña
cada una de estas iniciativas muestra la feroz corriente antimigrante
que persiste dentro de la política estadounidense.
Bush
en la frontera
El presidente
estadounidense continuó promoviendo la reforma migratoria en sus
giras por Nuevo México y Texas, posó con agentes de la Patrulla
Fronteriza en un ejercicio de capacitación, donde algunos agentes
asumieron el papel de indocumentados que ingresaban en autobús,
vagones de tren y por cruces peatonales. Señaló que la solución fácil
para legisladores que temen un ingreso en demasía de inmigrantes es
reducir el número de plazas de residencia permanente. "Y si el
Congreso se preocupa por el número de migrantes puede limitar el número
de green cards", afirmó.
En conferencia de
prensa, en la escala en Nuevo Laredo, el mandatario manifestó que
quienes dicen que "la solución a largo plazo para la migración
es que la gente encuentre trabajo en México tienen razón. Y por eso
he sido un gran promotor del TLC". Por eso, añadió, "lo
primero es promover el comercio libre y justo entre México y Estados
Unidos. El comercio mejora la riqueza y ofrece oportunidades a la
gente".
Abundó: "el
problema en México es que las oportunidades que uno puede encontrar
aquí, en la frontera, no se extienden al sur del país", y señaló
que mucha gente que "encontramos" en la frontera es aquella
que llega desde el sur de México. Informó que habló con el
presidente Vicente Fox sobre el tema, y éste le manifestó que hay
100 mil empleos vacantes en los estados norteños de México, pero que
se necesitaba más educación para las personas del sur del país,
para capacitarlos y pudieran trabajar en esos 100 mil empleos.
"El desarrollo
económico funciona a través del comercio libre y justo, como también
implementar un sistema de educación, y esa es la responsabilidad de México,
esa es su tarea. Pero podemos ayudar y trabajamos con México todo el
tiempo....", concluyó.
Al retomar el tema de
la reforma migratoria en varios momentos, el mandatario subrayó:
"continuaré llamando a que el Congreso piense sobre un plan
integral. Muchos elementos de ese proyecto tienen un acuerdo común.
Ahora es momento para que ellos hagan a un lado la política y cumplan
la tarea en nombre del pueblo estadounidense" y aprueben una
reforma integral.
Pero las medidas
debatidas hoy en Washington demostraron de nuevo que el partido del
presidente sigue muy dividido sobre el tema. El líder de la mayoría,
John Boehner, dijo que el camino hacia una reforma es "difícil",
pero cree que sí hay terreno común para continuar sobre esa tarea
–lo cual podría indicar mayor disposición para negociar con el
Senado sobre un proyecto de ley. Pero nadie se atreve a pronosticar si
el rechazo expresado casi todos los días por los opositores a dicha
enmienda podrá ser superado y si lo es cuál es el precio.
Payasadas
En
el gran debate sobre el presupuesto para el Departamento de Seguridad
Interna no todo el enfoque fue sobre la migración, ya que
aparentemente hay otras cosas igual de serias. Una iniciativa
propuesta hoy "prohíbe el uso de fondos para ciertos propósitos
considerados fraudulentos o gastos inútiles, tales como espectáculos
de payasos". El proyecto fue retirado antes de ser sometido a
voto, y no se sabe si fue un triunfo para los payasos o si algunos políticos
temían que pudiera ser utilizado como espacio de comentario en su
contra.
El activismo
de Bush desata más oposición al proyecto
Se
intensifica en EEUU el debate sobre la reforma
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 06/06/06
Washington, 5 de
junio. El proyecto de ley de reforma migratoria aprobado por el Senado
la semana antepasada ha sido colocado bajo el microscopio de diversos
integrantes del movimiento pro enmienda, y los resultados son que
algunos creen que el vaso está medio lleno y otros que se encuentra
medio vacío, o peor, que contiene elementos tóxicos.
Para algunos expertos
que han examinado las 300 páginas del proyecto existen tal cantidad
de condiciones, "trampas ocultas" y nuevas medidas, que el
resultado es que los tan elogiados logros de la iniciativa resultan
mucho más limitados de lo que se anunció, y para otros sectores las
consecuencias potenciales son inaceptables.
Sin embargo, para
otros analistas el proyecto de ley y su posible culminación en una
reforma migratoria este año, con todo y sus graves deficiencias,
representa el único camino viable en esta coyuntura, sobre todo si se
logra beneficiar a millones de indocumentados.
El presidente George
W. Bush continúa promoviendo la reforma "integral"
migratoria. Este martes y miércoles realizará más actos en la
frontera (Arizona) y en el medio oeste (Nebraska) para insistir en
dicho objetivo.
Mientras tanto, se
prepara el despliegue de las primeras tropas de la Guardia Nacional
para sumarse a las operaciones "de apoyo" de seguridad
fronteriza y usar eso como carta en la negociación para promover la
enmienda que proponen. Los planes son concentrar hasta 2 mil 500
elementos en la frontera para finales de este mes y llegar a 6 mil a
principios de agosto, informaron hoy fuentes oficiales.
Sin embargo, es
precisamente un enfoque de ese esfuerzo presidencial –el énfasis en
la criminalización y la seguridad fronteriza– lo que genera cada
vez más oposición entre agrupaciones fuera de Washington.
Muchas organizaciones
que participaron en las movilizaciones nacionales en favor de una
reforma ahora han concluido que el proyecto aprobado por el Senado está
tan diluido o contaminado con medidas adversas a los migrantes, que ya
no vale la pena apoyarlo e inclusive consideran que hay que anularlo.
Cientos de agrupaciones pro migrantes en el país se han declarado en
oposición al proyecto del Senado, aun antes de que sea negociado con
la versión autorizada por la Cámara. Entre ellas hay algunas
organizaciones y líderes de perfil nacional, incluyendo la central
obrera AFL–CIO, el Instituto William C. Velásquez, el American
Friends Service Committee, parte de LULAC y también redes de
organizaciones locales y regionales, como la Red Nacional por los
Derechos de Inmigrantes y Refugiados.
Las críticas de los
opositores pro migrantes incluyen que las tres categorías de
indocumentados (los que han residido aquí más de cinco años, entre
dos y cinco y los que han vivido menos de dos) son poco viables y tan
complejas, que no se podrá implementar. Peor aún, argumentan,
millones no podrán cumplir los requisitos y los de la segunda y
tercera categorías, que serán ahora "trabajadores
temporales" y "trabajadores huéspedes", no tienen
garantías de legalizar su estancia, lo cual los mantendrá en las
"sombras".
Según Peter Schey,
presidente del Centro de Derechos Humanos y Derecho Constitucional, de
Los Angeles (agrupación que representó a cientos de miles de
migrantes durante la implementación de la última reforma en la
materia, promulgada hace 20 años), "el proyecto, considerado
como un todo, no llegará ni cerca de legalizar a la mayoría de los
indocumentados. De hecho, con el paso del tiempo incrementará el tamaño
de la población indocumentada por las medidas de ley draconianas que
cierran las avenidas tradicionales para que los indocumentados logren
legalizarse".
Muchos critican que
las "trampas escondidas" en el proyecto tienen el efecto de
erosionar protecciones legales para todos los migrantes, facilitando
su detención y deportación, legales o no, y otorgando nuevos poderes
a fuerzas de seguridad pública locales y estatales para actuar como
autoridades migratorias. A la vez, obstaculiza o niega el derecho a éstos
para acudir ante los tribunales a apelar de las decisiones de las
autoridades de seguridad. De hecho, varias medidas
"criminalizan" tanto a migrantes como a los empleadores de
éstos.
John Sweeney,
presidente de la AFL–CIO, consideró que la medida de dividir a los
aproximadamente 12 millones de indocumentados en tres categorías
"crea una sociedad de castas, en la que millones de trabajadores
migrantes son sumidos aún más en las sombras de la sociedad
estadounidense, dejándolos vulnerables a la explotación".
Pero algunos que han
participado directamente en el proceso de la negociación del
proyecto, en general organizaciones que se dedican al desarrollo y
promoción de política públicas en Washington, aunque reconocen
algunas de esas críticas llegan a otra conclusión: no habrá más
que lo que ahora está sobre la mesa, lo cual, dicen, no es poco.
Los
que apoyan la iniciativa
Demetrios
Papademetriou, director del Instituto de Política Migratoria, uno de
los expertos más reconocido en la materia, estima que el proyecto
aprobado por el Senado es un "gran triunfo", porque se logró
establecer la "arquitectura" correcta para una reforma, pero
aún más notable es una versión "opuesta" a la de la Cámara.
En entrevista con La Jornada, el especialista señaló que hay un
hecho central: "no se puede descontar que el proyecto del Senado
otorga estatus legal a entre siete y 10 millones de personas".
Agregó que dicho componente de la iniciativa ya no es
"negociable" y no cambiará de manera significativa en el
proceso de "conciliar" esa versión con la aprobada por la Cámara
(la cual no contiene ninguna medida de legalización o de trabajadores
temporales).
"Hay mucho
feo... es una cosa mezclada", indicó sobre el proyecto aprobado
por los senadores, y señaló medidas negativas, como la criminalización,
un programa de trabajadores huéspedes demasiado pequeño, la
complejidad del proyecto y más que son aspectos "poco
deseables" y que empeorarán después del proceso de negociación
entre ambas cámaras del Congreso. "Pero esa realidad se tiene
que medir frente al hecho de que se podrá otorgar estatus legal a 10
millones de indocumentados", insistió.
"La gente que
está declarando que se tiene que anular esa iniciativa de ley (porque
desea una reforma más amplia) no tiene un plan alternativo. Si
pudiera decir que tiene uno mejor y el poder político para colocarlo
sobre la mesa, entonces ya podríamos pensar en algo mejor", señaló
Papademetriou. Consideró que algunos grupos pro migrantes opositores
piensan que si anulan esa propuesta en espera de que cambie la
composición política del Congreso en las elecciones legislativas de
noviembre no entienden que, aun con una de las cámaras en manos de
los demócratas, no habrá ningún cambio fundamental en lo que está
sobre la mesa de negociaciones.
Papademetriou se
mostró optimista sobre las perspectivas de que se realice una reforma
este año, aunque no necesariamente, dijo, antes de las elecciones de
noviembre. "La negociación legislativa está al alcance con ese
proyecto", insistió. "La gran diferencia entre la versión
del Senado y la de la Cámara es que el primero contiene los programas
de legalización y los trabajadores temporales y el otro no",
pero apuntó que los elementos principales en este proyecto ya cuentan
con el apoyo de las mayorías en ambas cámaras, y pronosticó que las
fuerzas conservadoras encabezadas por el representante James
Sensenbrenner no tendrán éxito en descarrilar o derrotar la
enmienda.
Además, junto con
Papademetriou y su centro, otras organizaciones influyentes, como el
Consejo Nacional de la Raza, el Foro Nacional sobre Inmigración, la Cámara
de Comercio de Estados Unidos y algunos sindicatos y sectores de la
Iglesia católica, entre otros, consideran que el proyecto aprobado
por el Senado, aun si no abarca todo lo que se deseaba, representa un
avance muy importante al imponer el tema de la legalización como
parte fundamental de cualquier cambio migratorio.
Justo eso desean
evitar las fuerzas conservadoras antimigrantes en el Congreso, las
cuales han expresado que no permitirán que se considere ninguna
medida de legalización ni de trabajadores temporales en la negociación
legislativa. El debate continúa y se intensificará en los próximos
meses.
Mientras tanto parece
haber otras prioridades en Washington, una "amenaza" aún más
urgente que atender que el asunto de los migrantes. El presidente y su
partido en el Congreso ahora están enfocados a enfrentar un
"grave peligro" a la nación, conocido como el
"matrimonio gay". No se sabe si alguien propondrá enviar a
la Guardia Nacional para enfrentar ese amago a la sociedad
estadounidense. Lo peor sería si de pronto hubiera casos en los que
aparecieran parejas gays indocumentadas que desearan casarse.
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