La
propuesta de Hagel y Martínez
¿Cómo
pueden decir que esto es justicia?
Socialist
Worker (El Obrero Socialista), EEUU, julio de 2006
Una
lista de ataques increíble: una cacería nacional de inmigrantes
indocumentados, la clasificación de los inmigrantes en un esquema
similar al sistema racista conocido como apartheid en la vieja Sudáfrica,
un programa de trabajadores huéspedes (temporales) que despedaza
nuestros derechos laborales, una muralla como la de Berlín a lo largo
de la frontera México-Americana, una provisión legislativa racista
que convierte el inglés en el único idioma oficial.
Todo
esto apoyado por un plan para transferir el banco de datos del Seguro
Social al Departamento de Seguridad Doméstica para verificar el
estatus migratorio.
Éstas
y otras medidas racistas y represivas han sido incorporadas al
“acuerdo conciliatorio” sobre inmigración recientemente aprobado
por el Senado, titulado con el nombre de sus dos auspiciadores, los
senadores Republicanos Chuck Hagel, de Nebraska, y Mel Martínez, de
Florida.
¿Cómo
puede ocurrir esto luego de que millones marcharan a favor de los
derechos de los inmigrantes–especialmente con el visto bueno de los
supuestos “amigos” de las protestas dentro del Partido Demócrata?
¿Cómo puede ser que la demostración más grande en la historia de
EEUU acaecida un Primero de Mayo haya sido repostada de forma exitosa
por la derecha, incluyendo el envío por George Bush de tropas de la
Guardia Nacional a la frontera?
En
realidad la lucha apenas comienza, tornándose en un elemento clave en
la creciente polarización social y política de la sociedad
estadounidense.
El
movimiento por los derechos de los inmigrantes se levantó a
principios de este año, luego de que la Cámara de Representantes
aprobara el proyecto de ley anti-inmigrante sometido por el
Republicano James Sensenbrenner–que hubiera convertido a
aproximadamente 12 millones de indocumentados en criminales, así como
a quienes les proveyeran cualquier tipo de asistencia.
La
ley de Sensenbrenner reflejaba el extremo sentido de confianza de la
derecha Republicana–presumiendo que algo tan vicioso pasaría sin
oposición–así como la desesperación política provocada por la caída
de Bush en las encuestas rumbo a las elecciones para el Congreso de
este año.
Pero
las masivas protestas de inmigrantes y de grupos solidarios pusieron a
Sensenbrenner y a sus aliados a la defensiva.
Mientras
tanto, las corporaciones estadounidenses, que quieren mantener el
flujo constante de mano de obra inmigrante, adelantaron su propia
agenda migratoria–que incluía un programa de trabajadores huéspedes
promovido por los senadores Ted Kennedy, Demócrata de Massachussets,
y John McCain, Republicano de Arizona. Estos esfuerzos llevaron a la
larga al proyecto de Hagel y Martínez (HyM), apoyado tanto por el
liberal Kennedy, como por George Bush, como un “punto intermedio
razonable” de reforma migratoria.
En
realidad HyM es un intento de combinar las prioridades de las
corporaciones estadounidenses con medidas lo suficientemente racistas
y represivas como para aplacar a Sensenbrenner y a los hostigadores de
inmigrantes.
HyM
crearía un “paso a la ciudadanía” para inmigrantes
indocumentados que hayan vivido en EEUU por más de cinco años,
permitiéndoles estatus legal después de seis años
adicionales–además de pagar multas y penalidades, y probar que
saben inglés. También crearía un programa de trabajadores huéspedes
con bajos salarios para 200,000 inmigrantes cada año, y cuadruplicaría
a 650,000 las visas para trabajadores de alta tecnología.
Sensenbrenner
y la derecha Republicana se oponen a esto, quienes prefieren clausurar
la frontera herméticamente, y nada más–o al menos dar la impresión
de hacerlo para que una vez pasadas las elecciones algunos puedan
alinearse con las expectativas de las corporaciones y apoyar un
programa bracero. Por ahora, Sensenbrenner está tomando una línea
dura antes de que el comité conjunto de la Cámara y el Senado se reúna
para llegar a un acuerdo que armonice sus dos proyectos.
Mientras
tanto, el plan de Bush para militarizar la frontera ha legitimizado a
los Minutemen y a otros grupos de vigilantes de extrema
derecha, cuyas ideas racistas son presentadas como políticas legítimas
en los medios de comunicación, desde Fox News hasta la
Radioemisora Pública Nacional.
Hay
algunos dentro del movimiento pro-inmigrante que consideran que HyM es
una “alternativa realista”.
Pero
este proyecto de ley empeorará las vidas de los inmigrantes. Es mejor
que ninguna propuesta sea aprobada a esto. Tenemos que unificar todas
las fuerzas que deseen una reforma inmigratoria justa para derrotar
este barbarismo.
Propuesta
de Hagel y Martínez divide al movimiento pro-inmigrantes
“Nuestra
posición es no a los arreglos conciliatorios”
Socialist
Worker (El Obrero Socialista), EEUU, julio de 2006
A
la vez que George W. Bush anunciaba que iba a mandar tropas de la
Guardia Nacional a la frontera entre México y EEUU, surgía una
división dentro del movimiento pro derechos del inmigrante en torno
al arreglo “conciliatorio” acordado por el Senado.
La
propuesta –que lleva los apellidos de su promotores, los senadores
Chuck Hagel, Republicano de Nebraska, y Mel Martínez, Republicano de
Florida– ha sido criticada reciamente por los activistas porque
dividiría a los indocumentados en tres categorías legales e incluiría
un programa de trabajo temporal (PTT) para satisfacer los deseos de
las corporaciones estadounidenses.
Sin
embargo, cuando el presidente del Senado, Bill Frist, anunció el 12
de mayo que la propuesta (que había estado estancada) sería
reconsiderada, varias de las más importantes organizaciones
defensoras de los inmigrantes, como el Consejo Nacional de La Raza
(NCLR, por sus siglas en inglés) y la League of United Latin American
Citizens (LULAC), indicaron que la respaldarían.
El
Foro Nacional Inmigratorio (NIF por sus siglas en inglés), que
integra en su dirección a Tom Snyder, director de cabildeo del
sindicato UNITE-HERE, emitió una declaración que indicaba que “el
acuerdo conciliatorio de Hagel y Martinez (HyM), incluye la
arquitectura correcta para una reforma migratoria verdadera”. El
otro sindicato prominente representado en la dirección del Foro, la
Unión Internacional de Empleados de Servicios (SEIU, por sus siglas
en ingles), caracterizó a HyM como “un paso adelante”, de acuerdo
a un vocero del sindicato.
En
contraste, Nativo López, el presidente de la Mexican American
Political Association (MAPA) y uno de los organizadores principales de
las megamarchas de Los Angeles del 25 de marzo y del primero de mayo,
describió las propuestas como “nada menos que la clasificación de
la fuerza de trabajo inmigrante dentro de un sistema bantustano de
apartheid”, similar al sistema racista que existía en Sudáfrica.
“[Los trabajadores inmigrantes] van a quedarse en estas categorías
por muchos años sin tener una garantía absoluta de estatus legal”.
Ana
Avendaño, abogada de la AFL-CIO y directora del programa de
trabajadores inmigrantes de la federación, dijo que la división de
los inmigrantes en tres grupos es “punitiva e inhumana”. El hecho
de que las organizaciones latinas nacionales y las organizaciones
nacionales defensoras de los inmigrantes lo han avalado es muy
ofensivo”.
A
causa de ese apoyo a este proyecto de ley, los asesores de los
Senadores Demócratas lograron suficiente resguardo político para
poder ignorar a los críticos de HyM, a pesar de que los activistas
pro inmigrantes se dirigieron a Washington el 17 de mayo para
participar en un día nacional de cabildeo por una reforma migratoria.
“Están diciendo, pueden cabildear todo lo quieran, pero el acuerdo
ya está consumado”, dijo Avendaño en una entrevista.
Señaló
que 85 por ciento de los niños inmigrantes viven en hogares mixtos,
con ciudadanos y no ciudadanos. Muchos de los trabajadores que
devengan salarios bajos que tendrían que trasladarse a la frontera
para solicitar el estatus legal bajo las provisiones de HyM perderían
sus empleos. “Lo más importante es que [los congresistas] necesitan
elaborar un programa punitivo que no suene a amnistía para a los
indocumentados”, para que el Congreso lo apruebe, dijo Avendaño.
De
acuerdo a la propuesta HyM, cerca de 7 millones de indocumentados que
han vivido en EEUU por más de cinco años podrían solicitar la
ciudadanía luego de seis años de incertidumbre legal, además de
pagar multas e impuestos atrasados que deban, y de aprender inglés.
La
propuesta requiere que abandonen el país, y no vuelvan, 1.5 millones
de indocumentados que llegaron a EEUU después de 2004.
Otros
3 millones que han vivido en EEUU por más de dos años, pero menos de
cinco, tendrían que salir del país y solicitar ser aceptados como
trabajadores temporales en varios puertos de entrada fronterizos–lo
que a los críticos les parece como una trampa para efectuar
deportaciones inmediatas.
HyM
podría poner a riesgo de ser deportados a los indocumentados que
hayan utilizado documentos falsos para conseguir trabajo, dicen los
abogados expertos en leyes migratorias.
Los
propios senadores Hagel y Martínez se jactaron en un artículo
publicado recientemente, señalando que sus propuestas aumentarían
dramáticamente la militarización de la frontera.
“El
proyecto de ley añadirá 15,000 agentes a la patrulla fronteriza
durante los próximos seis años”, escribieron ellos. “Aumenta
dramáticamente la cantidad de investigadores de inmigración (1,000),
inspectores de inmigración (1,250) e inspectores de aduanas (1,000).
Y autorizará al Departamento de Seguridad Doméstica a hacer mejoras
importantes y las adiciones a la infraestructura fronteriza que sean
necesarias para fortalecer la frontera”.
Además,
los proyectos de ley ante ambas cámaras del Congreso contienen muchas
medidas punitivas, según Dori Cahn, del sitio de la red New
American Media. Sí se aprueban, conllevarían a la deportación
de quienes hayan sido acusados de ser pandilleros sin que hayan sido
condenados de ningún crimen, expandirían la lista de ‘felonías
graves’ que repercutirían en procedimientos de deportación,
restringirían el derecho a la naturalización debido al
comportamiento previo, y de muchas otras maneras limitarían el acceso
a la ciudadanía.
La
estructura de tres niveles de HyM provocó la oposición de las
organizaciones y sindicatos que anteriormente habían apoyado el PTT
que fue propuesto por los senadores Edward Kennedy y John McCain.
“[La propuesta de] Hagel y Martínez no es suficiente buena para
nosotros”, dijo Yanira Merino, la directora de política
inmigratoria del sindicato Laborers International Union. “Todavía
deja a una cantidad sustancial de inmigrantes sin un camino hacia la
ciudadanía”.
La
SEIU defiende su postura ante el proyecto de HyM diciendo que HyM se
aparta de la propuesta represiva HR 4437, aprobada por la Cámara de
Representantes en diciembre pasado. Ese proyecto de ley convertiría
en criminales a los aproximadamente 12 millones de indocumentados en
EEUU.
Los
líderes de SEIU critican la propuesta de HyM por su requerimiento de
que los indocumentados que hayan vivido menos de dos años en EEUU
tengan que salir del país.
“Es
una de las cosas que quisiéramos que se mejoraran, obviamente,”
dijo el vocero del sindicato Avril Smith. “Creemos que toda la gente
que contribuye a la economía debiera tener el derecho de lograr la
ciudadanía”.
Pero
al haber apoyado las provisiones de PTT del proyecto McCain-Kennedy,
SEIU está dispuesta a aceptar HyM como el marco para la reforma
migratoria integral. “Pensamos que necesitamos controlar nuestra
frontera y tomar en cuenta la realidad de que los trabajadores siguen
viniendo a este país”, dijo Smith. “Necesitamos crear un proceso
seguro, controlado y ordenado para que esto se lleve a cabo”.
Al
tomar esta posición, la SEIU está creando una división dentro
movimiento pro derechos de los inmigrantes, dice Nativo López de
MAPA. El NIF, el NCLR, LULAC y SEIU juegan “un juego peligroso con
los Demócratas”, dijo López. “El juego de ‘mejorar’ HyM es
una traición frontal porque cualquier conciliación basada en este
tendrá como resultado dividir a las familias, apoyar el reforzamiento
de la frontera y socavar los derechos de los obreros inmigrantes.
Tomamos la posición de rechazo a arreglos conciliatorios y a la
división de nuestras familias. Es mejor que ninguna reforma
migratoria sea aprobada este año a que esta legislación se
apruebe”.
Estamos
apenas comenzando la lucha
Socialist
Worker (El Obrero Socialista), EEUU, julio de 2006
¿Cómo
puede ser que haya tantas medidas racistas y represivas en el
“acuerdo conciliatorio” del Senado luego de que millones marcharan
a favor de los derechos de los inmigrantes–especialmente con el
visto bueno de los supuestos “amigos” de las protestas dentro del
Partido Demócrata?
¿Cómo
puede ser que la demostración más grande en la historia de EEUU
acaecida un Primero de Mayo haya sido repostada de forma exitosa por
la derecha, incluyendo el envío por George Bush de tropas de la
Guardia Nacional a la frontera?
En
realidad la lucha apenas comienza, tornándose en un elemento clave en
la creciente polarización social y política de la sociedad
estadounidense. Sin embargo, hay gente en el movimiento que está
dispuesta a aceptar el acuerdo como lo mejor que se puede lograr.
Para
Janet Murguía, presidente y CEO del Consejo Nacional de La Raza, la
aprobación del proyecto es “un gran paso adelante en un debate que
es vital para nuestra comunidad y la nación”. El vicepresidente del
Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) Eliseo Medina
describió a la propuesta como “un paso en la dirección
correcta”, a la vez que reclamaba por “mejoras significativas”.
Frank Sharry, director ejecutivo del Foro Nacional de Inmigración,
dijo que el proyecto, a pesar de “imperfecto”, proveería “la
arquitectura y elementos correctos para una reforma migratoria
integral”.
“Imperfecto”
es difícilmente la palabra adecuada para describir una legislación
que convertirá a millones de inmigrantes en ciudadanos de segunda
clase–parecida a la situación enfrentada por los afroamericanos
durante la era de segregación legal (conocida como Jim Crow) impuesta
después de la abolición de la esclavitud.
Bajo
la propuesta de los Senadores Republicanos Hagel de Nebraska y Martínez
de la Florida (HyM), los trabajadores huéspedes que pierdan su
trabajo serían forzados a abandonar el país en un plazo de 60 días,
a menos que encuentren otro trabajo. Eso cualificaría al programa
como lo que el Departamento de Estado considera “servidumbre
involuntaria” en otros países–una situación en la cual
“personas quedan atrapadas en servidumbre involuntaria cuando creen
que un intento de escapar sus condiciones resultaría en un daño
corporal serio o en el uso de coerción legal, tal como la amenaza de
deportación”.
De
hecho, HyM contiene el tipo de violaciones a los derechos humanos que
apareció en el informe anual sobre derechos humanos del propio
Departamento de Estado.
El
hecho de que la SEIU y el Consejo Nacional de La Raza puedan llamar
este barbarismo “un paso adelante” refleja que están orientados
al Partido Demócrata y sus políticas pro-empresarios, y al juego político
que se practica tras bastidores en Washington, en vez de al nuevo
movimiento de masas por los derechos de los inmigrantes.
En
contraste, un creciente número de organizaciones pro derechos de los
inmigrantes ha concluido que es mejor que no se apruebe ninguna
legislación a aceptar HyM. “Estas negociaciones y acuerdos están
basados en la prerrogativa de campañas en un año electoral y en las
demandas de los cabilderos de los patrones, en vez del bien y la voz
de la comunidad inmigrante”, declaró la Red Nacional de Derechos de
los Inmigrantes y Refugiados en una declaración el 27 de abril, que
fue endosada por muchas organizaciones. “Nosotros decimos: No hay
acuerdo”.
Rechazar
la falsa “reforma migratoria” es crucial, pero no el único reto
que enfrenta el movimiento pro inmigrante.
El
“debate” migratorio en Washington ha venido acompañado por un
aumento en las redadas por parte de la autoridades, que tienen como
propósito intimidar al movimiento. Los activistas necesitan
movilizarse para defender a los trabajadores indocumentados que sean
perseguidos.
Aun
más, la retórica anti-inmigrante de los políticos le proporciona
legitimidad a la extrema derecha y fertiliza el terreno para que
organizaciones racistas como los Minutemen crezcan.
No
podemos contar con ninguna figura del establecimiento político para
confrontar las mentiras y mitos inventados acerca de la inmigración y
el patrullaje de la frontera–lo que deja el camino libre para que la
derecha logre una mayor audiencia. En estas circunstancias, es muy
probable que los vigilantes tengan una mayor proyección en los próximos
meses–por lo que hay que desafiarlos.
Después
de un período en que la extrema derecha había estado relativamente
marginada e inactiva, el terreno ha sido preparado para que las
organizaciones racistas asomen su cabeza y levanten su perfil. Hay que
confrontarlos donde quieran que se presenten.
Las
organizaciones que han surgido como resultado de las masivas
demostraciones pro-inmigrantes de los últimos meses pueden conducir
el movimiento hacia delante. Estas protestas destacaron que existe el
potencial para afrontar exitosamente los retos que encaramos–y para
construir un movimiento que logre una justicia genuina y la igualdad
para todos los inmigrantes.
¿Retirarán
los sindicatos su apoyo a la amnistía?
El
movimiento obrero y el tema de la inmigración
Por
Lee Sustar
Socialist Worker (El Obrero Socialista), EEUU, julio de 2006
¿Se
alinearán los sindicatos detrás de uno u otro acuerdo traicionero
elaborado por los Demócratas que incluiría una propuesta de un
programa de trabajadores temporales (PTT)? O, ¿mantendrán su postura
a favor de la amnistía para los trabajadores indocumentados?
Debido
a que decenas de miles de sindicalistas se presentaron a las inmensas
marchas de trabajadores el primero de mayo, el movimiento obrero se
siente obligado a responder a la creciente presión desde la base de
sus propios sindicatos, que exige igualdad y justicia para los
indocumentados–la amnistía para decirlo claramente.
De
hecho, la AFL-CIO rompió formalmente con su postura anti-inmigrante
hace seis años, cuando el consejo ejecutivo de la federación votó a
favor de la exigencia de la amnistía para los trabajadores
indocumentados. Desde entonces, el giro a la derecha de los Demócratas
y las dos facciones que emergieron de la AFL-CIO han hecho borrosa la
posición del movimiento obrero dentro del movimiento de trabajadores
inmigrantes.
Por
el momento, la AFL-CIO sigue oponiéndose a los PTT y aboga por la
legalización completa de los indocumentados. “Creo profundamente
que los trabajadores inmigrantes son nuestros hermanos y hermanas y
que cada persona que trabaje en este país tiene el derecho a obtener
todos los derechos civiles y oportunidades que existen para los
trabajadores nativos de EEUU”, afirmó el presidente John Sweeney de
la AFL-CIO cuando dirigió su críticas contr el PTT.
“Tenemos
que apoyar a los trabajadores inmigrantes porque el apoyo de todos los
obreros representa la base de lo que significa la unidad y fuerza
sindical. Los trabajadores seremos más fuertes siempre y cuando
estemos unidos y así no permitamos que los patrones y los políticos
nos compren para crear divisiones y mantener los salarios de los
trabajadores bajos”.
Esa
es una declaración excelente de principios sobre el tema migratorio.
Sin embargo, en este discurso, como en otros anteriores, la palabra
“amnistía” no es mencionada. En lugar de la amnistía, hay
formulaciones como “el paso a la ciudadanía” lo cual refleja la
tarea imposible de conciliar su postura anterior con los argumentos
aprobados por los Demócratas.
La
coalición sindical Change to Win (Cambiar para Ganar o CTW, por sus
siglas en ingles), que se separó de la AFL-CIO, parece estar a punto
de abandonar su apoyo a la amnistía y de respaldar la adopoción de
los PTT. Igual que la AFL-CIO, la CTW se opone a la criminalización
de los inmigrantes que está incluida en la propuesta HR 4437–pero
la coalición quiere que todos sepan que no titubean ante “la guerra
contra el terrorismo”.
“Fortalecer
la frontera”, escribió en marzo la presidenta de CTW, Anna Burger,
debería “tener un enfoque en detectar y capturar a terroristas y
aplicar la mano dura contra los contrabandistas criminales y también
contra los patrones que rompan las leyes”.
Burger
está contenta con la propuesta de los PTT ya que el programa incluye
“un riguroso estudio del mercado laboral que determinará la
necesidad de nuevos trabajadores inmigrantes y la ausencia de
trabajadores de EEUU dispuestos a tomar los empleos ofrecidos”. Esto
es una concesión a quienes sostienen que los inmigrantes les quitan
los empleos a los trabajadores nativos de EEUU.
En
la propuesta de Burger, los trabajadores temporales aun no tendrían
la posibilidad de hacerse ciudadanos. Burger apoya el “paso al
estatus permantente de los trabajadores extranjeros” y, según ella,
su fórmula evitará la dependencia en los patrones para respaldar las
peticiones de ciudadanía de los inmigrantes.
Otro
líder de la CTW, John Wilhelm, el presidente del UNITE-HERE, públicamente
ha respaldado el proyecto de ley ante el Senado que también incluye
un PTT. Esas acciones desaniman el movimiento obrero, puesto que
Wilhelm, entonces presidente del HERE, el sindicato de hoteleros, ayudó
a iniciar la Caravana por la Libertad de los Inmigrantes de 2003.
¿Es
el apoyo de un PTT la posición oficial de la CTW? Carole Forman,
vocera de la CTW, afirmó a un reportero que la coalición no había
tomado una posición sobre ningún proyecto de ley ante el Congreso.
Pero el líder y presidente Terrence O’Sullivan, del sindicato
Laborers, colabora con el Foro Migratorio Nacional (NIF, por sus
siglas en inglés), el grupo empresarial que busca un PTT. Otros
sindicatos de la CTW, como los Trabadajores Unidos de la Industria
Alimenticia y Comercial (UFCW, por sus siglas en inglés), apoyaron un
PTT en sus declaraciones públicas en marzo.
También
el sindicato de Burger, la Unión Internacional de los Trabajadores de
Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés), está divido sobre esta
cuestión pues su presidente, Andrew Stern, juega los juegos políticos
de Washington, mientras que los inmigrantes forman una gran parte de
la membresía sindicato que cuenta con 1.8 millones de miembros.
Por
ejemplo, el Local 1877 de la SEIU apoyó al Cardenal Roger Mahoney de
Los Ángeles cuando él se opusó al boicot de los trabajadores y las
escuelas para la celebración del primero de mayo–y luego se vio
obligado a negociar un día libre para los trabajadores del aeropuerto
de la ciudad y de otros patrones.
Por
otro lado, el Local 1877 de la SEIU, un sindicato grande que organiza
a los trabajadores de servicios públicos en el norte de California,
aprobó una resolución clasista que aboga por la amnistía y apoyaba
las acciones militantes del primero de mayo. La dirección del
sindicato tomó la decisión de representar ante el Tribunal Nacional
de Relaciones Laborales (National Labor Relations Board) a los
trabajadores despedidos por haberse unido a las protestas de los
inmigrantes.
Lo
irónico es que, mientras un líder sindical liberal como Stern está
tramando hacer un acuerdo a costa de los derechos de los
indocumentados, el conservador James Hoffa, presidente de los
Teamsters, fue quien se mantuvo firme en contra de los PTT.
“Esta
propuesta es equivalente a la servidumbre contractual sancionada por
el gobierno, que pondrá los derechos de los trabajadores en manos de
los patrones”, escribió Hoffa respondiendo una propuesta anterior.
“Históricamente, los PTT han solo conllevado al abuso de los
trabajadores y a convertir trabajos buenos de tiempo completo en
trabajos temporales de bajo sueldo y con malas condiciones de
trabajo”.
Hoffa
se queda corto y no llega a apoyar la amnistía. Pero refleja el hecho
de que millones de trabajadores inmigrantes siguen movilizándose. Y
en cuanto a decidir la posición del movimiento obrero sobre los
asuntos de inmigración se refiere, esto es lo que más importa.
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