Expulsiones
en universidades de EEUU de quienes critiquen a Israel
La
“tierra de las libertades” le teme a Medio Oriente
Por
Henry Porter
The Guardian-The Observer, Londres, 13/08/06
La Nación, Santiago de
Chile, 26/08/06
En
Estados Unidos usted puede decir lo que quiera, mientras no haga
preguntas incómodas sobre el rol norteamericano en el Medio Oriente.
Así se desprende de incidentes ocurridos en prestigiosas
universidades, donde la autocensura en este debate es más atractiva
que los mal vistos cuestionamientos.
Se
solía decir que los debates académicos eran encarnizados porque había
muy poco que perder. Eso ya no es cierto en Estados Unidos, donde se
está desarrollando un debate en los campus universitarios sobre qué
puede decirse acerca del Medio Oriente y la política exterior
estadounidense.
Douglas
Giles es una baja reciente. Solía impartir clases de “religiones
del mundo” en la Universidad Roosevelt de Chicago, fundada en
memoria de Franklin D. Roosevelt y Eleanor, su mujer de tendencias
liberales. El año pasado, Giles recibió la orden de su jefa de
departamento, la historiadora del arte Susan Weininger, de no
permitir a los estudiantes hacer preguntas respecto de Palestina e
Israel. De hecho, nada podría mencionarse en clases, en los
textos de estudio ni en los exámenes, que pudiera exponer al judaísmo
a posibles críticas.
Los
estudiantes, siendo como son, no se plegaron a la prohibición. Una
joven mujer originaria de Pakistán hizo una pregunta sobre los
derechos palestinos. Alguien se quejó y el profesor Giles fue rápidamente
despedido.
Dejando
de lado las dudosas calificaciones de su jefe para poner límites a
una clase de religión comparada, el punto a destacar es que el
profesor Giles no hizo él mismo declaraciones incendiarias: se negó
simplemente a limitar el debate entre las jóvenes mentes congregadas
ante él.
Esto
podría ser visto como una perturbadora reminiscencia de la historia
que involucra al presidente de Harvard, Lawrence Summers, quien sugirió
que una razón por la que menos mujeres tienen éxito en las carreras
científicas y matemáticas podría estar en las diferencias innatas
entre las mentes de hombres y mujeres, luego de lo cual Summers fue
despedido.
Pero
la expulsión de Giles es mucho más importante, porque forma parte de
un movimiento para suprimir la crítica a Israel sobre la base de
que es antisemita. Hombre sereno, Giles parece asombrado al
encontrarse con la batalla por la libre expresión en su propia cátedra.
“Podría resultar atractivo tomar un bus y partir a Washington a
marchar contra la guerra”, me dijo hace una semana. “Es mucho
menos atractivo luchar en tu propia universidad por el derecho a la
libre expresión. Pero es allí donde comienza, debido a que están
acotando aquello sobre lo que se puede hablar”.
Intolerancia
en la web
Giles
siente que hay una señal de intolerancia en su despido, la que ha
sido alentada por sitios web como FrontPageMag.com y Campus Watch.
Joel Beinin, de la Universidad de Stanford, es permanentemente atacado
en ambos sitios. Beinin es un judío que habla hebreo y árabe. Trabajó
en Israel y en una fábrica en Estados Unidos donde ayudó a los
trabajadores árabes a comprender sus derechos. Ahora conduce
seminarios en Stanford, en los cuales se expresan todos los puntos de
vista.
Sin
duda por esta razón, su fotografía apareció hace poco en la portada
de un folleto titulado “Apoyo al terrorismo en los campus”. Fue
publicado por David Horowitz, el fundador de FrontPageMag.com, quien
elaboró tanto una declaración de derechos para las universidades
destinada a expulsar la política (léase influencia liberal y
pluralismo) de los currículos, como una lista de los 100 académicos
más peligrosos de Norteamérica, que incluye a Noam Chomsky y a
muchos otros distinguidos pensadores y profesores.
El
tono demencial y agresivo de estos sitios web es otro síntoma
de la decadencia del discurso público en Estados Unidos y,
francamente, se pueden ver fácilmente los atractivos de la
autocensura en el debate sobre Medio Oriente e Israel. Lea usted a
David Horowitz por cinco minutos y empezará a escuchar el senador
Joseph McCarthy acusando a alguien de actividades antinorteamericanas.
En
Harvard, pocas semanas después de lo que se llamó “el traspié”
de Summers, se produjo un lío mucho mayor cuando John Mearsheimer, de
la Universidad de Chicago, y Stehphen Walt, de Harvard, publicaron un
documento llamado “El Lobby Israelí”. Valiente, porque la
denunciada distorsión de la política exterior pro-israelí de
Estados Unidos es innombrable en la vida pública estadounidense. Este
documento sólo se publicó en el Reino Unido, en la London Review
of Books. En Norteamérica ocurrió a continuación lo que ha sido
descrito como el “¡Shhhhhhht!” masivo.
Aparte
del barro que le han tirado en sitios web como Campus Watch y
FrontPageMag, ha tenido poca circulación masiva y no ha habido
verdadero debate. Lo he leído varias veces y no puedo discrepar con
un punto que los autores señalan de entrada: “hay un fuerte
fundamento moral para apoyar la existencia de Israel, pero eso no está
en riesgo. Vista objetivamente, su conducta pasada y actual no ofrece
bases morales para privilegiar a Israel sobre los palestinos”. Ese
es el quid de la cuestión. Todos los estadounidenses, por no hablar
de los británicos que han sido reticentemente uncidos a la política
de EEUU, merecen de seguro la posibilidad de conocer la influencia
que lobbys como el Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí
(AIPAC) ejercen en tiempos como estos.
“El
hecho”, dicen Mearsheimer y Walt, “es que AIPAC es un agente de
facto de un gobierno extranjero e influye en el Congreso, con el
resultado de que la política estadounidense no se debate allí,
aunque esa política tiene importantes consecuencias para el mundo
entero. En otras palabras, una de las principales ramas del
Gobierno está firmemente comprometida a apoyar a Israel”.
Más
adelante, dicen: “la influencia del lobby provoca problemas en
varios frentes. Aumenta el peligro terrorista que enfrentan todos los
Estados, incluyendo a los aliados europeos de EEUU. Ha hecho imposible
terminar el conflicto palestino-israelí, lo que da a los extremistas
una poderosa herramienta de reclutamiento, aumenta la base de
terroristas potenciales y simpatizantes, y contribuye al radicalismo
islámico en Europa y Asia”. Se podría agregar que la influencia de
este lobby puede, a la larga, ser en gran medida contraria a los
intereses de Israel.
Rara
discusión
Así
es como yo creo, pero estas cosas son rara vez discutidas en Estados
Unidos. La gente se nota vagamente incómoda cuando se le plantea el
lobby israelí, como si la única preocupación en el discurso
estadounidense fuera no aparecer antisemita, un temor que, sugiero, a
veces se manipula con descaro. El derecho de personas como
Mearsheimer, Walt, Giles e incluso Summers a decir lo que piensan debe
permanecer intocado para que no perdamos los valores por los que
Occidente insiste que combate. Se requiere un poco de rigor en ambas
orillas del Atlántico para cuestionar la presión proveniente tanto
de centros judíos como musulmanes para no discutir los temas
abiertamente debido a las diversas sensibilidades.
En
Gran Bretaña, deberíamos lamentar con igual vehemencia las
tentaciones de ceder a los reclamos de, por ejemplo, los empresarios
musulmanes que no quieren que la película Brick Lane de Monica Ali se
exhiba en sus vecindarios. No tienen derecho a imponer dictados a esta
antigua democracia nuestra (que ahora es de ellos), ahogando así la
libre expresión.
Opino
que en Estados Unidos y Gran Bretaña deberíamos pensar en la libre
expresión como en un artículo de fe, como una de las formas en que
definimos nuestra civilización ante las fuerzas que se desataron
contra nosotros hace una semana, así como ante las influencias que
amordazan las críticas a Israel permitiendo las desgraciadas acciones
en el sur del Líbano.
Los
intereses de los impulsores extremos de las fe musulmana y judía se
combinan de una manera u otra para asaltar nuestras antiguas
tradiciones democráticas y debemos resistirlos. Dejemos que los
estudiantes, como aquellos de las clases de Douglas Giles, pregunten
lo que quieran.
.-
Reproducido en www.palestinalibe.org, Chile.
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