Las
cartas de Irán
Por
Txente Rekondo [1]
La
Haine, 01/09/06
Los
últimos movimientos en la escena internacional de la geopolítica han
mostrado que el papel de Irán en la misma le confiere hoy por hoy el
peso de una importante potencia regional. Además, si tenemos en
cuenta la cada vez mayor interrelación que existe entre diferentes
acontecimientos en lugares distintos del planeta, la posición de
Teherán le puede permitir incrementar su influencia en el futuro.
Desde
Estados Unidos, sobre todo en los círculos de los ideólogos
neoconservadores que rodean al presidente norteamericano, se observa
con verdadero pavor este ascenso iraní, de ahí sus constantes
intentos, muy viejos por otra parte, de situar y señalar a Irán
dentro del llamado “eje del mal”, verdadera invención de
Washington para desarrollar campañas mundiales contra todo aquél que
pueda hacer sombra a su proyecto imperial.
Los
ataques estadounidenses a Afganistán e Iraq, las constantes amenazas
a Siria y la búsqueda de un “cambio de régimen” también en Irán,
sitúan a este país dentro del guión belicista de EEUU y es el
centro de numerosos análisis en torno al futuro que le depara al país
persa.
Frente
a la postura norteamericana de acoso y derribo, el régimen iraní
lleva tiempo jugando sus propias cartas, consciente además de que su
actual situación puede jugar en su favor. Toda una serie de bazas
aguardan en manos iraníes para ponerse en juego según se vaya dando
el desarrollo de los acontecimientos. La influencia de Irán entre las
comunidades chiítas del mundo, las relaciones actuales o futuras con
diferentes organizaciones en Líbano o Palestina, su influencia en
Iraq, su capacidad petrolífera o el desarrollo nuclear son algunos de
esa potencialidad geopolítica.
Si
los estrategas de Washington se deciden finalmente a un ataque militar
contra Irán, deben ser conscientes ellos y todos sus aliados que
Teherán no dudará en articular una respuesta y en poner sobre el
tapete sus preciadas bazas. Más allá de las dificultades materiales
que se encontraría ante cualquier invasión militar del país,
probablemente las tropas ocupantes en Iraq se acercarían aún más al
infierno en que se podría convertir es otro estado, con las milicias
chiítas alineándose definitivamente en las posiciones más
belicistas contra la ocupación.
Papel
clave
La
actual situación le confiere a Irán un papel clave en un importante
número de conflictos que afectan al llamado “Gran Oriente Asiático”,
al tiempo que le puede dar oportunidades para interactuar en función
del desarrollo de los acontecimientos en uno u otro lugar.
La
reciente guerra en Líbano, junto al permanente apoyo a la causa
palestina, le permite a Irán mantener una imagen de credibilidad ante
buen aparte de la llamada “calle árabe”, a pesar de que ésta sea
mayoritariamente sunita, frente al chiísmo de Teherán. Las
acusaciones que señalan que el gobierno de Mahmud Ahmadineyad ayuda
militare y económicamente a movimientos como Hezbollah o Hamas, por
lo general no aportan ninguna prueba. Pero además, en caso de que así
fuera, ¿qué legitimidad pueden tener esos mismos acusadores, cuando
ellos están inundando el mundo de armas y sosteniendo a grupos y
gobiernos que practican la violencia indiscriminada o paramilitar?
En
torno a estos y otros conflictos, los protagonistas también mantienen
una claro intercambio de mensajes en ambas direcciones. Así, Irán es
conciente del poder que le otorga su capacidad petrolífera, y de las
necesidades que el crudo genera en las economías de la Unión
Europea, China o Japón. Cualquier ataque o injerencia contra el régimen
iraní tendrá sus consecuencias directas en la política energética
del mismo y las consecuencias las sufrirán las poblaciones de los países
antes mencionados. De ahí, que muchos estados mantengan una postura
difusa en torno a Irán, sin seguir a pies juntillas la política de
Bush y compañía y dejando siempre la puerta abierta para lograra
acuerdos a través de negociaciones con Teherán.
Probablemente
todo lo dicho hasta ahora también vale para situar el affaire de la
energía nuclear. El derecho que le asiste a Irán, es el mismo que
tienen otros estados para poder desarrollar su capacidad energética
en torno a la energía nuclear. Es discutible el uso de la energía
nuclear como alternativa energética, pero no puede negarse el
desarrollo de esa capacidad a un país, al tiempo que se suministra
apoyo tecnológico y material a otros (Israel) o se firman acuerdos
para desarrollarlo (India).
Amenazas
Resulta
cómico ver cómo en algunos medios se hacen eco de la propaganda
militarista estadounidense y nos presentan deformadas y manipuladas
las declaraciones de los dirigentes iraníes. Y todo ello mientras ese
país tiene que soportar diariamente desde hace muchos años continuas
amenazas de materializar ataques militares, de promover políticas
criminales de embargos o de “reducir al país a cenizas” como ya
ha sucedido o está a punto de pasar en Iraq.
Recientemente
el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha señalado que “Irán no
es una amenaza contra ningún país, y no somos gente que busquemos la
amenaza y la agresión”. En esa misma intervención ha denunciado el
“régimen sionista”, pero no ha puesto en duda la existencia de un
estado en Palestina, donde puedan convivir como ciudadanos iguales
palestinos y judíos. Por eso, la demagogia en torno al supuesto deseo
de Irán por “hacer desaparecer a Israel” choca contra esta otra
realidad manifestada estos días, y que distintos analistas ya se han
ocupado de estudiar con detenimiento.
Cualquier
intento por aprovecharse de una crisis regional por parte de EEUU
tendrá su lógica respuesta desde el lado iraní. La famosa espada de
Damocles que desde Washington se quiere situar sobre el régimen de
Teherán, tiene su contrarréplica en la Zulfiqar, la espada de mahoma
que también utilizó su yerno Alí, el primer imán del chiísmo, y
que es un símbolo que se usa como protección a la vez que como
promulgación del Islam.
La
espada que aparece en muchos iconos islamismos durante siglos, es
considerada por los chiítas como un arma “excepcional” y el lema
“La fatà illa Ali, la saif illa Zulfiqar” (no hay más héroe que
Alí, ni espada como Zulqifar) se escribe todavía sobre muchas armas
nuevas.
Los
importantes beneficios que generan las guerras y la venta de armas en
la industria armamentística, uno de los pilares de la ideología
neoconservadora estadounidense y sionista, no deben permitir que ésta
juegue el papel central en la geopolítica mundial. Independientemente
de que sea Irán hoy, Corea mañana o cualquier otro estado más
adelante, urge abrir nuevas vías de solución de las crisis y
conflictos, caminos de negociación que permitan solventar las
diferencias en beneficio del conjunto de la población mundial, y no sólo
en defensa de los intereses de unos pocos privilegiados apocalípticos.
En
estos momentos la espada de Damocles se mantiene frente a la Zulfiqar,
el choque de ambas puede provocar que la violencia se desate
nuevamente en cualquier lugar del mundo y probablemente con
consecuencias impredecibles.
[1].–
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).
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