Conflictos,
comercio, medio ambiente
El
nuevo estado del mundo
Por
Ignacio Ramonet
Le
Monde diplomatique, edición Cono Sur, septiembre 2006
Traducción
de Gustavo Recalde
Trágicos
fogonazos del conflicto más antiguo del planeta. las recientes
hostilidades en Gaza y el Líbano atestiguan a su manera. cinco años
después de los atentados del 11 de septiembre. las características
del nuevo estado del mundo. A la ONU le cuesta poner en pie la fuerza
de interposición en el Líbano, mientras la política de “guerra
contra el terrorismo” de Washington y sus aliados no hace más que
exacerbar los conflictos; Irán desafía al Consejo de Seguridad,
invitándolo a “negociaciones serias” y emergen nuevos actores,
sobre todo en Asia. La injusticia social, la pobreza, las migraciones,
el comercio, el medio ambiente se vuelven más apremiantes y el curso
de la mundialización parece dar un vuelco.
A
modo de esbozo cartográfico que ayude a ubicarse en los laberintos de
la actualidad, se presentan aquí, en cuatro observaciones generales y
diez breves consideraciones, algunos modestos elementos de orientación
sobre el nuevo estado del mundo.
Observaciones generales
Primera: El principal fenómeno
de nuestra época, la mundialización económica, no parece haber
incidido directamente en estos enfrentamientos en Medio Oriente. Ni
para desencadenados, ni para fomentados, ni para apaciguarlos.
Lo
que confirmaría dos postulados: el carácter arcaico de esta guerra
en la que se mezclan, como en el siglo XIX, conflictos territoriales,
crispaciones nacionalistas y I pasiones religiosas; además, el error
de la ideología liberal de creer que el mero aumento de los
intercambios es generador de paz.
Segunda:
El hecho de que
una vez más Medio Oriente concite la atención de los medios de
comunicación no debe hacer olvidar la importancia estratégica de
Asia, donde se juega en gran parte el destino del siglo XXI, teniendo
en cuenta el creciente peso de dos gigantes, India y China. No hay que
subestimar el peligro de enfrentamientos entre China y Taiwán; Corea
del Norte y Japón; India y Pakistán.
Tampoco
debe subestimarse al África Subsahariana donde, como en una olla a
presión, se acumulan problemas de todo tipo (entre ellos el de la
miseria extrema y los migrantes clandestinos), que acabarán explotándoles
en la cara a los países ricos.
Tercera: La guerra nuclear
vuelve a convertirse en una de las dos mayores amenazas que pesan
sobre el mundo (la otra es la catástrofe ecológica). Israel, a quien
durante los recientes combates le costó imponerse claramente por
medios militares convencionales, posee armas atómicas pero, al igual
que otros dos Estados nucleares rivales, Pakistán e India, no adhirió
al Tratado de No Proliferación Nuclear.
No
lejos de este escenario, tres potencias económicas se encuentran
militarmente comprometidas y sufren desengaños: Estados Unidos, Reino
Unido y Rusia. Las dos primeras en Irak y Afganistán, la tercera en
Chechenia. Por añadidura, la más importante alianza militar, la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de la que
Francia (a su vez potencia atómica) es miembro, combate también en
Afganistán.
Aunque
existan en otras partes peligros de conflicto nuclear –en la península
de Corea y el Estrecho de Taiwán (1)– la zona que se extiende desde
las fronteras occidentales de India hasta el Canal de Suez concentra
el arsenal más devastador de todos los tiempos. Con excepción de
China, todas las grandes potencias se encuentran allí militarmente
activas. Una simple chispa puede producir la deflagración.
Por
eso, el manejo de las crisis que allí se suceden requiere una
experiencia diplomática cuya clave sólo posee Naciones Unidas. Pero,
tal como acaba de demostrarse en el Líbano, la ONU, en su actual
configuración, sigue siendo a la vez indispensable y desesperadamente
impotente frente a los grandes conflictos contemporáneos. En cuanto a
la Unión Europea (DE), con su larga historia de desastres bélicos,
sería el mejor de los mediadores... si no siguiera siendo un enano
político.
Cuarta: Para comprender
las estrategias hoy utilizadas, es preciso distinguir claramente los
tres tableros en los cuales se juega nuestro futuro:
a)
el militar, en el que dominan los Estados–Naciones condicionados por
el factor territorial y los ciclos electorales breves (lo que los
torna poco aptos para abordar los problemas a largo plazo y
planetarios).
Aquí
la supremacía de Estados Unidos es total, así como su voluntad de
imponer un mundo unipolar;
b)
el económico y comercial, en el que funcionan las lógicas de la
mundialización definidas por el Banco Mundial (BM), el Fondo
Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio
(OMC). Aquí imperan las empresas privadas Y los intereses
financieros, en una multiplicación de intercambios que deja entrever
la perspectiva de un mundo multipolar;
c)
el ecológico y social, en el que se acumulan los problemas en tres
niveles. El del medio ambiente (cambio c1imático, efecto invernadero,
contaminación, deforestación, agua potable, biodiversidad). El de la
necesidad de nuevas reglas internacionales (para luchar contra la
injusticia del orden mundial que alimenta las tensiones
internacionales; para manejar las migraciones, la utilización de
organismos genéticamente modificados, la propiedad intelectual, la
investigación genética, la evasion fiscal, la delincuencia moderna).
Y el del destino de las poblaciones de la Tierra (el continente
africano, pandemias, miseria, fractura digital, megalópolis, hambre,
educación, trabajo, catástrofes naturales). Aquí predominan los
pobres, los desórdenes, el desamparo y el caos.
Entre
estos tres tableros, las articulaciones son aleatorias. A menudo
evidentes, a veces inexistentes, en algunos casos enigmáticas.
Consideraciones breves
Además
de estas observaciones generales, cabe deducir del reciente conflicto
en Medio Oriente algunas prudentes consideraciones.
Primera: Este nuevo
estallido aporta una confirmación de carácter geopolítico: desde la
Guerra del Golfo en 1991, esta región–polvorín ocupa efectivamente
el epicentro del actual “foco perturbador mundial”. Desde 1914 y
hasta el final de la Guerra Fría, este foco se ubicaba en Europa.
Actualmente abarca un área geográfica donde el Islam es la religión
dominante y donde se sitúan, de Pakistán a Egipto, la mayoría de
los grandes enfrentamientos contemporáneos: Cachemira, Afganistán,
Chechenia, Cáucaso, Kurdistán, Irak, Líbano, Palestina, Somalia,
Darfur...
Esta
zona acumula también fuertes tensiones internacionales: diferendo
entre Pakistán e India a propósito de Cachemira; amenazas a Irán,
sospechoso de querer desarrollar armas atómicas; presiones de Rusia
en Transcaucasia; temor de Turquía a propósito del Kurdistán iraquí;
numerosos litigios por el control del agua dulce; codicia generada por
la existencia, en el corazón de un vasto triángulo formado por el
Golfo, Irán y el Mar Negro, de las principales reservas de
hidrocarburos.
Segunda: Si bien es
indiscutible que Israel tiene derecho a defenderse, la desmesura de
los castigos infligidos a los civiles palestinos y libaneses sólo
refleja, paradójicamente, una suerte de loca impotencia. Esto por una
simple razón, que los mismos estadounidenses comienzan a entender y
que el ex–presidente William Clinton expresa de esta manera: “No
podemos matar a todos nuestros enemigos” (2). Los de Israel en la
región abundan.
En
una guerra asimétrica, la superioridad militar aplastante no
garantiza en absoluto la victoria. Estados Unidos repite su amarga
experiencia. “Temo que Irak se convierta en nuestro peor desastre
desde Vietnam”, señala la ex–secretaria de Estado Madeleine
Albright (3).
Recurrir
a un militarismo excesivo y perimido no acerca la solución política,
mientras no se logre la paz, única garantía de la seguridad de
Israel. Y la paz depende siempre de las negociaciones con el enemigo.
Tercera: El frente mediático
resulta más decisivo que nunca. Pero el contexto de la información
se metamorfoseó. El bombardeo israelí a centrales eléctricas, telefónicas
y canales de televisión (Al–Manar TV, particularmente) (4) para
volver ciego, sordo y mudo el sistema de comunicación del adversario,
resultó ineficaz.
Los
teléfonos celulares, las cámaras miniatura y los blogs de
combatientes o testigos oculares permiten actualmente una difusión
global casi instantánea de imágenes de denuncia. Los bombardeos, por
intensos que sean, no pueden destruir las redes de Internet, concebida
para resistir ataques nucleares. Tampoco aquí los israelíes parecen
haber aprendido la lección de los desengaños estadounidenses en Irak
tras la difusión de las imágenes de Abu Ghraib y otros testimonios
aterradores. Ni la de la caída de la imagen de Estados Unidos a los
ojos de la opinión pública mundial (5).
Cuarta: En esta región,
la democracia –que Washington asegura querer instaurar en todas
partes (6)– no constituye en absoluto un escudo contra los ataques
de Israel, un Estado también democrático... A pesar de que los
palestinos, únicos ciudadanos árabes de Medio Oriente –junto con
los libaneses– que votaron democráticamente, en enero de 2006,
eligiendo a Hamas, le tomaron la palabra, la administración Bush cerró
los ojos y dejó que masacraran a (malos) demócratas y encarcelaran a
sus representantes electos en Gaza.
Impuesto
para “combatir el terrorismo”, el castigo a Gaza y al Líbano
producirá indudablemente el efecto contrario. ''Una operación que
asesina a cinco insurgentes es contraproducente si sus efectos
colaterales generan el reclutamiento de cincuenta nuevos rebeldes”,
recuerda William Pfaff (7).
Excesos
que terminan creando lo que Mao Tse–Tung denominaba: “El mar donde
nadan los combatientes de la guerrilla”.
Al
igual que en Palestina y el Líbano, en el conjunto del “foco
perturbador” el islamismo radical está en expansión. Bajo sus
diversos componentes, y a pesar de todas las reservas que puede
inspirar, constituye la
principal fuerza política que se opone por las armas a la dominación
imperial de Estados Unidos.
En
tanto ideología mesiánica para cuyo éxito futuro los militantes están
dispuestos a sacrificar su vida, el islamismo radical ocupa en parte
(aun cuando esta comparación pueda resultar chocante), el lugar que
el anarquismo o el comunismo, por ejemplo, ocuparon en los siglos XIX
y XX. Cuando en otras zonas la violencia política retrocede (8), en
Afganistán, donde los talibanes están de regreso y las fuerzas de la
OTAN a la defensiva; en Somalia, Irak, Palestina y el Líbano la
corriente salafista avanza con viento a favor.
Quinta: El poder de las
organizaciones no estatales no deja de incrementarse. Particularmente,
el de las organizaciones no gubernamentales de carácter humanitario,
ecológico, social o jurídico, a veces instrumentadas y no siempre
desinteresadas. Pero en el seno del foco perturbador pululan
especialmente las organizaciones no estatales armadas, que desempeñan
un papel determinante en los múltiples antagonismos. Tal como
atestiguan el audaz ataque del brazo armado de Hamas en Gaza,
perpetrado el 25 de junio pasado, y el de las milicias de Hezbollah en
el Líbano, el 12 de julio pasado, que generaron las respuestas de
Israel.
Para
tener en cuenta: en alguna parte en esta zona se encuentra el cuartel
general del “enemigo público número uno” de Estados Unidos, la
organización islamita armada Al–Qaeda, dirigida por Osama Ben
Laden, que reivindicó los atentados del 11 de septiembre de 2001. Y
contra la cual Washington desató la actual “guerra infinita contra
el terrorismo internacional”.
Sexta: Los acontecimientos
del 11 de septiembre nos hicieron ingresar efectivamente en una nueva
era, ya que el presidente estadounidense George W. Bush y su entorno
estimaron que el terror colectivo causado por esta tragedia les daba
finalmente carta blanca para poner en práctica viejos delirios geopolíticos.
Recordemos
tres de ellos: reivindicación del papel “imperial” de Estados
Unidos en la conducción de los asuntos mundiales; asimilación de
toda lucha de resistencia nacional (como la de Hamas y Hezbollah) al
“terrorismo”; y prioridad acordada a la vigilancia generalizada de
los ciudadanos a costa de sus libertades.
En
nombre de este cuerpo de doctrina, se autorizó a la CIA y otros
servicios de inteligencia a “liquidar” sospechosos o secuestrarlos
en cualquier parte para llevarlos a prisiones secretas. Sin tener en
cuenta las Convenciones de Ginebra y fuera de todo marco jurídico, se
creó la cárcel de Guantánamo para encerrar y maltratar allí a
personas sospechadas de vínculos con AI–Qaeda.
Sobre
la base de mentiras (en realidad, para apoderarse del petróleo), una
coalición angloestadounidense invadió Irak, que no estaba en
absoluto implicado en los atentados del 11 de septiembre y no poseía
ningún “arma de destrucción masiva”. En un impulso wilsoniano,
Washington se declaró dispuesto a rediseñar el “Gran MediO
Oriente”. Nada menos.
Se
sabe lo que produjeron estas absurdas ambiciones. El mundo es hoy más
peligroso. Y no es improbable un nuevo megaatentado. En cuanto a la
temible máquina militar, está atascada en Irak, atrapada en una
guerra asimétrica perdida, reducida a cometer o encubrir ella también
atrocidades (detención de civiles, masacres, torturas sistemáticas)
(9), que pretendía haber desterrado desde el naufragio de Vietnam
(10).
El
fracaso político es todavía más pasmoso. Gracias a las
intervenciones estadounidenses, Irán, principal enemigo regional de
Estados Unidos, se encontró liberado de sus rivales fronterizos: el régimen
de los talibanes en Afganistán, el de Saddam Hussein en Irak (11 ). Y
Teherán hoy se arma para defenderse.
Por
otra parte, mientras Washington se concentraba en esta región, en América
Latina, su propio patio trasero, sus viejos adversarios aprovechaban
para tomar democráticamente el poder, en Venezuela, Brasil,
Argentina, Uruguay, Chile, Panamá, República Dominicana, Bolivia...
Una marea rosa o roja inédita que, por añadidura, vino naturalmente
a fortalecer a Cuba y a Fidel Castro.
En
el curso de estos años, Bush creyó poder reducir los problemas del
mundo sólo al terrorismo y tratar al terrorismo, sólo mediante la
represión militar. Se equivocó. y pisoteó tantos principios, violó
tantos derechos que Noam Chomsky llegó á hablar de “la
administración más peligrosa de la historia estadounidense”, sin
dudar en calificar a su país de “principal Estado terrorista”
(12) del planeta.
Séptima: La guerra de
Irak es muy cara. En 2005, los gastos militares de Estados Unidos
alcanzaron los 500.000 millones de dólares (13), el equivalente a los
del resto del mundo. Una cifra enorme. Sobre todo porque, como
consecuencia de la mundialización, su sistema económico no se basa sólo
en su capacidad manufacturera, sino en el consumo. Estados Unidos actúa
como una bomba succionadora de finanzas, que importa capitales al
ritmo de 700.000 a 800.000 millones de dólares por año. Capitales
que financian el consumo de bienes importados.
Semejante
succión del dinero mundial disponible crea una situación
insostenible. El déficit comercial estadounidense incide en las
finanzas internacionales al riesgo de generar una baja del dólar, una
suba de las tasas de interés, una caída de las bolsas (14) y una
recesión mundial. Este problema, invisible, es uno de los principales
de hoy.
Octava: Estimado en
alrededor de 700.000 millones de dólares, el déficit estadounidense
saca provecho de los países con mano de obra barata. A la cabeza de
los cuales está China (15), pero también otros países emergentes
(India, Corea del Sur, Taiwán, Brasil, México), cuya expansión económica
comienza a preocupar a las potencias dominantes. Más aun cuando los
precios de las materias primas (entre ellos, el del petróleo), se
disparan en beneficio de Rusia, Kazajstán, Venezuela, China, Argelia.
La
competencia de las empresas de estos países se vuelve más
amenazadora. Ya existen unas 25 multinacionales globales en los
Estados del Sur, y pronto serán un centenar. Las espectaculares
ofertas de compra, como la de la China National Offshore Oil por la
petrolera estadounidense Unocal, que fue rechazada, o la de la india
Mittal Steel, por la siderúrgica europea Arcelor, que fue aceptada,
se multiplican (16).
En
consecuencia, se puede apostar a que la mundialización se acerca al
final de un ciclo. Con su impulso actual, podría amenazar el dominio
de las viejas potencias de siempre. Ya no cabe descartar un nuevo período
de proteccionismo.
Novena: Los combates entre
Israel y el Líbano dieron lugar al desplazamiento forzado de
aproximadamente 1,2 millón de personas (900.000 libaneses y 300.000
israelíes). Semejantes desplazamientos a causa de la guerra siguen
siendo puntuales. En cambio, las migraciones internacionales de mano
de obra son estructurales y afectan a 175 millones de personas. Esto
porque, a causa de las ganancias de productividad, el crecimiento económico,
cuando existe, puede crear riqueza pero no suficiente empleo. Incluso
China, que posee una tasa de crecimiento de más del 9%, crea
aproximadamente 10 millones de empleos por año, es decir, dos veces
menos que el número de personas que ingresan a su mercado laboral
(17).
Los
demás deben resignarse a la pobreza, o emigrar. Pero
clandestinamente. Porque “la economía de mercado, señala el
historiador Eric Hobsbawm, favorece la libre circulación de todos los
medios de producción. Con excepción de la mano de obra, que sigue en
gran medida bajo el control del Estado” (18). Cohortes de personas,
a menudo jóvenes y que gozan de buena salud, tratan de ingresar
arriesgando sus vidas (tal como se vio en Melilla; como se ve en
Canarias) en los escasos islotes de prosperidad del planeta. Más de
20 millones lograron hacerlo a Estados Unidos (19) donde, al igual que
en Europa, la cuestión de los indocumentado se trata actualmente en términos
de seguridad nacional. Sin embargo, la bomba de la inmigración ilegal
todavía no estalló. Este gran drama humano pondrá a prueba a todas
las sociedades desarrolladas.
Décima: El 14 de julio de
2006, la aviación israelí bombardeó los depósitos de combustible
de la central eléctrica de Jiyé, al sur de Beirut. Alrededor de
15.000 toneladas de fuel–oil se derramaron en el mar. A comienzos de
agosto, la marea negra afectaba un tercio de las playas libanesas,
alcanzaba las costas sirias y amenazaba Chipre, Siria, Turquía,
Grecia... e Israel (20).
Esta
catástrofe ecológica, “efecto colateral” de las hostilidades,
recuerda que los problemas ligados al medio ambiente se volverán
altamente estratégicos. En la Cumbre del G8 en Gleneagle, en julio de
2005, la lucha contra el recalentamiento del planeta ya era uno de los
temas de la reunión. Con algunos grados más en promedio, la Tierra
ya no seria el mismo planeta. La elevación del nivel de los mares
generaría catástrofes inéditas. Se imponen correcciones drásticas.
Entretanto, se acerca el instante en que ya no podrán extraerse
suficientes hidrocarburos –cuyo consumo agrava el efecto
invernadero– para satisfacer la demanda.
En
este breve panorama del nuevo estado del mundo, estas cuestiones
–alerta sobre el clima y el fin de la era del petróleo– se
anuncian para la humanidad como dos de los mayores desafíos a
enfrentar.
Notas:
1.–
El 15–7–05, el general chino Zhu Chenghu, responsable de la
Universidad de Defensa Nacional, no descartó que China pudiera llevar
a cabo un primer ataque nuclear contra EEUU, si sus intereses respecto
de Taiwán se vieran amenazados. Martine Bulard, “China altera el
orden asiático”, Le Monde diplomatique..., edición Cono Sur,
agosto de 2005.
2.– Le Monde, París, 10–8–05.
3.–
Newsweek. Nueva York, 24–7–06.
4.–
Canal del Hezbollah libanés.
5.–
Intemational Herald Tribune, Paris, 14–6–06.
6.–
En nombre del principio tan caro a los neoconservadores de que las
democracias no se declaran la guerra entre si. Esto supone que Israel
coexistiría pacificamente con una Palestina democrática. Sin
embargo, Jerusalén acaba de demostrar lo contrario. Y los hechos
demuestran que Washington acepta las peores “autocracias amigas”
(Egipto, Arabia Saudita, Jordania, Azerbaiyán, Pakistán), nunca
calificadas de “bastiones de la tiranía” pero que arrojan a su
población empobrecida, reprimida y harta de la corrupción en brazos
de las organizaciones islámicas radicales.
7.– Le Monde, París, 19–7–06.
8.–
El informe “Guerra y paz en el siglo XXI”, publicado por el Human
Securlty Center de la Universidad de British Columbia de Vancouver
(Canadá) registra una reducción del número de conflictos desde el
fin de la Guerra Fría. En el seno de la Unión Europea, las dos
organizaciones armadas más mortlferas, el Ejército Republicano
Irlandés (IRA) Y la Euskadi ta Askatasuna (ETA) vasca, decidieron
abandonar la lucha armada. El 28–7–05 el IRA ordenó a sus
militantes “deponer las armas”, y el 22–3–06 ETA anunció un
“alto el fuego permanente”.
9.–
Un informe de Human Right Watch estima que “la tortura a los
prisioneros en Irak fue autorizada por el ejército estadounidense”,
Le Monde, París, 25–7–06.
10.–
El 6–8–06, Los Angeles Times reveló que las atrocidades cometidas
por los estadounidenses en Víetnam fueron más de las que se pensaba.
11.–
Joe Klein, “The Iran factor”, Time, Nueva York. 24–7–06.
12.– Le Point, Paris, 20–7–06.
13.–
Sólo se destinaron 18.000 millones a la ayuda para el desarrollo, es
decir, ¡el 0,16 % del PBI!
14.–
El 21–5–06, el mero temor de que los bancos centrales aumentaran
las tasas de interés produjo una espectacular caída de las
principales bolsas del mundo.
15.–
En 2005, Estados Unidos vendió a China productos por 47.800 millones
de dólares, mientras que importaba de ese país productos por 201.600
millones: una diferencia de 153.800 millones a favor de Pekín, que
posee además 320.000 millones de bonos del Tesoro estadounidense.
16.–
Capital, París, agosto de 2006.
17.–
Le Figaro. París, 20–6–06.
18.– L 'Express, París, 8–6–06.
19.– International Herald–Tribune, París,
29–6–06.
20.– Caroline Pailhe, "Israel, Palestine,
Liban: Le chemin le plus long vers la paix", GRIP, Bruselas,
8–8–06.
.–
Director de Le Monde diplomatique, Paris.
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