Los
unos y los otros
Por
Juan Gelman
Página
12, 22/10/06
Las
elecciones estadounidenses de medio término del 7 de noviembre próximo
están provocando algunas reacciones en los dos partidos: esos
comicios se han convertido en un referéndum sobre la guerra en Irak.
El presidente Bush, vocero de los republicanos, ha cambiado una vez más
la justificación por la cual ordenó la invasión y ocupación de ese
país. Primero esgrimió el argumento de las armas de destrucción
masiva en poder de Bagdad y no se encontraron. Entonces acudió al
latiguillo de que todo estaba mejor porque se había derrocado a un
tirano. Después de la captura de Saddam Hussein en diciembre de 2003,
adujo que el motivo era llevar la democracia y la libertad al Medio
Oriente. En vista de lo que estaba y está sucediendo en el país
ocupado, declaró a continuación que Irak era el centro del
terrorismo mundial y que combatirlo allí reforzaba la seguridad de
EE.UU. y de Occidente. Los brutales atentados terroristas en España y
Gran Bretaña no le hicieron caso y ahora afirma que “se trata de
una lucha entre el Bien y el Mal”. W. Bush moviliza así a su
electorado de fierro: los bautistas, cuya ideología invadió el
partido republicano y aportan a la guerra el apoyo de un sector no
despreciable de la población.
Los
días 13 y 14 de junio de este año, más de 18.000 evangelistas del
sur se reunieron en Greensboro, Carolina del Norte. Creen en el fin de
los tiempos y se los califica de “cristianos sionistas” porque
estiman que la existencia del Estado de Israel garantiza la llegada
del Armagedón. Dominan las capellanías militares en Irak y el
general Boykin, subsecretario de información del Pentágono, ha
fijado como su objetivo estratégico la conversión del pueblo iraquí
al evangelismo bautista. W. Bush impartió a los “mensajeros de
Dios” un discurso televisado en el que se pronunció contra los
males diabólicos que acechan al universo –tales como el aborto– y
por cambiar la Constitución para impedir que “jueces militantes”
(sic) autoricen los matrimonios gay. También anunció campañas en
favor de la abstinencia sexual de los solteros, así como medidas para
prohibir las investigaciones científicas sobre células madre,
suprimir las subvenciones a los organismos abortistas y –desde
luego– privatizar completamente los servicios de salud en beneficio
de las organizaciones religiosas. Todo un programa. Pero la nota ideológica
fue proporcionada por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice.
“El
presidente Bush y yo –dijo Condi– compartimos vuestra convicción
de que EE.UU. puede y debe ser una fuerza del Bien en el mundo. El
presidente y yo creemos que Estados Unidos debe mantener su compromiso
como líder de los acontecimientos que se producen fuera de nuestras
fronteras... recorremos el mundo no para saquear, sino para proteger;
no para esclavizar, sino para liberar; no como amos de los otros, sino
como servidores de la libertad.” Algo que los muchos miles de
civiles iraquíes asesinados no contradirán. Después de esta
obertura vino el movimiento de fondo: “Cuando es posible, llevamos a
los terroristas ante la Justicia (¿y los presos de Guantánamo?). Y
cuando es necesario, ajusticiamos a los terroristas... Estados Unidos
apoya las aspiraciones democráticas de todos los pueblos, cualquiera
fuere su cultura, su raza, o su religión... Es su derecho y EE.UU.
defenderá su derecho” (usinfo.state gov./esp, 14-6-06). Dicho de
otra manera, a los “halcones-gallina” ya no les basta ser los
gendarmes del mundo: Dios los ha investido además de la misión de
ser sus justicieros.
En
el Partido Demócrata también asoman cambios. Sus representantes
apoyaron la guerra, votaron en masa los gigantescos presupuestos
militares que ésta consume, dieron sostén a la Ley patriótica y a
otras medidas que cercenan los derechos civiles de los estadounidenses
y están convirtiendo a EE.UU. en un país cada vez más autoritario.
Ahora critican a W. Bush, exigen un cambio de estrategia en Irak y va
en aumento el número de sus votantes que se autoproclaman
“liberales”, calificación que los coloca políticamente un poco más
adelante que los demás conmilitones: su proporción pasó del 27 por
ciento en el 2000 al 32 por ciento últimamente, la de los
“moderados”, del 43 al 41 y la de los conservadores declarados del
partido, del 25 al 23 en el mismo período (www.pewresearch.org,
11-10-06). La guerra en Irak está variando la tradicional intención
de voto en elecciones de medio término: los republicanos las vienen
ganando desde 1994 y en el 2002 obtuvieron el 44 por ciento de los
sufragios contra el 40 de los demócratas. Un estudio del Pew Center
llega a la conclusión de que en noviembre próximo los primeros sólo
lograrán el 33 por ciento y los últimos, el 51. Esto podría darles
a los demócratas al menos la mayoría en la Cámara de
Representantes.
Una
encuesta reciente revela que la cuestión de la guerra es
“extremadamente importante” o “muy importante” para el 86 por
ciento de los estadounidenses interrogados; el 61 por ciento se opone
a que continúe; el 56 afirma que fue un error (CNN, 13/15-10-06).
Otra, que el 57 por ciento no cree que la seguridad de EE.UU. dependa
del triunfo en Irak, refutando así un ex argumento favorito de Bush
(NBC/The Wall Street Journal, 15-10-06). Una tercera, que el 73 por
ciento está convencido de que ha llegado la hora del regreso a casa
de las tropas (www.angusreid.com/polls, 16-10-06). Pero W. acaba de
prometer al primer ministro iraquí que ni piensa en retirarlas.
Bueno.
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