De
camaleones
Por
Juan Gelman
Página 12, 09/11/06
Los
“halcones-gallina” de Washington no esperaron la dura derrota del
Partido Republicano en las elecciones del martes 7 -un verdadero
plebiscito sobre la guerra en Medio Oriente para desmarcarse de la
Casa Blanca. Sobrevivieron a la Guerra Fría, consolidaron luego su
influencia en círculos conservadores, promovieron la invasión y
ocupación de Irak gracias a los tentados terroristas del 9/11, pero
hoy critican acerbamente a W. Bush, al vicepresidente Dick Cheney y al
jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld. No son pacifistas: preconizan el
paso siguiente de su programa, la guerra contra Irán, y quieren que
las cosas se hagan mejor.
Richard Perle, ex
presidente de la Junta de Políticas de Defensa (JPD) y eminencia gris
de este grupo de mentores, proclamaba meses antes de la invasión a
Irak que Saddam “es hoy probablemente el individuo más peligroso
del mundo... Capaz de todo, capaz de usar armas de destrucción masiva
contra EE.UU... la cuestión de Saddam Hussein es exactamente el
centro de la guerra contra el terrorismo” (HYPERLINK "http://www.pbs.org"www.pbs.org).
Perle insistía entonces en que era imperativo derrocar al autócrata
iraquí. Casi 2900 efectivos norteamericanos y decenas de miles de
civiles iraquíes muertos después, cambió su cantinela: en la
entrevista que concedió a David Rose para Vanity Fair (3-11-06) dice
muy suelto de cuerpo que “si hubiera sido adivino y sabido cómo
ahora nos va, y alguien hubiese preguntado si había que atacar a
Irak, probablemente yo hubiera respondido que no, que mejor examináramos
otras estrategias para abordar lo que más nos preocupa, el suministro
de armas de destrucción masiva a los terroristas por parte de Saddam
(sic)”. Tarde piaste, asegura el dicho popular.
El “halcón-gallina”
de prosapia Kenneth Aldelman, que fuera miembro de la JPD hasta el
2005, publicó una columna que contiene esta frase memorable: “Creo
que demoler el poder militar de Hussein y liberar a Irak será un
paseo” (The Washington Post, 13-2-02). Ahora piensa que no:
“Supuse que lo que yo consideraba el equipo más competente en
materia de seguridad nacional era verdaderamente competente. Resultó
que es uno de los equipos más incompetentes de la posguerra. No sólo
cada uno de sus integrantes tiene defectos enormes, también en
conjunto fueron absolutamente disfuncionales”. Alderman agrega que
será imposible “vender” en adelante “la idea de usar nuestro
poder en pro del bien moral en el mundo”. Como si las ventas de
“la idea” hubieran sido excelentes.
La “revolución
democrática mundial” que W. Bush -dijo- comenzó por Irak no tiene
muchos compradores ni aun en Occidente. Así lo demuestra una encuesta
conjunta de cuatro periódicos importantes de Gran Bretaña, Israel,
Canadá y México (The Guardian, 3-11-06). El 89 por ciento de los
mexicanos, el 73 por ciento de los canadienses y el 71 por ciento de
los británicos consultados consideran que la invasión es
injustificada. Apenas el 28 por ciento de los israelíes y el 11 por
ciento de los británicos estiman que EE.UU. contribuyó con ella al
progreso de la democracia en los países en desarrollo. Y luego: en
cuanto a peligro para la paz mundial, el presidente Bush figura en
segundo lugar después de Osama bin Laden en los cuatro países. En
Gran Bretaña la diferencia es corta: el 87 por ciento piensa que el
jefe de Al Qaida constituye un peligro grande o moderado para la paz
mundial y el 75 por ciento opina lo mismo de W. Bush. Los británicos
evalúan que el mandatario norteamericano es más peligroso que los
presidentes de Corea del Norte (69 por ciento) y de Irán (62 por
ciento) y que el líder máximo de Hezbolá (65 por ciento).
David Frum engruesa
la lista de los neoconservadores que huyen de la Casa Blanca.
Redactaba los discursos del mandatario estadounidense, por ejemplo el
famoso en que éste formuló el concepto de “Eje del Mal”. Más de
cuatro años después le parece que es posible una derrota
norteamericana porque “la insurgencia ha demostrado que puede matar
a cualquiera de los que colaboran (con la ocupación) y EE.UU. y sus
amigos han fracasado en probar que pueden protegerlos”. Afirma que
la situación se debe al “fracaso del centro”, incluido W. Bush.
“Como redactor de discursos -dice hoy Frum-, siempre creí que si se
podía convencer al presidente de que se comprometiera con ciertas
palabras, él se sentiría comprometido con las ideas que esas
palabras expresan. Y fue un gran choque para mí comprobar que, aunque
el presidente decía las palabras, no absorbía las ideas.” Un modo
bastante sutil de calificar a Bush de mentiroso.
La empresa Gannett Co.
Inc. edita 91 periódicos y más de mil revistas, posee 21 estaciones
de televisión y numerosas radios que cubren en total una audiencia de
20 millones de estadounidenses. Su subsidiaria especializada Military
Times Media Group se dirige a efectivos del ejército, la marina, la
fuerza aérea y el cuerpo de marines -familias incluidas- con sendas
publicaciones diarias afines al partido de la guerra. Cuatro días
antes de las elecciones, propinó a Rumsfeld un editorial de final
categórico: “Debe irse”. Y Rumsfeld se fue. Los arquitectos del
desastre iraquí culpan a todos, menos a quienes lo prepararon: ellos
mismos. Dicen que nada tuvieron que ver con lo que siguió al
derrocamiento de Saddam. Un cínico, decía Oscar Wilde, es alguien
que conoce el precio de todo y el valor de nada.
Gane
quien gane
Por
Juan Gelman
Página 12, 05/11/06
El resultado de las
elecciones de medio término que tendrán lugar en EE.UU. el próximo
martes 7 ya se conoce: triunfen los demócratas o insista el voto
republicano, quien saldrá victorioso es el partido de la guerra. Es
dominante en los unos y los otros, tiene mucho peso en los medios y
los círculos académicos y se asiste un espectáculo notorio:
diversas encuestas de opinión en torno de la guerra de Irak registran
que más del 60 por ciento de los estadounidenses piensa que fue un
error y que ha llegado el momento de irse, pero ninguno de los dos
partidos tradicionales ha incluido esa aspiración en sus respectivas
plataformas electorales. Lo que los demócratas y aun ciertos
republicanos critican a W. Bush no es que esa guerra continúe, sino
que hay que hacerla mejor.
"Halcones-gallina"
como William Kristol, fundador del Proyecto para el Nuevo Siglo
Estadounidense que quiere convertir a EE.UU. en dueño del mundo,
exigen que la Casa Blanca envíe más tropas para salir del pantano
iraquí, no de Irak. Los demócratas diseñan la propuesta sobre la
guerra que presentarán en su campaña electoral para las
presidenciales del 2008: la elabora un nuevo sector, autodenominado
Demócratas por la Seguridad Nacional, que propugna más apertura
respecto de las intervenciones militares, incluso preventivas, y
demanda que el partido se distancie de "la ambivalencia
post-Vietnam acerca de la proyección del poder estadounidense",
reexamine su postura de oposición y aprenda a reconocer el heroísmo
de líderes republicanos como Ronald Reagan (www.nypress.com, No 12,
volumen 18, 2006). Lo cual no debería costarle mucho a una
"oposición" que en el Congreso y el Senado votó a favor de
casi todas las propuestas republicanas de los últimos seis años,
incluyendo, claro está, la intervención en Afganistán, la invasión
y ocupación de Irak, la llamada Ley Patriótica que recorta las
libertades civiles locales, la anulación del habeas corpus, el apoyo
a Israel en la guerra contra Hezbolá/El Líbano e ainda mais.
Esta ideología de
buena parte del liderato demócrata ilumina su práctica. Rahm Emanuel,
representante por Illinois desde 2003, dirige el comité de campaña
en favor de los candidatos demócratas a las 45 bancas del Congreso en
juego. Fueron por él seleccionados y el 64 por ciento se opone a la
retirada de tropas de Irak y a establecer siquiera un posible
calendario para su regreso. En las internas demócratas para la elección
de candidatos, Emanuel apoyó con gruesas sumas de dinero a los que se
identifican con los "halcones-gallina" -algunos hasta son más
radicales en el tema- y muy poco a los que preconizan el fin de la
guerra y de la ocupación de Irak (counterpunch.org, 14/15-10-06).
Aunque los demócratas obtengan la mayoría en el Congreso, poco y
nada cambiará. La base demócrata piensa de otra manera: sólo el 30
por ciento de quienes votan al partido aprueban el curso actual de la
guerra, mientras que el 63 por ciento quiere la retirada inmediata o
gradual de las tropas estadounidenses en Irak (Gallup, 24-9-06).
Esa demanda no se
traduce en un pujo pacifista de envergadura dentro del partido demócrata.
Crece la opinión contra la guerra en todo EE.UU., pero dirigentes
como Hillary Clinton son más agresivos que el propio W. Bush cuando
se trata de Irán. La esposa de Bill ha acusado a la Casa Blanca de
"apaciguamiento" frente a Irán y su presunto programa de
desarrollo de armas nucleares, que la CIA estima que sólo podrá
culminar dentro de una década, si existe: "Creo que hemos
perdido un tiempo precioso negociando con Irán", afirmó en la
conferencia que dictara en la Universidad de Princeton el 18 de marzo
pasado. Ella prefiere invadir Irán ya. Tiene antecedentes en la
materia: urgió a su vacilante marido presidente a bombardear Belgrado
con OTAN o sin OTAN (Gail Sheehy, Hillary's Choice, Random House,
1999).
Hillary Clinton lleva
ventaja en las preferencias de los demócratas para la candidatura
presidencial del partido en los comicios del 2008. Tiene más de 21
millones de dólares en el banco (The American Conservative, 27-3-06)
que la ayudarán considerablemente a concretar ese objetivo. Si la
dirigencia demócrata logra sofocar el pacifismo de la mayoría de su
electorado, habrá dos aspirantes al sillón de la Casa Blanca que sólo
discutirán los medios, no los fines. Como dijera el escritor y
periodista norteamericano Garet Garret (1878-1954), conservador al
viejo estilo que supo criticar el New Deal rooseveltiano con dureza,
pero también la política exterior intervencionista que EE.UU.
reiterara al terminar la Segunda Guerra Mundial: "Entre el
ideario republicano, es decir, el de un gobierno constitucional,
representativo y acotado, y el concepto de Imperio, hay una enemistad
mortal. Uno de los dos deberá contener al otro o uno de los dos
destruirá al otro. Lo sabemos. Pero esa disyuntiva nunca se sometió
a votación popular".
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