Renuncia Rumsfeld
Pero Bush aclara que
eso no cambia la guerra en Irak
Por David Brooks
Corresponsal
en EEUU
La Jornada, 09/11/06
Washington amaneció
transformada de una capital de partido único a una donde los demócratas
aparentemente conquistaron el control de ambas cámaras del Congreso
en lo que el presidente George W. Bush consideró "una
paliza".
El día comenzó con
el suspenso sobre el resultado de una sola elección senatorial para
definir el balance de poder en la cámara alta, continuó con la dramática
renuncia de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, y acabó con
proyecciones de una derrota total de los republicanos en ambas cámaras,
en lo que fue un golpe tal vez mortal al mesianismo neoconservador sin
límites que ha imperado aquí durante los últimos seis años.
Aunque todo cambió,
tal vez nada cambiará. Nadie tiene una solución a la guerra de Irak
y el caos que ha provocado la política bélica estadounidense en
Medio Oriente, y nadie ha demostrado voluntad política para promover
una verdadera reforma de combate a la corrupción del sistema político
estadounidense, ni de su muy deteriorado sistema electoral. Pocos
esperan grandes cambios en la política económica, ambiental o de
seguridad nacional en el corto plazo, entre otros temas urgentes, y la
mejor esperanza por ahora es que no empeorarán las cosas.
Los líderes del
triunfante Partido Demócrata y el de los derrotados republicanos (el
presidente) iniciaron el día hablando de conciliación, cooperación
y "terreno común", y aconsejaron dejar atrás todas las
acusaciones, condenas, mentadas de madre y más que se habían
proferido durante las campañas. Así, después de advertir que una
victoria electoral de los demócratas implicaría un triunfo para los
"terroristas", el presidente Bush estará comiendo este
jueves con los líderes legislativos de los demócratas Nancy Pelosi
(la próxima presidenta de la Cámara de Representantes) y el senador
Harry Reid; algo impensable hace sólo 48 horas.
La renuncia del
Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, fue un sacrificio político
obligado ante los resultados, ya que el mensaje principal de los
electores fue su reprobación a la guerra en Irak. También fue un
intento para desviar la atención sobre el comandante en jefe como
responsable de la política bélica. Un veterano observador de
Washington indicó a La Jornada que la maniobra también tiene el
efecto de hacer de Rumsfeld el tema del día, y no la derrota política
de la Casa Blanca.
Pero al renunciarlo,
el presidente Bush aclaró que eso no implicaba ningún cambio en su
compromiso para lograr la "victoria" en Irak. Reconoció que
el voto fue, en parte, en contra de la guerra y que "la gente está
frustrada" con la falta de progreso, pero que "es una lucha
dura" que "sólo perderemos si nos vamos antes de completar
la tarea". En comentarios en la Casa Blanca el presidente aseguró
que podrá trabajar con los demócratas para "ganar este aspecto
de la guerra contra el terror". No sólo eso, sino que buscará
"institucionalizar hasta donde se pueda los pasos necesarios para
asegurar que futuros presidente puedan llevar a cabo esta guerra, ya
que Irak es sólo una parte de la lucha antiterrorista",
insistiendo así en que esta es una guerra de largo plazo.
Pero si Bush cambia a
algunos miembros de la tripulación, insistió en que él sigue como
capitán del barco y el rumbo se mantiene igual. Señaló que está
dispuesto a cambiar tácticas y hasta estrategias en Irak, pero no
objetivos y el compromiso de llevarla hasta un fin exitoso.
Sin embargo, el
sacrificio de Rumsfeld es real y representa el daño que la elección
ya ha cobrado para la Casa Blanca. Bob Woodward, el famoso periodista
del Washington Post, dijo en una entrevista reciente con CBS News que
Rumsfeld era el predilecto de Bush, y que "Cheney había
comentado a uno de sus asesores que si Rumsfeld saliera, lo próximo
sería que estarían buscando la salida de Cheney". Hoy en la
conferencia de prensa se le preguntó a Bush al respecto, y respondió
que su vicepresidente estará con él hasta el fin de su presidencia
(lo mismo que dijo sobre Rumsfeld hace una semana).
Para remplazar a
Rumsfeld, el presidente nombró a Robert Gates, director de la CIA
durante la presidencia de Bush padre. Una vez más, en una crisis,
Bush recurre al veterano equipo de su padre y con ello sustituye a una
figura clave de los neoconservadores con la vieja guardia "realpolitik"
de su partido.
Bush destacó el
papel de Gates en la guerra clandestina estadounidense para derrocar
al gobierno pro soviético de Afganistán.
A la vez, Gates fue
involucrado en las relaciones con Irak e Irán en la década dse los años
80 durante el escándalo conocido como Irán–contra, asunto por el
cual fue investigado por un posible delito.
Irónicamente, los
"guerrilleros" fundamentalistas islámicos que Washington
apoyaba en esos tiempos son los mismos que ahora son considerados
amenazas mortales para este país.
Decepción en la
Casa Blanca
"Nos dieron una
paliza", admitió el presidente. "Obviamente estoy
decepcionado con el resultado de la elección, y como jefe del Partido
Republicano comparto gran parte de la responsabilidad", declaró
Bush en sus primeros comentarios realizados hoy en la Casa Blanca.
"Les dije a los
líderes de mi partido que ahora es nuestro deber dejar atrás las
elecciones y trabajar conjuntamente con los demócratas y los
independientes en los grandes temas que enfrenta este país",
agregó el mandatario republicano.
Dijo que habló por
teléfono esta mañana con los líderes demócratas para felicitarlos
e invitarlos a trabajar juntos durante los próximos dos años. Ese
mensaje lo repitió una y otra vez, e insistió en que se necesita
encontrar "terreno común".
Bush agregó que
"el mensaje de ayer (martes) fue claro: el pueblo estadounidense
quiere que sus líderes pongan de lado sus diferencias partidistas,
nos comportemos de manera ética y trabajemos juntos para abordar los
desafíos que enfrenta nuestra nación".
Por su lado, Nancy
Pelosi, quien será la próxima presidenta de la Cámara y con ello
se convertirá no sólo en la primera mujer en el puesto, sino la más
poderosa de la historia del país (tercera en la línea de sucesión),
habló en los mismos términos de cooperación y bipartidismo.
Aunque subrayó que
el mensaje electoral fue "por un cambio" y en particular
"un cambio de dirección en Irak", no ofreció propuestas de
qué implicaría eso.
Con tanto
bipartidismo y cooperación, parece que el mensaje de cambio enviado
por los votantes se está traduciendo en más de lo mismo, con algunos
cambios de personal y tal vez de retórica. Sin embargo, el drama aún
no concluye y la derrota republicana podría ser todavía más seria.
Fracaso en la Cámara
alta
Aunque durante
semanas antes de las elecciones había claros indicios de que los demócratas
podrían recuperar la mayoría y por tanto el control de la Cámara
de Representantes, pocos pronosticaban lo mismo para el Senado.
La noche del martes
anterior, tres escaños estaban por decidirse para determinar si los
republicanos mantenían su mayoría o si los demócratas recuperaban
el poder. Este miércoles, todo giraba en torno a uno solo: el estado
de Virginia.
Esta noche, varios de
los principales medios de comunicación proyectaron el triunfo del demócrata
James Webb en Virginia, y con ello la derrota de la mayoría
republicana, aunque el resultado aún no ha sido confirmado
oficialmente ni aceptado por el supuesto perdedor.
Si como todos
pronostican este resultado es el final, el margen entre los dos
partidos en la Cámara alta ahora es de 49 republicanos y 51 demócratas
(número que incluye a dos independientes), comparado con 55
republicanos y 45 demócratas antes de la elección.
La competencia
electoral en Virginia por el Senado culminó con una diferencia de
menos de 0.5 por ciento (con el candidato demócrata gozando de una
ventaja de poco más de 7 mil votos).
Un recuento inicial
en las casillas electorales comenzó a partir de esta mañana y, a
menos de que uno de los dos decida conceder su derrota, el proceso
podría seguir durante por lo menos dos semanas y hasta más de un
mes.
Sin embargo, NBC News,
CBS News y la agencia Ap ya proclamaron el triunfo del demócrata, y
todo indica que no habrá un cambio en el resultado aun si es sujeto a
un recuento total.
Con el casi seguro
triunfo de los demócratas en ambas cámaras del Congreso, la agenda
legislativa del republicano Bush durante sus últimos dos años como
presidente quedará casi anulada.
Con su nuevo Poder
Legislativo, los demócratas también podrían empezar a imponer límites
a la expansión del poder presidencial logrado durante los últimos
seis años, y ampliarán sus oportunidades políticas con miras a las
elecciones presidenciales de 2008.
Los votantes
expresaron su repudio a las políticas bélicas y el rumbo del país,
pero aún no tienen asegurado que esa expresión se traduzca en hechos
por una cúpula política que parece estar más interesada en cooperar
entre sí que en implementar un cambio real en la política interna y
exterior de Estados Unidos.
Por ahora, los demócratas
celebran su incremento de por lo menos 28 escaños en la Cámara de
Representantes (el margen ahora es de 230 contra 196) para tomar el
control de esa dependencia del Congreso, y las botellas de champaña
están por ser descorchadas en el Senado.
El mandatario comió
con Nancy Pelosi y Steny Hoyer, quienes antes eran un “peligro para
el país”, según Bush
Trabajar "por el
bien de EEUU", acuerdan Bush y demócratas
Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 10/11/06
Washington.– El
presidente George W. Bush seguramente sufría de indigestión al comer
hoy con los nuevos líderes demócratas de la Cámara de
Representantes, y para el postre se confirmó que el Senado había caído
en manos de sus contrincantes.Comieron seleccionando de la carta del
comedor de la Casa Blanca, y como todos los jueves la especialidad era
comida tex–mex. Sentados a la mesa de Bush estaban la próxima
presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, el representante Steny Hoyer y
el vicepresidente Dick Cheney; éstos, hasta hace 72 horas enemigos
que intercambiaban acusaciones de ser traidores a la patria,
irresponsables y peligro para la nación, expresaron hoy su voluntad
de trabajar de manera civil y bipartidista por el bien del país.
"Sostuvimos
una... la llamaría conversación constructiva y muy amistosa",
dijo Bush a la prensa al término de la sesión gastronómica. Agregó
que "ambos de nosotros reconocemos, o digo todos los tres
reconocemos, que cuando uno gana uno tiene una responsabilidad para
hacer lo mejor que se pueda por el país", pero no explicó a cuál
de los cuatro reunidos estaba contando como presentes.
"Vamos a
trabajar juntos", aseguró el mandatario, y aunque reconoció que
"no vamos a estar de acuerdo sobre todo tema, sí estamos de
acuerdo en que amamos a América igualmente..."
Pocas horas después,
el candidato republicano George Allen concedió su derrota ante el demócrata
James Webb, en Virginia; con ello confirmó la mayoría demócrata en
el Senado y la conquista de todo el Congreso en la pasada elección.
Ahora el amor tendrá que ser más generoso.
La Casa Blanca
intenta digerir la derrota, habla en público de "cooperación
bipartidista" con el nuevo liderazgo legislativo demócrata y en
privado elabora estrategias sobre cómo sobrevivirá sus últimos dos
años de presidencia.
De hecho, con la
conclusión de los comicios, la elección presidencial de 2008 acaba
de arrancar y de aquí en adelante ambos partidos determinarán cada
paso político calculado con eso en mente.
Mientras tanto, el
giro dramático de poder en Washington ya se está manifestando. A
diferencia de México y otros países donde hay una distribución
relativa del poder parlamentario entre los partidos, aquí la bancada
de mayoría no sólo controla la jerarquía de las cámaras, sino que
asume la presidencia de todos los comités, controla el avance o no de
todo proyecto de ley e impone sus reglas en el procedimiento
legislativo desde cómo y cuándo se realizan audiencias e
investigaciones oficiales hasta cómo se gobierna al interior de la
institución.
De repente, figuras
que durante años estuvieron reducidas a ofrecer grandes denuncias y
discursos, ahora tendrán poder para implementar medidas e iniciativas
de su agenda política y podrán limitar el poder del Ejecutivo, que
gozaba de un casi apoyo total legislativo en los últimos seis años.
Primero, estará
Nancy Pelosi, la primera mujer en el puesto más poderoso de
Washington después del presidente y el vicepresidente, como
presidenta de la Cámara de Representantes, una figura política
acusada durante las elecciones por el propio Bush y los republicanos
de ser un "peligro" para la seguridad y los
"valores" del país por su posición liberal.
Junto con ella, uno
de dos críticos de la guerra en Irak y otras políticas republicanas,
Steny Hoyer o John Murtha, ocupará el puesto de líder de la mayoría
demócrata.
Al comenzar las
sesiones el nuevo Congreso a principios de 2007, figuras como el
representante John Conyers, quien ha llamado a la destitución del
presidente y realizó una investigación a fondo de las
irregularidades y fraudes en las elecciones presidenciales en Ohio,
está por ser el presidente del poderoso Comité Judicial de la Cámara.
Otros
"liberales" que ocuparán importantes puestos incluyen a
Barney Frank, uno de los representantes más talentosos y críticos de
los conservadores, ocupará la presidencia del Comité de Servicios
Financieros, mientras Henry Waxman podría ser el titular del Comité
de Reforma Gubernamental que supervisa las prácticas, quien fue crítico
feroz de las maniobras y engaños oficiales para justificar la guerra
en Irak.
Charles Rangel ha
sido crítico de la guerra y de las políticas conservadoras y podría
ocupar la presidencia de otro influyente comité.
A la vez, varios demócratas
conservadores serán elevados a puestos clave, como Collin Peterson
(antiaborto, pro libertad de portar armas) en la presidencia del Comité
de Agricultura, Ike Skelton (pro militar) en el Comité de Fuerzas
Armadas y Tom Lantos ferviente defensor de Israel en el Comité de
Relaciones Exteriores.
En el Senado, el
centrista Harry Reid se convertirá en líder de la mayoría. Pero a
su lado habrá figuras poco apetentes para Bush y los líderes
republicanos, incluyendo a Edward Kennedy como probable presidente del
Comité de Asuntos de Salud, Educación y Laborales; Joe Biden, en el
Comité de Relaciones Exteriores; Carl Levin como jefe del Comité de
Servicios Armados y Patrick Leahy feroz crítico de la legalización
de la tortura y la anulación del habeas corpus para los llamados
"combatientes enemigos" en el cargo de presidente del
Comité Judicial.
Nuevo balance de
poder
Pero qué tan grave
será este nuevo balance de poder dependerá de si los demócratas
podrán superar su falta de consenso interno y posiciones fragmentadas
y hasta contradictorias para enfrentar el Ejecutivo; y, a la inversa,
qué tan hábil será la Casa Blanca en negociar (y mantener
divididos) con los demócratas. Cada lado ya está promoviendo sus
agendas inmediatas.
Los demócratas han
indicado que un incremento del salario mínimo nacional de 5.15 a 7.25
dólares la hora será una de las primeras medidas que promoverá el
nuevo Congreso. Junto con ello, se han mencionado los temas de la
independencia energética, reducción del costo de las medicinas y
otras medidas domésticas.
Por su parte, la Casa
Blanca buscará acelerar la aprobación de medidas de seguridad e
inteligencia, más fondos para la guerra y otras prioridades el próximo
mes antes de concluir esta legislatura.
Pero esta elección
giró sobre la guerra y ese será el tema central del debate político,
aunque no queda claro qué cambiará como resultado de la nueva
correlación de fuerzas políticas. Harry Reid, el nuevo líder del
Senado, reiteró hoy que "en Irak y aquí en casa los
estadounidenses dejaron claro que están cansados de los fracasos de
los últimos seis años".
Por su parte, Bush
reconoció las implicaciones del voto, pero intenta reinterpretarlas a
su modo en torno a la guerra. En comentarios al salir de la primera
reunión de su gabinete después de la elección, dijo que "el
pueblo estadounidense ha tomado su decisión; yo respeto los
resultados como también mi gabinete".
Agregó que es hora
de poner detrás las elecciones y trabajar conjuntamente al ennumerar
varias prioridades. Pero reiteró que la "guerra contra el
terror" e Irak como "frente central" de la confrontación
es asunto que "sin importar de cuál partido somos, todos tenemos
una responsabilidad de asegurar que estas tropas tienen los recursos y
apoyo que requieren para prevalecer". Señaló: "estoy
abierto a cualquier idea o sugerencia que nos ayude a lograr nuestras
metas de derrotar a los terroristas y asegurar que el gobierno democrático
de Irak sea exitoso".
Fue notable la
ausencia del encargado de esa guerra en la reunión del gabinete, el
despedido secretario de Defensa Donald Rumsfeld. El presidente informó
que el jefe del Pentágono estaba ofreciendo un discurso en Kansas
llamado Landon Lecture, pero no comentó que Landon fue el candidato
presidencial republicano que compitió por la Casa Blanca contra
Franklin Delano Roosevelt y sufrió una derrota abrumadora al ganar sólo
dos estados de la unión.
El sacrificio de
Rumsfeld es un intento para cambiar de canal y remover una de las
figuras más polémicas y responsables del desastre en Irak, como
también para abrir el paso al retorno de algunos de los políticos
veteranos del gobierno de Bush padre para tratar de rescatar al
presidente.
Como escribió hoy la
columnista Maureen Dowd, del New York Times, "Papi Bush y James
Baker le dieron a hijito la presidencia para que jugara con ella, pero
la rompió. Entonces ahora se la están quitando", al comentar
sobre el anuncio de que Robert Gates será el sustituto del renunciado
Rumsfeld, quien también es del equipo de asesores íntimos de George
Bush padre.
Para algunos, ese
sacrificio no es suficiente. Cindy Sheehan, la figura más conocida
del movimiento contra la guerra (arrestada anoche una vez más frente
a la Casa Blanca), dijo hoy que "no es suficiente que Bush esté
sacrificando la carrera de Rumsfeld para intentar pacificar la demanda
de rendir cuentas. Bush también sacrificó la vida de mi hijo y
continúa sacrificando a nuestros hijos y al pueblo iraquí para una
guerra basada en mentiras, y no estamos dispuestos a fingir que eso
esté bien".
Pero aunque todos
registran que la votación fue en buena medida de repudio a la guerra,
pocos tienen propuestas sobre qué hacer. Por lo tanto, no se esperan
cambios drásticos por el momento, y dirigentes de ambos partidos
desean evitar a todo costo acusaciones de ser los que "perdieron
Irak".
Lo que está causando
la indigestión es que con esta elección sí se acabó la era Bush.
David Gergen, analista y ex alto funcionario en presidencias de ambos
partidos políticos, dijo a una cadena de noticias: "esta elección
marcó el fin de la larga era de política conservadora en este país...
y eso es resultado de la guerra en Irak". Añadió que se trató
más de un voto de protesta contra la política de Bush y sus aliados
republicanos que en favor de los demócratas.
Por eso ambos
partidos son percibidos por la ciudadanía con cierto escepticismo y
sospecha. Es evidente que los republicanos sufrieron una grave
derrota, pero aún no está claro si los demócratas pueden cantar
victoria. El voto fue por "un cambio" aceptan ambos, pero
falta ver si son capaces de cumplir con los deseos del pueblo o si una
vez más reducen lo que llaman democracia a una obra de teatro.
Rechazo
a la guerra en Irak y escándalos determinan la derrota conservadora
Por David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 08/11/06
Washington.– El Partido
Demócrata recuperó hoy el control de la Cámara de Representantes y
estaba batallando por hacer lo mismo en el Senado en una elección que
marcó el principio del fin de la presidencia de George W. Bush y del
monopolio político republicano en el gobierno federal.
Las
derrotas del Partido Republicano en las elecciones legislativas
nacionales celebradas hoy implican severas limitaciones para la agenda
política de la presidencia de Bush en sus últimos dos años.
A la
vez, la elección manifestó sobre todo el creciente rechazo popular a
la política actual en Irak. Los resultados también son consecuencia
de los escándalos políticos que han imperado en lo que algunos
consideran como uno de los congresos más corruptos en la historia
reciente del país.
Los
resultados de esta elección ofrecen nuevas oportunidades a quienes se
oponen a la guerra y a los promotores de una reforma migratoria, entre
otras cosas. Sin embargo, vale recordar que no hay un consenso entre
los demócratas sobre estos temas, y que los políticos en este país
no sólo no han demostrado voluntad para promover cambios
significativos en estos asuntos. Por ejemplo, el nuevo superestrella
del Partido Demócrata, el senador Barack Obama, votó en favor del
muro fronterizo. Por otro lado, la senadora Hillary Clinton votó por
la guerra en Irak y muchos de sus colegas demócratas aún no se
atreven a expresar una oposición, y no han presentado una
contrapropuesta sobre la llamada "guerra contra el terror" y
su frente iraquí.
Pero
el hecho de que los demócratas hayan recuperado la mayoría y por
lo tanto el control de la Cámara baja por primera vez en 12 años
cambiará la dinámica política dentro de este país.
De
igual modo, los demócratas aumentaron su presencia en el Senado con
48 curules aseguradas al cierre de esta edición, y disputaban con márgenes
muy cerrados tres puestos (Missouri, Virginia y Montana) que
determinarán cuál partido controlará la Cámara alta, algo que hace
sólo unas semanas ni se consideraba como posibilidad. Por lo menos
una de las contiendas no se definirá esta noche, con la posibilidad
de un recuento en el caso de Virginia, donde el margen de diferencia
es de unos cuantos miles de votos. Pero gane quien gane la mayoría,
ya no garantizará el control pleno de la Cámara alta que hasta ahora
gozaban los republicanos, que conquistaron 49 escaños.
De
hecho, el Senado podría quedar dividido 50 contra 50. Sin embargo,
podría llevar días tener un resultado final.
Nancy
Pelosi, líder de los representantes demócratas, ahora está por
convertirse en la primera mujer presidenta de la Cámara baja en la
historia. "Hoy los estadounidenses votaron por un cambio... y eso
es lo que vamos a hacer", declaró ante un público jubiloso de
simpatizantes en esta capital. Prometió el Congreso "mas ético,
abierto y honesto" de la historia. También declaró que se
promoverá "una nueva dirección en Irak" y prometió
trabajar por una "economía más justa".
Howard
Dean, presidente del Partido Demócrata, declaró que este "es un
triunfo muy grande" que "ofrecerá el nuevo rumbo que desea
el país", incluida una "nueva dirección" en Irak.
Calculó que su partido podría incrementar su presencia en 30 curules
en la Cámara baja (necesitaban por lo menos 15 más para ser mayoría).
El
representante Rahm Emanuel, coordinador de las campañas demócratas,
celebró esta noche la victoria al declarar aquí que "la vieja
era de irresponsabilidad se acabó y la de reforma real apenas
comienza". Ofreció superar las divisiones entre los partidos
para trabajar por los "mejores intereses del país" y
"cooperar" con el presidente y su partido en el Congreso
para lograrlo.
Aunque
la elección no incluyó al presidente, sí giró en torno a George W.
Bush y sus políticas bélicas, con noticias cada vez peores desde el
frente en Irak, con crecientes voces militares y hasta de
conservadores criticando la estrategia de la guerra. Según las
encuestas de salida realizadas por un consorcio de las tres
principales cadenas nacionales de televisión, 58 por ciento de
votantes desaprueban de la gestión de Bush, y 57 por ciento
desaprueba de la guerra en Irak.
De
hecho, la estrategia de los demócratas a nivel nacional fue convertir
la elección en un tipo de referéndum sobre Bush y su guerra (a pesar
de que muchos de ellos votaron en favor de la invasión a Irak y aún
no se atreven a pronunciarse contra la guerra, sino sólo sobre la
manera en que se ha desarrollado).
Varios
republicanos, ante un presidente que tiene un índice de aprobación
muy bajo, y con una guerra que se ha convertido en una pesadilla política
aquí, intentaron distanciarse lo más posible tanto del comandante en
jefe como de su guerra. Sólo ayer, Charlie Crist, el candidato
republicano a gobernador de Florida (puesto que ahora ocupa el hermano
del presidente), decidió de último momento no aparecer junto a
George W. Bush en un acto en la entidad, algo que provocó la ira del
estratega político presidencial Karl Rove, pero que subrayó la
renuencia de varios candidatos a ligar su imagen con la del
presidente. Al parecer, según resultados preliminares, Crist tenía
razón y ganó su elección.
Hoy
estaban en juego las 435 curules de la Cámara baja y un tercio del
Senado. En riesgo estaba el monopolio político nacional del Partido
Republicano. Aunque técnicamente toda la Cámara baja estaba ante las
urnas, en realidad sólo 10 por ciento del total, alrededor de unos 50
escaños, estaban en juego. La estructura particular de las elecciones
legislativas estadounidenses casi garantizan la relección de los
candidatos en la mayoría del Congreso.
Además
de la competencia por el Congreso, se votó para gobernador en 36
entidades y miles de puestos en legislaturas estatales. Junto con
ello, los votantes en 37 estados sufragaron sobre iniciativas
ciudadanas de toda una gama de temas, incluyendo inmigración,
investigaciones científicas, matrimonio gay, aborto y asuntos
ambientales, entre decenas de temas más.
Los
resultados de lo que fue una de las elecciones nacionales más caras y
agresivas en décadas también fueron manchados por miles de quejas de
problemas técnicos con las nuevas urnas electrónicas, maniobras de
intimidación y supresión de participantes, campañas de desinformación
y sospechas de fraude en algunos lugares.
A
pesar de las campañas "negativas", de los obstáculos para
votar, de las manipulaciones engañosas del electorado por los políticos,
frente a deficiencias estructurales del sistema electoral que ponen en
duda lo que se define como "democracia electoral", es casi
milagroso que los ciudadanos estadounidenses participaran en este
proceso y todo indica que lo hicieron en niveles muy altos comparados
con las tendencias históricas en comicios nacionales no
presidenciales, como éste.
Pero
lo anterior también indica la ira y la reprobación provocadas por
los escándalos de corrupción y de comportamiento indebido de
legisladores que responden al liderazgo republicano.
Entre
los resultados, hoy se registran las derrotas del representante Curt
Weldon, recientemete puesto bajo investigación por corrupción, como
también la pérdida para los demócratas del puesto antes ocupado por
el representante Bob Ney, de Ohio, quien está por ser enjuiciado por
su participación en la gran conspiración de corrupción encabezada
por el cabildero republicano Jack Abramoff, la cual todavía cobrará
más víctimas en el gobierno.
Los
republicanos también perdieron la curul del representante Mark Foley,
quien recientemente renunció al ser enfrentado con pruebas de sus diálogos
cibernéticos sexuales con menores de edad que trabajaban como
voluntarios en el Congreso.
¿Cambio o más de lo mismo?
Las
encuestas de opinión de los últimos días ya habían registrado que
la guerra era el tema principal en esta elección. Los resultados
abren nuevas posibilidades para las fuerzas antiguerra en el país. De
hecho, Cindy Sheehan, la madre de un soldado muerto que se ha
convertido en la cara de la oposición a la guerra, y unos 40
manifestantes, protestaron hoy bajo una llovizna frente a la Casa
Blanca en demanda del fin de la guerra en Irak.
Con
algunos nuevos aliados en el Congreso como el senador electo Sherrod
Brown, de Ohio, entre otros se podría nutrir el optimismo del
movimiento contra la ocupación de Irak y Afganistán.
A la
vez, la nueva configuración política en Washington también podría
abrir una nueva ventana de oportunidad para la promoción de una
reforma migratoria limitada, ya que el liderazgo republicano, que
apostó con la carta antinmigrante, ya no estará en control de la Cámara.
La táctica
antinmigrante no tuvo el éxito que se esperaba en todos los casos.
Aunque algunos antinmigrantes fueron relegidos, como el representante
James Sensenbrenner famoso por encabezar las fuerzas antinmigrantes
de la Cámara baja, otros que emplearon la carta contra los
migrantes como punto central de sus campañas, como fue el caso del
representante Clay Shaw, de Florida, y J. D, Hayworth, de Arizona,
fueron derrotados.
Gobernaciones
En lo
que tal vez es uno de los grandes cambios en el panorama político
nacional es el aparente triunfo de candidatos demócratas en las
elecciones para gobernador.
Arnold
Schwarzennegger, como se esperaba, gano su relección a gobernador de
California, aunque las noticias para otros candidatos republicanos en
las 36 elecciones no fueron positivas.
De
hecho, los candidatos demócratas podrían gozar de hasta una decena
de triunfos para gobernador. Entre lo más notable está la derrota
del candidato republicano Kenneth Blackwell, quien como secretario de
estado de Ohio fue el ingeniero electoral responsable de la
controversial y disputada elección presidencial en favor de Bush hace
dos años.
Mosaico electoral
Entre
los elegidos hoy se encuentra el primer musulmán en la Cámara baja,
Keith Ellison, de Minnesotta, y sólo el segundo gobernador negro en
la historia –Deval Patrick, de Massachussets–, ambos demócratas.
También triunfó, en calidad de candidato independiente, el
socialista–demócrata Bernie Sanders, de Vermont.
Pero
también perdieron varios políticos republicanos moderados, lo cual
podría fortalecer la mano del ala más conservadora del Partido
Republicano, mientras que, por otro lado, varios de los demócratas
triunfantes resultaron ser del ala conservadora de su partido (antigay,
antiaborto, pro militares, etcétera).
O
sea, aún no es posible caracterizar los resultados de esta elección
más allá de que fue una derrota, aunque no abrumadora, para los
republicanos, y sobre todo para Bush y su política belicista.
En la
primera elección del demócrata Bill Clinton, el lema famoso de su
campaña fue "es la economía, estúpido", para enfocar su
estrategia electoral en ese punto. En esta ocasión el lema fue, más
bien, "es la guerra, estúpido".
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